Tardeeee, pero seguro!! Aquí les dejo el capítulo, les daré dos asi que el segundo viene en seguida. Besooooos
Samira Estoy a punto de enloquecer y hacer alguna estupidez como lanzarme encima de Isaias para evitar que se lleven a Amir, cuándo me quedo de piedra al escuchar la carcajada que sale de Amir. Eso es lo único que consigue sacarme de mi estupor, pero en lugar de tranquilizarme solo consigue alterarme mucho más, pues algo me dice que es una señal para antes de que la tormenta final se desate. —¡Tiene que ser una m*****a broma!—grita, al mismo tiempo en que yo digo sobresaltada: —¡No puedes hacer esto! Los ojos iracundos de Isaias se pasean de Amir hacia mí como si fueramos las personas más desagradables de la historia y en su mirada solo veo rabia y… decepción, antes de enfocarse únicamente en Amir, lo que hace que mi estómago se apriete de inmediato preparandome para lo que viene, que ´se que no será nada bueno.De eso ya estoy segura. —¿Acaso le parece que tengo cara de payaso, señor Rahal? —dice Isaias destilanto ironía en cada palabra—Usted quiso dárselas de atrevido, ahora de
Amir La rabia que estoy sintiendo me tiene con todos los músculos del cuerpo tensos. En especial cuándo ese agente de mierd4 me lanza a una celda como si fuera un maldito delincuente, sin embargo, en ningún momento he borrado la sonrisa prepotente de mi rostro y sé que eso estaba enloqueciendo. Lo compruebo justo cuándo al cerrar, Isaias me lanza una mirada de rabia y me dice: —Ya veremos cuánto te dura esa estúpida sonrisa. Al escucharlo, y simplemente para cabrearlo más, amplío al máximo mi sonrisa e inclino un poco mi rostro hacia la izquierda como si estuviera evaluando la situación, notando como las venas del cuello del hombre empiezan a marcarse, seguramente por lo mucho que se está conteniendo para no matarme. —Te ha dado en el ego, ¿No es así? —No se de que mierd4 hablas—oh, claro que lo sabe, y es aquí cuándo, borrando la sonrisa me acerco más a los barrotes y lo miro fijamente a los ojos antes de decir: —¿Ah no? Entonces permíteme que te refresque la memoria—le digo
Amir Observo cómo la agente esposa a los tipos y los deja sujetos a los barrotes de la celda. Sus movimientos son rápidos y precisos, y no puedo evitar preguntarme por qué está aquí, sin embargo no pienso bajar mis defensas, todas mis alarmas me gritan por que aquí hay gato encerrado. En especial ahora que sé que más de uno en el Mossad quiere mi cabeza en bandeja para llevarla a Karim. Finalmente, Aida termina su trabajo y solo entonces lleva sus ojos hacia mí, y me encuentro con su mirada. No puedo descifrar lo que hay en sus ojos, pero entonces hace una señal con la cabeza, invitándome a salir. Sin embargo, está loca si cree que voy a obedecerla como un perro a su amo, para marcar mi punto me cruzo de brazos y no me muevo de mi lugar. —Me ofende que piense que voy a seguirla—niego con la cabeza—No soy tan estúpido como para irme contigo voluntariamente, mucho menos después de lo que acaba de pasar—, le digo, manteniendo mi posición firme. No confío en nadie del Mossad en este mo
Samira No esperaba que mi regreso a la mansión fuese por una situación como esta, pero lo cierto es que tengo los nervios de punta mientras me bajo con los pequeños, gracias a alá, no tengo ni que tocar la puerta pues esta se abre antes que incluso pueda llegar a levantar la mano y al inclinar la cabeza me encuentro viendo de frente a un muy sorprendido Said. Nuestros ojos se encuentran y veo cómo él va bajando la mirada hacia el pequeño que llevo en brazos y luego hacia el que agarro de la mano y por la forma en que su rostro palidece me preocupa que vaya a desmayarse en cualquier momento. —Ni se te ocurra desmayarte, no puede ser esa la primera impresión que le das a tus sobrinos—le digo y con eso consigo que sus ojos estén nuevamente en los mios. Pero, si con eso intentaba calmar su impresión, el resultado es todo lo contrario, pues ahora creo que a Said está por darle un infarto. —Mis… ¿Mis sobrinos?—me dice y lo veo inclinarse cobre Malek que está en mis brazos, antes de solt
Samira Las últimas horas se convierten en un torbellino de estrés y tensión, pues esperar nunca ha sido agradable, mucho menos cuándo sabes que la persona que ama puede estar siendo lastimada. Por eso cuándo Said me insinúo que debía quedarme a esperar noticias suyas con su padre, quién para mi absoluta sorpresa terminó siendo un comandante en jefe muy importante del Mossad, le dije que estaba loco, que o iba conmigo o llegaba por mi cuenta. Y es por eso que ahora nos encontramos metidos en una sala de espera lo más traumática, me siento a punto de ser interrogada. Todo es blanco y de metal y el olor a desinfectante es tan fuerte que está haciendo lagrimear mis ojos. —Lo hacen posta—escucho entonces la voz de Said, quién se ha mantenido tenso y callado desde que llegamos. —¿Qué cosa?—me arriesgo a preguntar y veo cómo él se acomoda en su silla como si no se sintiera a gusto ni en su propio cuerpo. —Todo, desde el desagradable olor hasta la estúpida espera, todo lo hacen a posta
Amir Ni siquiera verle la cara de coraje al idiota de Isaias, me logra quitar la inquietud que siento al saber que el Mossad quiere joderme, y no solo eso, sino que además están trabajando con Karim. Lo único que ahora mismo me genera algo de paz es saber que ese animal está convencido de que la princesa está muerta, prefiero mil veces ser yo el receptor de su monstruosidad a tener que verla a ella nuevamente enfrentarse a ello. Si estábamos buscando un momento para actuar en definitiva tiene que ser este, no voy a poder descansar ni mucho menos estar tranquilo hasta no saber que ese imbécil está tres metros bajo tierra y con los gusanos comiendose su cuerpo. Han pasado veinte minutos desde que le envíe el mensaje a Samira y si no la llamé es únicamente porque necesito asegurarme de que mis llamadas no están siendo chuzadas, ahora mismo todo me causa desconfianza. Agarro mi celular y estoy a punto de volver a mandar un texto cuándo la puerta del salón se abre y siento que vuelvo a
Samira Eran casi las nueve de la noche cuándo regresamos a la mansión y lo primero que hice fue correr a ver a mis niños, solo para encontrarme con que ya estaban dormidos y acostados, Anya estaba dormida a su lado en una mecedora, lo que hizo que el corazón se me arrugara. Con cuidado me acerco hasta donde la mujer encuentra, sintiendo los pasos de Amir detrás de los míos yendo directo a los bebés. —Anya—digo con cuidado, pero como estuviera a la defensiva, ella se levanta en un santiamén. —¿Qué, qué? Aquí estoy niños aquí….—sus palabras van muriendo cuándo sus ojos adormilados se encuentran con los míos.—oh, mi niña ya ha llegado. —Si y te he traído un regalo—le digo, alejándome un poco para que pueda ver a Amir que está sonriendo detrás de mí. —Hola viejita. La rapidez con que Anya se pone en pie me deja alucinando y entonces lo próximo que sé es que tiene a Amir envuelto en un abrazo que él no duda en corresponder y santo padre, verlo así, tan feliz y sin todas esas barreras
Amir Besar a Samira es, por mucho, una de las cosas que amo hacer, la otra es por supuesto entrar en ella y escucharla gemir y gritar mi nombre, ambas cosas que pienso hacer ahora. Mis labios se mueven sobre los de ella con maestría y sus manos recorren mi pecho de arriba a abajo mientras entramos a nuestra habitación y con delicadeza la coloco sobre la cama, deleitándome con la forma en que sus mejillas se sonrojan y sus ojos brillan. —Eres una hermosa—le digo y veo que sus mejillas se hacen aún más rojas, una princesa, mi princesa. Ella me regala una sonrisa espléndida y estira sus manos hacia mí en una petición silenciosa que cumplo de inmediato acercándome para que pueda tocarme, entonces tomándome por sorpresa, la princesa me empuja hasta dejarme sentado y siento cómo se acomoda sobre mis piernas mientras que con cuidado va desabotonando uno a uno mis botones. —Si yo soy una princesa, entonces tú eres el principe de la brillante armadura que me ha rescatado—me dice y siento q