Thomoe se quitó el mandil, lo dejó con suavidad sobre una mesita de madera gastada, y con pasos decididos se encaminó hacia su estudio, donde los proyectos de los alumnos de la universidad aguardaban su atención. Sin embargo, una nube ensombrecía su rostro mientras intentaba concentrarse. —¿Ya no voy a llorar? Mejor cocinaré —murmuró Celeste con un tono de resignación.Celeste se sumergió en la tarea de preparar la comida. Media hora después, el aroma tentador inundaba la lujosa cocina, y los platos comenzaban a tomar forma bajo sus manos expertas.—Esto me está quedando delicioso —exclamó Celeste, saboreando los primeros bocados con satisfacción. —Espero que le guste a Thomoe. Iré a buscarlo.Sin perder un segundo, Celeste se alejo de la cocina y salió corriendo en busca de Thomoe. Abrió una tras otra las puertas, con el corazón latiendo con fuerza en su pecho, pero su búsqueda resultó en vano. Thomoe había sucumbido al cansancio y se había quedado dormido en su estudio, ajeno al
Después de un rato, ambos se acostaron en la cama, envueltos en un silencio lleno de expectativas.Thomoe se retiró suavemente de Celeste y se acomodó a su lado, creando un espacio cercano entre ellos.Celeste se levantó de la cama, sintiendo el peso de la noche sobre sus hombros. Thomoe la observó con curiosidad, preguntándose hacia dónde se dirigiría la conversación.—Voy a prepararme para que puedas llevarme a casa —dijo Celeste, dejando claro sus planes.Se inclinó con gracia para recoger su ropa, mientras Thomoe la observaba con fascinación y confusión.Por un fugaz momento, Thomoe sintió que Celeste estaba más cerca de lo que había imaginado, desafiando sus expectativas.Thomoe guardó silencio, permitiendo que el silencio hablara por sí mismo.Con un gesto suave, la atrajo hacia él, sintiendo el calor de su cuerpo mientras la abrazaba con ternura.—Esta noche te quedarás conmigo —susurró Thomoe, envolviéndola con su cálida voz mientras la abrazaba por la espalda y apoyaba su cab
En cuanto llegó a la empresa, Thomoe se detuvo frente a las imponentes instalaciones de Garrett Enterprises y su mirada se posó de inmediato en el auto familiar estacionado cerca de la entrada principal. Una sensación de desconcierto y curiosidad lo invadió mientras se preguntaba qué motivaba la presencia de su familia en ese lugar.Con pasos rápidos y decididos, Thomoe se encaminó hacia el elevador subterráneo, cuyas puertas metálicas brillaban a la luz artificial del pasillo. El sonido de sus zapatos resonaba en el silencio del corredor, mientras su mente bullía con preguntas y conjeturas sobre la situación inesperada.Una vez dentro del elevador, Thomoe no podía contener su inquietud y comenzó a pasearse de un lado a otro, con la mirada fija en las puertas que pronto se abrirían.Finalmente, las puertas se deslizaron con un suave zumbido y Thomoe se encontró cara a cara con su familia y la empleada de sus padres, quienes lo esperaban con expresiones serias y expectantes.—¿Qué hac
Thomoe extendió su mano hacia Dan, instándolo a no permitir que los demás lo vieran derrotado. La preocupación se reflejaba en sus ojos mientras buscaba fortalecer el ánimo de su hermano.—Mi hermano jamás será vencido por esos idiotas, no le des el gusto a nuestro padre de verte de esta manera —afirmó Thomoe con confianza, su voz resonando en el aire tenso de la oficina.Dan, conmovido por el gesto de apoyo de su hermano, tomó su mano y se puso de pie. Un atisbo de gratitud se dibujó en su rostro, aunque su mirada aún reflejaba la preocupación por lo sucedido momentos antes.—¿Te provoca una pizza? —preguntó Thomoe, tratando de desviar la atención hacia algo más liviano.—No, no tengo hambre —respondió Dan, su voz cargada de emotividad mientras recordaba la escena dolorosa que acababa de presenciar.—Pero sé que te gusta —insistió Thomoe, buscando animar a su hermano.—Gracias por intentar motivarme, pero no permitiré que hablen así de Tete y que traten de esa manera a mi madre. Haré
Thomoe se apartó, desviando la mirada.—Ya no quiero hablar de ella —declaró, con un tono de voz cargado de emociones encontradas.Dan asintió comprensivamente.—Lo siento —se disculpó, reconociendo el dolor que sus palabras podrían haber causado.—Busquemos al papá de Tete —propuso Thomoe, intentando cambiar de tema.—Sí, vamos —respondió Dan, acompañando a su hermano.Caminaron por los pasillos del almacén, observando atentamente a su alrededor en busca de alguna señal del padre de Tete.Finalmente, recibieron información sobre su paradero: lo vieron entrar junto a la esposa de Angel.Se dirigieron hacia la dirección indicada, atravesando los corredores llenos de cajas y estanterías repletas de mercancía. El ambiente estaba impregnado de un murmullo constante de actividad laboral.A medida que se acercaban, comenzaron a escuchar ruidos ahogados que provenían del interior del lugar, lo que aumentó su curiosidad por lo que podrían encontrar.Al llegar frente a la puerta, se detuvieron
En la bulliciosa universidad, donde los secretos parecen expandirse más rápido que la luz, Mónica y Celeste se encontraron en medio de un interrogatorio casual.Mónica, con una expresión intrigada, dirigió su mirada a Celeste.—¿Dónde estuviste ayer? —preguntó con curiosidad, sabiendo que la respuesta podría ser interesante.Celeste titubeó por un momento antes de responder, tratando de encontrar las palabras adecuadas.—Ha... estuve con Thomoe —respondió, con una mezcla de nerviosismo y reserva.La mirada inquisitiva de Mónica se intensificó.—No me mientas, hermanita. Conozco cuando me mientes —advirtió, decidida a descubrir la verdad.Celeste se sintió acorralada, pero decidió revelar un poco más de información.—Estuve con Thomoe —insistió, aunque su tono sugería que había más por contar.Mónica arqueó una ceja, intrigada por la respuesta de Celeste.—¡¿Qué?! —exclamó, sorprendida.Antes de que Celeste pudiera continuar, Mónica la interrumpió.—Tú y él... —comenzó Mónica, pero Ce
Monica quedó atónita ante la inesperada cercanía de Dan. Su reacción instintiva fue empujarlo, pero él la sujetó hábilmente por la cintura, provocando que ambos perdieran el equilibrio y terminaran en el suelo, con ella sobre él.—¿Qué estás haciendo? —exclamó Monica, tratando de recobrar la compostura.Dan, con una sonrisa pícara bailando en sus labios, la miró con un brillo travieso en los ojos.—Creo que necesitas clases de besos —bromeó Dan, provocándola con su comentario.Monica rodó los ojos, pero respondió con un toque de sarcasmo en su tono.—Oh, claro, ¿y quién mejor para enseñarme que tú? —replicó Monica con ironía.Dan soltó una risa suave, deleitándose en el juego verbal.—Si lo dices tú, debe ser verdad —respondió Dan con sarcasmo, disfrutando del contrapunto entre ellos.Monica frunció el ceño, un tanto molesta por la burla de Dan.—¿Y entonces, por qué volviste a besarme, idiota? —le desafió Monica, con determinación en su voz.Dan no pudo evitar reír entre dientes, mos
Thomoe estaba ordenando su ropa cuando recibió el mensaje de Dan.Mientras lo leía, Celeste se acercó con curiosidad, sus ojos escudriñando el teléfono de Thomoe con interés.—¿Pasa algo? —preguntó ella, con una leve arruga de preocupación en su frente.—No, vámonos —respondió Thomoe brevemente, con una mirada rápida hacia Celeste antes de volver su atención al mensaje.Celeste levantó una ceja, su curiosidad era aún palpable en el aire.—¿A dónde? —preguntó Celeste, con un destello de intriga en sus ojos.Thomoe sonrió con astucia, sus labios curvándose en una mueca juguetona.—A dar un paseo. Decidí no dar clases hoy. ¿Quieres venir conmigo? —ofreció, con su tono sugestivo cargado de anticipación.Celeste asintió emocionada, con una sonrisa iluminando su rostro. Se apartó para arreglar su ropa, ajustando cada detalle con precisión, mientras el corazón le latía con emoción. En ese momento, Thomoe la abrazó suavemente por la espalda, atrayéndola hacia él con un gesto de intimidad, sus