Cariñitos, estoy teniendo días caoticos, hoy trataré de darles varios capítulos, me disculpo pero voy a compensarlas. Mil gracias por la espera, son las mejores.
Amir Observo cómo la agente esposa a los tipos y los deja sujetos a los barrotes de la celda. Sus movimientos son rápidos y precisos, y no puedo evitar preguntarme por qué está aquí, sin embargo no pienso bajar mis defensas, todas mis alarmas me gritan por que aquí hay gato encerrado. En especial ahora que sé que más de uno en el Mossad quiere mi cabeza en bandeja para llevarla a Karim. Finalmente, Aida termina su trabajo y solo entonces lleva sus ojos hacia mí, y me encuentro con su mirada. No puedo descifrar lo que hay en sus ojos, pero entonces hace una señal con la cabeza, invitándome a salir. Sin embargo, está loca si cree que voy a obedecerla como un perro a su amo, para marcar mi punto me cruzo de brazos y no me muevo de mi lugar. —Me ofende que piense que voy a seguirla—niego con la cabeza—No soy tan estúpido como para irme contigo voluntariamente, mucho menos después de lo que acaba de pasar—, le digo, manteniendo mi posición firme. No confío en nadie del Mossad en este mo
Samira No esperaba que mi regreso a la mansión fuese por una situación como esta, pero lo cierto es que tengo los nervios de punta mientras me bajo con los pequeños, gracias a alá, no tengo ni que tocar la puerta pues esta se abre antes que incluso pueda llegar a levantar la mano y al inclinar la cabeza me encuentro viendo de frente a un muy sorprendido Said. Nuestros ojos se encuentran y veo cómo él va bajando la mirada hacia el pequeño que llevo en brazos y luego hacia el que agarro de la mano y por la forma en que su rostro palidece me preocupa que vaya a desmayarse en cualquier momento. —Ni se te ocurra desmayarte, no puede ser esa la primera impresión que le das a tus sobrinos—le digo y con eso consigo que sus ojos estén nuevamente en los mios. Pero, si con eso intentaba calmar su impresión, el resultado es todo lo contrario, pues ahora creo que a Said está por darle un infarto. —Mis… ¿Mis sobrinos?—me dice y lo veo inclinarse cobre Malek que está en mis brazos, antes de solt
Samira Las últimas horas se convierten en un torbellino de estrés y tensión, pues esperar nunca ha sido agradable, mucho menos cuándo sabes que la persona que ama puede estar siendo lastimada. Por eso cuándo Said me insinúo que debía quedarme a esperar noticias suyas con su padre, quién para mi absoluta sorpresa terminó siendo un comandante en jefe muy importante del Mossad, le dije que estaba loco, que o iba conmigo o llegaba por mi cuenta. Y es por eso que ahora nos encontramos metidos en una sala de espera lo más traumática, me siento a punto de ser interrogada. Todo es blanco y de metal y el olor a desinfectante es tan fuerte que está haciendo lagrimear mis ojos. —Lo hacen posta—escucho entonces la voz de Said, quién se ha mantenido tenso y callado desde que llegamos. —¿Qué cosa?—me arriesgo a preguntar y veo cómo él se acomoda en su silla como si no se sintiera a gusto ni en su propio cuerpo. —Todo, desde el desagradable olor hasta la estúpida espera, todo lo hacen a posta
Amir Ni siquiera verle la cara de coraje al idiota de Isaias, me logra quitar la inquietud que siento al saber que el Mossad quiere joderme, y no solo eso, sino que además están trabajando con Karim. Lo único que ahora mismo me genera algo de paz es saber que ese animal está convencido de que la princesa está muerta, prefiero mil veces ser yo el receptor de su monstruosidad a tener que verla a ella nuevamente enfrentarse a ello. Si estábamos buscando un momento para actuar en definitiva tiene que ser este, no voy a poder descansar ni mucho menos estar tranquilo hasta no saber que ese imbécil está tres metros bajo tierra y con los gusanos comiendose su cuerpo. Han pasado veinte minutos desde que le envíe el mensaje a Samira y si no la llamé es únicamente porque necesito asegurarme de que mis llamadas no están siendo chuzadas, ahora mismo todo me causa desconfianza. Agarro mi celular y estoy a punto de volver a mandar un texto cuándo la puerta del salón se abre y siento que vuelvo a
Samira Eran casi las nueve de la noche cuándo regresamos a la mansión y lo primero que hice fue correr a ver a mis niños, solo para encontrarme con que ya estaban dormidos y acostados, Anya estaba dormida a su lado en una mecedora, lo que hizo que el corazón se me arrugara. Con cuidado me acerco hasta donde la mujer encuentra, sintiendo los pasos de Amir detrás de los míos yendo directo a los bebés. —Anya—digo con cuidado, pero como estuviera a la defensiva, ella se levanta en un santiamén. —¿Qué, qué? Aquí estoy niños aquí….—sus palabras van muriendo cuándo sus ojos adormilados se encuentran con los míos.—oh, mi niña ya ha llegado. —Si y te he traído un regalo—le digo, alejándome un poco para que pueda ver a Amir que está sonriendo detrás de mí. —Hola viejita. La rapidez con que Anya se pone en pie me deja alucinando y entonces lo próximo que sé es que tiene a Amir envuelto en un abrazo que él no duda en corresponder y santo padre, verlo así, tan feliz y sin todas esas barreras
Amir Besar a Samira es, por mucho, una de las cosas que amo hacer, la otra es por supuesto entrar en ella y escucharla gemir y gritar mi nombre, ambas cosas que pienso hacer ahora. Mis labios se mueven sobre los de ella con maestría y sus manos recorren mi pecho de arriba a abajo mientras entramos a nuestra habitación y con delicadeza la coloco sobre la cama, deleitándome con la forma en que sus mejillas se sonrojan y sus ojos brillan. —Eres una hermosa—le digo y veo que sus mejillas se hacen aún más rojas, una princesa, mi princesa. Ella me regala una sonrisa espléndida y estira sus manos hacia mí en una petición silenciosa que cumplo de inmediato acercándome para que pueda tocarme, entonces tomándome por sorpresa, la princesa me empuja hasta dejarme sentado y siento cómo se acomoda sobre mis piernas mientras que con cuidado va desabotonando uno a uno mis botones. —Si yo soy una princesa, entonces tú eres el principe de la brillante armadura que me ha rescatado—me dice y siento q
Samira El fin de semana junto a Amir y los pequeños se le había pasado volando, finalmente le habían podido decir a los niños que él era su padre y aunque al principio no conseguían entenderlo bien, luego no querían separarse de él y la emoción en los ojo de Amir cada vez que los bebés le decían papá, es algo que no tiene precio. Sin embargo ahora debía ponerle cara a la realidad y ese era su plan para encerrar a Karim Slait. Tal como lo venían haciendo, el encuentro fue en el hotel solo que esta vez ya no estaba solo Amir, los agentes y ella, no, el padre de Said se había encargado de llevar a un equipo de al menos cinco hombres y en lugar de estar reunidos en el salón de siempre, todos estaban metidos en una habitación VIP dónde tenían todos los aparatos. Nada más verlos entrar Said saltó sobre ellos. —Joder, ¡¡hasta que aparecen!!—les dijo, consiguiendo un gruñido por parte de Amir, que hizo que Said pusiera los ojos en blanco y ella sonriera como tonta. Algun
Amir El silencio de Samira durante el trayecto de regreso a la mansión me tiene preocupado, ella no ha dicho una sola palabra desde que nos subimos en el auto y aunque no quiero presionarla y le estoy dando su espacio me estoy empezando a desesperar. Todos sabemos que la paciencia no es uno de mis dones predilectos, lo cuál es curioso pues ahora tengo dos diablillos de hijos que estoy seguro que van a agotar mis reservas. Cuando finalmente llegamos a la mansión, la veo bajar con rapidez y correr hacia dentro haciendo que yo haga lo mismo. —¿Princesa?— pregunto y al no tener respuesta me encuentro yendo detrás de ella sin pensarlo, solo para verla ir directo hacia los bebés y fundirlos en un abrazo. El corazón se me acelera solo con ver la imagen y una sonrisa se forma en mi rostro cuándo los ojitos de los pequeños dan con los míos y extienden sus manitos hacia mí. —¡Papi de bebés! —Hola diablillos. Dejando salir un poco la risa acorto el espacio que me separa de ellos y tal co