—¿Y a dónde ibas? —preguntó Thomoe al ver que él y Celeste se habían quedado solos, con una curiosidad genuina en su voz.—Yo... no lo sé —respondió tímidamente Celeste, agachando la cabeza, mientras jugaba nerviosamente con sus manos. Thomoe la observó con ternura y tomó su mentón suavemente para que lo mirara.—¿No lo sabes? —preguntó Thomoe, perdiéndose en los ojos de Celeste, con una mezcla de confusión y comprensión.Pero Celeste tenía pena de decir que iba a la farmacia, sintiendo un nudo en la garganta.—¡Tete! —pronunció Thomoe, tratando de sacarla de sus pensamientos.—A la farmacia —respondió Celeste al fin, con voz entrecortada por la incomodidad que sentía.—¿Te sientes bien? —le preguntó Thomoe preocupado, notando la tensión en su expresión mientras tomaba sus manos con delicadeza, sus ojos buscando los de ella en busca de alguna señal de malestar.—Sí, solo me duele un poco la cabeza —mintió Celeste, sintiendo el rubor subir a sus mejillas al tratar de ocultar su verdade
—Imagina que eres como este auto —respondió Thomoe, señalando el vehículo con un gesto enigmático. El automóvil, de un rojo brillante, relucía bajo el sol de la tarde, destacando entre los demás vehículos estacionados en la calle.—¿Cómo? —preguntó Celeste, intrigada por la comparación, sus ojos brillaban con curiosidad mientras observaba el automóvil.—Ya te lo explicaré, pero no hoy... El motor rugió con fuerza, mientras el vehículo se deslizaba suavemente por la calle, atrayendo las miradas de los transeúntes.Thomoe dejó a Celeste con la incertidumbre mientras arrancaba el auto y se dirigía hacia la plaza. Mientras tanto, en otra parte de la ciudad, con Mónica y Dan:—Lo siento por lo del rayón en tu auto, Dan —se disculpaba tímidamente Mónica por haber chocado el vehículo de Dan. —Tranquila, solo fue un pequeño rasguño —aseguró Dan, aceptando las disculpas.—Te ofreceré dinero para reparar tu auto —propuso Mónica con una expresión preocupada, mientras sacaba su cartera en bu
La sala del cine estaba envuelta en una atmósfera cargada de tensión, solo ellos y una pareja ocupada en la primera fila estaban en la sala, pero sus miradas ardientes lo abarcaban todo.—Voy a hacerte mía justo aquí —pronunció Thomoe en un susurro que hacía temblar a Celeste, mientras su aliento cálido acariciaba su piel.—Podrían vernos —comentó Celeste con voz entrecortada, su pecho subía y bajaba con rapidez por la emoción que le embargaba.—Lo dudo, están muy ocupados —apuntó él, con una sonrisa traviesa que insinuaba sus intenciones lascivas.Celeste vió a la pareja que se entregaba a besos apasionados, y un escalofrío recorrió su espalda, anhelando una conexión igual de intensa.—Solo no grites —le susurró Thomoe al oído, enviando ondas de deseo que encendían el fuego de Celeste, haciendo que su piel se erizara.—Sí —respondió ella con un susurro, con su voz temblorosa revelando la intensidad de su excitación.Él la guió con manos firmes, pero cada toque y cada roce, era una pr
Thomoe se quitó el mandil, lo dejó con suavidad sobre una mesita de madera gastada, y con pasos decididos se encaminó hacia su estudio, donde los proyectos de los alumnos de la universidad aguardaban su atención. Sin embargo, una nube ensombrecía su rostro mientras intentaba concentrarse. —¿Ya no voy a llorar? Mejor cocinaré —murmuró Celeste con un tono de resignación.Celeste se sumergió en la tarea de preparar la comida. Media hora después, el aroma tentador inundaba la lujosa cocina, y los platos comenzaban a tomar forma bajo sus manos expertas.—Esto me está quedando delicioso —exclamó Celeste, saboreando los primeros bocados con satisfacción. —Espero que le guste a Thomoe. Iré a buscarlo.Sin perder un segundo, Celeste se alejo de la cocina y salió corriendo en busca de Thomoe. Abrió una tras otra las puertas, con el corazón latiendo con fuerza en su pecho, pero su búsqueda resultó en vano. Thomoe había sucumbido al cansancio y se había quedado dormido en su estudio, ajeno al
Después de un rato, ambos se acostaron en la cama, envueltos en un silencio lleno de expectativas.Thomoe se retiró suavemente de Celeste y se acomodó a su lado, creando un espacio cercano entre ellos.Celeste se levantó de la cama, sintiendo el peso de la noche sobre sus hombros. Thomoe la observó con curiosidad, preguntándose hacia dónde se dirigiría la conversación.—Voy a prepararme para que puedas llevarme a casa —dijo Celeste, dejando claro sus planes.Se inclinó con gracia para recoger su ropa, mientras Thomoe la observaba con fascinación y confusión.Por un fugaz momento, Thomoe sintió que Celeste estaba más cerca de lo que había imaginado, desafiando sus expectativas.Thomoe guardó silencio, permitiendo que el silencio hablara por sí mismo.Con un gesto suave, la atrajo hacia él, sintiendo el calor de su cuerpo mientras la abrazaba con ternura.—Esta noche te quedarás conmigo —susurró Thomoe, envolviéndola con su cálida voz mientras la abrazaba por la espalda y apoyaba su cab
En cuanto llegó a la empresa, Thomoe se detuvo frente a las imponentes instalaciones de Garrett Enterprises y su mirada se posó de inmediato en el auto familiar estacionado cerca de la entrada principal. Una sensación de desconcierto y curiosidad lo invadió mientras se preguntaba qué motivaba la presencia de su familia en ese lugar.Con pasos rápidos y decididos, Thomoe se encaminó hacia el elevador subterráneo, cuyas puertas metálicas brillaban a la luz artificial del pasillo. El sonido de sus zapatos resonaba en el silencio del corredor, mientras su mente bullía con preguntas y conjeturas sobre la situación inesperada.Una vez dentro del elevador, Thomoe no podía contener su inquietud y comenzó a pasearse de un lado a otro, con la mirada fija en las puertas que pronto se abrirían.Finalmente, las puertas se deslizaron con un suave zumbido y Thomoe se encontró cara a cara con su familia y la empleada de sus padres, quienes lo esperaban con expresiones serias y expectantes.—¿Qué hac
Thomoe extendió su mano hacia Dan, instándolo a no permitir que los demás lo vieran derrotado. La preocupación se reflejaba en sus ojos mientras buscaba fortalecer el ánimo de su hermano.—Mi hermano jamás será vencido por esos idiotas, no le des el gusto a nuestro padre de verte de esta manera —afirmó Thomoe con confianza, su voz resonando en el aire tenso de la oficina.Dan, conmovido por el gesto de apoyo de su hermano, tomó su mano y se puso de pie. Un atisbo de gratitud se dibujó en su rostro, aunque su mirada aún reflejaba la preocupación por lo sucedido momentos antes.—¿Te provoca una pizza? —preguntó Thomoe, tratando de desviar la atención hacia algo más liviano.—No, no tengo hambre —respondió Dan, su voz cargada de emotividad mientras recordaba la escena dolorosa que acababa de presenciar.—Pero sé que te gusta —insistió Thomoe, buscando animar a su hermano.—Gracias por intentar motivarme, pero no permitiré que hablen así de Tete y que traten de esa manera a mi madre. Haré
Thomoe se apartó, desviando la mirada.—Ya no quiero hablar de ella —declaró, con un tono de voz cargado de emociones encontradas.Dan asintió comprensivamente.—Lo siento —se disculpó, reconociendo el dolor que sus palabras podrían haber causado.—Busquemos al papá de Tete —propuso Thomoe, intentando cambiar de tema.—Sí, vamos —respondió Dan, acompañando a su hermano.Caminaron por los pasillos del almacén, observando atentamente a su alrededor en busca de alguna señal del padre de Tete.Finalmente, recibieron información sobre su paradero: lo vieron entrar junto a la esposa de Angel.Se dirigieron hacia la dirección indicada, atravesando los corredores llenos de cajas y estanterías repletas de mercancía. El ambiente estaba impregnado de un murmullo constante de actividad laboral.A medida que se acercaban, comenzaron a escuchar ruidos ahogados que provenían del interior del lugar, lo que aumentó su curiosidad por lo que podrían encontrar.Al llegar frente a la puerta, se detuvieron