Jorge había revisado las cámaras de seguridad del exterior y logró identificar a un grupo de personas sospechosas que empujaban un enorme contenedor de limpieza. Era lo suficientemente grande como para esconder fácilmente a dos personas de complexión pequeña, como Amanda y Catalina. La preocupación por su seguridad aumentó a medida que rastreaba sus movimientos. Temía lo peor.En ese momento, en una sala privada, el secretario le informó a Lucas sobre la situación.— Lo tengo claro — respondió Lucas, su tono frío mientras sus dedos tamborileaban rítmicamente sobre la mesa.— Jorge, Jorge… Nunca pensé que te importara tanto como para perder la cabeza. Amanda, ¿cómo es posible que hayas conquistado su corazón de esa manera, cuando en tres años jamás lograste despertar lo mismo en mí? ¿En verdad sentiste algo por mí?Lucas entrecerró los ojos, con una mezcla de frustración e incomprensión. Sentía una presión en el pecho que no podía liberar.En ese momento, Viviana salió de la habitación
“Soy yo quien ha defraudado la confianza de todos, y tengo la culpa. Espero que los internautas me den otra oportunidad para corregir mis errores. De ahora en adelante, seré más cuidadosa con mis palabras y nunca volveré a hacer apuestas con nadie.”Esa última frase contenía una sutil indirecta hacia Amanda, insinuando que la había inducido a apostar de forma poco ética.“¡Muchas gracias a todos!”Viviana hizo una tercera reverencia, mostrando, aparentemente, mucha sinceridad. Los periodistas aún querían hacerle preguntas, pero su médico, presente en la sala, advirtió que su garganta seguía delicada y no podía hablar mucho más.— Pueden preguntar, aún puedo soportarlo — intentó ofrecer Viviana, con una voz débil.— Señorita Sevilla, usted es paciente, escuche a su médico. Sus cuerdas vocales están gravemente dañadas, si sigue hablando podría perder la voz permanentemente. ¿Acaso no le importa su salud?— Pero…— Pregúntenme a mí — intervino Lucas en ese momento, subiendo al escenario y
— ¿De verdad? ¿Te hicieron eso?— Los periodistas no perdieron tiempo en insistir.Amanda no tenía pruebas concretas para culpar a Lucas, así que, con una sonrisa forzada, desvió la atención.— Solo fue un accidente, quiero pesar — dijo, forzando una sonrisa que, con su rostro pálido, solo lograba despertar más preocupación.Con pasos pesados, comenzó a avanzar hacia el escenario. Los periodistas, mostrando una inusual consideración, le abrieron paso. Cada movimiento parecía ser una lucha para ella, y al intentar subir al estrado, casi se desploma.En ese instante, Lucas, impulsado por el instinto, comenzó a caminar rápidamente hacia ella, extendiendo la mano para ayudarla. Pero Amanda, con esfuerzo, recuperó el equilibrio y rechazó su ayuda. La mano de Lucas quedó suspendida en el aire, para luego retirarla con torpeza y molestia.— Viviana, estoy aquí. Quiero que me pidas disculpas de manera personal — dijo Amanda, con la mirada fija en Viviana, su tono frío e implacable.Viviana, ner
Ami solo pudo sentir cómo su cuerpo se volvía cada vez más pesado y, sin poder controlarlo, cayó hacia adelante golpeándose la cabeza. En ese instante, todos los presentes sintieron una preocupación. Lucas, sin pensarlo, bajó corriendo del escenario, tratando de llegar hasta ella y ayudarla. Pero antes de que pudiera alcanzarla, Amanda ya había sido recogida por unos brazos fuertes y conocidos.Jorge la levantó del suelo y revisó sus signos vitales, aún tenía pulso, aunque su respiración era muy leve. Se percató de la profunda herida en la pierna de Amanda, sintiendo un nudo en el estómago. Sin perder un segundo, la levantó en sus brazos y la llevó directamente al hospital. La herida era extensa y necesitó más de diez puntos de sutura. El médico le advirtió que había restos de óxido en la herida, lo que aumentaba el riesgo de infección y posibilidad de alguna afección bacteriana, así que le administraron antibióticos para prevenir el tétano. Amanda, agotada por el dolor y la fiebre al
Cuando Amanda abrió los ojos, lo primero que vio fue la cara ya tan familiar de Jorge. De repente, toda la angustia acumulada se desbordó y, sin pensarlo, lo abrazó con fuerza, rodeando su cuerpo con sus brazos. Se sentía como una niña desamparada, buscando consuelo. Jorge, con el corazón destrozado al verla así, la acarició suavemente en la cabeza, murmurando palabras tranquilizadoras.— Llegué bastante tarde, por favor perdóname, no volveré a dejarte sola — dijo Jorge, con la voz cargada de culpa.Había pasado horas rastreando una pista falsa, creyendo que Amanda y Catalina habían sido secuestradas en un carrito de limpieza, pero era solo una distracción. Cuando finalmente se dio cuenta de que había sido engañado, ya era tarde. La conferencia de prensa estaba a punto de terminar cuando llegó.Amanda lloró en silencio durante un rato, dejando que toda la tensión se liberara poco a poco. Sabía que no era culpa de Jorge, cualquiera habría creído que se trataba de un secuestro, pero Luca
Amanda se quedó sorprendida por la inesperada pregunta del niño. Miró su carita pálida y su cuerpo frágil, envuelto en una bata de hospital que le quedaba demasiado grande para su corta estatura. La inocencia en sus ojos hacía que la propuesta, aunque fuera absurda, le resultara bastante enternecedora.— ¿Tu esposa? — Amanda sonrió, tratando de no reírse para no incomodarlo— . Eres muy joven, ¿no crees?El niño, con una mirada seria, asintió vigorosamente, como si su propuesta fuera lo más natural del mundo.— Cuando sea mayor, prometo cuidarte y darte todo lo que quieras. Mi mamá dice que un hombre siempre tiene que cuidar de su esposa, y yo quiero que seas tú. Dijo de manera decidida pero inocente.Amanda no pudo evitar sentirse conmovida por su determinación infantil. La propuesta era a la vez enternecedora y algo triste, probablemente el niño había oído esas palabras en casa y, en su inocencia, estaba proyectando sus deseos de ser fuerte y protector, a pesar de su estado de salud.
A los días el niño volvió a su habitación a visitarla, pero esta vez más decidido que antes. El niño la saludo y pregunto cómo se encontraba, y si le daba su mano para poder asegurarse de cuidarla. Amanda abrió los ojos de par en par, incapaz de creer lo que acababa de escuchar salir de la boca de un niño tan pequeño. ¿Acaso... sabes lo que significa y todo lo que conlleva casarse? — preguntó, tratando de procesar lo que acababa de escuchar.— Ya tengo diez años, no soy un niño — dijo con seriedad, inflando el pecho— . Casarse significa que estaremos juntos para siempre. Yo te cuidaré a ti, y tú solo me cuidarás a mí.Amanda se quedó pasmada. ¿Tan solo diez añitos? El niño parecía mucho más pequeño, tal vez de seis, tan frágil y delgado que daba la impresión de estar igualmente un poco malnutrido. Y con claros signos de estar luchando contra una enfermedad jodida.— ¿Y por qué quieres casarte tan pronto? — preguntó, tratando de entender sus motivos.El niño bajó la cabeza, mostrando u
— ¿Y tiene pistola? ¿De esas que acaban con los tipos malos? — — Claro, su puntería es tan precisa que puede acertar a un objetivo a una cuadra o dos de distancia. — Amanda empezó a inventar historias sin que le temblara la voz ni un poco. El niño tenía los ojos llenos de admiración, y ni rastro del miedo que había mostrado hace un rato.— ¿Puede entonces hacerse invisible? — Por supuesto, y también trepa paredes, atrapa cosas a distancia, ¡lo maneja todo sin problemas! — ¿Y entonces lanza telarañas, como Spider-Man? — Él sabe encargarse de los malos con las mismas habilidades que tú y yo tenemos— Jorge había salido por unos diez minutos, y Amanda llevaba todo ese tiempo exagerando sin parar. Jorge llegó a su lado, pero ella se limitó a mirarlo de reojo, mientras seguía narrando sus historias, con entusiasmo.— Además, ¡él también atrapa fantasmas! Si una buena alma muere injustamente, puede bajar al infierno, negociar con el rey de los muertos y rescatarla de las garras de los