–Tu no has arriesgado nada por mi – dijo Emma, quien seguía siendo ignorante de todo lo que su esposo hizo para no traicionarla o hacerle daño – tu solo dices eso porque te gusta verme débil, te agrada saber que estoy a tus pies, que me tienes en la palma de tus manos – siseó. La forma lenta de hablar de Emma, además de la música que salía por los altavoces y la mirada feroz de la mujer, hicieron que Dante se pusiera duro de inmediato, su boca se secó y debió pasar su lengua por su labio inferior para calmar esa ansiedad que tenia de besar desesperadamente a Emma.–¿Y funciona? – cuestionó él, con aquella sonrisa coqueta que la descomponía a ella.–¿De qué hablas?–Todas mis palabras, sirven para provocarte como acabas de mencionar – Dante comenzó a disfrutar de la situación.Podía sentir el cuerpo de Emma temblando bajo su contacto, aun así, era interesante ver la forma en que ella lo retaba con la mirada, aun cuando era evidente que sus rodillas estaban a punto de delatarla y hac
Dos días después, con una orden judicial en sus manos, Emma fue junto a sus abogados y la policía de la ciudad a aquella casa en la que había vivido toda su infancia, esa que escondía secretos y guardaba los ruines pasos del hermano que prefirió el dinero antes que a su propia sangre. –No tengo llaves, pero no creo que él vaya a abrir la puerta – soltó Emma.La diligencia se estaba llevando a cabo muy temprano, Emma conocía a la perfección los horarios de Ezra, después de todo, tanto tiempo con él la obligó a guardar en su cabeza cada una de sus costumbres, desde las más básicas, como su hora de despertar, hasta aquellas más extrañas y confusas, como que nunca comía carne en viernes, por un tema de superstición.–Como dueña, necesitamos que nos autorice el ingreso forzoso a la casa – dijo el abogado.Emma asintió con la cabeza.Cuando el policía rompió la cerradura de la puerta principal, y entró junto a ellos y los otros dos acompañantes, Emma se sintió poderosa, no por el hecho de
–No les des el placer de verte destruido – dijo Briana Neville a su esposo, quien esa mañana llevaba una resaca de los mil demonios.La noche anterior Axel estuvo sentado frente a su chimenea, bebiéndose todo el contenido de su bar, al tiempo en que escuchaba música y se lamentaba como habían sido las cosas, mientras maldecía a su hijo y se daba golpes de pecho por haber perdido su empresa, una cosa que no dejó de repetirse fue “Mi padre estaría muy decepcionado” se decía el hombre, tras cada uno de los sorbos de los tragos que se bebió.–No estoy de humor, mujer – bufó él, intentado quitarse de encima a su esposa.Pero Briana tenía bien claro cuál era su papel en aquel matrimonio, de modo que, a pesar de la obstinación de su esposo, ella se puso enfrente de él, impidiendo que entrara a la sala de juntas donde ya estaban reunidos la mayor parte de los accionistas.Estando ahí, organizó el nudo de su corbata y le obligó a que terminara de meter la camisa dentro de sus pantalones.–Que
Dante arrastró a Emma lejos de la sala de juntas, de hecho, en entre más caminaban la mujer más dudaba del sitio en el que por fin se detendrían, realmente industrias Neville era un edifico grande y tal parecía que Dante estaba planeando llevarla al último rincón del lugar. Aunque Emma intentó quejarse, sus palabras fueron en vano, ya que él decidió no escucharla, y por otra parte, sus zapatos de tacón altos y nuevos le impedían ejercer resistencia, de modo que a la mujer no le quedó de otra más que moverse al ritmo que ordenaba Dante.–¿Es que piensas llevarme hasta Narnia? – se quejó.–Si tengo que hacerlo, si – gruñó entre dientes, sin una pizca de diversión por el mal chiste de ella – aquí estará bien – él subió con ella por unas escaleras que daban a aquella azotea que ella ya conocía, ahí quedaba el helipuerto de industrias Neville, aquel lugar donde Dante le había prometido amor eterno a ella y al bebé.Emma sintió un escalofrío en cuanto recordó aquel momento junto a su espo
–¿Qué te pasa, bola de pelos? – preguntó Dante a la gata, que estaba echada con la mirada triste, aun cuando su cría se juntó a ella para jugar – ¿Todo bien? – el hombre se agachó a un lado de la gata y la acarició, en respuesta Perséfone soltó un maullido lastimero que preocupó aún más a su dueño.Dante vio como su cría intentó halarla del pellejo para que se pusiera en pie, pero ni aun así ella se molestó en moverse, fue allí cuando Dante se dio cuenta de que algo estaba mal con ella, aquella no era una actitud normal en Perséfone, la gata era muy activa y juguetona.Enseguida, Dante la cargó en brazos y llamó a la cría para que lo siguiera, aunque una vez que salieron de casa tambien lo sostuvo entre brazos, Zeus todavía era una bebé y no podía enfrentarse a las bacterias del jardín.–Vas a estar bien, bola de pelos, te lo prometo – aseguró, usando aquel apodo con el que Emma solía llamar al gato.Dante llevó a sus mascotas hasta su veterinario de más confianza, una vez que estuvie
Emma frunció el ceño, cruzó sus brazos sobre su pecho y lo miró fijamente con desconfianza. Aunque no dudaba de la enfermedad de Perséfone, no podía dejar de pensar en que quizá, Dante estaba tramando algo mucho más que simplemente llevarla a su casa con motivos aparentemente inocentes.–A mí no me importaba ir en dos autos diferentes – siseó.–¡Es una ridiculez, mujer! Piensa en el medio ambiente, el calentamiento global, no podemos gastar combustible solo por niñerías.Ella levantó una ceja con indignación – ¿Niñerías?–Si, que no quieras ir conmigo en el mismo auto es una niñería, aún más cuando nos dirigimos al mismo sitio – Dante solo estaba provocándola, él más que nadie sabía lo fácil que caía ella en sus provocaciones.–¡No me trates de niñata! – refunfuñó, metiéndose dentro del auto a regañadientes.La única razón por la accedió a irse con él fue para callarle la boca y dejar de escuchar su catedra sobre medio ambiente o la madurez.–¡Eres increíble! – dijo la mujer, estando
–¿Te sientes mejor? – le preguntó él a Emma.Sin embargo, Emma no contestó, solo habían bastado aquellos minutos para que Emma se hubiera quedado dormida en los cómodos asientos de cuero del auto, los últimos días la mujer había estado tan ocupada estudiando sobre finanzas que no había dormido muy bien, tampoco había estado alimentándose de la manera adecuada, y su cuerpo estaba reaccionando en respuesta de aquellos malos hábitos.Dante puso música muy bajita y entonces condujo a la mansión, de vez en cuando, cuando tenía que detenerse en algún semáforo en rojo, la miraba con el rabillo del ojo, embelesado con los bonita que se veía durmiendo.Hubo un momento en donde incluso acomodó su abrigó, que se resbaló por las piernas de la mujer, quien se le había puesto a modo de sabana para cubrirse tanto como le fuera posible, el frio de Emma no era producto únicamente de la temperatura del ambiente, si no de su cuerpo, que estaba descompensado.–Emma, hemos llegado a casa – él la sacudió s
–¿Qué estás haciendo? – preguntó Emma cuando Dante la cargó en brazos para llevarla hasta la habitación.–Voy a llevarte a la cama, te quedaste dormida sobre la mesa de comedor, y dudo mucho que esa sea una posición cómoda para ti o para el bebé – él no pensaba discutir aquello con Emma. –Tengo que irme a casa – siseó la chica con la voz pastosa y cansada.Uno de los efectos secundarios que nadie la advirtió sobre el embarazo era lo cansada que se sentía todo el tiempo, ella estaba comenzando a sentir la carga de tener a un ser vivo creciendo en su vientre, y eso que su panza no era tan grande todavía, la mujer no quería ni imaginar lo cansada que andaría cuando tuviera ocho meses y dos kilos de barriga encima.–Esta es tu casa, Emma – susurró él.Primeramente, Dante pensó en llevarla al cuarto en el que ella se quedaba sola, sin embargo, esa noche él quería quedarse con ella, quería dormir al lado de la mamá de su bebé, en el sentido más inocente y tranquilo en que podrían hacer aq