Capítulo 81
—Sí.

Hernán tenía una suave expresión en los ojos, pero en su interior guardaba algunas preocupaciones.

Al ver que Hernán no evitaba su contacto, Milena sonrió ligeramente y agarró firmemente la mano de Hernán.

—Creo que serás el mejor esposo del mundo. De ahora en adelante, estaremos juntos en todo momento, en la salud y en la enfermedad. Nos entenderemos mutuamente, confiaremos el uno en el otro, y juntos no tendremos miedo de nada.

Milena temía en su interior que a Hernán le disgustara su discapacidad física, pero no permitiría que eso la hiciera sentirse inferior; simplemente elogiaba constantemente a Hernán, con la esperanza de que él asumiera una responsabilidad interna.

Sin embargo, Milena no anticipó que esas palabras llevarían a Hernán a recordar de repente la decepcionante acusación de Jimena.

Él la había malinterpretado todo este tiempo.

Ella no era una mujer vanidosa, y él, debido a sus dudas, no había cumplido con su deber como esposo...

—¡Hernán! ¿Hernán?

Hernán regresó
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