Amanda no sabía si él solo la estaba asustando o si realmente lo decía en serio. Pero al pensar en su antigua profesión, no se atrevía a arriesgarse; ¿y si de verdad era así de implacable?—¿Podrías darme una oportunidad para redimirme, teniendo en cuenta que es mi primera falta y que estoy mostrando una buena actitud?—¿Cómo piensas enmendar entonces tu error?—Bueno... te doy todo el dinero que gané.—¿Qué más?—Puedo escribir una carta de disculpa, prometiendo que no lo volveré a hacer.—¿Y qué más?—No se… —Amanda estaba desconcertada. ¿Qué más podía ofrecerle? —. ¿Tienes alguna sugerencia?—Este mes te quedarás sin dinero y, además, yo y Catalina recibiremos dos trajes hechos a medida, sin pagar por ellos.Regalar la ropa no le importaba, ¡pero que le quitaran el dinero de bolsillo era demasiado!—¿No se podría negociar lo de quedarse sin dinero por un mes?—Entonces, irás al departamento legal del grupo Toledano, y ellos se encargarán de meterte en problemas.El equipo legal del
Amanda no sabía qué responder, y mucho menos se atrevía a hacerlo.—Elimina cualquier distracción, mantén tu mirada al frente —Ordenó Jorge.Ella respiró hondo, tratando de calmarse y ajustarse al retroceso de la pistola. Esta vez no falló el tiro, pero la bala impactó en el borde del blanco. Sus palmas estaban tan sudorosas que apenas podía sostener el arma.—¿Estás acaso nerviosa porque yo estoy a tu lado? —La voz de Jorge sonaba con un toque de burla, pero tan cerca que sus labios casi rozaban su oreja, dejando una sensación cálida.—No, para nada lo estoy —respondió Amanda, visiblemente afectada.—¿nNo? Entonces, ¿por qué tienes las orejas tan rojas?Antes de que pudiera replicar, Amanda sintió un leve mordisco en el lóbulo de su oreja. Dio un pequeño respingo, pero el dolor desapareció tan rápido como había llegado. Jorge suavizó la mordida con un giro suave de su lengua, como si estuviera curando la herida.El gesto fue tan rápido que ni Javier, que estaba a su lado concentrado e
—¿Es… es verdad? —preguntó Amanda, notando la intensidad en la mirada de Jorge.—Mi hermana fue secuestrada una vez. —respondió él con un tono firme.—Con razón entonces. —Amanda se relajó un poco, sintiendo que su nerviosismo era innecesario. Claro, la persona a la que Jorge se refería, a quien deseaba proteger, era su familia.—¡Carlos ha hecho diez puntos en el blanco! —gritó alguien, interrumpiendo su conversación. Los demás hombres aplaudían y se acercaban a ver.—¡Qué bueno! —Amanda se unió, admirando a Carlos. —Definitivamente regresaré para que me enseñen más.De repente, varios disparos sonaron desde otro objetivo.—¿Jorge está disparando? ¿No había dicho que después de retirarse no volvería a usar armas?—Javi observó con sorpresa.—¡Jorge sigue siendo el mejor! ¡Diez puntos en cada tiro! —exclamó emocionado.Amanda, asombrada, lo felicitó. —Eres bastante bueno en esto.—Nada fuera de lo normal. —respondió Jorge con indiferencia.Javi no pudo evitar intervenir.— ¡Jorge, no
Jorge se quedó un momento atónito. Pensaba que Amanda se había sentido incómoda por las historias sangrientas de Javier, pero no esperaba que estuviera molesta porque él no cuidaba su propia seguridad.—Tú también cuentas como mi salvador, y después me has ayudado tantas veces. ¿No es normal que me preocupe por ti? Menos mal que ya te has retirado, porque si aún siguieras en ese trabajo, no me habría casado contigo. No soy insensible, y aunque seamos un matrimonio falso, no puedo evitar preocuparme por ti.—Deberías valorarte más. Antes de aprender a proteger a los demás, tienes que aprender a protegerte a ti mismo. No se trata de arriesgar tu vida por otros, sino de garantizar tu seguridad mientras ayudas.—Lo entiendo muy bien —dijo Jorge sinceramente, como si realmente hubiera asimilado sus palabras.—Pienso que solo si estás vivo puedes capturar a más criminales y llevarlos ante la justicia. ¿No estás de acuerdo?—Tienes razón. Prometo cuidar mi vida. Aunque ya me haya retirado, en
—¡No tienes ningún tacto! ¿No ves que los tortolitos están teniendo su momento? —dijo Carlos tirando de Javier.—Pero es que casi nunca los veo. —se quejó Javier.—Ahora no te quieren ver, así que lárgate. ¡Vaya, Jorgito también tiene sus momentos románticos! Esto es bueno. ¿Recuerdan que Jorgito tenía a alguien antes en su corazón?—¡Claro que sí! Fue durante ese intercambio de rehenes cuando le dispararon en el pecho y estuvo al borde de la muerte. Mientras estaba inconsciente, repetía el nombre de alguien. ¿Era acaso el nombre de Amanda?—No lo sé, hablaba muy bajo y no se entendía bien, pero seguro que era el nombre de una persona.—Si no era Amanda…—Mejor hagamos como si nada hubiera pasado. ¡Vamos rápido!...Amanda subió al auto y, algo dudosa, le dijo a Jorge:—Hace mucho que no ves a tus amigos. Si quieres, quédate un rato más con ellos, yo puedo manejar o tomar un taxi para volver. Además, tengo que pasar por el estudio a hacer unas cosas.—Está bien. Llévate mi automóvil, l
—¡Amanda reunió todo el coraje que le quedaba y finalmente logró romper la rigidez de su cuerpo. Salió corriendo sin mirar atrás.—¿Tan aterrador soy? —dijo el hombre, con una sonrisa y una mirada profundamente significativa.Amanda siguió corriendo, sin siquiera atreverse a voltear. No podía perder ni un segundo, temía que, si lo hacía, él la alcanzaría.Corrió hasta que sintió que su corazón estaba a punto de saltarle del pecho. Solo cuando vio más gente alrededor empezó a sentirse un poco más segura. Miró hacia atrás, no la habían seguido, pero el miedo seguía dominándola. Se escondió en el baño de un centro comercial cercano, sacando el celular con manos temblorosas para llamar a Jorge.En ese momento, debería haber llamado a la policía, pero instintivamente decidió contactar a Jorge primero.El celular sonó y respondió rápidamente.—¿Qué es lo que pasa? —La voz de Jorge era calmada, pero firme. Amanda, con un nudo en la garganta, rompió a llorar.—Jorge. — sollozó Amanda, sin pode
—No te va a pasar nada, estaré contigo durante todo este tiempo —dijo Jorge.Amanda asintió, pero su mente seguía aturdida. Después, el celular de Jorge sonó de nuevo. Era la compañía de seguros, informando que ya habían recogido su auto, el cual Amanda había dejado al borde de la carretera.Jorge la condujo de regreso a casa, y Amanda se encerró en su habitación, donde al menos sentía algo de seguridad. Mientras tanto, Jorge fue a su estudio a revisar las cámaras de seguridad de la zona. Vio cómo Amanda había estacionado el auto cuando, de repente, el otro vehículo cambió de carril y chocó contra el suyo.—Un conductor experimentado no cometería un error tan básico —pensó Jorge—. Esto había sido claramente intencionado.Aquel supuesto "parlamentario" no era alguien común. Quizás pensaba que Jorge estaba en el auto. Era una provocación, una forma de "saludar". Sabía que no había pruebas suficientes para incriminarlo, lo que explicaba su arrogancia.El corazón de Jorge se apretó al pens
—Estoy bien, y ya me siento mucho mejor. ¿Podrías quedarte conmigo un poco más, por favor? No quiero que te vayas tan pronto.Quizás porque acababa de despertar de una enfermedad, su voz estaba llena de fatiga y debilidad.Jorge quería reprenderla por haber considerado una acción tan desesperada, pero al verla en ese estado, decidió contenerse.—Estoy aquí, y no me iré a ninguna parte.Jorge se quedó cuidándola, pero aún estaba preocupado por su estado, así que presionó el botón de llamada. El doctor llegó para revisarla; ya no tenía fiebre y por el momento no había complicaciones.Por precaución, lo mejor sería observarla un día más, pero también podían volver a casa de inmediato.Amanda optó por regresar a casa.No quería quedarse en un entorno tan extraño.—Jorge, ¿podemos irnos a casa? No quiero quedarme aquí.—Está bien, devolvámonos a casa.Después de cambiarse de ropa, estaba tan débil que no podía caminar. Pensaba pedirle a Jorge que le consiguiera una silla de ruedas, pero no