(Un mes después)–¡Emma, rápido! Debemos llegar temprano a la junta – gritó Dante, desesperado porque su esposa llevaba casi media hora metida dentro del baño.–¡No tardaré! – respondió ella. Tras la puerta del baño, Emma se encontraba sentada en el cuarto de baño, con una prueba de embarazo en la mano, ya habían pasado casi veinte días desde que su periodo debió haber llegado. La mujer tenía un retraso y estaba temiendo estar embarazada nuevamente.Realmente ella no estaba lista para soportar todo lo que significaba un nuevo embarazo, Eva todavía era una bebé, ella aún seguía intentando adaptar su rutina de trabajo a todo lo que significaba tener a una bebé en casa. La situación no se prestaba como para un nuevo integrante en la familia.Con las manos temblorosas y el miedo a flor de piel, Emma tragó saliva y se atrevió a sacar la prueba de embarazo, que ya estaba mojada con la orina.–¡Emma! Mi madre ya está aquí – Dante tocó a la puerta, el sonido fue tan repentino que asustó a s
Emma estaba sentada sobre la camilla en el consultorio de su ginecóloga de confianza, quien iba a darle los resultados de la prueba de sangre que la mujer se hizo hacía un par de días.–Tengo noticias – dijo la ginecóloga entrando en el consultorio y entregándole un sobre blanco a Emma.Ella tragó saliva y miró el logo del laboratorio clínico, enseguida rompió el papel y entonces sacó los resultados.–Es negativa – suspiró y se tiró sobre la camilla llena de alivio.Ella se apretó el papel contra el pecho.–Estas tan feliz que casi parece que lo último que desearías ahora mismo es un hijo – dijo la ginecóloga, burlándose ligeramente de la actitud de Emma.–¡Lo estoy! – ella se incorporó nuevamente – ya tengo a Eva y ella es todo lo que necesito, sobre todo por mi trabajo.Esa noche sería el evento que daría inauguración al plan de negocios de Emma, que consistía en la inversión dentro de la agencia de Susan, que era cada vez más prestigiosa. Mediante la moda, el arte y las pasarelas,
–¡¿Que?! ¡No! – chilló Mathew, nervioso. –¿Por qué no? Nadie se dará cuenta de que nos fuimos, están tan felices con el evento que no notarán nuestra ausencia – lo provocó, juntándose más a él y bajando disimuladamente su mano al miembro de su novio.–Rebeca, espera, soy el coanfitrión de esta fiesta, no creo que sea ideal marcharme justo ahora… – suspiró. El hombre estaba tan asustado que de repente, toda la calentura que tenía encima se fue de su cuerpo, y no precisamente porque él y Emma fueran a hacer algo malo en aquella habitación, sino porque en esa ocasión, le iba a ser imposible justificarse frente a Rebeca.–No seas amargado cariño, si pudieras sentir la humedad en mis bragas no me harías rogarte tanto.Mathew aprovechó que Rebeca besó su cuello y entonces buscó con la mirada a Emma, si es que tenía un poco de suerte, aún era probable que ella anduviera por ahí con Dante o Susan. –¿A quién buscas? – Rebeca vio la expresión distraída de Mathew y frunció el ceño enseguid
Rebeca negó con la cabeza, al tiempo en que sus ojos se enrojecían de la rabia que sentía en ese momento, por otro lado, Mathew miraba a las dos chicas, como tratando de descifrar que era lo que debía hacer en esa situación, por último, Emma estaba sumamente avergonzada de que su amiga la hubiera encontrado en esa habitación y estuviera malinterpretando la escena.–¿No te cansas de intentar meterte por los ojos de mi novio? – Rebeca culpó a Emma, ignorando que fue él quien le dio la llave y le pidió que se encontraran en ese lugar.–Yo no estaba tratando de seducirlo, si es que eso es lo que estás pensando. Yo solo vine aquí para… – decirlo ya le resultaba lo suficientemente estúpido, de modo que la mujer se quedó en silencio. –¿Tratando de qué? ¿De enredarlo igual a como hiciste antes?La forma de hablar de Rebeca era ruda y a Emma le dolía en sobremanera, era como si Rebeca hubiera decidido olvidar todo lo que vivieron en el convento y lo buenas amigas que eran nada más por un hom
–Ya lo habíamos hablado, Rebeca, no puedes hacer esto ahora – dijo Mathew con la voz rota – ya tuvimos esta conversación muchas veces, te prometí que iba a comportarme bien, ¡Joder! Es que, desde que tu apareciste en mi vida, yo no he tenido ojos para ninguna otra mujer, no te he faltado el respeto de ninguna forma.Ella sollozó y negó con la cabeza.–No me has sido infiel con acciones, pero no podemos decirnos mentiras, Mathew, ella siempre va a estar por encima de mí, siempre se tratará de Emma y de lo que a pesar de todo no puedes dejar de sentir por ella – soltó – yo no puedo vivir con ese fantasma en mi espalda. Me hace daño, es como si estuviera intentado abrir una puerta que tú ya tienes clausurada.–Abriré la puerta para ti.–No lo vas a hacer, porque ese espacio jamás me va a pertenecer a mí, y lo siento, pero necesito mucho más que pedazos rotos de una ilusión que ya no conseguiste hacer realidad.Rebeca, aunque era una mujer orgullosa, estaba dejando salir todo lo que tenía
Ezra, hermano de Emma, se encontraba en una silla en medio de un sótano oscuro, húmedo y maloliente, donde lo tenían secuestrado, con las manos atadas detrás de la silla, sin comida y sin ningún tipo de clemencia.El hombre estaba con la cabeza gacha, sudando y jadeando porque estaba sediento, le dolía cada una de sus extremidades que habían estado torturando los últimos días, y por si fuera poco, parecía que había contraído una infección, porque su garganta dolía como los mil demonios y no podía dejar de sudar debido a la fiebre interna que tenía.–¡Déjenme salir, por favor! – gritó con todo el ánimo que tenía, que en realidad no era mucho.El hombre llevaba alrededor de veinte días en aquellas condiciones, después de todo lo que pasó con Emma, el testamento y la perdida de la empresa, Ezra se quedó sin las condiciones para pagar todas las deudas que tenía con la mafia, y aunque había intentado huir y esconderse en un sitio donde nadie pudiera encontrarlo, eso no fue suficiente y al
–Iré a lavarme la cara – dijo Emma a su esposo, que fue a ver a la bebé a la habitación mientras ella entraba en el baño.Allí se lavó la cara y meditó sobre la que iba a hacer a continuación. A pesar de que ella sabía que no tuvo sexo con Mathew, eso no aligeraba el miedo por la reacción que tendría su esposo cuando ella le contara la situación.–Tú puedes, Emma – se dijo a sí misma, dándose ánimos y preparándose para decir la verdad.Mientras ella luchaba contra sí misma y su pasado, Dante apachurraba a su bebé contra su pecho, después de que ella hubiera abierto ligeramente sus ojitos y soltado un bostezo de pereza, él la cargó y la mimó un rato, caminando y cantándole canciones de cuna mientras ella volvía a caer en los brazos de Morfeo.Aquellos pequeños momentos junto a Eva, hacían que el hombre se sintiera el más afortunado en la faz de la tierra.–Eres mi bebé, Eva – susurró, dejándola nuevamente en la cuna, donde la niña se acomodó y soltó una risita tonta.Aquella era la pri
Esa mañana después de que Dante se fuera, Emma fue hacia la habitación de Eva, allí la acurrucó y le dio pecho, incluso trató de jugar un rato con ella, sin embargo, por más que intentaba, la niña no dejaba de llorar, sus lágrimas salían desesperadamente de sus ojitos que estaban tornándose de un color rojizo.–¡Shh bebé! Ya no llores más – ella la meció para que se tranquilizara, pero aquello no funcionó. Cuando su mamá vio su carita, fue como si hubiera podido notar un dejo de preocupación en Eva, ¿Acaso era posible que una bebé de tan solo meses pudiera preocuparse por algo?–Todo está bien, cariño, mamá está aquí – Emma se sentó con ella en el mecedor, pero solo fue hasta que Eva se cansó de llorar, que cayó rendida en los brazos de su madre, quien la devolvió a su cuna.Cansada de haber sostenido a la bebé por tanto tiempo entre sus brazos, Emma se sentó nuevamente en el mecedor y entonces fue ella quien se quedó dormida.–Solo serán un par de minutos – se convenció Emma a sí m