—¿No vino Sakura? —cuestioné, al ver a Marcus en la recepción.De cierta forma me sorprendía que un director fuera el que cubriera su puesto, pero había pasado comprando un café antes de entrar al edificio para dárselo a Sakura.—¿La ves aquí? Es obvio que no —bufó, sin interés—. Tiene el día libre, ¿o crees que trabaja toda la semana?—Tampoco es para que me respondas así —me quejé—. Bueno, en ese caso te daré su café.Puse el vaso sobre el mesón, él no parecía estar muy interesado en la bebida. Me miraba de arriba a abajo con unos ojos juzgadores y los brazos cruzados.—Gracias, Aurora, pero no bebo café —informó, acomodando sus lentes.—¿Quién no bebe café? —inquirí, sintiéndome ofendida—. El café debería de ser eterno.—Lo es, mientras lo sigan produciendo —refutó.Tensé la mandíbula porque ese hombre buscaba la manera de contradecir mis palabras en todo momento.Yo solo quería entablar una conversación normal para no caerle mal y por lo menos conocer una cara nueva.—Entiendo que
Los días seguían pasando y no había vuelto a tener otro tipo de contacto similar con Jean desde aquél día en la oficina.Él aparecía en mis sueños sin poder controlarlo. Sueños húmedos en donde me hacía suya de distintas formas y posiciones placenteras.No paraba de anhelar su cuerpo sobre el mío. Me imaginaba sus dedos tocando cada parte de mi piel, pero tenía que calmarme o me iba a volver loca.Veinticinco años y nunca había sido tocada por un hombre. Esa era la razón de mi desespero al experimentar esa nueva sensación que me hacía suspirar.Me encontraba en mi habitación, peinando mi corta cabellera llena de rulos. Era un poco difícil soltar los nudos, al final siempre quedaban enrollados. Me estaba arreglando para ir a la biblioteca ya que quedé en reunirme con Jean esa tarde.Terminé y salí de la habitación, pero me topé de lleno con Salomé cuando crucé una esquina.—¡Ve por dónde caminas! —exclamó, arrugando la nariz—. ¿A dónde vas con tanta prisa? Últimamente te veo muy conten
Habíamos llegado a nuestro destino, en donde había una reja llena de lianas como entrada.Cruzamos por la misma, encontrándonos con un camino de piedras rodeado de altos árboles. El aire estaba impregnado de aromas frescos y terrosos. Los senderos dirigían entre las diferentes secciones del jardín, invitando a la exploración.Me parecía una vista agradable, sobre todo por las luces que estaban guindadas encima de varias cuerdas que recorrían toda la zona.—¿Te gusta? Lo reservé solo para nosotros —expresó Jean, con orgullo.Me tomó de la mano, entrelazando sus dedos con los míos. La chispa que me transmitía era una sensación de la que no quería escapar jamás.Sonreí, contenta porque se preocupaba por mí, por alegrar mis días sin importar lo oscuros que fueran. Seguimos caminando hasta llegar a una parte más centrada en donde claramente pude notar que todo estaba preparado.Había una tela de cuadros puesta en el césped. Encima tenía una cesta de picnic, junto a varios platos y vasos de
Se quitó su última prenda disponible, dejando a la vista a un socio bastante sorprendente. Abrí los ojos porque era la primera vez que veía uno real.Cara a cara.Le dije a mi corazón que se calmara, porque estaba segura de que Jean me trataría con cariño y amabilidad en todo el proceso.Se colocó el preservativo y volvió a inclinarse encima de mí para darme un largo beso con lengua que me encendió más de lo que estaba.Con una de sus manos empezó a frotar lento mi intimidad, jugando con cuidado en esa parte tan sensible llamada clítoris. Me estaba acostumbrando a ese delicioso placer que me causaban sus dedos.Me aferré a su espalda, por suerte mis uñas no estaban muy largas para lastimarlo. Él se aseguró de que mi parte íntima estuviera lo suficientemente húmeda antes de siquiera intentar entrar.Y lo logró.—No dudes en decirme si algo te molesta, ¿de acuerdo? —indicó.Asentí en respuesta.Su aliento chocó con el mío. Empecé a sentir a su amiguito adentrándose poco a poco. Estaba s
El día en donde nos hablarían sobre el acuerdo familiar había llegado. No quise comentárselo a Jean hasta que supiera de qué se trataba.Tal vez él también estaría al tanto para cuando yo me enterara. Salí de mi habitación con una ropa casual y el cabello recogido para que no molestara durante la cena.Por alguna razón, mi corazón estaba ansioso porque sentía que se trataba de algo muy grande. ¿Por qué otra razón lo ocultarían durante años?Llegué al comedor, en donde solo estaba sentada Salomé, quien me quedó viendo con malicia y no dudó en sacarme el dedo grosero por pura inmadurez.Rodé los ojos y me senté muy lejos de ella, aunque eso no evitaba el poder escuchar su estresante voz.—Por fin papá dejará el cargo y me lo dará a mí —soltó.—¿Te dijo eso?—No, pero estoy segura de que hablarán de ello en la reunión —sonrió, victoriosa—. ¿De qué crees que trate el acuerdo si no es sobre mí? —añadió.—Pues ya lo veremos, ¿y si en realidad están planeando dejarte sin nada? —La molesté.L
*Narrado por Jean*Aurora se había ido al baño, pero sabía que en el fondo estaba muy dolida por lo ocurrido y no volvería. Me sentía fatal por no haberle contado, pero no esperaba que mis padres acordaran una cena con los Hidalgo.Fue inesperado para mí. Tenía que resolver las cosas con Aurora porque mi intención no era hacerle daño, mucho menos acabar con la bonita relación que teníamos.¿Pero cómo iba a lograrlo? Si mi plan B todavía estaba lejos de poder llevarse a cabo.Suspiré.Habíamos terminado de comer y lo que más me entristeció fue haber visto que el plato de Aurora seguía intacto, pero ninguno de sus familiares se preocupó en ir a buscarla.—Salomé, ¿por qué no le enseñas la casa a Jean? Después de todo, pronto tendrá que vivir aquí —sugirió Eduard, con calma.Carajo.La castaña soltó un ligero chillido de emoción que trató de disimular al cerrar sus puños.En teoría, mis padres me estaban lanzando hacia la familia Hidalgo sin importar que perdieran el apellido Zelaznog en
Me dolía el corazón. No había logrado dormir en toda la noche y a pesar de haber recibido muchas llamadas y mensajes de Jean, decidí no responderle.Él iba a casarse, esa era la realidad. Yo no podía hacer nada para cambiarlo, ¿ir en contra de nuestros padres? Eso solo nos perjudicaría a ambos.Me estaba alistando para ir a trabajar. Me vi una última vez en el espejo. Tenía el cabello recogido en una cebolla para calmar mis alocados rulos. Traté de echarme bastante corrector debajo de los ojos para camuflar las ojeras de los mismos.Salí de mi habitación, dispuesta a pasar por la cocina para llevarme al menos unas tostadas. Me iría en taxi, ya que Salomé solía usar al chófer de la familia, dejándome atrás.—Disculpe, señorita, ¿no va a desayunar con su hermana? —preguntó una sirvienta, haciendo una reverencia.—¿Puedes guardarme unas tostadas en la lonchera? —inquirí—. Pero no vayas a decirle a ellas que estoy aquí. Me iré más temprano —murmuré, mirando a través del umbral de la puert
Sus labios me deleitaron como nunca antes. La pasión que emanaba de ambos se había duplicado desde la última vez. No sabía por qué me era tan difícil controlar mi cuerpo cuando se trataba de Jean.Mis manos actuaron por cuenta propia y rodearon su cuello por instinto, como si estuvieran listas para hacer eso, programadas para atraerlo.Su lengua se abrió paso dentro de mi boca. En ese momento no me importó que estuviéramos en la oficina porque la adrenalina era superior gracias a ese detalle.—Te amo, Aurora... Y jamás dejaré de hacerlo —Jadeó, sobre mis labios.Yo también quería decirle lo mismo, pero estaba concentrada en sus brillosos ojos, los cuales me comían como si yo fuera un delicioso dulce para él.Me cargó, trayéndome recuerdos de aquel día apasionado en su escritorio. Me subió en el para que mis piernas se abrieran, dándole paso a su zona más caliente.A pesar de que Jean tenía el uniforme puesto, el bulto entre sus piernas se hizo presente con un simple beso que nos dimos