Esa noche, Henry se aseguró de comprar las rosas más bonitas que hubiera, en realidad no le alcanzaba para ir a la mejor tienda, sin embargo, encontró un lugarcito que se veía medianamente decente, donde había flores de todos los tipos. Henry no estaba seguro de que a Layla le gustaran las rosas, no conocía su preferencia en flores, o en dulces, realmente no la conocía demasiado en ningún aspecto, a pesar de que había compartido demasiado tiempo junto a ella.Durante un segundo, aquel pensamiento lo entristeció, ¿porque no conseguía conocerla después de todo el tiempo que habían compartido? El hombre no pudo evitar pensar en la posibilidad de que hubiera algo malo en él.Y aunque lo había, su capacidad mental no fue suficiente para pensar demasiado en este asunto. Solo necesitaba verla y saber que ella no se iba a alejar de él, por lo menos no pronto.Cuando llegó al bar, el hombre se metió en aquella habitación sucia que ya había compartido en diferentes ocasiones con Layla, e inclus
–Si, ¿Diga? – Antonia respondió su celular, a la expectativa de que la persona que la llamaba fuera su hija, Valeria, de quien no había tenido muchas noticias desde la última vez en que se vieron. –Señora Darcy, le hablamos desde el comando de policía… – un hombre con voz fuerte y más bien ruda, se presentó, causando intriga en la mujer, quien comenzó a cuestionarse los motivos por los cuales la policía la estaba llamando – me comunico para informar que hemos encontrado el cuerpo de un hombre tirado en la autopista del kilómetro 49 al occidente – especificó – según las informaciones de criminalística, este hombre podría ser su esposo y necesitamos que se acerque para que pueda hacer reconocimiento del cadáver.Pasaron casi veinticuatro horas antes de que hubieran hecho aquella llamada a Antonia.–¿Podría repetir la dirección donde lo encontraron, por favor? – cuestionó, sintiendo como en su pecho comenzaba a formarse un nudo que le impedía la normal respiración.A pesar del aturdimi
Después de haber tenido que enfrentarse a una noticia tan impactante como la muerte de su esposo y padre, Valeria y Antonia se encargaron de hacer los arreglos de las exequias de Henry Darcy, quien murió atropellado por un auto aquella última noche en que se despidió de quien él sintió, había sido el amor de su vida.–¿Estás lista para esto? – preguntó Valeria a su madre.Antonia negó con la cabeza, la verdad era que, sin importar cuanto tiempo pasara, ella no dejaba de sentir aquel vacío y sensación de culpa, que era lo que más la martirizaba.–No lo sé – respondió la mujer con voz cansada y triste.Ella no pudo dormir los últimos días, tampoco había comido demasiado, se sentía débil y su cuerpo reflejaba aquello. –Vamos, mamá – Valeria ayudó a que la mujer se pusiera en pie y la llevó hasta la cocina de la mansión Neville.Los últimos días Antonia había permanecido en casa de Dante y Emma, ella no pensaba regresar a la casa de Ezra Astley, y por el momento, el único lugar que tení
–¿Por qué no prende esta cosa? – dijo Valeria para sí misma, mientras intentaba encontrar la forma de hacer funcionar el viejo tocadiscos que Dante tenía en su sala de estar.La mujer estaba medianamente ebria, se había bebido un poco más de la mitad de toda una botella de vodka y de repente, le habían entrado ganas de escuchar música y de bailar sola a través del salón, que era inmenso.–Es una pena estar sola en un sitio tan bonito y grande como este – dijo con la voz pastosa, como si realmente estuviera hablando con alguien más.Después de pelear un rato contra el tocadiscos, Valeria consiguió que una de sus canciones de jazz favoritos comenzara a sonar, pero, por desgracia, la música no estaba teniendo el efecto que ella esperaba, porque, el estar bailando a solas, solo le recordaba que no había nadie a su lado quien quisiera tomarla de la mano para moverse al mismo ritmo, y aquello era sumamente doloroso para la mujer.Mientras las lágrimas caían de sus ojos, apretaba la botella
¡Que descarada!Dante la miró estupefacto, casi como tratando de convencerse de que ese momento que estaba viviendo era real, de que ella, la mujer que se encargó de hacerlo pedazos hace solo unos meses estaba ahí, pidiéndole un beso como si nada hubiera pasado, definitivamente el hecho de que Valeria hubiera pedido disculpas no borraba el pasado, no eliminaba aquella historia trágica que había hecho que se desencadenaran cada una de las muchas tragedias que Dante tuvo que vivir en los últimos tiempos. Valeria fue la caja de pandora que desató el infierno entre los Darcy, los Neville y los Astley, si ella y Ezra no se hubieran revolcado, probablemente la vida de Dante seguiría siendo la misma junto a ella, Emma seguiría como si nada al lado de su hermano, Henry no habría muerto. Todo se hubiera mantenido imperturbable y él habría podido darle aquel beso, pero ella hizo que todo fuera diferente.–Bésame, Dante, te ruego que me beses – suplicó ella, sin miedo a humillarse más ante aqu
–Creo que debemos hacerle una fiesta sorpresa – propuso Mathew a Susan.Ambos estaban en la oficina de la mujer, haciendo planes para el cumpleaños número veintidós de Emma, que era al día siguiente. –Es una fecha importante, no podemos dejarla pasar como si no fuera nada –agregó. A Mathew le emocionaban las celebraciones y tratándose de alguien a quien él quería tanto, como Emma, quería hacer algo por lo grande, quería bajarle la luna y las estrellas con tal de hacerla sentir especial en un día tan significativo.–Ella dijo que no quería celebraciones – recordó Susan – de hecho, pidió que, en la medida de lo posible, no mencionáramos a nadie sobre su cumpleaños.–Ella no quiere eso – rectificó Mathew – por fin será una mujer mayor de edad en todo el mundo, no podemos dejar que esta ocasión pase desapercibida, creo que Emma solo tiene pereza de hacer una fiesta por sí misma, pero, por suerte ella no deberá preocuparse de nada, para eso nos tiene a nosotros dos.Susan rodó los ojos
El padre de Dante le sonrió a Emma, como si no llevara entre sus manos la razón de toda la tragedia de la vida de la chica. De forma descarada y cínica, él se paseó por la oficina, hasta sentarse en la silla detrás del escritorio de Emma, silla que le pertenecía a ella, pero la misma con la cual el hombre pretendía enviar un mensaje, que a Emma le llegó alto y claro.–¿Por qué ha venido a verme? – preguntó, viendo las actitudes descaradas de su suegro.–Toma asiento, por favor – él señaló la silla frente a él.Emma dirigió sus ojos al espacio vacío y tras meditarlo un par de segundos, se dio cuenta de que no tenía por qué obedecer las órdenes de Axel, después de todo, era él quien había ido a buscarla, él era el intruso, no ella.–Me quedaré de pie, aquí estoy muy bien.El hombre levantó los hombros con indiferencia, al tiempo en que subía los pies y los cruzaba sobre el escritorio.La mandíbula de Emma quiso caerse al suelo al verlo haciendo aquello, es que, ¿Quién se estaba creyendo
–Emma, cariño – ella escuchó una voz femenina y sumamente dulce que la llamaba al tiempo en que le hacía caricias en el pelo – Emma, mi vida, feliz cumpleaños. Emma sonrió al sentir el tacto de aquella mujer, el contacto físico le generaba paz, y esa voz cálida y dulce le hacía sentir segura, como si estando con ella, nada fuera a pasarle, sus demonios desaparecieran y por fin pudiera dejar de temer y de estar a la defensiva con todos los que estaban a su alrededor.–Es momento de despertar, hay muchas cosas que debes hacer a partir de ahora.–Estoy muy cómoda – Emma se arropó aún más, cubriéndose del frio que esa noche la arrullaba.–Tienes que ir al colegio, cariño, debes despertar ya.Cuando Emma abrió los ojos, se vio a sí misma, tendida sobre la cama mientras hacía mohines porque no quería ir al colegio, al lado de una Emma niña, estaba su madre, acariciándola y tratando de despertarla para que no llegara tarde a la primera hora de clases. –¿No puedo quedarme en casa? ¡Es mi