—¡Tranquila amiga! Cualquier cosa, la que sea, cuentas conmigo siempre —expresó Elizabeth con mucho afecto y abrazándola fuertemente. —Por ahora, no diré nada a mis padres. Hablaré con mi padrino, estoy segura el me ayudará. —En todo caso, ya sabes, cuentas conmigo. Es más deseo acompañarte a la consulta ¿te parece? Si quieres vamos de una vez, solo debemos llamar a Samuel. Helena con un movimiento afirmativo de su cabeza, dejó que Elizabeth llamara a Samuel y viniera por ellas. —¡Hola Samuel! —¡Buenos días señora! ¿A dónde la llevo? —Vamos… a la Capital, llévame a la Clínica… de mi padrino —respondió ella lentamente y con una media sonrisa. —¡Con gusto, señora! —Gracias. Samuel ¿Alguna novedad en la hacienda? —No, señora. ¡Ahhh ya…! Cuando salía para acá, iba llegando un taxi del aeropuerto a la hacienda. Pero no se quien iba. —Okey, gracias Samuel. Al llegar a la consulta, la secretaria de su padrino la saluda e informa, que ya esta por irse. Ella entra de inmediato, habla
Dos semanas después… Helena siguió en el apartamento y desde ahí, esta atendiendo su trabajo, especialmente el de las exportaciones en contacto con Nancy su secretaria y Marcia la secretaria de Thomas. Sus padres hablan con ella a diario y se extrañan de esta conducta de ella. Su hija ha cambiado mucho, dejó de ser aquella joven, cariñosa, valiente quien decía las verdades a quien sea, en su cara, para convertirse en esta mujer amargada, agresiva, desconfiada, como se percibe ahora, además de no ser franca y sincera con ellos. Sus padres sospechan que algo ha pasado con Thomas, esa ausencia prolongada de él, es un mal síntoma, de que entre ellos, las cosas no están bien. —¿Qué te pasa hija? —preguntó su madre muy preocupada. —Nada mamí, es solo que estoy harta, de que la mayoría de las personas piensen que soy una imbécil, que no tengo inteligencia y con cualquier mentira me pueden engañar. —¿Thomas, hija? —Si, entre otros —agregó ella muy dolida. —Pero no me parece justo que
—¡Por favor, Thomas! ¡Déjame! Ya decidí… el día que me mudé con mis padres, de la hacienda nuevamente al chalet, ese día, di por concluida toda relación contigo —respondió ella a media voz y con una mirada apagada, que Thomas no entendía. —Pero... Helena, entiéndeme, necesito una explicación, quiero saber… ¿Por qué?... No te creo, que sea por el caso de Roxana porque eso ya se aclaró. »Ella me quiso enlodar por desquitarse, por preferirte a ti… ¿Entonces? Explícame… y te juro que me voy y no te molestó más nunca —dijo él, con una mirada altiva. Estas palabras y la forma como las dijo, fueron la gota que rebasó el vaso, ella estaba ya al límite, de aguantar las supuestas infidelidades de Thomas, no estaba dispuesta a continuar con esta situación un día más. Por eso, le mantuvo nuevamente a Thomas en su cara, que su hijo, no era de él. —Entonces dime de ¿Quién es? —preguntó Thomas, a grito, esta vez enfurecido y tomándola por los brazos fuertemente, sin importarle que lo escuchara S
Al despertar Thomas, se levantó, se duchó y salió de la habitación para tomar carretera. Pero, es detenido por la mamá de Helena, para que esperara, mientras termina de hacer el almuerzo, pues no lo dejará viajar así, sin alimentarse y habiendo ingerido licor toda la noche. El recorriendo el apartamento con su mirada, buscó a Helena, pero observó que ella no se encontraba, al preguntarle a María Inés, esta le respondió que había salido con sus amigas y Samuel a comprar algunas cosas que necesitaba. Obviamente, Thomas al sentir como ella lo ignoró, entró a la habitación, donde durmió Miguel, encontrándolo despierto y listo para salir: —¡Me voy! Al parecer, nos dejaron solo con la mamá de Helena, por favor, entretenla mientras salgo —comentó Thomas con una mirada atónita, que causó tristeza en su amigo. —Pero… espera Thomas, de repente no se tarden, vamos a esperar unos minutos, de repente ya están de regreso —agregó Miguel. —¡Tranquilo! De verás quiero irme, prefiero no importunar
Por fin, en la Clínica Thomas contento y emocionado llamó a Miguel y le pidió que informara a Elizabeth, así como al resto de las amigas de Helena, que ya están en la dulce espera del bebé. No obstante, el proceso de parto apenas iba iniciando. No es sino hasta el crepúsculo del día siguiente, cuando Helena por fin trae a su hijo al mundo, tomada de la mano de Thomas, quien en ningún momento se separó de ella y contando además con la presencia de su padrino, que fue el médico que se encargó de su proceso de parto. —¡Mi amor, gracias! ¡Mira, es hermoso nuestro bebé! —declaró Thomas feliz y totalmente dichoso, acercándose a Helena con el bebé en sus brazos y dándole un beso en los labios. —Sí, se parece mucho a ti —dijo ella sonriendo, pero demasiado débil. El bebé estaba sano y salvo, además de ser muy hermoso, una combinación perfecta entre los rasgos físicos de Thomas y los de ella. Para el mismo personal de la clínica resultó una agradable sorpresa ver a un niño tan bello. No
Ese mismo mediodía, Helena llegó a la hacienda, desesperada por ver y tener a su hijo. Thomas, la ayudó a caminar, ya que ella se resistió a que él la llevara en brazos, siendo escoltados por Miguel y Elizabeth, quienes venían detrás de ellos. Ella fue recibida por sus padres, quienes estaban ahí en la hacienda, invitados por Thomas, para que ella no se sintiera sola. Además había contratado una nana para su hijo, la esposa de Samuel. El personal del servicio doméstico, como los chóferes y guardaespaldas, también se habían reunido para recibir a la señora. Ella sintiéndose agradecidas con todos, los fue saludando a todos, antes de subir a su recámara. Thomas había hecho modificaciones en las habitaciones, para acondicionarlas a los nuevos requerimientos de Helena. Ella a pesar de la decepción que sufrió cuando al llegar a la habitación en la clínica y él no estuvo presente, venía dispuesta a resolver su situación. Helena se sintió feliz al tener a su hijo en sus brazos, dándole las
Thomas se levantó del sillón, llevó a su hijo hasta la cuna donde lo acostó a dormir, saliendo de la habitación, despidiéndose de Helena con un simple gesto de su mano, con lo cual la dejó asombrada, como si fueran dos amigos y nada más… «Esto es alarmante, debo realmente hacer algo, para que Thomas se interese en mí nuevamente», reflexionó ella, preocupada y decepcionada por su actitud. Ella no quería perderlo ni dejar a su hijo sin su padre, solo por caprichos o erradas decisiones de las cuales hoy se arrepiente. Así que dispuesta a recuperarlo, pensó que la fecha especial para tirar toda la carrocería sobre él, era el día del bautizo del bebé. Esa noche, ella se acercó a Thomas después de la cena y le preguntó por el certificado de nacimiento del bebé, porque haría los trámites para presentarlo y poderlo bautizar. —Thomas ¿Presentaste al bebé? —No, el día que lo fui a hacer había un error, porque te registraron en la clínica como la viuda de Juan Montero, pero dejé encargado
Seguidamente, Thomas poniendo el anillo en el dedo anular de la mano izquierda de Helena, se la comió a besos, literalmente hablando. El levantándola del suelo, dando vueltas con ella en sus brazos, le dijo: —Tienes una semana para organizar la boda, no quiero esperar más, nos casaremos por todas las leyes y ritos, no quiero que te escapes bajo ninguno concepto —ordenó Thomas amorosamente. —Creo que sería capaz, a estas alturas de mi vida, de prepararla en un día, lo demás no me interesa, solo estar unida a ti, para siempre, es lo único importante para mí —respondió Helena mordiendo suavemente el labio inferior de Thomas. —Entonces, hazlo… mi pequeña reina, no quiero que alguien se acerque a ti o a mí, con otra intención que no sea, una amistad. Porque mi corazón es totalmente tuyo —le dijo él, tomándole su rostro por el mentón y dándole un apasionado beso, que le hizo flaquear sus piernas. —Y el mío tuyo. Thomas, desde que llegué aquí y vi tu oficina cerca de la mía, me dije «aq