Jorge se quedó un momento atónito. Pensaba que Amanda se había sentido incómoda por las historias sangrientas de Javier, pero no esperaba que estuviera molesta porque él no cuidaba su propia seguridad.—Tú también cuentas como mi salvador, y después me has ayudado tantas veces. ¿No es normal que me preocupe por ti? Menos mal que ya te has retirado, porque si aún siguieras en ese trabajo, no me habría casado contigo. No soy insensible, y aunque seamos un matrimonio falso, no puedo evitar preocuparme por ti.—Deberías valorarte más. Antes de aprender a proteger a los demás, tienes que aprender a protegerte a ti mismo. No se trata de arriesgar tu vida por otros, sino de garantizar tu seguridad mientras ayudas.—Lo entiendo muy bien —dijo Jorge sinceramente, como si realmente hubiera asimilado sus palabras.—Pienso que solo si estás vivo puedes capturar a más criminales y llevarlos ante la justicia. ¿No estás de acuerdo?—Tienes razón. Prometo cuidar mi vida. Aunque ya me haya retirado, en
—¡No tienes ningún tacto! ¿No ves que los tortolitos están teniendo su momento? —dijo Carlos tirando de Javier.—Pero es que casi nunca los veo. —se quejó Javier.—Ahora no te quieren ver, así que lárgate. ¡Vaya, Jorgito también tiene sus momentos románticos! Esto es bueno. ¿Recuerdan que Jorgito tenía a alguien antes en su corazón?—¡Claro que sí! Fue durante ese intercambio de rehenes cuando le dispararon en el pecho y estuvo al borde de la muerte. Mientras estaba inconsciente, repetía el nombre de alguien. ¿Era acaso el nombre de Amanda?—No lo sé, hablaba muy bajo y no se entendía bien, pero seguro que era el nombre de una persona.—Si no era Amanda…—Mejor hagamos como si nada hubiera pasado. ¡Vamos rápido!...Amanda subió al auto y, algo dudosa, le dijo a Jorge:—Hace mucho que no ves a tus amigos. Si quieres, quédate un rato más con ellos, yo puedo manejar o tomar un taxi para volver. Además, tengo que pasar por el estudio a hacer unas cosas.—Está bien. Llévate mi automóvil, l
—¡Amanda reunió todo el coraje que le quedaba y finalmente logró romper la rigidez de su cuerpo. Salió corriendo sin mirar atrás.—¿Tan aterrador soy? —dijo el hombre, con una sonrisa y una mirada profundamente significativa.Amanda siguió corriendo, sin siquiera atreverse a voltear. No podía perder ni un segundo, temía que, si lo hacía, él la alcanzaría.Corrió hasta que sintió que su corazón estaba a punto de saltarle del pecho. Solo cuando vio más gente alrededor empezó a sentirse un poco más segura. Miró hacia atrás, no la habían seguido, pero el miedo seguía dominándola. Se escondió en el baño de un centro comercial cercano, sacando el celular con manos temblorosas para llamar a Jorge.En ese momento, debería haber llamado a la policía, pero instintivamente decidió contactar a Jorge primero.El celular sonó y respondió rápidamente.—¿Qué es lo que pasa? —La voz de Jorge era calmada, pero firme. Amanda, con un nudo en la garganta, rompió a llorar.—Jorge. — sollozó Amanda, sin pode
—No te va a pasar nada, estaré contigo durante todo este tiempo —dijo Jorge.Amanda asintió, pero su mente seguía aturdida. Después, el celular de Jorge sonó de nuevo. Era la compañía de seguros, informando que ya habían recogido su auto, el cual Amanda había dejado al borde de la carretera.Jorge la condujo de regreso a casa, y Amanda se encerró en su habitación, donde al menos sentía algo de seguridad. Mientras tanto, Jorge fue a su estudio a revisar las cámaras de seguridad de la zona. Vio cómo Amanda había estacionado el auto cuando, de repente, el otro vehículo cambió de carril y chocó contra el suyo.—Un conductor experimentado no cometería un error tan básico —pensó Jorge—. Esto había sido claramente intencionado.Aquel supuesto "parlamentario" no era alguien común. Quizás pensaba que Jorge estaba en el auto. Era una provocación, una forma de "saludar". Sabía que no había pruebas suficientes para incriminarlo, lo que explicaba su arrogancia.El corazón de Jorge se apretó al pens
—Estoy bien, y ya me siento mucho mejor. ¿Podrías quedarte conmigo un poco más, por favor? No quiero que te vayas tan pronto.Quizás porque acababa de despertar de una enfermedad, su voz estaba llena de fatiga y debilidad.Jorge quería reprenderla por haber considerado una acción tan desesperada, pero al verla en ese estado, decidió contenerse.—Estoy aquí, y no me iré a ninguna parte.Jorge se quedó cuidándola, pero aún estaba preocupado por su estado, así que presionó el botón de llamada. El doctor llegó para revisarla; ya no tenía fiebre y por el momento no había complicaciones.Por precaución, lo mejor sería observarla un día más, pero también podían volver a casa de inmediato.Amanda optó por regresar a casa.No quería quedarse en un entorno tan extraño.—Jorge, ¿podemos irnos a casa? No quiero quedarme aquí.—Está bien, devolvámonos a casa.Después de cambiarse de ropa, estaba tan débil que no podía caminar. Pensaba pedirle a Jorge que le consiguiera una silla de ruedas, pero no
—Hasta que cayó en manos del señor Toledano, no supe nunca más de su paradero. ¡Al final resulto estaba involucrado en el crimen! Eso me rompió el corazón. Pensar que le causó tantos problemas me hace sentir culpable, por eso vine a disculparme —dijo con remordimiento.—Yo también he asignado más personal. Si ese bastardo se vuelve a aparecer, será llevado derecho a la cárcel.—Te lo agradezco mucho.Jorge mantuvo una expresión impasible con una cara de póker. ¿En serio se lo había creído? Eso era algo aun por adivinar.—Curiosamente, ayer mi automóvil tuvo un pequeño accidente con el auto de una dama que al parecer está relacionada con usted. ¿Su novia?—Ella es mi esposa.Cuando Jorge pronunció esas palabras, su mirada se posó en William, quien entendió la situación.—¡Vaya! ¡Pero qué coincidencia! ¡De verdad que estamos conectados! —dijo William con una sonrisa.—Por cierto, tengo un proyecto que me gustaría proponer, la sociedad Toledano S.A. La próxima vez que le visite, llevaré e
Después de que William se fue, Amanda bajó rápidamente las escaleras.—¿De qué fue lo que hablaron? ¿Te sientes bien? Tienes un mal semblante.Amanda lo miraba con mucha preocupación. Sin embargo, lo que no esperaba fue que Jorge la envolviera en sus brazos. Pudo sentir su tensión; su cuerpo temblaba ligeramente de miedo.—¿Jorge... estás bien?Intentó soltarse para ver cómo estaba él, pero justo en ese momento, escuchó su ronca voz susurrando en su oído.—Por favor no te muevas, déjame abrazarte tan solo un instante más.Al escuchar esas palabras, Amanda no se atrevió a moverse. Dudó por un largo rato antes de dejar caer suavemente sus manos sobre la espalda de él, acariciándolo para calmarlo. Él la abrazaba con esos abrazos de oso con algo más de fuerza que lo normal, pero no se quejó.El tiempo paso y él finalmente la soltó.—No le heches tanta cabeza al asunto. En un rato te llevaré al asilo para que visites al abuelo. Yo en cambio tengo que atender primero algunos asuntos.—¿Todo
—La mejor manera ahora es encontrar una excusa para detenerlo y luego proceder investigarlo. ¿Su pasaporte y otros documentos no tienen acaso problemas? —preguntó Javier.—No hay ninguna irregularidad en ellos.Carlos, con su vasta experiencia en investigaciones, sabía que no había manera de involucrarlo sin las pruebas concretas.El trabajo de los policías aduaneros es demasiado peligroso, y es fácil exponerse. No quería involucrar a sus antiguos compañeros. Las familias de Carlos y Javier vivían en Ciudad Sol, y él tenía la capacidad de protegerlos allí.—Creo que tengo una idea —dijo Javier—No fue en esa misma embarcación donde salvaste a una de las víctimas, ¿verdad? Deja que William crea que fue esa víctima quien pasó información en secreto, lo que les permitió llegar tan rápido. En su mundo, hay reglas. Si alguien traiciona, deben ajusticiarlo para protegerse.—Jorge, encuentra a esa persona y haz correr el rumor. William, con la posición que ha alcanzado, tiene muchos subordina