Amanda tenía la mente funcionando a toda velocidad y deseaba encontrar un agujero para esconderse de inmediato.—Yo… soy la enfermera. Vine por la noche a atenderte.—Amanda, soy policía. Además, ni siquiera traes el uniforme adecuado—añadió Jorge de manera jocosa.Amanda se sonrojó; había olvidado que Jorge era un profesional. Con un gesto molesto, se quitó la mascarilla.—Sí, soy yo. ¿Y qué? Vine a ver si estás bien.Habló con fingida dureza.—Ya que lo confirmé, me voy…Amanda se apresuró hacia la puerta, pero apenas tocó el picaporte, este se cayó al suelo. La puerta estaba rota y no podía salir.—¿Hay alguien? ¡Abran la puerta! ¡Ayuda!Por más que Amanda gritó, no hubo ninguna respuesta desde el otro lado. Frustrada, pateó la puerta con fuerza, solo para terminar golpeándose el dedo del pie. El dolor fue tan intenso que hizo una mueca, y sollozaba tratando de disimular.Al ver esto, Jorge, sin preocuparse por la intravenosa, se quitó la aguja de inmediato y se acercó rápidamente.
Amanda estaba algo molesta.—¿Qué quieres decir?—Amanda, ¿no quieres saber cómo se lastimó Jorge?—No me importa…—La señorita Catalina casi se hiere de gravedad. Si la herida hubiera sido un poco más profunda, habría perforado una arteria, y posiblemente se habría desangrado. Jorge no sabía que eras inocente. En ese momento, todas las pruebas iban en tu contra, y Catalina insistía en castigarte. Él estaba entre la espada y la pared, con su hermana de un lado y su esposa del otro.—No quería que su hermana sufriera, pero tampoco quería castigarte. Así que decidió que, si Catalina quería vengarse, el asumiría el castigo. Y para saldar la cuenta, se apuñaló dos veces. Jorge siempre ha sido así de honesto. Podría haberse hecho solo un rasguño para cumplir, pero tenía que ser una herida profunda, que llegara hasta el hueso. Solo así podía calmar la ira de Catalina y evitar que te buscara problemas en el futuro.—Terminó cubierto de sangre, pero no quería que lo supieras, por miedo a que t
Amanda intentó soltarse, pero Jorge la apretó con tanta fuerza que hasta le dolían las costillas.—Me lastimas…No pudo evitar quejarse en voz baja. Jorge la soltó inmediatamente, mirándola con preocupación.—Yo… no fue intencional. ¿Te lastimé de verdad? La próxima vez tendré más cuidado, extrañaba mucho abrazarte…Parecía un niño regañado, completamente desorientado y casi haciendo pucheros.—No pasa nada, ya vuelve a la cama.Jorge obedeció y se recostó en la cama sin protestar.—¿Tienes hambre? Pasé por una tienda de comida china. Había mucha gente comiendo, incluso a estas horas, así que deben ser buenos. Compré dos porciones y no hubo problema para entrarla, al parecer los Toledano tienen ciertos beneficios.Él asintió.—¿Por qué me miras así?Cuando Amanda alzó la vista, se encontró con su profunda mirada. Sus ojos la seguían de forma tan intensa que la incomodaron. Solo entonces Jorge apartó la mirada, como si intentara disimular su emoción.Él todavía sentía que todo era irrea
—Hoy vino Richard.Al escuchar esto, Amanda sintió un nudo en el corazón. Casi había olvidado el asunto, pero parecía que la solicitud había sido aprobada y que Jorge ya tenía su arma reglamentaria.—Ya lo sé.Pensó en preguntarle si le había gustado, pero recordó que él nunca celebraba su cumpleaños y decidió no hacerlo.Sin embargo, Jorge pareció adivinar sus pensamientos y, con una voz suave y tierna, dijo:—Me ha gustado mucho tu regalo.—Me alegro bastante, lo conseguí con mucho cariño, aunque no te guste esa fecha.—Perdóname, no he sido compasivo contigo.—No pasa nada. Deberías habérmelo dicho antes. No quiero enterarme de las cosas por Catalina. Podrías habérmelo contado tú mismo. Si no querías decírmelo… da igual, tampoco es que me interese mucho, pero algo de comunicación nos hubiera venido bien.Amanda sonrió con indiferencia, como si el asunto no tuviera importancia.Jorge la sentía tan cerca y, al mismo tiempo, tan lejana. Ella no volvió a mencionar lo ocurrido, como si n
—Solo que Amanda aún seguía pensando en Jorge y no notó esos pequeños detalles.—Ya veremos. Así está bien, al final, es como compartir la vida con cualquiera. Estar con Jorge tampoco está mal, no tenía las expectativas mucho más altas.Bajó la cabeza para seguir trabajando en los bocetos de diseño, sin darse cuenta del destello de decepción que pasó fugazmente por los ojos de Pablo. Si él hubiera llegado antes que Jorge, ¿habría sido ella quien compartiera la vida con él?Pablo sabía que debía comportarse, porque Amanda ya estaba casada. Aunque su matrimonio no tuviera mucha pasión, involucrarse sería inmoral e ilegal. Sin embargo… ¿cómo resignarse a perder a la persona por la que latía su corazón? No podía quedarse de brazos cruzados, tenía que intentarlo.Durante este tiempo, Amanda se había concentrado plenamente en su carrera. Sin importar los prejuicios que la gente tuviera sobre ella en el pasado, nadie podía negar ahora su talento. Ser diseñadora internacional marcaba la difere
Después de cenar, Amanda se sintió cansada y decidió recostarse un rato. Mientras tanto, Helena, la madre de Pablo, llevó un caldo de pollo para la resaca a la habitación de su hijo.Pablo acababa de salir de la ducha, sintiéndose un poco más fresco, aunque todavía mareado por estar tan bebido.—Toma, bebe esto. Nunca te ha gustado beber, siempre evitas el alcohol cuando puedes. ¿Qué pasó hoy? ¿acaso intentas impresionar a esa muchacha?—Mamá, lo hice porque quise.—No digo que Amanda sea mala, al contrario, me gusta mucho. Pero parece que hay algunos rumores sobre ella. ¿No escuchaste que fue secuestrada una vez…?Helena no recordaba dónde había oído eso, solo sabía que Amanda había caído en manos de secuestradores en algún momento. No se sabía qué había sucedido exactamente, pero ese tipo de historias siempre dejaban una sombra sobre la reputación de una persona, y las cambiaban para siempre.—¿Y qué con eso? Ella fue la víctima. Mamá, por favor, nunca menciones esto delante de ella
Pablo y Amanda se encontraban en la puerta del asilo, y para su sorpresa, se encontraron con Jorge allí.Jorge acababa de llegar y, al reconocer el auto de Pablo, su mirada quedó fija en él. —¿Quieres que baje a explicarle a Jorge lo de anoche? No vaya a ser que se haga una idea equivocada, eso no estaría bien. No quiero mal entendidos.—No hace falta, él no es una persona desconfiada… —no llegó a terminar la frase en voz alta, pero en su mente completó— tampoco le importa tanto. O ¿sí? Recordó en el pasado los episodios de celos que Jorge expresaba por la situación con Lucas, en ese momento, aunque fuera algo exagerado; por lo menos demostraba que le importaba.Pablo dio la vuelta con el coche y se fue. Amanda se acercó a Jorge.—¿Por qué él te trae?—Tuve un problema con una llanta y dejé el coche en el taller. Esta mañana era difícil encontrar taxi, así que Pablo se ofreció a traerme.—¿Así que anoche se quedaron juntos? —preguntó Jorge, con una voz seria.—Anoche lo llevé a casa
—Ami, ¿es cierto lo que dijo Jorge? ¿Te quedaste en casa de un compañero?Amanda sentía una gran presión, deseando que la tierra se la tragara en ese momento, ¿cómo era posible que Jorge la comprometiera de esta manera?Se apresuró a explicar lo que había ocurrido la noche anterior.—Ya veo, aunque la situación sea comprensible, el abuelo igual tiene que darte un tirón de orejas. Después de todo, estás casada, y quedarte en casa de un compañero hombre no es lo más adecuado. Le debes un poco más de respeto a tu pareja.—Abuelo, prometo que no volverá a ocurrir.—Abuelo, Ami también me dijo que, si yo tenía que malinterpretarlo, no podía hacer nada al respecto. ¿Será que estoy siendo demasiado celoso?Ami y el abuelo lo miraron como si hubieran visto un fantasma.Jorge no era del tipo que adoptaba un tono dolido, y mucho menos que se victimizaba. Por lo general, era frío e impasible, sin mostrar la más mínima emoción. La atmósfera en la sala se volvió tan fría que parecía congelarse, Jor