No más que un trámite
―La última puerta al final del corredor―le dijo la mujer de la recepción que la miraba de los pies a la cabeza.
Sofía se encontraba completamente incómoda con esa ropa
―Gracias —le dijo Sofía.
— Pero si puede prestarme atención, le aseguro que no es un buen momento. El señor Bruce se encuentra cabreado por algo que le salió mal.
Sofía asintió con los puños apretados y la mandíbula rígida.
―Dígale que soy Rebeca Benz, yo me encargaré del resto.
La mujer de la recepción asintió y le indicó que podía seguir su camino.
Sofía llevaba la ropa que Rut le facilitó y además iba peinada y maquillada como una modelo de pasarela.
Su belleza natural se encontraba acentuada de una manera esplendorosa.
Cuando al fin llego frente a la puerta que la mujer le indicó, Sofía estuvo a punto de tocar el timbre, pero la puerta se abrió frente a ella y un sujeto vestido de traje y de porte militar le salió al encuentro:
― ¿Usted es la señorita Rebeca Benz? ―le preguntó aquel gorila.
Sofía había preparado su mente para responder a ese nombre que no le pertenecía.
―Sí, soy yo.
El sujeto asintió entonces se hizo a un lado para dejarle pasar.
Entonces ella quedó a solas frente a un enorme escritorio.
Su corazón latía desbocado, cuando la silla de respaldo alto se giró para dejar frente a ella a un hombre endiabladamente sexi, pero que le miraba con un odio visceral.
― ¿Qué demonios vino a hacer aquí? ―Bruce le dirigió la pregunta.
―He venido para saldar la deuda de mi madre.
―Su madre es una mentirosa. Yo le di una orden específica y no la cumplió ―bufó Bruce colocándose de pie con altanería.
―Pero yo estoy aquí para resarcir esa falla ―explicó Sofía, quien repetía lo que Rut le había dicho.
Sofía sabía que si quería que la mujer ayudase a su pequeño Tomas, ella debía conseguir la redención con ese sujeto.
Bruce se acercó rodeando el inmenso escritorio de caoba.
―Quiere decir que ha venido para casarse conmigo… ¿Es eso? ―preguntó Bruce con desdén.
Sofía sintió que su corazón estaba a punto de romperse en un millón de fragmentos. Ella no estaba enamorada y jamás había pensado realmente en el matrimonio, pero en definitiva, la idea de un matrimonio en esas circunstancias no le daba ninguna tranquilidad.
―Sí, Señor…
Bruce entendió que la hermosa chica de cabello negro y ojos almendrados que tenía al frente, le inquiría el nombre, pero aunque él se había impresionado con la belleza y la gracia de esa chica, el odio que sentía en su alma no le permitían dirigirse hacia ella ni con una pizca de empatía.
―Mi nombre es lo de menos, lo importante es que su madre falto mi respeto y para que yo me retracte de mi renuencia a esa boda usted debe humillarse ante mí.
― ¡¿Qué?! ―Sofía no creía lo que acababa de escuchar, pero Bruce se encargó de dejárselo en claro.
―Para que yo me case con usted luego de esta falta, usted debe pedírmelo hincada de rodillas.
Sofía intentó asumir aquello como una broma, pero el sujeto se plantó frente a ella con una determinación apabullante.
La pobre quería salir corriendo de allí; ella no se merecía eso, ese odio no le pertenecía, pero entonces pensó en su pequeño Tomas y entendió que no tenía otra salida.
Hincando sus rodillas sobre el frío suelo de esa oficina y sollozando por la humillación, Sofía le dijo:
―Señor, se lo suplico, ¿Puede aceptarme como su esposa?
* * * * *
Rut recibió la noticia: Bruce había caído en la trampa y había aceptado a Sofía como si fuese Rebeca.
Todo había salido a pedir de boca para los planes de la dueña del imperio de la familia Benz.
La boda debía celebrarse esa misma tarde, todos los interesados necesitaban que ese trámite se sellase cuanto antes.
Rut se encargó de organizar todo para esa misma tarde. Al principio Rut no estaba animada con ese trámite, pero ahora que había logrado librar a su hija, esperaba sacar provecho de la situación.
Sofía aún no se había recuperado de aquel golpe emocional. Bruce le había dicho:
―Esta estúpida boda no es más que un trámite más…. Usted no me importa en lo absoluto ni yo tengo que importarle a usted… solo seremos esposos ante la sociedad mientras que sea necesaria esta farsa, por eso le recomiendo que se guarde cualquier estupidez que tenga que ver con emociones o sentimientos.
Habiendo escuchado un discurso tan desalentador, Sofía solo pudo seguir adelante pensando que todo aquello lo estaba haciendo por su pequeño.
Rut había prometido enviar el medicamento necesario esa misma tarde apenas se llevase a cabo la boda, por lo que ella aceptó someterse al trance de prepararse para la ceremonia.
Cuando estuvo lista, Sofía fue llevada a un salón donde había una docena de personas completamente desconocidas para ella, unos cuantos camarógrafos y al final de aquella alfombra, en una especie de altar, se encontraba el diablo: el mismísimo Bruce Evans.
El rostro de Bruce era uno de completo desagrado. No había en él ni una pizca de conformidad; él odiaba todo aquello. Él solo estaba cumpliendo un trámite.
Sofía respiró profundo y asintió, cuando el sacerdote comenzó la boda: no había vuelta atrás.
Todo transcurrió muy rápido para ambos; para Bruce por la rabia, para Sofía por el miedo.
Cuando el sacerdote culminó, Bruce ni siquiera intentó besarle. Sofía se sintió rechazada de una manera grosera.
De inmediato, Rut tomó a Sofía de la mano, mientras unas personas felicitaban a Bruce, y la llevó a un rincón a solas.
―Bien hecho niña, hasta ahora lo has logrado.
―Por favor, dígame que ha enviado el medicamento a mi pequeño Tomas ―le suplicó Sofía, quien relucía con aquel vestido blanco que le daba a su silueta una apariencia extremadamente esbelta.
―Sí, sí… pero no quiero que piense que ya todo está resuelto: Si quieres que tu mocoso viva, tú debes seguir adelante con la mentira. Mantén la mentira ante Bruce y no permitas que él descubra la verdad y yo te prometo que ayudaré en lo que pueda a ese niño; por el contrario, si por cualquier estupidez, llegas a poner en riesgo mi nombre, te juro que ese bastardo dejará de respirar.
Sofía sintió que el aire le faltaba y estuvo a punto de reprocharle a la mujer, pero en ese instante una mano la haló con demasiada fuerza, incluso haciéndole estar a punto de caer.
― ¡Nos vamos de aquí! ―sentenció Bruce, quien ni siquiera le miró.
―Disculpa, aún no he tomado mis cosas.
Bruce se detuvo y le atravesó con una mirada de fuego al decirle:
― ¡¿Qué m*****a parte de «nos vamos de aquí» no entiendes?! Tu firma ya está sobre ese papel, así que ya eres de mi propiedad y quieras o no, tendrás que obedecerme, ¡Maldita sea!
El infierno en vidaBruce estaba cabreado a más no poder.―Directo a mi oficina ―le indicó a uno de sus guardaespaldas que iban escoltando a su nueva «esposa» cuando llegaron a la casa.Ellos ni siquiera habían viajado en el mismo coche. Bruce se había ido es su propio auto superdeportivo, mientras que Sofía había estado obligada a viajar en compañía de los guardaespaldas de Bruce.La casa de Bruce era una mansión campestre en las afueras de la ciudad. Sofía estaba impresionada por el lujo de ese hogar, pero tras la orden directa de su nuevo esposo, no tuvo tiempo de hacer nada más.―Como ordene, señor―respondió uno de los sujetos que respondía al nombre de Tom.Sofía entonces fue dirigida a una estancia cuyas paredes se encontraban cubiertas en su totalidad con estantes repletos de libros. Una chimenea ardía al fondo y un enorme escritorio gobernaba el centro de esa oficina.Los guardaespaldas dejaron a Sofía de pie frente a su jefe y salieron del lugarBruce saboreaba las palabras q
Un acuerdo y una traición.―El señor Evans ha dejado en claro que si quiere salir, primero debe comer para que recupere las fuerzas ―Tom le había dado las indicaciones necesarias para cumplir a cabalidad lo que había sido la voluntad del jefe y dueño de la casa―. No puede de ninguna manera poner en riesgo su acuerdo de confidencialidad y debe volver a la casa antes de las ocho de la noche.Sofía repasaba en su mente estas palabras del guardaespaldas que parecía un buen tipo; Rick, por otra parte, era un sujeto que le caía bastante mal, por eso se sintió agradecida de que el mensajero fuese Tom en ese caso.Ella cumplió su palabra comiendo lo suficiente antes de irse directo al hospital.Ella quería pensar en cuál era el motivo para que Bruce diese un cambio así de radical, pero durante una semana había tenido en la cabeza la preocupación de no saber nada de su pequeño.Tomas no era su hijo natural: Tomas en realidad era su sobrino, hijo de su difunta hermana mayor, quien había muerto
Confrontación indeseada Bruce estaba cabreado. Su día había sido terriblemente sofocante, no por las interminables juntas con los inversionistas ni por las incesantes quejas sobre las nuevas políticas de mercado, sino por esa incomodidad que le agobiaba el alma. Aun después de varias horas aún no podía sacar de su cabeza esa idea de haber sido demasiado blando con la chiquilla malcriada de su esposa. Algo no andaba mal, él normalmente no era así. Bruce aún se mantenía firme en su intención de proceder sin remordimiento con su plan de venganza, pero de alguna parte de su cabeza había surgido la idea de que darle un poco de confianza a la hija de su enemigo haría que ella dejara de ser un problema, por lo menos en lo que terminaba de solventar el asunto en la empresa. Por lo pronto solo quería respirar y tener un rato libre. No quería llegar a la casa para tener que lidiar con aquel asunto de su matrimonio falso, por lo menos no todavía. Bruce sacó su teléfono y marcó a su hombre d
Complejo despertar. Sophia estaba paralizada del miedo. En su mano aún sostenía aquella barra de metal con la que había golpeado al sujeto que estuvo a punto de matar a Bruce. La adrenalina del momento le había empujado a reaccionar y actuar por puro instinto. Ella sabía qué estar en ese lugar haciendo ese trabajo significaría exponerse a esas situaciones, con sujetos atrevidos, con poco entendimiento de los límites del respeto, pero jamás pensó que en su primera noche trabajando para conseguir el dinero para Tomas, le tocase enfrentar una situación de esa magnitud. Ahora estaba ahí de pie, delante de dos hombres que permanecían inconscientes por su enfrentamiento. De como había reaccionado Bruce de esa manera para salvarla a ella de su situación, era algo que Sophia aún no alcanzaba a procesar. “¿Me habrá reconocido?”, era la pregunta que más le aturdía, pues ella había seguido el consejo de las otras chicas, por lo cual se había colocado esos lentes de contacto de color azul
Incertidumbre escabrosa.Sophia estaba en medio de un amanecer complejo.Ella se levantó de la cama con las primeras luces del alba. Se vistió y salió de su habitación sin tener en claro cuál sería su destino para ese día. Aún sabia que tenía mucho por hacer con la salud de su pequeño, pero tenía en claro que debía hacerle frente a un problema mucho más cercano y peligroso para su propia estabilidad. Apenas salió al comedor, después de haberse pasado la última semana en esa casa encerrada en su habitación, descubrió que su “esposo” desayunaba bien temprano y que ya la estaba esperando en la mesa. —Buenos días, señorita —le saludó aquella voz ronca y profunda que le erizó la piel de una manera extraña. Sophia suspiró. Aún no estaba preparada para afrontar ese asunto. Ella se quedó de pie mirando los ojos profundos de ese al que apodaban el diablo, ese que era un hombre déspota y autoritario, pero que la noche anterior se había convertido en su ángel, entregándose desinteresadamente
Las dos caras de la moneda—¡Estás loca! ¡No puedes irte! —Gritó Day.Esa chica, de ojos alegres y sonrisa sincera, apenas le conocía desde un par de semanas atrás, cuando ambas llegaron a ese bar clandestino buscando la esperanza de un empleo que prometía maravillas. Sophia, esa primera vez, había salido huyendo del bar al primer momento de enterarse de todo a la que se expondría si trabajaba en ese lugar, por lo que prefirió aceptar la oferta de Rut en ese entonces; Day, en cambio, sí se arriesgó y tomó el empleo y fue ella quien le abrió a Sophia nuevamente las puertas del empleo en esa segunda oportunidad.—Lo siento Day, es que no puedo —Sophia estaba estupefacta. La esperanza de esos veinte mil le había llevado a presentarse en el bar, pero la sola idea de correr el riesgo de que Bruce la pudiese encontrar en ese sitio, hacía que su corazón palpitase desbocado. —Pero me dijiste que necesitabas el dinero —bufó Day quien apenas terminaba de colocarse la peluca de rizos dorados.
El rostro del misterio—Me tengo que ir.Las palabras de la chica, de ojos enigmáticos y sonrisa tímida, dejaron a Bruce con la tensión a flor de piel. Él no sabía que era lo que estaba ocurriendo en su alma al estar allí teniendo delante de él a esa mujer, pero había algo en todo aquello que parecía tener un matiz sobrenatural de una manera intensa y magnética. El destino parecía estar moviendo hilos poderosos.Bruce jamás había experimentado algo a ese nivel. Esa mujer parecía tener un poder inigualable sobre su determinación.—Quédate —le pidió el Diablo al que Lian y Tom miraban desde la barra, obnubilados de ver lo que estaba ocurriendo delante de ellos: El hombre cruel y despiadado se estaba demostrando en una faceta completamente desconocida para todos ellos. —Lo siento —le dijo ella con una voz que no era ni tímida, ni sosegada; la mujer de cabello dorado y mirada segura estaba convencida de sus palabras—, usted quería verme 7 ya me vio, así que he cumplido con su petición.
Odio sin remedio.Durante toda esa noche, el sobre con ese dinero había reposado en el mismo cajón donde ella había guardado la peluca y el estuche con los lentes de contacto. El miedo a ser descubierta después de haberse comportado frente a Bruce como lo hizo, era realmente agobiante, pero de la misma manera sentía una adrenalina impresionante.Day fue la encargada de hacerle llegar el dinero antes de que ella se retirase del Bar de Lian luego de haberse dado el gusto de dejar al “Diablo” con las palabras en la boca.—No sé qué demonios le hiciste a ese hombre… pero quiere que sepas que mañana vendrá a verte —le dijo su amiga.—Gracias Day —le dijo Sophia, quien aún estaba decidida a hacer hasta lo imposible para salvar a su niño—, pero aún no sé si me vaya a encontrar aquí.Day le tomó la mano luego de entregarle el dinero.—Lib, sé que con este dinero puede que resuelvas muchos de tus problemas… pero debes entender que si logras conseguir un lugar al lado de ese sujeto, tendrás la