Amanda escuchó las palabras de la abuela y, sin más que decir ni ninguna vergüenza ante ella, levantó la mano y le dio una buena y bien merecida cachetada a Viviana. Viviana no se quedó quieta e intentó devolverle el manotazo, pero la abuela ya había previsto su reacción y ordenó que la sujetaran con firmeza.— ¡A los burros se les trata es a los golpes! —dijo la abuela sin rodeos. A pesar de ya sus muchos abriles, ella era directa y decidida.Amanda se le acerco galantemente a Viviana.— ¿No sabes acaso por qué perdí mi dignidad? ¿Un bendito cumpleaños era tan importante como para dejarme a mi propia suerte? Cuando todo sucedió, debiste sentirte muy satisfecha al enterarte, ¿no?— En estos tres años no te he hecho verdaderamente nada malo. Fuiste tú quien, sabiendo todo, te metiste a dañar mi relación y seducir a mi novio. Gente como tú tarde o temprano termina pagando por lo que hace. Y si el karma no te devuelve el mal mereces, entonces seré yo misma quien te lo dé.Amanda le dio ot
— Abuela, si ese día hubiera sido yo, también habría estado dispuesta a cambiar mi vida por la de Lucas —dijo Viviana con aire lastimero.— Entiendo la firmeza de tu amor por él, entonces si es tan verdadero, firma—contestó la abuela sin inmutarse. Ese juego de ingenuidad no funcionaba con ella. La experiencia era su aliada, y había vivido mucho más de lo que Viviana podría imaginar en este mundo de intrigas.— Si no firmas, quedará pues claro que lo que amas es la fortuna de los Cardenal, no a Lucas.Viviana miró a Lucas, quien permanecía en silencio. Si no firmaba, él sin duda sospecharía de ella en el futuro. Pero si lo hacía, ¿qué pasaría si algún día se separaban? Se quedaría sin nada.— Viviana, si esta es la única forma de que mi abuela acepte, firma. Yo solo te amo a ti, te cuidaré, y el tiempo lo demostrará, no te faltará nada.— Por supuesto, serás la esposa de los Cardenal. No te faltará nada. Tendrás cinco mil al mes como dinero para tus gastos personales, se descontará de
La abuela se consideraba una persona con suficiente experiencia, habiendo conocido a tantas personas a lo largo de su vida, capaz de leer las intenciones de cualquiera con una sola mirada. Sin embargo, no lograba descifrar al joven que tenía enfrente. Jorge era reservado, equilibrado, con una aura sombría y altiva. No era alguien fácil de manejar. Aunque había sido policía, y se suponía que debía irradiar rectitud, él era una mezcla de luz y sombra.Quería saber si Jorge realmente sentía algo por Amanda.— ¿Por qué pregunta eso, abuela?— Ami y yo no tenemos lazos de sangre, pero la aprecio como si fuera mi nieta. La familia Cardenal le falló. Quiero saber si ha encontrado a alguien digno de ella.— Soy su esposo. Y durante nuestro matrimonio, le seré absolutamente fiel. Pondré todo de mi parte para cuidarla y protegerla como a mi princesa.— ¿Durante el matrimonio? ¿Y si se divorcian?— Entonces ya no tendría derecho con ella.Jorge habló con calma, su expresión permanecía inalterable
Al ver que Amanda tardaba en responder, la abuela hizo ademán de arrodillarse para suplicarle. La anciana realmente estaba desesperada. Tenía solo a su nieto como familia cercana, tenía una hija quien había fallecido siendo tan solo una adolescente, y no soportaría ver a Lucas meterse en problemas.Pero en pleno aeropuerto, y entre tanta gente, ¡estaba dispuesta a humllarse!Amanda no podía permitirlo, así que se apresuró a detenerla.— Lo prometo, si algún día llega ese momento, ayudaré a Lucas a superar la crisis.— ¡Qué buena eres, realmente tienes un buen corazón…!La abuela, con lágrimas en los ojos, la abrazó.— Si ese muchacho tuviera siquiera un poco de tu sensatez...Después de una emotiva despedida en el aeropuerto, Amanda se sentía algo perdida. Tomó un taxi para volver y, durante el trayecto, escuchó en la radio que el conglomerado comercial Cardenal había cancelado todos sus contratos con el conglomerado Toledano, rompiendo completamente sus relaciones. Las dos familias má
En ese momento, el silencio se apoderó del salón. La música se detuvo, las conversaciones cesaron, y todos los presentes miraban con los ojos muy abiertos la escena entre Amanda y Lucas.Jorge ya se había levantado, con el rostro marcado por la ira.— ¿Qué es lo que pasa, Jorge? ¿No vas a intervenir en su defensa? ¿Es que ahora ella es la señora Toledano o solo la diseñadora Ami? ¿Eso significa que, si algún día sus diseños no están a la altura y sus vestidos resultan ser una basura, nadie podrá decir nada porque es la señora Toledano? ¿Si alguien la crítica, tú vas a tomar revancha por ella?— Ami, si es así, ¿para qué sigues pues de diseñadora? Mejor vete a casa a ser la esposa consentida de Jorge.Las palabras de Lucas eran duras y venenosas. Era alguien que valoraba mucho su imagen, y cuando sentía que alguien lo estaba engañando, mostraba su lado más cruel.Ella soltó un suspiro profundo, y se limpió el vino que le había empapado.— Fuera de casa, cuando se trata de trabajo, yo so
— Los asustaste —dijo ella con fastidio. Pero justo cuando se levantó, sintió el calor de unos brazos que la rodeaban firmemente.— Estoy sucia…Quiso zafarse, pero él la abrazó aún más fuerte.— ¿Qué haces aquí? Te dije que te calmaras. Cuanto más te preocupas y te pones nervioso, más satisfecho se siente él. Nunca me di cuenta de lo mala persona que es, no sabe perder…— No lo menciones, por favor.Jorge la interrumpió, claramente sin ganas de escuchar el nombre de Lucas.Ella no entendía qué le pasaba, así que asintió obedientemente.Él siguió abrazándola, disipando el frío de la noche que se había pegado a su cuerpo.A lo lejos, Lucas observaba la escena, sintiendo que su corazón se rompía. La mujer que durante tres años lo había amado incondicionalmente, y que dependía de él en todo momento, ahora estaba con otro en tan poco tiempo, disfrutando de un nuevo amor, dejándolo atrás.Incluso dudaba de si aquellos tres años ella había sido sincera o si solo lo había estado engañando.Ah
— Me voy a dormir fuera.Su voz sonaba sofocada, como si estuviera haciendo un gran esfuerzo por contenerse.Ella se levantó y encendió la luz. Al verlo, se dio cuenta de que Jorge tenía el rostro enrojecido y la frente empapada en sudor, como si estuviera enfermo.Su sueño desapareció de inmediato, y se acercó preocupada, tomando su mano.— ¡Estás ardiendo en fiebre!Él estaba ardiendo, la temperatura de su cuerpo era alarmantemente alta, y su respiración era rápida y entrecortada.— ¿Tienes fiebre? ¿Por qué estás tan caliente? —preguntó preocupada mientras le tocaba la frente, confirmando que tenía la piel ardiendo.— No me toques.Retrocedió varios pasos, buscando poner una distancia segura entre ambos.— ¿Llamo a una ambulancia? ¿O prefieres que traiga a un médico? Tenemos medicamentos en casa, puedo traerte algo para la fiebre.— No hace falta.La sensación que tenía le recordaba a la vez que había bebido aquel licor adulterado, pero esta vez era aún más intensa. ¿Qué estaba pasan
Quizás no se atreviese. Jorge la apartó de su lado.— No te preocupes por mí, vete.— ¿Seguro pues que no necesitas nada?— He estado media hora en agua fría y aun así no se me pasa. No me va a ayudar ningún PA;ito caliente.— Entonces, ¿qué es lo que quieres?— ¡Quiero estar contigo!Su voz era ronca, cargada de deseo.Quería verla perder el control, verla gemir mientras le suplicaba por más, dejarla tan exhausta que no pudiera levantarse al día siguiente.Esos pensamientos desenfrenados estaban a punto de romper sus barreras y aniquilar su autocontrol.— ¡Sal de aquí, y no vuelvas a entrar!Ella entendió que, aunque ella estuviera dispuesta, Jorge no aceptaría. Él se aferraba a esa última línea, una que no estaba dispuesto a cruzar.No sabía por qué, pero él no quería estar con ella, así que no insistió más. Se retiró de la habitación, dejándolo sentado en la bañera.Jorge permaneció sumergido en el agua fría hasta altas horas de la madrugada, sintiendo cómo su cuerpo se debilitaba