Cariñitooooos, ayer se me hizo imposible subir el capítulo, pero aquí lo tienen! En la noche les doy más :) Mil gracias por leer, besooooos
Amir Una semana, ha pasado una semana y no he podido encontrar al infeliz de Karim y a Samira. He recorrido no solo Marruecos, sino todas las ciudades cercanas buscando información y no he conseguido nada, lo que ha hecho que mi humor este peor que nunca. Ahora el aire se espesa con la tensión que me consume. Cada segundo sin ella se siente como una eternidad. Mi mente se ha vuelto un torbellino de preocupación y desesperación. No he descansado, no he comido, solo he estado buscándola sin descanso. Mi paciencia se ha deshilachado hasta quedar en hilos, y mi temperamento está al borde del colapso. El equipo de búsqueda se reúne frente a mí, esperando informes que no llegan con la rapidez que necesito. Mi pulso late con impaciencia, y mi voz resuena con un tono áspero cuando finalmente les demando respuestas. —¿Qué han encontrado?—inquiero, mi voz cargada de ansiedad y frustración. El líder del equipo titubea antes de responder. —Señor, tenemos una pista. Al parecer, alguien la v
Samira Un infierno, en eso es lo que se ha convertido mi vida en estos últimos tres meses. No he salido de la habitación en la que me encerró Karim, sino únicamente para asistir al comedor dónde debo ponerme la ropa que él me envía y compartir la mesa con él como si fuéramos una pareja. Pero nada de eso se compara a lo que siento cuándo la noche cae y tengo que rezar porque esta no sea la noche en que ese animal decida finalmente aprovecharse de mí. Hasta ahora me he librado por muy poco, pues Aida me ha ayudado a buscar excusas poniendo mi salud por delante o complicaciones con el embarazo, pero algo me dice que eso no va a durar para siempre y estoy aterrada, en especial cuándo escucho que el seguro de la puerta está siendo quitando desde la parte de afuera. Mis manos se van a mi estómago que apenas empieza a notarse y siento que todo se me revuelve cuándo el olor al perfume de Karim llega a mis fosas nasales, segundos antes de escucharlo. —Hola, hermosa—me dice con esa voz insi
Samira Siete meses y medio. Ese es el tiempo que llevo siendo el juguete de un monstruo sin escrúpulos. A estas alturas he dejado de intentar escapar, ya nada parece tener sentido, más que intentar poner a salvo a mi bebé, y es en eso que espero que Aida pueda ayudarme. La mujer se ha vuelto más misteriosa con cada mes que pasamos en esta casa de campo y aunque hay veces que quiero odiarla por no ayudarme a escapar, no puedo hacerlo. Aida lloró conmigo cuándo se enteró de lo que Karim me había hecho y en medio del llanto me prometió que me sacaría de aquí, pero que no podía ser ahora, que debía sacarme de una forma en la que él no fuera tras nosotras. De eso ya pasaron al menos cinco meses. Estoy sentada en la cama, desde la semana anterior he estado teniendo dolores en la parte baja del abdomen, pero obviamente Karim no me ha permitido ir a ver un médico, ni siquiera porque Aida le dijo que eso podía tener poner en riesgo mi vida, lo cuál no me sorprende, dudo que ese animal pueda
Karim se encuentra en una habitación sombría, rodeado de hombres con aspecto rudo y miradas huidizas. Sobre la mesa, una pila de dinero y bolsas de droga recién importada de contrabando. La conversación gira en torno al éxito del último envío de droga ilegal a México. —Karim, ¿has escuchado lo que ha pasado con Rahal?— pregunta uno de los hombres, con una expresión de intriga en su rostro. Las palabras causan un cambio en la atmósfera. Karim, con su mirada intensa, se enfoca en el interlocutor. —¿Qué debería saber yo de ese desgraciado?—responde, su tono cargado de desdén. —Te contaré. Parece que ha vuelto al buffet y está peor que nunca—, continúa el hombre, con una mezcla de preocupación y curiosidad. —Ha estado desmantelando a casi todos los traficantes del norte. Se rumorea que tiene la intención de destruirte. No sé qué le hiciste, pero si fuera tú, me andaría con cuidado. Karim frunce el ceño momentáneamente, pero luego esboza una sonrisa burlona. —No tengo nada de qué pr
Samira Dolor. Eso es lo primero que registro cuándo intento abrir los ojos y siento que estoy en un deja vu de cuándo tuve el accidente con mi padre, sin embargo rápidamente los recuerdos me abarcan: El dolor en mi abdomen, Aida entrando en la habitación, el sonido de un llanto, mi bebé. Abro los ojos de inmediato, todo se ve borroso a mi alrededor y por instinto intento sentarme pero un grito de dolor sale de mí de inmediato, pues el cuerpo me duele casi como si me hubiesen propinado una paliza, entonces el sonido de una puerta siendo abierta me pone en alerta, pues pienso que Karim entrará en cualquier momento para decirme que tiene a mi hijo, pero no es su voz la que llega a mi. La voz de un hombre desconocido me recibe y eso consigue que todo mi cuerpo se ponga en tensión. —Cuidado pequeña, todavía no has terminado de sanar. —me dice el desconocido y agradezco que no se haya acercado a mí. No quiero tener a ningún hombre cerca, no quiero que nadie me toque. —¿Quién eres? —
Amir Más de quince casos de éxito contra los mayores monstruos del medio oriente es solo una pequeña cifra de todo lo que he hecho en estos últimos casi 3 años. Para muchos eso puede ser un hito en su carrera, para mí se ha convertido en una obsesión. Todo esto no es más que un escape para conseguir sacarme de la cabeza lo que verdaderamente me mortifica y eso es Samira. No he dejado de pensar en ella ni un solo segundo y aunque me he prometido olvidar y rehacer mi vida, no lo he conseguido. Cada noche una vocecita dentro de mí me susurra que no debí haberme rendido, pero ahora nada de eso tiene sentido porque ella… Ella murió. Al principio no podía creerlo, me negué por completo, pero entonces conseguí tener en mis manos a uno de los lacayos del hijo de puta de Karim y luego de un interrogatorio bastante creativo el tipo simplemente escupió todo y yo no puedo hacer más que sentirme asqueado de mí mismo. El licor se convirtió en mi mejor amigo y el encierro en mi forma de vida. M
AmirUn torbellino de emociones me embarga de inmediato: rabia, dolor, deseo de venganza. Pero me obligo a mantener la compostura, a no revelar nada de lo que estoy sintiendo. —'¿Qué tienen de él? — pregunto, tratando de mantener mi voz firme y controlada. —Hace más de tres años que he levantado evidencia y para ustedes nunca pareció ser de importancia. Isaias suspira, como si el simple hecho de hablar sobre Karim Slait le pesara en el alma. —Se equivoca, señor Rahal", responde con solemnidad. —Nosotros pusimos mucha atención en sus palabras, pero la ley es lenta. Slait ha sido lo suficientemente astuto para esquivarnos. Sin embargo, hace un tiempo tuvimos una operación encubierta con él y estuvimos muy cerca de capturarlo antes de que se borrara del mapa. Creemos que si nos unimos a usted, podemos capturarlo más pronto que tarde. La mención de una operación encubierta con Karim Slait hace que mi sangre hierva en mis venas. Si el Mossad estuvo tan cerca de atraparlo, entonces
Samira No me alcanzan las palabras para describir todo lo que mi vida ha cambiado en menos de un parpadeo, para empezar tengo dos hermosos hijos de dos años, unos niños maravillosos que son lo único que hace que las pesadillas y los recuerdos del infierno que viví no me consuman. Amín y Malek, mis dos milagros que, sin importar nada le han dado un nuevo sentido a mi vida y, aunque me cueste admitirlo, son un recuerdo constante de Amir, un recuerdo de aquello maravilloso que viví, aunque no haya sido real. Sin embargo, las cosas no son tan sencillas, luego de que Aida e Isaias me sacaran de las manos de Karim, tuve que verme obligada a dejar a un lado mi vida y convertirme en un número más de la larga lista de personas que estamos en el programa de protección a testigos. Toda mi vida fue borrada, me dieron una nueva identidad, ahora soy Aisha Naim, mi cabello dejó de ser negro y ahora lo llevo en un tono caramelo al raz de los hombros y mis ojos ahora son cafés debido a las lentilla