El padre de Dante le sonrió a Emma, como si no llevara entre sus manos la razón de toda la tragedia de la vida de la chica. De forma descarada y cínica, él se paseó por la oficina, hasta sentarse en la silla detrás del escritorio de Emma, silla que le pertenecía a ella, pero la misma con la cual el hombre pretendía enviar un mensaje, que a Emma le llegó alto y claro.–¿Por qué ha venido a verme? – preguntó, viendo las actitudes descaradas de su suegro.–Toma asiento, por favor – él señaló la silla frente a él.Emma dirigió sus ojos al espacio vacío y tras meditarlo un par de segundos, se dio cuenta de que no tenía por qué obedecer las órdenes de Axel, después de todo, era él quien había ido a buscarla, él era el intruso, no ella.–Me quedaré de pie, aquí estoy muy bien.El hombre levantó los hombros con indiferencia, al tiempo en que subía los pies y los cruzaba sobre el escritorio.La mandíbula de Emma quiso caerse al suelo al verlo haciendo aquello, es que, ¿Quién se estaba creyendo
–Emma, cariño – ella escuchó una voz femenina y sumamente dulce que la llamaba al tiempo en que le hacía caricias en el pelo – Emma, mi vida, feliz cumpleaños. Emma sonrió al sentir el tacto de aquella mujer, el contacto físico le generaba paz, y esa voz cálida y dulce le hacía sentir segura, como si estando con ella, nada fuera a pasarle, sus demonios desaparecieran y por fin pudiera dejar de temer y de estar a la defensiva con todos los que estaban a su alrededor.–Es momento de despertar, hay muchas cosas que debes hacer a partir de ahora.–Estoy muy cómoda – Emma se arropó aún más, cubriéndose del frio que esa noche la arrullaba.–Tienes que ir al colegio, cariño, debes despertar ya.Cuando Emma abrió los ojos, se vio a sí misma, tendida sobre la cama mientras hacía mohines porque no quería ir al colegio, al lado de una Emma niña, estaba su madre, acariciándola y tratando de despertarla para que no llegara tarde a la primera hora de clases. –¿No puedo quedarme en casa? ¡Es mi
Dante regresó a la barra de la cocina, donde se sentó completamente derrotado, aunque se había prometido luchar incansablemente por ella, no podía evitar esa sensación de estar peleando por algo que jamás iba a conseguir tener completamente. Tal vez, ese era el karma que Dante Neville debía pagar por haber hecho tanto daño a Emma en el pasado, por haberla pisoteado y haberla rebajado.El tiro le salió por la culata a aquel hombre que en ese momento se lamentaba no haber aprovechado el amor que Emma le tuvo en el pasado. Es que, si pudiera volver en el tiempo, él no habría dudado, él la habría estrechado entre sus brazos para no soltarla nunca.Valeria, quien estaba recién despertando, se acercó a la cocina con preocupación, al ver la cara larga y triste que tenía su exnovio.–¿Está todo bien? – cuestionó ella con el ceño fruncido, acercándose a la cafetera, que estaba justo a un lado del asiento de Dante.El hombre vio a Valeria y entonces negó con la cabeza, definitivamente el descar
–Está hecho, Dante – dijo Axel, entrando en la oficina de su hijo.El hombre tenía los ojos rojos, claramente había estado llorando, Dante fue capaz de darse cuenta, incluso aunque el ego y soberbia de Axel jamás permitiera aceptar algo como tal.–¿De qué hablas? – preguntó su hijo, mirándolo con sería preocupación.–Acaban de confirmar la compra de las acciones de industrias Neville – suspiró – en dos días, la junta en pleno hará la presentación formal del nuevo miembro – Axel soltó una risa sin nada de gracia – esa persona nos tendrá en sus manos, tiene mucho más poder que nosotros… nos hemos vuelto una sociedad minoritaria dentro de nuestra propia compañía.Axel se llevó una mano a la boca, pasándose los dedos sobre la barba de tipo candado que adornaba su cara.–Se nos ha salido de las manos – soltó.–Todavía podemos hacer algo al respecto. –¡No! – gritó Axel – ¡Ya no hay nada que hacer! No seas ingenuo, Dante, lo hemos perdido, ¡ninguno de estos bastardos accederá a vendernos a
Emma y Susan regresaron a la oficina cargadas de bolsas de todas las compras que Emma hizo aquel día, ahora que empezaba una nueva etapa en su vida, tenía que renovar su guardarropa y convertirse en la mujer importante y elegante que siempre fue. Era momento de dejar salir a la Emma real, aquella mujer vanidosa que no iba a permitir que nadie volviera a pisotearla jamás. –¡Joder! Y yo que pensé que tenía un problema con las compras, pero viendo todo esto, creo que la del problema eres tú – se burló Susan.En ese momento, mientras Emma disfrutaba como niño en navidad, Susan recibió un mensaje de Mathew, diciendo que ya todo estaba listo y que pronto los invitados comenzarían a llegar.–¿El horario de trabajo cambió hoy? – Emma frunció el ceño, dándose cuenta de que muchos de los empleados ya estaban comenzando a marcharse.–Si, ha sido una semana pesada, así que les dije que podían irse antes, además, tú y yo tambien debemos irnos ya, Mathew nos espera en el restaurante en solo algun
–Tu no has arriesgado nada por mi – dijo Emma, quien seguía siendo ignorante de todo lo que su esposo hizo para no traicionarla o hacerle daño – tu solo dices eso porque te gusta verme débil, te agrada saber que estoy a tus pies, que me tienes en la palma de tus manos – siseó. La forma lenta de hablar de Emma, además de la música que salía por los altavoces y la mirada feroz de la mujer, hicieron que Dante se pusiera duro de inmediato, su boca se secó y debió pasar su lengua por su labio inferior para calmar esa ansiedad que tenia de besar desesperadamente a Emma.–¿Y funciona? – cuestionó él, con aquella sonrisa coqueta que la descomponía a ella.–¿De qué hablas?–Todas mis palabras, sirven para provocarte como acabas de mencionar – Dante comenzó a disfrutar de la situación.Podía sentir el cuerpo de Emma temblando bajo su contacto, aun así, era interesante ver la forma en que ella lo retaba con la mirada, aun cuando era evidente que sus rodillas estaban a punto de delatarla y hac
Dos días después, con una orden judicial en sus manos, Emma fue junto a sus abogados y la policía de la ciudad a aquella casa en la que había vivido toda su infancia, esa que escondía secretos y guardaba los ruines pasos del hermano que prefirió el dinero antes que a su propia sangre. –No tengo llaves, pero no creo que él vaya a abrir la puerta – soltó Emma.La diligencia se estaba llevando a cabo muy temprano, Emma conocía a la perfección los horarios de Ezra, después de todo, tanto tiempo con él la obligó a guardar en su cabeza cada una de sus costumbres, desde las más básicas, como su hora de despertar, hasta aquellas más extrañas y confusas, como que nunca comía carne en viernes, por un tema de superstición.–Como dueña, necesitamos que nos autorice el ingreso forzoso a la casa – dijo el abogado.Emma asintió con la cabeza.Cuando el policía rompió la cerradura de la puerta principal, y entró junto a ellos y los otros dos acompañantes, Emma se sintió poderosa, no por el hecho de
–No les des el placer de verte destruido – dijo Briana Neville a su esposo, quien esa mañana llevaba una resaca de los mil demonios.La noche anterior Axel estuvo sentado frente a su chimenea, bebiéndose todo el contenido de su bar, al tiempo en que escuchaba música y se lamentaba como habían sido las cosas, mientras maldecía a su hijo y se daba golpes de pecho por haber perdido su empresa, una cosa que no dejó de repetirse fue “Mi padre estaría muy decepcionado” se decía el hombre, tras cada uno de los sorbos de los tragos que se bebió.–No estoy de humor, mujer – bufó él, intentado quitarse de encima a su esposa.Pero Briana tenía bien claro cuál era su papel en aquel matrimonio, de modo que, a pesar de la obstinación de su esposo, ella se puso enfrente de él, impidiendo que entrara a la sala de juntas donde ya estaban reunidos la mayor parte de los accionistas.Estando ahí, organizó el nudo de su corbata y le obligó a que terminara de meter la camisa dentro de sus pantalones.–Que