Capítulo 3

Sus manos se hicieron puños en la pared cuando Owen ni siquiera tuvo la mínima decencia de esperar a que cerrara la puerta donde se guardaban los utensilios de la limpieza del jardín. Era de noche y todos debían de estar en la fiesta que se estaba organizando por la graduación de Owen.

Habían sido meses en los cuales se sentía la peor persona en el mundo mundial si se podía decir. Su cuerpo se sentía destruido por completo por cómo era usado y la delgadez era más que evidente en él.

Puso sus manos en la pared más cercana y abrió las piernas mientras su pantalón bajado hasta los tobillos al igual que su ropa interior. Su cola se envolvió alrededor de su cuerpo para que no le molestara a la persona que se movía detrás de él como si fuese suyo.

Gracias al cielo, Owen se iría a vivir a una universidad lejos de casa y no lo vería más que los fines de semana cuando tuviera oportunidad, pero nada más que eso.

Hizo puño cuando la embestida que inició todo lo mandó directamente hacia la pared. Todo su cuerpo tembló, todo se sacudió de tal manera que quiso darse un golpe en el rostro por ser una persona tal débil al dejarse dominar de manera cruel.

Los dedos de Owen entraron en su cuerpo, moviéndose en tijeras para entrar rápido. Sus ojos se cerraron, y su labio fue capturado por sus dientes cuando se sintió vacío… al igual que sus días desde que todo comenzó en esa habitación a la cual iba de hurtadillas cada sábado.

Una de las manos del mayor se entrelazó con la suya mientras su miembro se abría paso.

— Será una completa tortura el no verte todos los días — besó detrás de su cuello — Pero sé que cuando nos volvamos a ver, recuperaremos todo el tiempo perdido.

No respondió, sólo se quedó ahí como un muñeco sin vida, mientras su cuerpo era usado.

Al final de la celebración, Isaac fue a su habitación a encerrarse mientras todos celebraban que Owen se iría al fin a otra ciudad para estudiar lo que sea que le haya llamado la atención en ese lugar.

Sus amigos de la escuela privada estaban ahí, y otras personas que nunca había visto en la casa o cerca de ellas. Cerró la puerta con seguro, colocando una silla y luego se dio un largo baño para quitarse la asquerosidad de su cuerpo. Todo le daba asco, el ser todo por el lobo era la peor cosa.

Su cuerpo, parecía estar destruyéndose con el paso del tiempo. La falta de comida parecía ser el único factor que en verdad importaba. La poca comida que podía degustarse era los que probaba a escondida en su habitación y que luego se deshacía si quedaba.

Sacó de debajo de su cama un Sándwich y lo devoró sin pensarlo dos veces, era lo mejor de su vida el poder comer todo lo que quisiera. Se limpió los labios, sacando otro de su bolsa y comenzó a comerlo mientras iba hacia la ventana para ver cómo iba Owen con sus amigos, no sin antes apagar la luz.

Todo ahí estaba en buenas condiciones, las luces eran leves, pero los chicos parecían estar tranquilos. Los padres del lobo no estaban en el jardín, por lo que supuso que estarían en su habitación, creando más bebés.

Se olvidó por completo de lo que estaba pasando y sólo los siguió mirando en la oscuridad. Con ellos era una persona divertida, con un mundo por el cual no debía de luchar por lo que tenía porque sus padres le daban todo y… era más que obvio que el hijo del vicepresidente del país era intocable. Pertenecer a su círculo social, era como si estuvieras dando un largo paso a tu estabilidad económica.

Tiró lo que quedó por el escusado y limpió para que nadie supiera lo que en verdad había estado haciendo. Quitó la silla de donde estaba y se tiró a la cama, no sin antes asegurarse de que todo estuviera en orden y que Owen no supiera que había estado comiendo a escondidas de él.

No pasaron ni siquiera tres horas, para cuando Owen entró a su habitación. Se desnudó y le dio unas palmadas en su trasero para que le hiciera espacio en la pequeña cama. Uno de los brazos del mayor lo rodeó su cuerpo, apegándolo a su cuerpo y besando su cabello.

Sólo serán unos pocos días y ya podría dormir, comer y dormir en paz. Eso era lo que en verdad quería, sino se cumplía pronto, terminaría por hacer una soga con todos los vestidos que Owen tiraría a la b****a una que estuviera lejos o eso era lo que pensaba de todo eso.

— Esta será nuestra última noche juntos — pasó sus dedos por el cabello del menor — Serán unos largos años sin vernos y eso me pone triste, ¿No te pone triste?

— Como no tienes idea — respondió, de manera automática — Es algo que siempre tendré en mente durante el tiempo que estés allá.

— Porque eres un excelente novio es que te amo — lo abrazó con más fuerza — Pero vendré siempre que pueda a verte o tú puedes ir a visitarme.

— No tengo los recursos para r tan lejos para una simple visita — le recordó — Y para eso debo de tener visado y es algo que tampoco tengo.

— Tienes razón — bufó, sintiéndose irritado — Pero vendré cuando menos lo pienses y podremos jugar, muñeco.

— Eso es algo que espero con ansias — suspiró — Eres una cosita bien hecha.

— No soy eso — sus mejillas se tiñeron de rojo — Deja de decir eso… soy débil.

— ¿Por qué dices que eres débil? — Preguntó, serio — No eres nada de eso, así que no vuelvas a decir estupideces como esas.

— Lo siento — hizo una línea recta.

Owen respiró hondo, dejó que todo pasara a su alrededor para seguir durmiendo con su muñeco durante unas largas horas. Isaac se sentía cálido bajo sus brazos, dándole la calidez que siempre buscaba cuando estaban a solas.

Desde que lo hizo suyo ese día no había parado de repetirlo cada vez que podía en alguna parte de la casa, siempre y cuando sus padres no supieran lo que ocurría en algunas paredes de ese enorme lugar.

Pero, su habitación era su lugar sagrado para jugar como quisiera con su muñeco ya que éste había aprendido a no quejarse cuando estaban a solas… siempre estaba tranquilo y sereno. Los castigos siempre han hecho de los esclavos grandes cambios en ellos.

Ahora, lo único que debía de tener en mente era que el menor se mantuviera tal y como estaba con su cuerpo, nadie podía tocarlo. Mataría a cualquier persona que quisiera hacerle algún mal.

A la mañana siguiente, Isaac estaba sobre el cuerpo de Owen como si fuese su persona favorita para dormir de esa manera. El mayor lo dejó descansar de esa manera, porque se veía pacifico.

Su cabello negro como el carbón parecían ser juego con el color de sus ojos. Dos cosas que siempre había amado de su pequeño. Sus dedos fueron a parar a su huesuda espalda que parecía estar a punto de romperse si le daba un apretón.

Lo dejó en su lado de la cama y se dispuso a buscar su ropa en el piso. Cuando estuvo listo, salió de la habitación, mirando la hora en su reloj. Sus padres aun debían de estar durmiendo, por lo que podría fingir que durmió en su habitación después de echar a sus amigos a la calle.

Desregló la cama, luego se puso a verla bien para saber si todo estaba en donde debería de estar. Se dio un baño, y luego se dejó caer en la cama completamente desnudo mirando la ventana.

Podría escapar lejos con Isaac, sin que sus padres se dieran cuenta, pero obviamente Kros los encontraría en un abrir y cerrar de ojos. La puerta de su habitación fue abierta y Jean entró para ver si estaba ahí como siempre lo hacía.

Le había tomado cierto desprecio a su padre cuando supo que debía de mantener distancia con su muñeco. Ni siquiera sabía las razones si él antes fue un esclavo de su padre y luego estuvieron juntos.

— ¿Qué haces desnudo? — preguntó Jean, entrando a la habitación — Responde.

— Me estaba dando un baño — puso los ojos en blanco — Además, no tengo por qué darte explicaciones de lo que haga en mi habitación, papá.

— Soy tu padre, y necesito saber todo sobre ti — se cruzó de brazos — En unos días te vas lejos de nosotros y…

— Seré libre — abrió los brazos en la cama — Es el sueño de todo hijo… el separase de sus padres.

— Ni que te estuviéramos echando de la casa para que hables de esa manera, mocoso impertinente — Jean bufó, golpeando su trasero con la palma de sus manos — Tus hermanos me han preguntado si se pueden quedar con esta habitación porque es la más grande la casa, según ellos.

— No les daré mi habitación a esos mocosos del demonio, ¿Qué se creen? — Se dio la vuelta, para mirarlo — Nadie puede entrar aquí mientras no esté.

— ¿Por qué razón nadie puede entrar?

— ¿Por qué razón no me dejan entrar a su habitación?

— No puedes entrar a mi habitación porque no es la tuya…

— Entonces no entres a la mía porque no es la tuya — Jean lo miró con deseos de querer matarlo — No me mires así, sólo estoy repitiendo tus palabras.

— Ni siquiera sé cómo es te graduaste de la escuela — fue hacia la puerta — Termina de empacar tus cosas, no quiero que después me andes llamando que se quedó algo.

— Lo único que se me queda en éste sitio del demonio es mi muñeco — dijo, hacia la nada.

Sacó todos los vestidos, echándolos en una maleta al igual que el maquillaje. Sabía que su padre entraría cualquier día ahora que no estaría en casa para revisar sus cosas como si fueran suyas.

Unos toques en la puerta le hicieron girar la cabeza y una sonrisa de oreja a oreja se instaló en sus labios a sentir el olor de Isaac del otro lado. Si que habían sido muy buenos fingiendo en la casa para que nadie sospeche de que aún estaban juntos… aunque había veces en las pensaba que sus padres sabían de su relación, pero eso era lo de menos.

— Muñeco — abrió la puerta sin pensarlo dos veces — Siempre me alegra ver que eres la persona que siempre me trae el desayuno.

— Es porque mi madre y los demás esclavos temen por su vida — murmuró — ¿Puedo pasar?

— Eso no se pregunta — se hizo a un lado — Mi papá dijo que debo de tener todo listo antes de irme de aquí, necesito ayuda con algunas cosas.

— ¿Con que?

— La ropa, para ser más específicos — lo rodeó con uno de sus brazos — Tu ropa…

— Entiendo — asintió — ¿Puedes ponerte algo de ropa, por favor? — Ni siquiera podía tener la mirada en su lugar — Puede venir alguien y pensar que tal vez…

— Mi padre no entrará aquí a menos que se lo permita — lo soltó — Ve recogiendo tus cosas en lo que busco que ponerme.

Al fin se iría, fue todo lo que pensó cuando tiró vestido tras vestido en esa maleta. Buscó los zapatos que ya le empezaban a quedar pequeños y los tiró en esa maleta, cerrándola con una enrome sonrisa en su rostro. Qué buena vida se daría de ahora en adelante. La preocupación se iría… pero las vacaciones serían las peores… porque Owen querrá que siempre esté saltando sobre él.

— ¿A dónde llevaras todo esto?

— A una casa que tengo por ahí — hizo un gesto de indiferencia — Me llevaré esta maleta conmigo, así nadie sabrá jamás lo que pasaba en esta habitación.

— Tus padres lo saben — confesó — Tu padre Kros me dijo que siempre supo que te metías en mi habitación en las noches para ya sabes que — movió sus manos — Pero que se hacían los tontos y te dejaban pasar tus estupideces porque después de todo te irías lejos de aquí.

— ¿Cómo es que lo saben?

— Me dijo que por las cámaras de seguridad — se sentó encima de la maleta — Tus padres son muy inteligentes como para dejarse engañar de esa manera.

— Ellos sólo temen que yo lo deje en ridículo — puso su mano encima de la pierna del chico — Pero, si lo saben es mucho mejor para ambos — Isaac sabia para donde iba la cosa — ¿No lo crees?

— Creo que debo de volver a mi trabajo — quitó la mano de Owen de su pierna — Debes de terminar de empacar y yo debo de volver a mis labores… si eso haré.

— Pero si estamos hablando — frunció el ceño — No puedes irte y dejarme con la palabra en la boca.

— En verdad debo de irme — pasó saliva en seco — Lo siento, mi madre no me permitió quedarme mucho tiempo y sabes cómo se pone cuando me tardo mucho.

— Bien, después hablaré con ella.

Isaac le dio un beso en los labios, tragándose el deseo de vomitar. Simplemente le daba asco todo de él y esperaba que no volviera nunca de donde sea que vaya a estar por su propias seguridad. Le dedicó una última sonrisa, y luego salió de habitación.

Se encontró con Jean en el pasillo, quien le hizo una seña para que lo siguiera hacia una de las habitaciones de ese mismo piso para tener privacidad. Estaba despedido, sus padres lo matarían por lograr que perdieran sus trabajos… Dios, todo estaba jodido y era su culpa.

— Como sabrás, mi hijo se irá de la ciudad en unos tres días — le hizo una seña para que se sentara en la cama — Y es más que obvio que ustedes dos tienen una relación…

 — ¿Cómo dice?

— No te hagas el estúpido conmigo que no te queda — puso una silla delante de él y se sentó — Sé que su relación es algo toxica — lo señaló — Ni siquiera pareces estar comiendo como se debe y eso es algo muy notable.

— Nosotros no tenemos ninguna relación toxica, no sé de dónde saca esas cosas — quiso sonar serenos — La relación que tenemos es estrictamente de jefe y empleado.

— Súbete la camiseta en éste momento — le ordenó — Y no te estoy pidiendo tu opinión. Súbete la camiseta en éste momento.

Los labios de Isaac comenzaron a temblar mientras se quitaba la camiseta y dejaba ver su escuálido cuerpo con marcas que parecían tener más tiempo que otras. La respiración de Jean se cortó al verlas y el olor a miedo llenó la habitación.

— Y te atreves a decirme a mí que no tienen una relación toxica — farfulló — Eres un crio que no tiene la menor idea de lo que está pasando a su alrededor — se acercó más la silla — ¿Qué diablos es lo que está pasando contigo?

— No lo sé — mintió — Creo que me gusta…

— No, no te gusta — lo interrumpió — Nadie en su sano juicio aceptaría que su pareja le hiciera esto… — dijo, lleno de asco — ¿Por qué dejas que Owen te haga esas cosas?

— Mi familia — dijo, al fin — Sólo por mi familia lo hago.

— Ay, pequeño — apartó el cabello de su rostro — Eres un niño todavía que no tiene la menor idea de lo que pasa por la mente de las personas como mi hijo.

— Lo siento mucho…

— ¿Por qué te estás disculpando? — Preguntó, confundido — No es tu culpa, no elegiste esto y…

— No soy fuerte… nunca lo he sido y toda esta m****a me persigue siempre — su cuerpo le estaba jugando una mala pasada — Cuando quise hablar no pude hacerlo… su hijo me dijo que acusarían a mi familia de robo o que haría que su padre los mandara a matar por mi culpa y que a mí me llevarían a uno de esos lugares donde somos vendidos como personas sin beneficios ante la sociedad.

— Owen es idéntico a alguien que conocí — negó, con la cabeza — Eso no pasará, te lo aseguro — le dedicó una pequeña sonrisa — ¿Desde hace cuánto tiempo está pasando esto?

— Desde que nos conocimos — abrazó su camiseta — Y tres meses desde que comenzamos a tener relaciones.

— Entiendo — asintió, sin saber que más decir — Ahora, vas a ser un buen chico y comerás de manera correcta, todas tus comidas al día y si tienes hambre sales de tu habitación en las noches y comes todo lo que puedas… cuando trabajaba aquí lo hacía y créeme que se siente muy bien la adrenalina de ser descubierto por alguien.

— Para eso debo de esperar a que Owen se marche de la casa y…

— Descuida, haré todo lo que esté en mis manos para ayudarte — lo abrazó — Eres demasiado bueno para éste mundo y eso es algo que te traerá muchos problemas en el futuro.

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