Una vez más, corroboro que Amanda domina cada uno de mis sentimientos y mi completa voluntad. Luego de decir que iremos a donde ella elija, sonríe todo el día, anda cantando por ahí, está simplemente feliz.Pero todo cambió la tarde del jueves, cuando tocó el timbre.—Yo voy —dijo y bajó a prisa y descalza por las escaleras. La escuché discutir y me pareció reconocer la voz de Eugenia, fui abajo y lo constaté.—¿Qué pasa? —Pregunté y Amanda volteó rápido a mirarme, pude ver en su mejilla la furia de Eugenia y me apresuré a llegar a su lado.—No te permito a ti, ni a nadie que vengan a romper la paz de mi hogar ni a lastimar a mi mujer ¿de acuerdo? —Le externé con gesto duro y Amanda solo me tomó de la mano y me dio un ligero apretón para decirme que todo estaba bien—Esta mujer no me dejó pasar a verte, te tiene encerrado y te ha alejado de mi —dijo Eugenia llorando y admito que sintió pena en mis adentros, sus palabras llevaban el dolor plasmado y era ese el momento de decir la verda
—Mandy, mi vida —la tomé en mis brazos y paré un taxi que pasaba. No sabía cómo actuar, en momentos ejercía presión en la herida y luego pensaba que no estaba bien. Avanzar era dificilísimo, el chofer se metía por donde podía y Amanda estaba inconsciente.Un miedo en forma de frío me recorrió por toda la columna y quise llorar, pero debía ser fuerte para ella. Casi veinte minutos después llegamos al hospital y la atendieron de inmediato, entró a quirófano y aproveché para llamar a Vera ya su padre y contarles lo sucedido. Pero la llamada que me urgía hacer era a Eugenia.—¡Hijo! ¿Ha cambiado de parecer? —Me dijo en cuanto respondió y yo quería gritarle, comérmela viva de ser posible.—¿Dónde está la perra loca esa? —Pregunté con toda la rabia que había contenido en mi.—Javier…—¡Al diablo, soy Julián, entiéndelo de una puta vez!—¿Por qué me gritas así? —Me preguntó entre lágrimas y aunque supe que fui duro, no me doblegué. La mujer que amaba estaba herida de gravedad por las estupid
POV. AmandaAbrí los ojos con dificultad, hice mi mayor esfuerzo y la recompensa apareció ante mi. Ahí estaba el hombre que me daba la vida a cada instante, me miraba con anhelo y débilmente le sonreí.Se acercó a mi y me dejó un dulce beso en la frente.—¿Cómo te sientes, corazón?—Un poco adolorida, pero bien.Tenía perfectamente claro lo que había pasado. Una tipa sin juicio alguno, poseída por un amor enfermizo y no correspondido, me había herido. Pero nada grave.—Pediré algún analgésico para que pase el dolor —me dijo y se agachó para besar mis labios.-No. Déjalo así, no es fuerte. Mejor dime ¿dónde están los niños?—Vera ya los ha recogido y está en casa con ellos.Su voz era suave y calmada, casi un suave susurro del viento. Permanecía sentado al lado de mi cama y me acariciaba con sus manos y también con la mirada. Una que jamás vi antes.—¿Qué pasa? ¿Por qué me miras así?—Porque te amo —me respondió sin dudarlo ni un solo instante —y tuve miedo de perderte, ya sé lo que tú
POV. JavierVerla recuperada, andando ya sin dificultad y ver que las heridas han sanado de la manera esperada, eso es lo que me mantiene cuerdo entre tanto lío legal. Resulta absurdo, dado que soy abogado, pero me complica emocionalmente cuando es ella la implicada, la mujer de mi vida.De Erika nada se ha sabido, y el único camino que me queda, es ir a buscarla y de ser posible, entregarla yo mismo a la justicia.Mientras que, respecto a Arturo, las cosas fluyen de manera favorable. Al no tener un solo comprobante de lo que alega le pasa mensualmente a Emilio y con la evaluación de la psicóloga centrada por el juzgado, Amanda lleva todas las de ganar y Arturo puede incluso perder todo derecho sobre su hijo, dado laa formas en que se ha venido manejando y al haber testigos de los tratos que tuvo para con Amanda mientras estaban casados y aún después de su divorcio.La luz se alcanza a ver al final del túnel, la esperanza de formar la familia que hemos soñado ya parece no tan lejana
POV. Amanda—Amor —le hablé un tanto cautelosa, mientras él se colocaba su camisa frente al espejo —hoy tenemos el resolutivo de la demanda, era lo que esperábamos para irnos.—Así es. Podemos sentarnos a hablar sobre eso, que me digas a dónde te gustaría que fuéramos.—He pensado en la playa, quizás Eugenia necesita compañía —le dije mientras le ayudaba a colocarse la corbata y sentía su mirada clavarse en mi. Sentí su duda, me analizó por completo y entrecerró los ojos como para cuestionarme.—¿No cree que sería un poco presuroso tomar una determinación así? Hasta hace poco, la relación con ella era un poco tensa —me tomó suavemente por la cintura y me habló con toda la ternura que había en él, esa faceta que solo yo conocía y que tanto amaba —quizá debamos ir con más calma.—Eugenia es una mujer mayor, mi vida —le dije dejándole un beso en la comisura de los labios y él sonrió de medio lado y con una sensualidad desbordante —y yo he notado su cambio, ha estado cerca y se ha mostrad
Partimos una tarde de domingo, con nuestras maletas llenas de ilusiones y el anhelo de la familia feliz que ambos habíamos soñado y sucedió. Llegamos a un paraíso color turquesa, nos recibimos la calidez del Caribe y la calma nos golpeó la cara. Habíamos dejado todo atrás, la tristeza que su ausencia me había dejado, el temor a que los demás jamás dejaran de intervenir, todas las heridas que pudimos haber tenido. Nada de eso existía ya.Hoy, un par de años después de habernos instalado acá, recuerdo cada instante desde que comenzó nuestra mágica vida juntos y mi corazón salta emocionado al constatar que lo sigo amando como él a mi, y más cada día. Recuerdo particularmente el día en que me pidió matrimonio, un día común y soleado de playa, él en bermudas y yo en un vestido de flores y la inmensidad del mar como testigo y una semana después de nuestra boda, solo nosotros y las personas más cercanas, incluso de la familia y es que queríamos a nuestro lado solo a quienes se alegraban con
Quisiera haber perdido la noción del tiempo, mantenerme ajena a mi realidad. Hoy hace tres meses que Julián se ha ido y no se cómo es que he podido llegar hasta este día sin él.Hace un par de días que vino a visitarme la viuda de Antonio, el abogado con el que llegué a trabajar cuando me regresé para Valladolid y entre tanto que me dice se me quedó algo grabado y no precisamente de una manera positiva: “El dolor pasará y aprenderás a vivir con su ausencia”.Y sin embargo no se cómo hacerlo, su risa se quedó dentro de mi y a veces creo escucharla, me sorprendo esperándolo para comer, he llegado a poner su puesto y caigo en cuenta cuando Emilio pregunta para quién es y vuelvo a romperme en mil pedazos, porque simplemente no se adaptarme a estar sin él, no es solo que mi corazón lo extrañe, todo mi ser lo hace. Mi cuerpo extraña amanecer entre sus brazos, sentir sus manos recorrerme y que sus ojos me miren de la forma que me hacía sentir lo mas hermoso en la vida.Hoy ha sido un día un
Al siguiente día me levanté a la hora de costumbre y luego de dejar a Emilio en la guardería me fui para el despacho a revisar unos pendientes y estuve ahí hasta eso de las once de la mañana, hora en que salí para ir a la universidad. Corrí con suerte de que no había mucho tráfico y de que había un espacio cerca para estacionarme, lo tomé y bajé solo la carriola para ir a buscar a la chica. La miré en una de las jardineras, estaba sentada en el pasto con su bebé acostado en unas cobijas mientras ella hacía algún trabajo en su cuaderno, me acerqué despacio para hablarle y ni siquiera sabía su nombre.—Hola —volteó a mirarme y enseguida se puso de pie.—Licenciada, que gusto verla —se acercó y me dio un cálido abrazo.—¿Cómo estás? ¿Cómo va ese bebé? Se giró para mirarlo y sonrió feliz —Estamos bien, dentro de lo que cabe, y Ulises pues va creciendo a montones.—Ya lo veo —me le quedé mirando al pequeño que jugueteaba con sus manitas y sonreía sin motivo aparente mientras seguía acost