El cielo nuevamente se sentía gris, y las dudas se manifestaban una a una sin control. Ambos habían mentido y ocultado una verdad, y el arrepentimiento de ello se manifestaba terriblemente.Adalet miraba aquel anillo en su mano, una promesa hecha que ahora no sabía si debía de creer, se había enterado de una verdad que, quizás, le había dolido mucho más que cualquier otra cosa antes.¿Quién podría entender su dolor? Una promesa hecha después de un pasado de traiciones, dolía mucho más que la traición sufrida misma. Ella había sido culpada de algo que jamás hizo, y también, había sido una muy sufrida madre soltera por culpa de las ambiciones de otro. Quizás, no había sido sincera con Bastián, pero al menos el podría saber que ella ya había sido traicionada una vez. Saber que el hombre en quien, de manera honesta, había puesto sus amores e intenciones había jugado cruelmente con ella, la había herido en lo profundo del alma cómo nadie más lo había hecho.Una mujer podía medianamente sup
El cielo comenzaba a llorar. Adalet miraba como aquella lluvia había comenzado, y notaba como aquellas gotas de agua se resbalaban sobre el cristal de el enorme ventanal que daba hacia el jardín en donde ella y Bastián habían hecho el amor por primera vez.Gotas comenzaban a resbalar de sus mejillas, sus lágrimas se derramaban de los ojos zafiro, y ella, sintiéndose más herida y traicionada que nunca, se odio a si misma por haberse permitido enamorarse cuando ella estaba en medio de su venganza. ¿Porque le había mentido? ¿Porque no le dijo la verdad sobre el compromiso que tenía con esa mujer Lestrange? ¿Cuánto tiempo pretendía mantenerla ignorante de ello? ¿Porque se había burlado de ella de esa manera? Ninguna de aquellas interrogantes tenía una respuesta; tan solo quedaba esperar a que el tiempo sanará las heridas que ese error le había dejado. Era un hecho, Bastián Myers era tan solo un error, quizás, el más grande que había cometido porque le estaba calando en lo profundo del a
—Tu… ¿Qué haces aquí? —Ernest Stone miraba con desprecio a aquella mujer por la que siempre había sentido un profundo desprecio. Su cabello rojo era el mismo, su rostro lucía igual, sin embargo, la mujer que tenía delante, no era ni por asomo aquella misma a la que condenó aquella noche que decidió su destino.—Ernest, puedo ver qué estos 6 años te han hecho daño, luces miserable, aunque, siempre has sido un miserable — respondió Adalet con tono arrogante.Ernest bufó. Aquella arrogancia, aquel porte elegante y la ropa fina que usaba, hacían que Adalet Jones pasará fácilmente por una mujer de la alta sociedad, sin embargo, el sabía que debajo de todo eso, seguía siendo la misma rata de vecindad que había sido toda su vida.—¿Quién lo diría? La miserable mujer ahora es una persona importante, ¿Williams? Un lindo apellido para una rata de coladera, pues no importa lo que hagas o como te vistas, siempre serás solo una rata de coladera — dijo el hombre con tono burlón. — Aunque, aún no h
—Adalet fue mi primera esposa, la primera y única mujer a la que realmente amé, pero tú sabes lo que es nacer dentro de una cuna de oro...mi padre nunca lo aceptó — Enzo comenzaba aquella incomoda charla. Bastián escuchaba con atención cada palabra que de la boca de su ex mejor amigo salía. El tono de Enzo Stone era serio, más de lo que había sido nunca. Bastián lograba sentir aquel nudo en la garganta que se le hacía a su ex mejor amigo, el realmente la había amado, lo suponía, pero no justificaba el abandono que a Adalet le había hecho. Enzo miro a Bastián con seriedad, y continuo con aquella historia. En la oficina de Stone, Ernest sentía que le faltaba la respiración; sus pulmones se sentía casi colapsados por el estrés, y sentía que los ojos se le saldrían de las cuencas. Aquella mujer de cabellos rojos lo miraba con desprecio, y el tan solo sentía arrepentimiento por haberla dejado con vida. Había logrado escapar de la cárcel, y ahora ella se había convertido en su socia...en
—Llegare en unas horas, no quisiera molestar pero por el momento no tengo a dónde más ir, espero puedas recibirme — El hombre había recibido aquella inesperada llamada de su prima. Por su tono, suponía que realmente algo malo había ocurrido, pues, según lo que la misma Adalet Williams le había dicho, ella no tenía la intención de regresar a Londres. — No tienes que pedir permiso para venir a vivir a la que ahora es tu propiedad, por el contrario, el huésped soy yo pues amablemente me permite quedarme, la esperaré con ansias — respondió Arthur de Sussex, y su semblante, siempre nostálgico, se había iluminado un poco. — Bien primo, te lo agradezco, llegaré junto a Dante — dijo Adalet para luego colgar aquella llamada rápida que había hecho a su lejano pariente mientras Niklaus ponía contra las cuerdas al despreciable Ernest Stone mientras junto a un par de expertos más, inspeccionaron aquellos materiales. Arthur, sintió curiosidad al notar que su prima no había mencionado el nombre
— En otras noticias, los rumores sobre la compañía Stone se han incrementado, ahora se habla de una posible declaración en banca rota que el magnate Ernest Stone anunciará muy pronto...Adalet escuchaba con atención aquello. No eran rumores, era un hecho. En su departamento, la pelirroja se sentía preciosa, como hacia demasiado tiempo no lo hacía. Llevaba puesto su mejor vestido, se habia maquillado como nunca antes, era realmente un conjunto hermoso de diseñador; nunca antes había llevado ropa tan preciosa por mero gusto, pero aquella era una ocasión especial, su venganza se había servido, y ella se sentía satisfecha.Las maletas estaban hechas, su vuelo saldria en un par de horas, todo estaba hecho, lo demás que se les vendría a los Stone, sería un efecto dominó que sus propias acciones habían francamente sembrado. Acomodando el closet que se quedaba casi vacío, vio como una camisa caía al mover una caja. Era de Bastián Myers.Un nudo en la garganta se le había formado repentiname
Las horas en el avión habían sido largas, tan largas y pesadas como pesada sentia su alma. Dante dormía cómodamente en su asiento. Viajaban en VIP y nadie los estaba molestando. Si embargo, eran sus propios pensamientos quienes la traicionaban y le robaban la calma. No lograba dejar de pensar en el. ¿Ya había ido a buscarla? ¿Había encontrado su nota? No tendría las respuestas a eso, pues le había pedido a Niklaus que si lo veía, no le contara nada. Pretendía dejar atrás todo. Aquel amor que la quemó como el fuego, también debía de quedarse en el olvido. Acariciando el cabello pelirrojo de su hijo, Adalet sintió su corazón apretarse al recordar como este había llorado por Bastián. Sabía que su hijo lo amaba como a un padre, y su corazón le decía que Bastián a el como a un hijo. Pero no podría perdonarlo, después de todo, el tenía un compromiso con la hermana menor de la mujer que destruyó su matrimonio con Enzo en un principio, y eso le resultaba demasiado humillante. El cielo era
El viento soplaba cada vez más frío, algo típico de los días más oscurecidos del mes de octubre. El cielo estaba nublado, tan gris como el ánimo que estaba sintiendo. Enzo caminaba rumbo a los juzgados, Adalet no había alcanzado a recibir el aviso sobre el juicio, no contaba como una huida si no se daba por enterada, todo se tornaba más complicado. Además de todo, las cosas con Stone CORP., se estaban volviendo terriblemente difíciles; se había enterado de todo lo acontecido con Adalet, así como de lo arruinados que se encontrarían después de todo esto. Muchas demandas habían caído, tantas que serían difíciles de cubrir, y estaba convencido de que la pelirroja había movido los hilos para que todo se desplomara como una montaña de naipes, después de todo, ella deseaba venganza. — El juicio puede iniciarlo en Londres, después de todo, usted es el padre señor Stone — dijo el abogado sacándolo de sus pensamientos. Enzo asintió, aquello sería exactamente lo que haría, y dentro de unos