Mientras estaba en la casa Astley, el celular de Emma vibró dentro de su bolsillo, era Mathew llamando. Emma aprovechó que estaba lejos de Dante y que podía hablar bien para responder.–¿Por qué no cogías el teléfono? – refunfuñó él, pasándose la mano por la nuca.–Porque estaba con Dante – contestó ella – y después de todo esta debacle, dudo mucho que sea muy sensato responder a tus llamadas estando con mi esposo.Mathew frunció el ceño y tragó saliva – ¿Es decir que tú también piensas que tuvimos relaciones? – cuestionó bajito, casi en un susurro que delataba lo asustado que se encontraba.–No lo sé, Mathew, quisiera creer que no, pero despertamos juntos, desnudos, y estoy segura de que mi pierna estaba puesta sobre la tuya.El hombre cerró los ojos con rabia – yo no recuerdo nada.–¡Yo tampoco! Pero ¿Y si estábamos tan ebrios que ahora no nos acordamos?–Nunca he sufrido de un lapsus de esos – siseó.Emma bufó – entonces no sé qué más decirte, yo estoy en la misma posición que tú,
–¿Dónde estuviste metida, Emma? – preguntó Dante a la mujer, en cuanto ella entró en casa nuevamente.–Lo siento, tuve algunos pendientes en la oficina – mintió. –¿Has decidido volver a la oficina? – el hombre frunció el ceño – pensé que continuarías trabajando desde casa.Dante se movió alrededor del salón principal, mientras cargaba a Eva y la distraía, la niña había estado llorando y a pesar de que había revisado su pañal, que la había alimentado y dado sus juguetes favoritos, ella no se calmaba todavía.–Dame a la bebé – Emma extendió sus brazos para recibir a su hija.Cuando Dante se la entregó, ella la acurrucó allí junto a su pecho y comenzó a mecerla con cuidado y delicadeza, enseguida, el llanto de Eva disminuyó considerablemente.–Esa es la razón por que no creo que debas volver a la oficina todavía – dijo, señalando a la bebé, quien al parecer lo único que necesitaba era de su madre.–Seguiré trabajando desde aquí, pero no por mucho tiempo, si las inversiones en los event
Después de que Emma se hubiera ido, Susan cumplió con su palabra de ayudarle, así que llamó a Rebeca en cuanto pudo.–No me digas que continúas haciendo lo mismo que yo te deje haciendo ayer – bufó Susan cuando Rebeca respondió.–No, solo estaba viendo una película.–Déjame adivinar, no te has bañado, tu aspecto es fatal, no has comido más que chatarra y no has visto otra cosa que no sea drama o romance.–No…– la voz temblorosa de Rebeca la delató ante Susan.–No puedes seguir de esta forma, Rebeca, esto no es sano para ti, no puedes echarte a la muerte en ese sofá. Mathew no es el único hombre – dijo, tratando de darle ánimos, aunque sus palabras tuvieron el efecto contrario – ¿Acaso no te has visto en un espejo? Cuando vamos a la calle todos se quedan viéndote. –A mí no me importan el resto de los hombres, solo estoy interesada en llamar la atención de él, o bueno, estaba… – susurró. Para calmar el mal ánimo de Rebeca, su amiga se decidió a contarle la verdad sin filtros de lo q
(Un mes después)–¡Emma, rápido! Debemos llegar temprano a la junta – gritó Dante, desesperado porque su esposa llevaba casi media hora metida dentro del baño.–¡No tardaré! – respondió ella. Tras la puerta del baño, Emma se encontraba sentada en el cuarto de baño, con una prueba de embarazo en la mano, ya habían pasado casi veinte días desde que su periodo debió haber llegado. La mujer tenía un retraso y estaba temiendo estar embarazada nuevamente.Realmente ella no estaba lista para soportar todo lo que significaba un nuevo embarazo, Eva todavía era una bebé, ella aún seguía intentando adaptar su rutina de trabajo a todo lo que significaba tener a una bebé en casa. La situación no se prestaba como para un nuevo integrante en la familia.Con las manos temblorosas y el miedo a flor de piel, Emma tragó saliva y se atrevió a sacar la prueba de embarazo, que ya estaba mojada con la orina.–¡Emma! Mi madre ya está aquí – Dante tocó a la puerta, el sonido fue tan repentino que asustó a s
Emma estaba sentada sobre la camilla en el consultorio de su ginecóloga de confianza, quien iba a darle los resultados de la prueba de sangre que la mujer se hizo hacía un par de días.–Tengo noticias – dijo la ginecóloga entrando en el consultorio y entregándole un sobre blanco a Emma.Ella tragó saliva y miró el logo del laboratorio clínico, enseguida rompió el papel y entonces sacó los resultados.–Es negativa – suspiró y se tiró sobre la camilla llena de alivio.Ella se apretó el papel contra el pecho.–Estas tan feliz que casi parece que lo último que desearías ahora mismo es un hijo – dijo la ginecóloga, burlándose ligeramente de la actitud de Emma.–¡Lo estoy! – ella se incorporó nuevamente – ya tengo a Eva y ella es todo lo que necesito, sobre todo por mi trabajo.Esa noche sería el evento que daría inauguración al plan de negocios de Emma, que consistía en la inversión dentro de la agencia de Susan, que era cada vez más prestigiosa. Mediante la moda, el arte y las pasarelas,
–¡¿Que?! ¡No! – chilló Mathew, nervioso. –¿Por qué no? Nadie se dará cuenta de que nos fuimos, están tan felices con el evento que no notarán nuestra ausencia – lo provocó, juntándose más a él y bajando disimuladamente su mano al miembro de su novio.–Rebeca, espera, soy el coanfitrión de esta fiesta, no creo que sea ideal marcharme justo ahora… – suspiró. El hombre estaba tan asustado que de repente, toda la calentura que tenía encima se fue de su cuerpo, y no precisamente porque él y Emma fueran a hacer algo malo en aquella habitación, sino porque en esa ocasión, le iba a ser imposible justificarse frente a Rebeca.–No seas amargado cariño, si pudieras sentir la humedad en mis bragas no me harías rogarte tanto.Mathew aprovechó que Rebeca besó su cuello y entonces buscó con la mirada a Emma, si es que tenía un poco de suerte, aún era probable que ella anduviera por ahí con Dante o Susan. –¿A quién buscas? – Rebeca vio la expresión distraída de Mathew y frunció el ceño enseguid
Rebeca negó con la cabeza, al tiempo en que sus ojos se enrojecían de la rabia que sentía en ese momento, por otro lado, Mathew miraba a las dos chicas, como tratando de descifrar que era lo que debía hacer en esa situación, por último, Emma estaba sumamente avergonzada de que su amiga la hubiera encontrado en esa habitación y estuviera malinterpretando la escena.–¿No te cansas de intentar meterte por los ojos de mi novio? – Rebeca culpó a Emma, ignorando que fue él quien le dio la llave y le pidió que se encontraran en ese lugar.–Yo no estaba tratando de seducirlo, si es que eso es lo que estás pensando. Yo solo vine aquí para… – decirlo ya le resultaba lo suficientemente estúpido, de modo que la mujer se quedó en silencio. –¿Tratando de qué? ¿De enredarlo igual a como hiciste antes?La forma de hablar de Rebeca era ruda y a Emma le dolía en sobremanera, era como si Rebeca hubiera decidido olvidar todo lo que vivieron en el convento y lo buenas amigas que eran nada más por un hom
–Ya lo habíamos hablado, Rebeca, no puedes hacer esto ahora – dijo Mathew con la voz rota – ya tuvimos esta conversación muchas veces, te prometí que iba a comportarme bien, ¡Joder! Es que, desde que tu apareciste en mi vida, yo no he tenido ojos para ninguna otra mujer, no te he faltado el respeto de ninguna forma.Ella sollozó y negó con la cabeza.–No me has sido infiel con acciones, pero no podemos decirnos mentiras, Mathew, ella siempre va a estar por encima de mí, siempre se tratará de Emma y de lo que a pesar de todo no puedes dejar de sentir por ella – soltó – yo no puedo vivir con ese fantasma en mi espalda. Me hace daño, es como si estuviera intentado abrir una puerta que tú ya tienes clausurada.–Abriré la puerta para ti.–No lo vas a hacer, porque ese espacio jamás me va a pertenecer a mí, y lo siento, pero necesito mucho más que pedazos rotos de una ilusión que ya no conseguiste hacer realidad.Rebeca, aunque era una mujer orgullosa, estaba dejando salir todo lo que tenía