Capítulo 255
Todos los matones se quedaron boquiabiertos, sin reaccionar en absoluto.

Miraron estúpidamente cómo Paco gruñía y luego caía desmayado por el dolor.

Jimena derribó a uno de los aturdidos matones, tomó una pistola de sus manos y en tres zancadas llegó al lado de Hernán.

—¿Tú...?

Hernán observó todo el movimiento de Jimena con sus ojos brillando de asombro.

—¿Qué?

Jimena se recogió el largo cabello descuidadamente, dejando al descubierto su blanca nuca. Con una sonrisa burlona, no le dedicó ni una mirada a Hernán: —¿Quieres decir que soy demasiado fuerte y tú eres tan débil?

Hernán no ocultó su admiración.

—No pensé que fueras tan fuerte.

Los dos estaban de espaldas uno al otro, Jimena miraba a los matones circundantes, Hernán miraba a Jimena. El cabello desordenado y el polvo no ocultaban la belleza de Hernán.

Él sonrió levemente, con una sonrisa sutil: —Pero si soy débil, ¿quién mejor que tú lo sabe?

Vaya.

Jimena le dio un codazo no muy fuerte pero lo suficientemente doloroso como para
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