Capítulo 8

Reboto contra el piso después de ser lanzado con furia por Sebastián, quien no quería escucharle. Estaba totalmente cegado, a su alrededor estaban sus hermanos y hermana, cabizbajos, tristes.

—Escúchame —lo intento de nuevo—, todo lo hice para no dañarte, ella no es el tipo de mujer que me guste, se me estuvo insinuando por semanas. —Se levantó del piso, esquivando el golpe que iría a su abdomen por décima vez en esa hora—. No la amo, como ella dice, llame a la policía, es cierto, pero fue por el motivo que invadió mi hogar, además de que entre sus cosas pude obtener la información que sustrajo de tu caja fuerte.

Era inútil, no le escuchaba.

La ira lo consumía a tal extremo que su rostro era rojo y pétreo.

— ¿Sí?, No me mientas, no soy un imbécil. Te metiste con mi sumisa, la obl

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