Le despidieron en grupo, no podía quitarle la costumbre de acompañarle al aeropuerto, aun así observo embelesado a Alena, esa chica era despampanante. A un costado de Sebastián estaba la sumisa de este, y no entendía porque le daba escalofrió su presencia, era algo en ella que no le cuadraba, intentaba por todos los medios no ser tan frio y distante, pero no podía, su instinto no se lo permitía.
Ella se inclinó en forma de despedida, pero al tiempo mostraba sus pequeños senos. ¿Qué demonios intentaba hacer? Vio fijamente a Sebastián que reía con Peter, quienes soltaban una monumental carcajada, lo que le hizo fruncir el ceño, se miró rápidamente para ver si era algo en lo cual se haya equivocado, pero él no era así de despistado como Peter, miro a Nikoleta a un costado, enganchada a un carro del aeropuerto, llegando a la conclus
—¿Qué demonios hace acá? —miro despectivo a la mujer en la puerta de su apartamento. Detrás de él, estaban varios de sus sub alternos departiendo con cervezas y un silencio inundo el recinto. Su fiesta había llegado a un fin demasiado temprano.—Él no me desea más, estoy buscando un Maese que realmente me lleve por el camino de la perdición —arrojándose a sus brazos.Él no se movió, ni le abrazo.—Regrese —se soltó de sus brazos, sosteniéndola de sus antebrazos para alejarla de su anatomía—, no estoy interesado en tenerla como mi aprendiz.—¿Pero por qué? —Mostrando su cuerpo con su mano—. Soy muy sexy, le gustan las pelirrojas…—Usted no clasifica.Ella movió la mano de manera desdeñosa,
Reboto contra el piso después de ser lanzado con furia por Sebastián, quien no quería escucharle. Estaba totalmente cegado, a su alrededor estaban sus hermanos y hermana, cabizbajos, tristes.—Escúchame —lo intento de nuevo—, todo lo hice para no dañarte, ella no es el tipo de mujer que me guste, se me estuvo insinuando por semanas. —Se levantó del piso, esquivando el golpe que iría a su abdomen por décima vez en esa hora—. No la amo, como ella dice, llame a la policía, es cierto, pero fue por el motivo que invadió mi hogar, además de que entre sus cosas pude obtener la información que sustrajo de tu caja fuerte.Era inútil, no le escuchaba.La ira lo consumía a tal extremo que su rostro era rojo y pétreo.— ¿Sí?, No me mientas, no soy un imbécil. Te metiste con mi sumisa, la obl
Si por él fuera, estaría machacando en la cabeza, al imbécil que observaba desde hace dos horas. Esta bestia, había pateado a tres perros, lanzado al agua a dos gatos, lanzado piedras a cuanta ave divisaba, y su paciencia estaba por derramarse, al verle acercarse a un caballo que pastaba con tranquilidad, sin percatarse que tenía a un enemigo demasiado cerca.El animal relincho, al sentirse ahogado de improvisto, el maniático estaba apretando un alambre de púas, y su paciencia llego al límite. Guardo la grabación que hizo durante esas horas, enviándola a su correo privado de la unidad, donde solo Sebastián tenía acceso. Estrello un puño contra su mano derecha, se acomodó las vértebras del cuello, y se escondió detrás de unas vacas impávidas que solo sabían rumiar. Fue girándolas con habilidad hasta quedar cerca del abusad
Miraba como Leona se desenvolvía con su familia, como desearía presentársela a Sebastián, pero no le ponía atención, le ignoraba, y en las reuniones ni se acercaba, dejándole toda la carga a Christopher, quien se veía demasiado ameno con su potra, a la cual abrazaba sin reparos en ese cómodo sofá, en el bar que terminarondespués de la cena. Maurice a su otro costado, se entretenía embaucando a una de las jóvenes que se quedó con ellos hasta esta hora, asumiendo que se llevaría a Leona, para terminar su celebración en otro lugar, lo cual obviamente él no lo permitiría, hoy se sacaría la frustración sexual en que ella lo había mantenido esos años.Se acerco con las nuevas bebidas que le habían encargado, mirando a un costado como llegaban más parejas al local, volviendo de nuevo su mirada a
Re-leyó la nota como por décima vez, mirando a su alrededor. Leona llevaba dos horas discutiendo con su entorno como si pudieran solucionar el lio en que estaban metidos. Los altos cactus eran el predominante en el terreno, los pocos animales que circundaban en el momento era muy desanimante.“Somos conscientes de que has batallado para conquistar a esa rojita deliciosa hermanito…—Malditos perros —enojándose por fin.»…hemos tomado la decisión de ayudarte un poco, te dejamos un mapa, nos llevamos solamente tu arma, no sea que tengas un accidente…—Accidente —arrugo la hoja en sus manos, lanzándola a lo más cercano que fue un cactus llamado Josué—, los voy a masacrar por esto.—Estamos en Mojave —le informo Leona.—¿Cómo lo sabes caramelo?—Por los árboles —
Ingreso de nuevo por esa claustrofóbica claraboya, después de observar como todos sus sub alternos se daban palmaditas y salían del hangar, cerrando las puertas, se observó las manos divertido con lo que le había pasado Samanta apenas estuvo fuera del conducto, riéndose duro ante la realidad que veían sus hermanos y hermanas de armas.Se arrastró hasta llegar al sitio donde escuchaba los ruidos y gimoteos de Leona, quien después se peleaba con algo en el lugar, intento ser lo más silencioso posible, para no alertarla de su presencia, hasta que se medió asomo por el hueco para verla de pie, hablando con la máquina, viendo que ya había terminado los cambios, el equipo dañado lo había sacado Samanta para mandarlo a fundición, no tenía forma de recuperarse.Ella se había arremangado el overol a la cintura, sudaba copiosamente, limpi
Debía solucionar el caos con Sebastián, estaba harto de esta estúpida situación. La loca había desaparecido del mapa, y no es que quisiera saber dónde se encontraba, ni había intentado encontrarla. Observo a su alrededor, su misión había concluido prematuramente, cuando el cuerpo de su perseguida cayo frente a él, lanzado desde ese edificio abandonado, que actualmente era revisado por la policía local, quienes llegaron al mismo tiempo para una redada, de la cual no tenía ni idea. Su mirada subió para ver los dos cuerpos que colgaban como si fueran banderas abandonas, movidos por hilos sutiles, creando un vaivén lento y aterrador.A su alrededor la policía de México llegaba con escaleras para bajar los inertes hombres, con evidentes heridas por sus mutilados cuerpos, la mujer que había sido ya retirada del sitio donde yacía, estaba sien
—Se fue hace dos horas —suspiro Nikoleta cabizbaja—. Fue a reclamar el cuerpo de Bocar.Estaba estupefacto, no pudo moverse un milímetro de su sitio por la pésima noticia en el momento, era el tercer compañero que perdían. Ese hombre había sido uno de sus compinches en celebraciones rudas cuando se encontraban por Suráfrica. El dios del sexo, según se hacía llamar, y viendo como le llovían las mujeres en su país natal, no tenía dudas. Él le decía que eran como el café y la leche: -aunque parecía más que se lo estuviera diciendo a una mujer, que a él-. Notando que se habían confabulado con Maurice, para hacerle la vida imposible.Toco su pecho, sintiendo ese dolor de antaño, ante la pérdida de sus padres y el pequeño que estaba en el vientre de su madre, una mujer pelirroja