Dante y su esposa entraron en la mansión Neville aquella noche, ambos estaban sumamente cansados, sobre todo Emma que tuvo un día tan agitado y sobre todo, complicado. –No me dijiste como te fue en tu almuerzo con Rebeca – recordó Dante – ¿Sigue siendo igual que antes? – cuestionó.–Creo que incluso peor – Emma soltó una risa débil.Después de haberse marchado del restaurante, Rebeca y Mathew habían estado acosándola con llamadas y mensajes de texto, pero Emma no tenía cabeza para responder ninguna de las dos cosas, no quería confesarles que su suegro le dejo aquellas marcas en el cuello, ya le parecía lo suficientemente malo recordarlo como para estarlo ventilando a sus amistades.–El almuerzo fue algo muy tranquilo, estuvimos juntas y hablamos de trivialidades. Está saliendo con Mathew.Dante abrió los ojos – realmente no puedo visualizarlos juntos.Emma levantó los hombros con indiferencia – yo sí, de hecho, esta tarde en que lo pensé bien, me di cuenta de que están hechos el uno
Cuatro meses despúes.–¡Emma, joder, debes tener más cuidado! – chilló Dante preocupado, cuando vio el golpe que se dio su esposa en la cabeza, al intentar alcanzar uno de los estantes más altos en la cocina. –No entiendo porque no puedo llegar hasta allá, antes me era muy fácil – bufó un poco fastidiada.–Eso es porque antes no tenías una gran barriga impidiéndote el movimiento – le recordó su esposo, al tiempo en que la halaba de la cintura y la juntaba a su cuerpo.Últimamente Emma estaba de un humor de los mil demonios, a pesar de que ya había pasado el primer trimestre del embarazo, debido a la preeclampsia, estaba sufriendo de síntomas que no tenían los embarazos normales, como el vómito recurrente, la hinchazón en la mayor parte de su cuerpo, los mareos, dolores de cabeza y por si fuera poco, había comenzado a tener un leve dolor en su espalda baja. Cada parte de su cuerpo estaba como un rompecabeza mal armado.La mujer se sentía fatigada todo el tiempo, enferma y poco agraci
El viejo Axel jamás se imaginó que su destino estaría pronto a parecerse tanto al de aquel hombre con el que alguna vez estuvo emparentado, pero la verdad era que, si en algo se parecía la historia de Axel y de Henry, era en todo el sufrimiento que debieron pagar a causa de los múltiples errores que cometieron, por supuesto Axel todavía no tenía aquel final trágico de Henry, y esperaba no tener que sufrir algo similar, aunque lo cierto era que, ambos habían caído hondo, cada uno a su manera.Después de que Briana lo hubiera dejado, Axel andaba por su casa como un vagabundo sin destino, no sabía cómo sobrellevar su vida estando solo, de hecho, no se sentía genéticamente programado para afrontar aquel vació que llevaba en el pecho desde que ella lo abandonó.La extrañaba, necesitaba verla, hablarle, y si tenía la suficiente suerte, también necesitaba tomar al toro por los cuernos y deshacerse de una vez por todas de aquella maldición que cargaba tras la espalda.–¿Por qué has venido aqu
–¿Por qué estás tan feliz? – preguntó Briana con amargura a su nuera.–Solo porque si – Emma estaba tan feliz por salir esa noche que no se molestó por aquel tono de voz de Briana.En completa tranquilidad, Emma siguió tarareando una canción que no se salía de su cabeza, al tiempo en que se metió en el baño de su habitación matrimonial, una vez allí se aseó como mejor pudo, una de las cosas que nadie le advirtió de estar embazada era aquella incapacidad que tenía por agacharse para hacer las cosas más básicas del aseo, como por ejemplo rasurarse, aquello incomodaba a Emma, una chica quien siempre fue muy pulcra con su cuerpo.–¡Joder bebé! Tienes que salir tan rápido como sea posible o terminaré por volveré loca – bufó, intentando alcanzar la parte baja de sus piernas que tenían pequeños vellos.Estando ahí, Emma incluso tuvo la idea de escribir un blog que se llamara, “lo que nadie dice del embarazo” es que las mujeres solían romantizar tanto aquel proceso que olvidaban contar a las
De repente todos sus amigos saltaron encima de ella a felicitarla por su embarazo y sobre todo, porque próximamente daría a luz.Emma se burló de lo que estaba pasando, al tiempo en que se sentía aliviada, por un momento creyó que iban a matarla para enterrar su cadáver en una de las atracciones mecánicas.–¡Quiero que sepan que ustedes dos tienen la mente más retorcida del mundo! – chilló a sus amigas, mientras ellas la abrazaban. –Pero ¿Por qué? – dijo Susan.–¿Acaso esto no te parece lo más lindo del mundo? – cuestionó Rebeca.Al mirar a su alrededor, a todos sus amigos y personas cercanas, Emma se dio cuenta de que aquella fiesta era un baby shower, enseguida se llevó una mano al corazón y quiso llorar de la felicidad.–No puedes culparnos a nosotras, Rebeca y yo solo elegimos la temática – señaló a los meseros disfrazados de bebes – y el sitio del evento, pero en realidad, quien decidió que jugáramos un poco contigo fue tu querido esposo.Emma abrió los ojos – ¿Dante está aquí?
–¡¿Qué te pasó?! – Dante frunció el ceño y puso su dedo sobre la herida, pero ella lo alejó de inmediato porque todavía le dolía.–Hace una semana estaba haciendo una receta nueva para Perséfone y Zeus y me quemé al intentar darme la vuelta para alcanzar una sartén – explicó.–¿Por qué no me habías dicho nada? Realmente era la primera vez que Dante veía esa herida en la piel de su esposa.–Porque sabía que me regañarías, desde que mi barriga creció ya no te gusta que yo esté en la cocina, y me moría por ver como quedaba aquel platillo, hace mucho que no cocinaba para Perséfone, y ella no dejaba de mirarme con esos ojitos de capricho – se disculpó – lamento no ser más cuidadosa.Su rostro se ensombreció y eso era lo último que Dante esperaba, de modo que le dio un beso sobre la cicatriz y comenzó a pintar.–¿Qué dibujo harás? – le preguntó ella, recuperando su emoción.–Ya lo verás, es algo que te gustará mucho – aseguró mientras se ponía creativo.Al otro lado de la ciudad, el ama de
Dante y Emma llegaron corriendo a la mansión Neville, justo unos minutos antes de que los paramédicos tambien llegaran, cuando entraron encontraron al ama de llaves completamente desestabilizada, la mujer no sabía que hacer, más allá de poner unos pañitos calientes en la frente de Briana. –¡Mamá! – Dante se arrodillo delante de ella.Por otro lado, Emma se quedó fría y rígida cuando la vio.–Resiste, mamá – Dante la cargó y la sacó fuera de casa, donde la ambulancia acababa de abrir sus puertas. –Yo soy su hijo, iré con ella – aseguró.Habían sido muy pocas veces en que Emma vio a su esposo desesperado, sin embargo, esa ocasión superaba todas las anteriores, Dante estaba llorando desconsoladamente mientras agarraba la mano de su madre y rogaba a Dios que no fuera nada grave.–No entiendo que pudo haberle pasado, ella estaba muy bien esta mañana en que me fui, se veía igual de vigorosa que siempre – sollozó el hombre, mientras tomaban asiento en la sala de espera.Emma no sabía que
De inmediato las enfermeras se acercaron a él e hicieron la revisión de rutina.–Es algo que pasa a menudo – dijo una de las mujeres – solo necesita recuperarse del shock, créame, vemos esto más de lo que nos gustaría.Al igual que Briana, Axel fue llevado a una habitación, aunque, a diferencia de su esposa, él no estaba en estado crítico o al borde de la muerte.Cuando estuvo dentro de la habitación, Axel sintió la misma presión como si una roca fuerte y muy grande estuviera aplastando su pecho, era producto de la tristeza que tenía por dentro, el hombre no pudo dejar de pensar en que Briana no lo perdonaría jamás, porque era obvio que ella se daría cuenta que el motivo de su envenenamiento fue aquel té. Lo iban a descubrir y él no tendría forma de salvarse de aquello, pensó.–Esto es como una mala película de terror – Dante se rascó los ojos mientras intentaba pensar con claridad – tengo a mis dos padres en el hospital, esta situación es sumamente jodida.Emma siguió abrazándolo.–P