Dante sabía que no iba a permitir que aquello que ella acababa de hacer se quedara así, iba a encontrar la forma de vengarse y lo haría en el momento en que ella menos estuviera esperándolo, igual a como ella jugó con él. Si Emma creía que se saldría con las suyas tan fácilmente, entonces estaba muy equivocada y definitivamente no lo conocía nada. había una característica que tenía Dante, una que le había traído muchos problemas y que tambien le había permitido divertirse mucho, y era la venganza.Como si nada hubiera pasado, Emma terminó de preparar los espaguetis que había puesto a cocinar para ella y Dante. Cuando estuvieron listos, se sirvió una porción y se sentó a comer.–¿Te pasa algo? – dijo ella, enrollando la pasta y llevándosela a la boca – si quieres un poco, he dejado algo en el horno – verla saborear aquel plato que lucía tan delicioso atormentaba a Dante, pero al mismo tiempo atizaba sus ganas de venganza.El hombre soltó un bufido y entonces se puso en pie.–No olvides
–¿Estás pensando ir a algún lado? – él se apareció delante de ella cuando la chica salió de la habitación. Emma estaba terminando de guardar sus cosas dentro de un bolso color negro que hacía juego con sus botas de tacón. Cuando vio a Dante frente a ella, casi pega un salto por el susto que le dio. –Si, estaba pensando en salir… – contestó titubeando.–En realidad, me alegra que estes lista para dar un paseo, porque se ha acabado la comida en esta casa y es momento de ir al supermercado – Dante sonrió y volteó – iré por mi chaqueta, no tardaré demasiado – al ver el rostro confundido de Emma, supo que había ganado, y lo mejor de todo el asunto fue que, ni siquiera tuvo que esforzarse demasiado para hacerlo.–Tú no puedes ir al mercado, esposito – le recordó ella – ¿Se te olvida que el medico dijo que debías permanecer en casa? – Emma frunció los ojos, no era tonta y sabía que Dante estaba inventando aquella excusa falsa únicamente para evitar que ella saliera. Y por como ella veía
Emma comenzó a temblar a medida que los dedos de su esposo se colaban dentro del escote de su blusa, su piel se erizó y una corriente eléctrica le atravesó la espina dorsal, haciendo arquearse ligeramente frente al asiento de cuero del auto. –Dante, no creo que esto sea prudente – dijo con la voz ronca y entrecortada, mientras en su mente una secuencia de imágenes comenzaba a mostrarse. Eran imágenes que le recordaban como había sido aquella última vez en que estuvieron juntos.Sin duda alguna Dante era un hombre experimentado y eso había quedado demostrado cuando consiguió que Emma se relajara lo suficiente como para hacerla llegar al orgasmo que la azotó de placer. Emma estaba ansiosa por experimentar esa sensación nuevamente, mentiría si dijera lo contrario, pero estaba consciente de que era muy probable que justo en ese momento, él solo estuviera jugando con ella y su débil cuerpo que se rendía ante cada una de sus caricias, de una forma casi involuntaria.–Dame una razón sensat
Ella rodó los ojos, «¿Por qué todo tenía que ser una competencia cuando se trataba de Dante?»–Debe ser Susan, no he hablado con ella en un par de días, seguramente me necesita para algún trabajo – mintió, siendo guiada por la necesidad de que Dante volviera a tocarla.–¿Segura que esa es la verdad? – cuestionó.–Completamente segura – gimió ella.Dante volvió a llevar sus manos a la parte inferior del cuerpo de ella, pero solo para bajarle los jeans. Cuando Emma se vio tan expuesta abrió los ojos con sorpresa y sintió que sus mejillas se ruborizaban.–Abre las piernas, Emma – ordenó Dante – yo de ti no lo pensaría demasiado, falta solo unos minutos para llegar a casa.El hombre tenía razón y Emma no pensaba hacerse de rogar por algo que estaba prácticamente suplicando, así que, sin pensarlo dos veces, hizo lo que él pidió, dejándole el camino libre para que Dante pudiera agacharse ligeramente y empezar a saborear el cuerpo de ella.Al sentir el primer lengüetazo, la chica se retorció
–Lamento la tardanza, Mathew, de verdad, no sabes todo lo que debí hacer solo para llegar hasta aquí – la chica soltó un bufido y se sentó en el taburete al lado del hombre. –Si tenías muchos inconvenientes, pudiste haberme cancelado – dijo, no como un reproche, si no pensando en su tiempo y disponibilidad – no quiero generarte problemas, linda – soltó.En cuanto él la llamó de esa forma, ella soltó una risa inconsciente y lo miró con el ceño fruncido, era la primera vez que Mathew la llamaba con aquel apodo, aunque más allá de su extraña elección de palabra, lo que más le inquietaba era la razón por la cual Mathew estaba siendo tan dulce, cuando tenía una novia que no había dejado de pasear en el estudio.Después de acomodarse en la silla, pedir un trago ligero y contagiarse de la energía que estaba en el ambiente, Emma se decidió a soltar aquella pregunta que le causaba tanta inquietud.–Mathew, ¿Cómo es posible que estes aquí conmigo a esta hora? – cuestionó, sin ser muy directa
Algo de la actitud de la chica le resultó un tanto cínica al fotógrafo, que no podía creer que ella hubiera esperado tanto tiempo para decirle aquello, sin embargo, una parte de él siempre estuvo consciente de que Emma escondía muchos secretos, y por eso, no podía culparla solo a ella, que había ocultado la verdad, sino, además, debía culparse a sí mismo, por haber sido estúpido y no haber desconfiado más de ella, después de todo, parecía que el rompecabeza comenzaba a ponerse en orden. Tenía sentido que ella intentase alejarlo ya que sus intenciones con la mujer siempre estuvieron claras. –Mathew yo, te juro que quisiera que las cosas fueran diferentes, pero no puedo hacer nada – sorbió por la nariz, llorando en medio de un bar en donde todos se la estaban pasando de maravilla – prométeme que esto no cambiará nuestra relación ni tu oferta laboral.Mathew se llevó una mano a la nuca, rascándose con frustración.–No, no va a cambiar nuestra relación… no se puede cambiar algo que real
–No adivinas a quien tengo frente a mi – dijo el hombre a Ezra.–¿A quién? – en realidad, Ezra no tenía cabeza para acertijos o adivinanzas, estaba frustrado, cansado y lo que menos deseaba eran jugarretas – habla rápido o no me jodas la vida – gruñó con rabia.–Tu hermanita Emma, está en un bar del centro – él miró las piernas de la chica – la última vez que hablamos, no me dijiste que se había convertido en una mujer tan atractiva – soltó una sonrisa desagradable, que incluso incomodó a Ezra.–¿Esta sola o está con el idiota de Dante Neville?–Estaba con un hombre, pero él acaba de dejarla sola, lo cual es una pena, porque realmente esa chica está como para chuparse los dedos.–¿Dónde está? – Ezra interrumpió la palabrería.El hombre dio la dirección a Ezra y este colgó a la llamada de inmediato.–¿Pasó algo? – preguntó Valeria, que salía del baño de la habitación.–¿Además de lo evidente? – Ezra se movía de un lado a otro de la habitación, frustrado por todos los problemas económic
–Eres joven, estás a tiempo de salir de ese infierno que te espera si decides pasar el resto de tu vida con Ezra Astley – aquello que Emma dijo, le salió de su corazón, realmente sentía empatía por la situación en la que se encontraba Valeria. Ella no era mala, solo estaba enamorada de un hombre que no hacía más que manipularla y usarla con sus propósitos malvados y aunque era fácil juzgarla por comportarse como tonta y no hacerse valer ante su futuro esposo, la verdad era que Emma más que nadie sabía que aquello no era algo sencillo de hacer.El amor era uno de los sentimientos más jodidos, el amor enceguecía y ponía a las personas detrás de una cortina de humo tras de la cual era muy difícil visibilizar la realidad como era; cruel, injusta y muchas veces, incluso inhumana… por lo menos eso era lo que Emma pensaba.Después de haber dado aquel consejo a su cuñada, Emma salió del bar, en cuanto su cuerpo se expuso al frio de la noche, tuvo que pasarse las manos por los brazos para da