Dante condujo a toda velocidad hacia el convento, echó a andar el lujoso Bentley negro brillante y estuvo allí un par de minutos, cuando llegó, no le importó dejar su auto mal aparcado, lo único que deseaba era evitar que Ezra consiguiera llegar antes, de ser así, sabía que el hombre era capaz de exiliar a Emma lejos de allí, en un sitio en el que él no tendría la posibilidad de llegar ni mucho menos, de averiguar los secretos detrás de la familia Astley.Dante se asomó al convento y llamó a la puerta.–Hoy no es día de visitas, mucho menos en este horario – le dijo el guardia con poca amabilidad.–Es urgente, necesito hablar con la madre superiora pronto – pidió, casi rogando.El guardia conocía el rostro de Dante, sabía que él fue el mismo encargado de protagonizar el escándalo con Emma tiempo atrás, no podía dejarlo pasar sin importar cuanto lo pidiera o de que formas intentara engañarlo.–Lo siento, pero tiene que irse de aquí, antes de que llame a la policía – amenazó.Dante se a
–¿Cómo debería comportarme? – preguntó Emma en el trayecto de regreso a casa. Dante soltó una risa silenciosa, una que Emma no vio porque prefería tener la vista clavada en la ventana, que enfrentarse a la expresión ruda y amanzánate del hombre que, para ese momento, ya era su esposo.–Ya te lo dije, no es tan difícil, tienes que comportarte como la esposa perfecta – hizo una pausa – la esposa perfecta no hace demasiadas preguntas, no mete las narices en lo que se le ha perdido, está pendiente de su marido, se asegura de que la servidumbre tenga la comida lista en el tiempo indicado, y se encarga de satisfacer a su esposo en algunos otros aspectos.Emma tragó saliva y se removió sobre el asiento de cuero del auto, aunque la verdad era, que la chica no tenía mucho de lo cual preocuparse, Dante no esperaba volver a acostarse con Emma, lo había hecho una vez, se había ganado el privilegio de decir que él había desvirgado a Emma Astley, la pequeña hermana menor del hombre más orgulloso
Dante caminó alrededor de la oficina de su padre, escuchando la retahíla insistente en su deber por encontrar una esposa. –Ya tienes más de treinta años, Dante y estamos en una situación crítica con todo lo concerniente a Henry Darcy y a la escandalosa de su hija. La junta directiva nos tiene entre ojos, creen que no somos indicados para continuar al mando de esta empresa.–Es nuestra – le recordó Dante.–Nuestro nombre está en la entrada principal, eso es cierto, pero esos buitres no dejaran escapar la oportunidad para arrebatárnosla de las manos y quitarnos las acciones que por derecho nos corresponden, así funcionan los negocios – Axel Neville se puso en pie y encaró a su hijo – sé que Valeria te hizo sumamente infeliz, estoy seguro de que la amabas, pero es hora de que dejes a esa mujer atrás y mires el futuro brillante que tienes enfrente. Esta empresa pasará a ser tuya dentro de muy poco tiempo, creo que no estoy equivocado al decir que no quieres que se te escape de las mano
–¡Astley! – Dante llegó a la mansión Astley, aporreando la puerta como ya lo había hecho anteriormente – ¡Sé que la tienes contigo! ¡Emma! – gritó como desesperado, buscando una ventana por la cual meterse en vista de que nadie parecía abrirle.Dante cerró su mano en un puño y entonces golpeó la ventana lateral derecha de la mansión, era un poco pequeña para que un hombre de su tamaño pasará por allí, pero a él no le interesaba hacerse daño con tal de sacar a Emma de aquella casa que ya ni siquiera era suya.¡Paf! Los cristales se rompieron en mil pedazos y el estruendo alertó a Valeria, que estaba bebiendo su té matutino junto a su madre, ambas sentadas en la cocina fingiendo que sus vidas no estaban destrozadas.–Pero ¿Qué demonios crees que estás haciendo? – Valeria frunció el ceño y vio el hueco en la ventana – ¿Habías escuchado de ese invento que se llama timbre? Solo debías tocar aquí para que alguien abriera la puerta – le dijo ella con sarcasmo, pero Dante no tenía mucho tiemp
Valeria corrió detrás de Emma, dispuesta a detenerla y persuadirla de no hacer semejante estupidez.–¿En qué estás pensando, niña? – chilló, interponiéndose en su camino.–Aléjate de mí vista, Valeria, esto es algo en lo que no puedes meterte – gruñó, sintiéndose más aguerrida que nunca.Emma no pensaba seguir siendo aquella mujer a la que todos movían como un mueble, la misma de la que todos se burlaban y a la que le mentían, a partir de ese momento cambiaria y se convertiría en alguien diferente, alguien digna del respeto que no le dieron hasta ese momento.–Tu hermano estará furioso, créeme, no querrás enfrentarte a su furia – Valeria nunca tuvo miedo de Ezra, sin embargo, sabía que podía llegar a ser muy violento cuando las cosas no salían de la forma en que él lo quería.–Y por eso debo detenerlo de una vez por todas – sentenció la chica – si seguimos acobardándonos por lo que mi hermano hará, entonces él seguirá humillándonos, y no sé tú, pero esa es una vida que yo no quiero y
–¡Valeria! ¿Dónde te metiste? – Ezra se apoyó en su bastón y bajo hasta el primer piso, en donde Valeria se estaba tomando un agua de yerbabuena, sabía que se le venía una guerra encima con Ezra, era obvio que ella fue la culpable de la libertad de Emma y algo le decía que eso le iba a costar demasiado.Sin embargo, la mujer jamás alcanzo a descifrar cuanto Ezra le haría pagar por aquel gesto de bondad con la chica Astley.–¡Valeria! – siguió gritando Ezra, pero ella no le respondió – ¿Ahora además de tonta también eres sorda? – él la encontró sentada en la isla de la cocina.–Lo siento, no me gusta cuando me gritas y no creo que esa sea la manera de llamarme – respondió ella con dignidad, eso no hizo más que atizar el fuego que ya estaba ardiendo dentro de la cabeza de Astley.–¿Quién diablos dejo salir a Emma? – preguntó acercándose a ella de forma amenazadora.–Fui yo – contestó de forma tosca.Valeria se puso en pie, estar ahí sentada sintiendo la mirada de odio de su prometido le
El cuerpo del hombre se paralizó al escuchar esas palabras salir de una boca tan dulce como la de Emma. Una parte de él sabía que ella estaba tratando de demostrar un punto, pero la otra, estaba seguro de que Emma quería que él la tocara tanto como él deseaba hacerlo, así que estaba dispuesto a tentarla hasta llegar a las últimas consecuencias.–¿Estás segura de lo que estás diciendo? – él se apretó más fuerte contra ella, de modo que la chica pudo sentir el bulto de Dante que estaba erecto.Ella se mordió el labio para no dejar escapar aquel gemido lastimero que terminaría por delatarla. Emma no pensaba dar su brazo a torcer, sabía que, si dejaba que Dante la tocara, entonces le dejaría saber que nuevamente él tenía el poder, y las cosas en aquella relación disfuncional de ellos dos, debía cambiar. A pesar de que estaba consciente de eso, también debía aceptar que pedirle que dejara de besarle el cuello era probablemente una de las decisiones más difíciles, sobre todo, teniendo en cu
–Tengo que hacer lo que sea – se dijo Emma cuando llegó a la mansión.Ella tiró sus cosas sobre el sofá y pensó en la mejor forma de convencer a Dante para que le diera el permiso, sabía que no iba a ser nada fácil conseguirlo, pero ella estaba dispuesta a llegar hasta las últimas instancias para poder conseguir aquel trabajo que tanto le había gustado ese día.La chica caminó de un lado a otro de la sala mientras se planteaba a sí misma ideas, algunas estúpidas y un poco descabelladas, como esa en la que se imaginó emborrachándolo para que entonces él le firmara la hoja estando inconsciente.–Es un jodido amargado – se recordó ella, sabiendo que ni en un millón de años Dante se dejaría embriagar por una chica mucho menor que él.Después de sopesar todas sus opciones, Emma se dio cuenta de que la mejor forma era seduciéndolo, si le hacía creer que conseguiría algo, entonces era más probable que firmara sin rechistar aquel papel que podría cambiar su vida para siempre. A pesar de que D