–¡Dante no! ¿Qué estás haciendo? – gritó Emma, cuando su esposo se alzó sobre su amigo. Aunque Dante escuchaba a Emma y lo que menos pretendía era faltarle al respeto estando en su propia oficina, tampoco se sentía capaz de tolerar por más tiempo aquella ridícula amistad que le ponía los pelos de punta, no porque Emma no tuviera derecho a tener amigos, sino porque él sabía que Mathew no era un amigo cualquiera, él solo estaba cortejándola, esperando el momento perfecto para poder lanzarse a sus brazos, y Dante estaba harto de aquella situación.Si Emma no era capaz de darse cuenta de la realidad y hacer algo al respecto, entonces él lo haría.–¡Dante, por un demonio! – Emma agitó los brazos, pero ninguno de los dos hombres la escuchó y debido a su embarazo, ella no se arriesgaba a meterse en la mitad con la posibilidad latente de recibir un golpe de alguno de aquellos dos neandertales.Ambos se estaban golpeando a diestra y siniestra, Mathew encajó un puñetazo en la mandíbula de Dan
Aquella mañana en que Dante entró en el edifico de industrias Neville, todos se lo quedaron viéndolo por los muchos y evidentes moretones que tenía en el rostro, su mejilla derecha y su labio inferior estaban hinchados, su ceja tenía puesta una bandita que cubría su piel ligeramente abierta, sin mencionar el cuello que tambien tenía magullado. –Es un hombre violento, le gusta pelear mucho, por eso dicen que su esposa se ha mudado de la casa en que vivían juntos – rumoreó uno de los empleados.Dante escuchó aquel cuchicheo, sin embargo, no pensaba rebajarse a contestar o a contradecirlo, suficientemente estúpido se sentía por lo que pasó la mañana anterior. –Tal vez él tambien la golpeó a ella y por eso se fue – dijo otro de los empleados, que veía a Dante atravesar el pasillo.El hombre respiró profundo, contó hasta diez y entonces se metió dentro de la oficina, estando allí, cerró las persianas para no ver a ninguno de esos chismosos que se involucraban en su vida cuando la verda
–¡Van a matar a ese imbécil! – gritó el barman, viendo como aquel hombre del bar molía a golpes a Dante, quien estaba tan ebrio que ya no era ni siquiera capaz de defenderse a sí mismo – ¡Guardias! – el barman llamó a la seguridad del bar – ¡ayúdenlo y sáquenlo de aquí! – gritó el hombre. El par de gorilas detuvieron la pelea y pusieron a Dante en pie, aunque en realidad tuvieron que prácticamente cargarlo, Dante estaba tan mal que no era capaz de sostenerse en sus propios pies.–¡Eso te enseñará a no meterte conmigo ni con mi mujer! – gritó el hombre a quien Dante estuvo ofendiendo desde que llegó al sitio.–No me saquen de aquí todavía, tengo que darle un par de advertencias a esa pobre alma – siseó, incluso aunque hablar le costaba demasiado.–¡Otro borracho! – soltó el guardia con asco.Cuando estuvieron fuera del bar, el guardia tiró el cuerpo de Dante sobre el andén, sin importar que el golpe le generó una herida más en el tórax, aunque eso tampoco preocupaba demasiado al homb
Valeria lo miró con preocupación, realmente ella no estaba deseando irse de aquella habitación. –Déjame quedarme esta noche – pidió – prometo que dormiré en otra habitación, no seré una molestia para ti, tampoco trataré de seducirte en la madrugada, yo solo quiero acompañarte y no dejarte solo.Dante negó con la cabeza, a sabiendas de que aquellas intenciones de la mujer eran guiadas por la culpa y no porque ella fuera precisamente una buena persona.–No, tienes que irte de inmediato, yo estoy bien – su tono de voz fue rudo, tosco, era claro que estaba a la defensiva.Ella se puso en pie, sin embargo, caminó muy despacio, esperando que por alguna mágica razón él la detuviera y la dejara dormir ahí bajo los techos de esa casa que en algún momento tambien fue suya.–Llámame si necesitas algo – soltó, rindiéndose.Dante la acompañó hasta la puerta principal y después regresó cojeando hasta su habitación, una vez allí, se acostó con cuidado sobre el colchón y miró al techo, poco a poco
Al día siguiente, después de que Valeria se fuera para la agencia, Emma salió de su habitación, completamente arreglada, como era de costumbre, se encontró en la cocina con Antonia cuando fue a buscar su café matutino.–Buen día Emma, hice té caliente por si acaso quieres un poco – la joven sonrío a Antonia y aceptó el ofrecimiento, ya tomaría su café cuando llegara a industrias Neville.Mientras estaban ahí, Antonia buscó la forma de abordar el tema de Dante con la joven, realmente entre ambas no había mucha confianza, pero, aun así, Antonia sentía que tenía un par de cosas por decirle.–¿No piensas volver a la mansión Neville? – fue lo único que se le ocurrió preguntar para romper el hielo.Emma frunció el ceño, sintiéndose confundida por la pregunta.–No, no creo que vaya a regresar por ahora – la joven se sintió momentáneamente incomoda – debo irme a trabajar – recordó, dándole el ultimo sorbo al té y dejándolo sobre la encimera.–¡Escucha Emma! – Antonia la detuvo – creo que todo
–Por favor, llévele hielo al señor Neville, para que pueda ponérselo en el rostro, tambien pregúntele si necesita analgésicos – dijo Emma a la empleada de servicios de la empresa. La mujer asintió con la cabeza, sin embargo, rodó los ojos con fastidio en cuando salió de allí, recordando que dos días antes, Dante tuvo el mismo tipo de comportamiento, mandándole a llevar comida a su esposa para que no se descompensara.Pero los papales habían cambiado drásticamente, y en ese momento, era Emma quien se preocupaba por Dante y quien trataba de velar porque todo estuviera bien con él… bueno, por lo menos todo lo bien que era posible, teniendo en cuenta las circunstancias.Después de ver a la empelada entrar en la oficina de Dante, Emma regresó a su asiento, soltó un bufido y se rascó los ojos, de inmediato, bajo sus manos a su cuello y se hizo masajes a sí misma.–Joder! Y yo que pensé que ya no podías ser más patética de lo que eres – se burló Susan, viéndola darse masajes – ¿No tienes a
A la mañana siguiente, Emma estaba tan aburrida que evitó encontrarse con Antonia o Valeria. –¿Qué vamos a hacer si se aburrió de nosotras? – ella habló con su barriga.Después de haberlo vivido, Emma no soportaba la idea de que Dante la tratara como a cualquier persona, después de todo, ella era la mujer que llevaba a su bebé en su vientre, la misma a la que él le había prometido que lucharía por una familia juntos.–quizá cambió de opinión – soltó la chica, con las hormonas a flor de piel y la tristeza emanando por cada uno de sus poros.Cuando se cansó de caminar y de pensar en su esposo, Emma tomó un auto que la dejo frente al edificio de industrias Neville, aunque quería romper con su rutina, lo único de lo que no podía escapar era de su tan acostumbrado y amado café, estando allí ella pensó en comprar uno para Dante. Al llevárselo, se dio cuenta de que él no estaba, ver aquella silla vacía no auguraba nada bueno a la mujer, quien esa mañana se sentía más triste que nunca.No
–No puedo creer que después de tanto tiempo tenga a la mismísima Emma Astley frente a mi – dijo Rebeca.A Emma le costó recordarla, sin embargo, en cuanto lo hizo, se alejó de Mathew y abrazó con fuerza a aquella amiga que hizo posible que ella fuera libre.–¡Rebeca! Por amor a Dios, ¿Cuánto tiempo ha pasado? – dijo, mirándola con orgullo.–¡Ay! No vuelvas a usar esa frase, suficiente tuve con todo lo que debí escucharla en el convento.Mathew se quedó rezagado detrás de las mujeres, sin embargo, en cuanto Rebeca lo vio se interesó por él.–Me doy cuenta de que no has perdido tu habilidad de rodearte de buenos hombres – dijo, guiñándole un ojo.Definitivamente Rebeca no había perdido esa forma de ser rebelde y coqueta.–Rebeca, él es Mathew Smith, mi exjefe – Rebeca extendió su mano y aunque Mathew la estrechó, ella no quedó satisfecha con ese simple gesto, de modo que lo empujo hacía ella y le dio un descarado beso en la mejilla.–¿Y se supone que tu saliste de un convento? – pregunt