Amir Samira me va a matar de un infarto. Eso es lo único en lo que puedo pensar mientras camino como león enjaulado por la sala de la mansión. Es que ¡¿Cómo se le ocurre querer ir con ellos?! Es una locura, una completa locura y aún así ni siquiera he tenido tiempo para decirle que no y en las horas que vinieron después cada vez que intenté tocarle el tema, ella me dio esa mirada asesina y no tuve más remedio que callar. Pero lo cierto es que más que enojado, estoy aterrado. De solo pensar que la princesa estará en el mismo lugar que ese animal hace que la sangre me hierva y el miedo a que algo terrible suceda se apodera de mi. De verdad esperaba que Samira cambiara de opinión, pero las horas fueron pasando y ella se veía más decidida en cada momento, al final no he podido hacer más nada que resignarme. A las diez en punto escucho la bocina del auto de Said afuera de la mansión y por un segundo, solo uno, considero la posibilidad de irme sin que Samira se de cuenta pero lo descar
Samira El aire se siente espeso en mis pulmones mientras espero junto a Amir y Said, con los binoculares en mis manos temblorosas. Trato de mantener la compostura, pero la ansiedad y el miedo se entrelazan dentro de mí, amenazando con desbordarse en cualquier momento. No puedo permitirme mostrar debilidad ante Amir; le prometí que podía manejar esta situación, y no quiero decepcionarlo. Entonces, como si pudiera leerme los pensamientos, siento la calidez reconfortante de la mano de Amir sobre la mía, grande, tibia y familiar y sus palabras tranquilizadoras resuenan en mi mente. —Todo va a estar bien, princesa. Estoy contigo. Probablemente lo que vamos a ver sea horrible, pero recuerda que esto es solo el inicio, no el final. Vamos a acabar con ese maldito y vamos a liberar a todas las chicas que haya traído. Una sensación de alivio comienza a desplegarse en mi pecho, aflojando, al menos un poco, el nudo de angustia que lo aprisionaba. Intento darle mi mejor versión de una sonrisa
Amir El sol se cuela por entre las nubes dispersas mientras avanzamos por las calles hacia la reunión con el comandante Nadim. Han pasado tres días desde aquella noche angustiante en la que presenciamos la llegada de las mujeres al muelle, y desde entonces una tensión palpable ha llenado el aire a nuestro alrededor. En especial luego de la llamada que nos ha hecho saber que ya hay una fecha estipulada para la subasta, lo cuál me tiene con los nervios de punta aunque hago lo posible por no demostrarlo, no quiero que la princesa se altere más de lo que ya está. Samira está a mi lado en el auto, llevando el disfraz que la oculta ante el mundo, pero no puede esconder la turbación que reflejan sus ojos. Su silencio me inquieta más que cualquier palabra, y no puedo evitar preguntarle si está bien. —Princesa, ¿Estás bien? No me gusta tu silencio—, le digo, mi voz cargada de preocupación y cuidado. Ella gira el rostro hacia mí, y en sus ojos encuentro un torbellino de emociones. Es entonc
Samira Finalmente el día había llegado y yo no puedo controlar mis emociones. Siento que he pasado por todos los estados de ánimo posibles en menos de 24 horas:asustada, emocionada, enojada, nuevamente asustada y asi es como estoy ahora: aterrada. Yo más que nadie sabe de lo que es capaz Karim Slait. Tal vez Amir lo ha investigado, tal vez el Mossad tiene evidencia, pero nada de eso se compara con haber vivido en carne propia lo que es ser su esclava. Lo que es que te humille, te golpee… Que abuse de ti. Y es eso, saber que eso mismo es lo que va a pasarle a esas niñas, a esas mujeres que han sido robadas de su vida y su familia, lo único que hace que no me pare enfrente de Amir y le diga que no vaya, pues sé que él no dudaría ni un instante en hacer lo que le pido. Por primera vez todos estamos en completo silencio mientras escuchamos las últimas ordenes del padre de Said y repasamos uno a uno los pasos, entradas, salidas y vías de escape en la bodega. Yo voy a estar viendo todo
Amir Avanzamos en la fila, pero por más que intento actuar con normalidad, es imposible ignorar la presencia de tantos rostros conocidos y públicos entre la multitud. Cada uno de ellos representa todo lo que detesto de este país: la corrupción, la impunidad, la indiferencia hacia el sufrimiento de los demás. Por alá, es que hay magistrados, jueces, congresistas, senadores, ¡Incluso famosos de la televisión! Siento una mezcla de rabia y repugnancia, pero me obligo a mantener la compostura. Es difícil contener la ira que hierve dentro de mí mientras observo a esos hombres poderosos, con sus trajes caros y sus sonrisas arrogantes. Sin poder callarme más tiempo, me acerco y susurro a Said con amargura: —Mira a estos malnacidos, a esta porquería es la que gobierna nuestro país y hace las leyes. Said me mira con gesto turbado y responde en un susurro igualmente cargado de emoción: —Hoy van a caer, vamos a encargarnos de que todos queden grabados. Sus palabras me reconfortan un poco,
Amir La respiración se había quedado atascada en mi garganta mientras Karim seguía gritando las características de la chica: Norteamericana, virgen, 18 años y una fiera que no estaba dispuesta a rendirse, eso último no lo dijo el tipo, lo puedo ver yo mientras la chica patalea con furia. Sin embargo, en el instante en que la primera puja se escucha, puedo notar como el cuerpo de la chica va perdiendo fuerza al tiempo que mis ojos y los de Said se dirigen hacia el hombre que ha ofrecido los 30 mil dolares y puedo ver como todo el cuerpo de mi amigo se tensa. El tipo está en los 60 años más o menos y el morbo y lascivia con que mira a la chica hace que la bilis se me suba a la garganta, entonces el salón se queda en silencio esperando que alguien de más pero nadie habla, supongo que no quieren una chica que de guerra. —Muy bien, 30 mil a la una—empieza a decir Karim y yo estoy a punto de ponerme en pie y acabar con esta mierd4 cuando la voz de Said a mi lado me deja paralizado. —1
Samira Media hora antes. La tensión en la sala de monitoreo es palpable, como una losa pesada sobre mis hombros. Observo las pantallas con creciente ansiedad, viendo cómo cada minuto que pasa nos lleva más cerca del desastre. Un sudor frío me recorre la espalda mientras el equipo de operaciones se prepara para entrar en acción, pero el plan se ha ido a la mierd4 demasiado pronto. Se suponía que las chicas estarían juntas en la sala adyacente, pero no es asi, no hay ni rastro de las mujeres, por el contrario un grupo de matones es lo que los agentes se encuentran y todo se ha vuelto un barrido de sangre, ni siquiera entiendo cómo es que Karim no se ha dado cuenta de lo ocurrido. —Está insonorizado—dice el comandante como si leyera mispensamientos—Lo hacen para que en la subasta no se oigan los gritos de las chicas, eso nos está sirviendo ahora mismo, pero si un solo hombre llega a escapar… Sería su fin. Lo sé, lo tengo claro y por eso el miedo se hace más grande con cada segundo
Amir El dolor estalla dentro de mí apenas siento la hoja de la navaja atravesar mi espalda, pero lejos de detenerme, lo que hace es que me llena de furia. No sé cuánto tiempo llevo enfrentandome a Karim, pero sé que no voy a descansar hasta saber que ha dejado de respirar, que ya no es una amenaza para mi familia y es ese mismo pensamiento el que hace que, pese al dolor, me gire sobre mi cuerpo y tomándolo por sorpresa lo agarro del cuello antes de estamparlo contra la pared. Puedo sentir la sangre saliendo de mi espalda, pero no voy a detenerme, mis manos aprietan con mucha más fuerza y acerco mi rostro al desastre ensangrentando que es el de Karim antes de decir: —¿Creíste que quedarías impune?—le susurro en voz grave y veo como sus ojos se abren mientras lucha por librarse de mi—¿De verdad pensaste que no te encontraría y te haría pagar? Cuándo creo que falta poco para que finalmente pierda el conocimiento, me toma por sorpresa cuándo siento su rodilla impactando en mi abdomen,