Rebeca negó con la cabeza, al tiempo en que sus ojos se enrojecían de la rabia que sentía en ese momento, por otro lado, Mathew miraba a las dos chicas, como tratando de descifrar que era lo que debía hacer en esa situación, por último, Emma estaba sumamente avergonzada de que su amiga la hubiera encontrado en esa habitación y estuviera malinterpretando la escena.–¿No te cansas de intentar meterte por los ojos de mi novio? – Rebeca culpó a Emma, ignorando que fue él quien le dio la llave y le pidió que se encontraran en ese lugar.–Yo no estaba tratando de seducirlo, si es que eso es lo que estás pensando. Yo solo vine aquí para… – decirlo ya le resultaba lo suficientemente estúpido, de modo que la mujer se quedó en silencio. –¿Tratando de qué? ¿De enredarlo igual a como hiciste antes?La forma de hablar de Rebeca era ruda y a Emma le dolía en sobremanera, era como si Rebeca hubiera decidido olvidar todo lo que vivieron en el convento y lo buenas amigas que eran nada más por un hom
–Ya lo habíamos hablado, Rebeca, no puedes hacer esto ahora – dijo Mathew con la voz rota – ya tuvimos esta conversación muchas veces, te prometí que iba a comportarme bien, ¡Joder! Es que, desde que tu apareciste en mi vida, yo no he tenido ojos para ninguna otra mujer, no te he faltado el respeto de ninguna forma.Ella sollozó y negó con la cabeza.–No me has sido infiel con acciones, pero no podemos decirnos mentiras, Mathew, ella siempre va a estar por encima de mí, siempre se tratará de Emma y de lo que a pesar de todo no puedes dejar de sentir por ella – soltó – yo no puedo vivir con ese fantasma en mi espalda. Me hace daño, es como si estuviera intentado abrir una puerta que tú ya tienes clausurada.–Abriré la puerta para ti.–No lo vas a hacer, porque ese espacio jamás me va a pertenecer a mí, y lo siento, pero necesito mucho más que pedazos rotos de una ilusión que ya no conseguiste hacer realidad.Rebeca, aunque era una mujer orgullosa, estaba dejando salir todo lo que tenía
Ezra, hermano de Emma, se encontraba en una silla en medio de un sótano oscuro, húmedo y maloliente, donde lo tenían secuestrado, con las manos atadas detrás de la silla, sin comida y sin ningún tipo de clemencia.El hombre estaba con la cabeza gacha, sudando y jadeando porque estaba sediento, le dolía cada una de sus extremidades que habían estado torturando los últimos días, y por si fuera poco, parecía que había contraído una infección, porque su garganta dolía como los mil demonios y no podía dejar de sudar debido a la fiebre interna que tenía.–¡Déjenme salir, por favor! – gritó con todo el ánimo que tenía, que en realidad no era mucho.El hombre llevaba alrededor de veinte días en aquellas condiciones, después de todo lo que pasó con Emma, el testamento y la perdida de la empresa, Ezra se quedó sin las condiciones para pagar todas las deudas que tenía con la mafia, y aunque había intentado huir y esconderse en un sitio donde nadie pudiera encontrarlo, eso no fue suficiente y al
–Iré a lavarme la cara – dijo Emma a su esposo, que fue a ver a la bebé a la habitación mientras ella entraba en el baño.Allí se lavó la cara y meditó sobre la que iba a hacer a continuación. A pesar de que ella sabía que no tuvo sexo con Mathew, eso no aligeraba el miedo por la reacción que tendría su esposo cuando ella le contara la situación.–Tú puedes, Emma – se dijo a sí misma, dándose ánimos y preparándose para decir la verdad.Mientras ella luchaba contra sí misma y su pasado, Dante apachurraba a su bebé contra su pecho, después de que ella hubiera abierto ligeramente sus ojitos y soltado un bostezo de pereza, él la cargó y la mimó un rato, caminando y cantándole canciones de cuna mientras ella volvía a caer en los brazos de Morfeo.Aquellos pequeños momentos junto a Eva, hacían que el hombre se sintiera el más afortunado en la faz de la tierra.–Eres mi bebé, Eva – susurró, dejándola nuevamente en la cuna, donde la niña se acomodó y soltó una risita tonta.Aquella era la pri
Esa mañana después de que Dante se fuera, Emma fue hacia la habitación de Eva, allí la acurrucó y le dio pecho, incluso trató de jugar un rato con ella, sin embargo, por más que intentaba, la niña no dejaba de llorar, sus lágrimas salían desesperadamente de sus ojitos que estaban tornándose de un color rojizo.–¡Shh bebé! Ya no llores más – ella la meció para que se tranquilizara, pero aquello no funcionó. Cuando su mamá vio su carita, fue como si hubiera podido notar un dejo de preocupación en Eva, ¿Acaso era posible que una bebé de tan solo meses pudiera preocuparse por algo?–Todo está bien, cariño, mamá está aquí – Emma se sentó con ella en el mecedor, pero solo fue hasta que Eva se cansó de llorar, que cayó rendida en los brazos de su madre, quien la devolvió a su cuna.Cansada de haber sostenido a la bebé por tanto tiempo entre sus brazos, Emma se sentó nuevamente en el mecedor y entonces fue ella quien se quedó dormida.–Solo serán un par de minutos – se convenció Emma a sí m
–¡Joder! – gimió Dante cuando intentó ponerse en pie.Una vez que Dante consiguió levantarse y entrar nuevamente en su auto, se miró en el espejo del retrovisor y él mismo quedó horrorizado con la imagen que tenía delante, ¡Estaba irreconocible! La sangre, los moretones y hematomas lo trasformaron en un monstruo.–¿Diga? – Dante respondió a su teléfono, que estaba sonando intensamente desde la guantera.–¡Dante! ¡Por fin! – dijo Emma aliviada – ¿Por qué no me contestabas? ¡estaba tan preocupada por ti! – dijo con sinceridad, la mujer estuvo la mayor parte del día comiéndose las uñas por no tener noticias de su esposo.–Se me hizo algo tarde, lo siento, estuve concentrado en el trabajo – balbuceó, porque le dolía vocalizar.–¿Estás bien? Estás hablando de forma extraña.–Si, estoy bien, llegaré pronto a casa – él colgó el celular y buscó algo con lo que limpiarse la sangre. Quizá Emma dejó algunos pañitos húmedos de la bebé por ahí, pensó, pero tras revisar, no encontró nada.No se atr
Emma estaba exasperada, ese día tampoco podría ir a la oficina ya que debía quedarse en casa cuidando a Eva, a pesar de que Dante prometió un par de días antes que él cuidaría de la bebé. –¡Hoy es tu turno! – le reclamó ella – yo tengo que ir a la agencia, necesito el balance financiero de Susan, hay muchas cosas que tengo que hacer, ¡No me puedo quedar con la bebé, Dante! – soltó con frustración.Aunque amaba a Eva con cada parte de su corazón, Emma sabía que tenía que establecer un balance entre su carrera profesional y su crianza a su hija. Dante prometió ayudar a que ese balance fuera posible, sin embargo, estaba haciendo todo lo contrario.–Sé que tienes cosas que hacer, cariño, pero tengo una reunión de negocios que es imposible postergar, debo hacer esto hoy a como dé lugar.–¿Vas a ir así con la cara desfigurada?–Mi aspecto es lo menos importante en esta reunión – aseveró – por favor, quédate en casa, pasa tiempo con la niña, prometo que cuando salga de todo esto, me haré c
–Anota la dirección en la que deberás dejarnos el dinero del que hablamos ayer – dijo la voz masculina, sin darle demasiadas vueltas al asunto. Dante se aclaró la garganta – todavía no tengo todo el dinero – siseó, tratando de alargar aquella llamada.Segundos antes de responder, el teniente pidió que la hiciera tan larga como fuera posible, ya que eso le permitía rastrear la ubicación desde la cual estaban llamando.–No me interesa si tienes o no el dinero, tu verás como arreglas tus asuntos, lo único que quiero que tengas claro es que, o nos llevas la pasta a esta dirección o entonces nosotros comenzaremos a cobrarnos a nuestro modo, no tengo que recordarte que sabemos dónde vives – siseó. Dante apretó los puños con fuerza – dame la dirección.El hombre se la dictó, enseguida el teniente se encargó de buscarla en el mapa, tendrían que armar un plan inmediatamente para determinar cuál sería el paso a seguir.–Nos veremos allí alrededor de la cinco de la tarde – aclaró.Dante susp