Al otro día por la mañana, Massimo salió hacia la oficina como de costumbre, después de tomar el desayuno, regresé a mi habitación, el teléfono empezó a sonar insistentemente, al tomarlo, me di cuenta de que era una llamada de Franco. —Hola. —Contesté sintiendo que la culpa crecía enormemente, no deseaba escuchar su voz, me sentía la mujer más perversa del mundo. —Hola, ¿Cómo has estado? —Bien, ¿Tú cómo has seguido? —Su tono de voz era débil, tuve la impresión de que algo no iba bien. —He salido del hospital hace un par de días, afortunadamente mi cuerpo parece haber aceptado el trasplante, siento que se encuentra en una lucha constante por aceptarlo. —Sentí presión en mi pecho al imaginarlo solo. —Verás que pronto ya ni te acordarás de todo lo ocurrido. —Quise darle ánimo. —Necesitaba escuchar tu voz, te extraño, me siento solo, lo siento, Emilie, no puedo evitarlo.. —Dijo, enseguida cortó la llamada, me quedé preocupada. Mi instinto me dijo que algo no estaba bien, escapé nuev
Al despertar, noté el perfume de Massimo impregnando el aire, volteé en busca de su presencia en la habitación, pero no pude verlo. Por un momento, pensé que lo estaba imaginando, poco después, la puerta se abrió y allí estaba él, sosteniendo una bandeja de comida. —Hola, buenos días, he traído el desayuno y pedí que prepararan lo que te gusta. Su cambio de expresión me sorprendió, ya no era tan rígido como de costumbre, su rostro parecía haberse suavizado. —Gracias. —Agradecí tímidamente. —Come antes de que se enfríe, te ayudará a recuperar fuerzas. Agradecí su preocupación, pero la tristeza se apoderó de mí al recordar que su interés estaba solo en el bienestar de nuestro hijo, y eso era perfecto, pero me gustaría que también se preocupara por mí sinceramente. Me levanté para dirigirme al baño, Massimo me observó por un momento, mi vientre aún no tenía un gran tamaño, pero ya dejaba ver a nuestro pequeño. Después de salir del baño, encontré la bandeja colocada en la mesa, Mas
Por la mañana, Massimo se salió de la villa para ir a la oficina, desde la terraza de mi habitación me despedí de él levente alzando mi mano, él hizo un gesto en un claro intento de sonreir. Cuando estaba por subir a su auto, fue abordado por Jane, que se había escondido entre los autos que ahí estaban, sabía que tenía que acercarse de esa manera, o la echarían fuera, al verla, Massimo puso cara de fastidio. —¡No puedo creer lo qué estás haciendo! —exclamó Jane indignada —¿Cómo puedes tener a esa mujer viviendo contigo en la villa? Es una vergüenza. Gritó mientras volteaba a verme con todo el odio que sentía por mí reflejado en su rostro, afortunadamente estaba fuera de su alcance. Massimo la miró impávido, creo que sabía que tarde o temprano eso iba a pasar. —Emilie es parte de mi vida ahora, y el bebé que espera, es mi responsabilidad. —¡Tú responsabilidad! —Exclamó Jane, sarcástica —claro, eso es lo que estás haciendo, cargando con la responsabilidad, ¿Acaso no te das cuenta d
A partir de ese día, me sentí un poco mejor en la villa, Massimo ya no se iba después de la comida, y hasta me acompañaba a caminar por el jardín todos los días. Podría decir que por momentos parecía olvidar aquello que lo atormentaba, y llegaba a comportarse cariñoso. Yo hacía castillos en el aire, pensando en lo que podría ocurrir sí realmente llegabamos a ser una pareja, nos imaginaba felices al lado de nuestro hijo. No volvimos a salir de la villa por varios días, por suerte, el lugar era enorme y hermoso, aunque extrañaba a mi papá, decidí hablar con Massimo. —Massimo —le dije con voz débil, un poco nerviosa por cómo tomaría la solicitud —necesito pedirte un favor, quiero que mi papá venga a visitarme aquí en la villa. Él me miró fijamente, antes observaba las rosas que ayudé a plantar en el jardín, el jardinero ya le había contado que yo ayudé con eso. —¿Tu papá sabe que estás aquí? —preguntó mientras seguía mirándome. —No, no sabe nada, no sé cómo reaccionará cuando se en
Esa noche no pude dormir pensando en lo que había pasado con mi padre, no entiendo porque insistía en que algo no iba bien en mi relación con Massimo. Será que al verme pudo adivinar que me siento atormentada, y las segundas intenciones de Massimo al tenerme a su lado. Di vueltas de un lado a otro de la cama, además de los problemas con mi padre, deseaba saber de Franco, me gustaría que entendiera que lo amo como a un hermano y que esto también lo aceptara Massimo. Por la mañana, mi padre volvió a la villa, aunque los guardias lo dejaron pasar, mi padre debió convencerlos primero de que en realidad era mi padre para que lo dejaran entrar. No había dormido mucho, mi mente estaba llena de pensamientos y preocupaciones, tratando de encontrar respuestas a todo lo que estaba sucediendo. Al despertar, encontré a mi padre esperándome en la sala, parecía más calmado esta vez. —¡Buenos días, hija! Sé que anoche fue difícil para ti, pero necesitaba verte esta mañana, necesito que tomes un
Por la mañana, aún daba vueltas en mi cabeza el problema con mi padre, Massimo decía que no parecía estar muy cuerdo, y sentía desconfianza. Temía que logrará convencerme de abandonarlo y evitar que le entregara a mi hijo, así que estaba decidido a actuar de inmediato para impedirlo. El ama de llaves subió para avisar que Massimo me esperaba para desayunar, terminaba de bañarme cuando escuché que llamaban a la puerta. Pedí que me esperaran un momento mientras me apresuraba a vestirme, poco después, abrí la puerta, —¿Sí? —Buenos días, señorita, el señor la espera para tomar el desayuno juntos. —Dígale que bajo enseguida —sonreí al pensar que Massimo quería mi compañía. Ese día, sentí la necesidad de verme bonita, así que cambié mi atuendo por un amplio vestido con motivos de flores, era largo hasta el tobillo, con mangas un poco abultadas a la altura de los hombros y un discreto escote al frente. Peiné mi cabello dejándolo suelto, con ligeras ondas, al pararme frente al espe
Massimo había salido hacia la oficina muy temprano esa mañana, después de una noche de pensamientos tumultuosos sobre mi relación con él, reconocí que lo que sentía por mí era una mezcla extraña de amor y odio, y por más que intentara mentalizarme, sabía que él pensaba en cumplir con lo estipulado en el contrato después del embarazo. Después de despertarme, ansiosa por ver la reacción de Massimo al probar los postres que preparé con cariño, me dirigí a la cocina, el tiempo se me hacía largo, y quería que volviera a la villa pronto, aspire el aroma fresco del jardín antes de bajar a desayunar, una rutina diaria en la enorme cocina, donde prefería la compañía de la ama de llaves. Me esmeré en decorar la mesa bellamente con algunas flores, no pude evitar sonreír todo ese tiempo, pensando en su reacción cuando probará aquellos postres, quería que notará que me esforzaba por agradarle. El ama de llaves parecía haberse contagiado con mi alegría, pero es que la pobre mujer no tenía ni con
Al entrar al gran salón, se volvieron hacia nosotros las miradas de todos los presentes, aun lado de la entrada, pude ver que se encontraba Jane parada junto a su padre. Estaba vestida elegantemente, el vestido azul oscuro que llevaba la hacía lucir radiante, pero se llenó de oscuridad al verme. Su rostro se desencajó al vernos, al igual que el de su padre, por instinto solté el brazo de Massimo, él volteó a verme, después a Jane y volvió a tomarlo con firmeza, como para hacerme ver que no le había agradado que lo soltara. —Permanece a mi lado —me dijo como siempre, ordenando. Seguimos caminando, pasamos al lado de Jane y su padre, Massimo los ignoró completamente, vi como esa mujer caminaba hacia nosotros con la furia reflejada en su rostro, pude adivinar su intención, Alonzzo se acercó a ella tomándola por el brazo. Jane se dio la vuelta y empezó a hablar con algunas personas que ahí estaban, Massimo sonreía mientras saludaba a sus socios, yo permanecía callada a su lado. —¿Y e