Orlando la cogió de la mano y la llevó a una habitación y ella la miró.—Esta será tu habitación 6 meses. — ella se giró y lo miró.—Es preciosa. — él sonrió y asintió.—Es toda tuya, puedes decorarla como quieras. — ella asintió. —Durante 6 meses eres mía y yo tuyo, ninguno romperá las reglas. —Por mi perfecto. — él asintió.—Yo me tengo que ir, estás en tu casa. — la dió un beso en la frente y salió de la habitación.Alessa se acercó a la ventana y miraba como la lluvia caía.—Caeras, Orlando Leone. — sonrió con malicia. —Pagarás la muerte de mi madre.Orlando llegó a la casa de Enzo, donde todos estaban reunidos en el gran salón. Con una copa en la mano, fue bebiendo. Orlando seguía con su mente, como hacía suya a Alessa. Sus gemidos, su cuerpo, sus labios, todo de ella. El olor de ella seguía en su cuerpo, su tacto. ¡Dios! deseaba volverla a follar.—¿Dónde está Franco? — preguntó Maurizio. —Desde esta tarde no he vuelto a saber de él.—Tal vez, está con alguna. — respondió Paolo
—¡¿Que le ha pasado!? — preguntó Mariano preocupado.—La han disparado. — respondió Enzo.—¿Hace cuánto? — Enzo le miró.—Hace treinta minutos. — Mariano abrió sus ojos como platos.—Eso es mucho, hay que parar la hemorragia y mirar si está la bala. Orlando, sabía quién podría ayudarlo, ya lo había hecho y sabía cómo funcionaba. Estudió medicina y la necesitaba.—Sé quién puede sacarle la bala. — la voz de Orlando, captó la atención de todos.—¿Quién? — preguntó Mariano.—Se llama Alessandra Espósito, trabaja para mí. — respondió.—¿Una puta? ¿Una puta le sacará la bala? — ese comentario a Orlando no le gustó, que se haya referido a ella de esa manera, le molestó.—No es puta, es camarera. — corrigió. —Estudió medicina.—Llámala. — habló Enzo. —La necesitamos. — Orlando cogió su móvil y marcó.Era tarde para ella, seguramente estaría durmiendo, pero ella contestó.—¿Orlando? — preguntó con la voz un poco adormilada. —Si, sé que es tarde, pero te necesito. — suplicó.—¿Qué pasa? — pr
Orlando despertó y Alessandra seguía durmiendo, ayer se acostó muy tarde y él no quería despertarla. El italiano desayunaba viendo el periódico, eran las diez de la mañana y Orlando desayunaba solo. Una chica del servicio se acercó y Orlando la detuvo.—Alessa sigue dormida, no la molesten. — la chica asintió. —Ayer se acostó tarde.—Si, señor. — la chica se alejó y él se volvió a quedar solo. Cuándo acabó se fue a su despacho y se encerró. Mariano podría tener razón, ¿Ella podría ser su hermana? Todo era confuso, pero... ¿Por qué la secuestraron? ¿Por qué la borraron la memoria? Aún peor, ¿Por qué? O ¿Para qué?No tenía respuesta, para tantas preguntas. Tal vez las pastillas que tomaba, era lo que hacía borrar su memoria, pero si Alessa es Carolina, que ese hombre se prepare, porque los Ricci irían a por él.La puerta del despacho se abrió y por ella entró una señora de unos 50 años, Orlando miró y la vio.—Ciao, nana. — saludó él y la mujer le dio un beso en la frente. —¿Cómo estás
Salió del despacho, en el salón encontró a Alessa desayunando, ella notó su presencia y le miró.—Buorgiorno. — saludó ella al verle. —¿Cómo estás?—Bien, Grazie. — agradeció. —¿Tú has dormido algo? — ella asintió.—¿Cómo está Franco? —preguntó por su amigo. —Aun no he llamado, hoy iré a verle. — ella asintió.—Yo iré al club hoy, está noche habrá más gente. — él la miró y vio como pegaba un mordisco a la tostada.—Perfecto, yo estaré a mi hora. —sus miradas conectaron. —Te espero en el cuarto. — se fue del salón, dejando a Alessa confuso.Ella sabía porque la ordenó ir, se la iba a follar y ella no podía negarse. Orlando la follaba de una manera que ella se quemaba en el infierno y no la importaba si iría al infierno, pero si iría llena de placer y de buenas folladas por el italiano.Cuando perdió la virginidad con él, la trató con tanto amor y cariño, que ella cada día dudaba, en que él fuera el asesino de su madre. Pero su padre le dijo que fue él, seria él.Cuando acabó, se lev
Dos días han pasado, Orlando solo se acercaba a ella para follar. La mayor parte del tiempo, ni se veían. Pero a Alessa, no podía decir nada, él solo la quería para follar y ella se acercó a él para matarlo. De vez en cuando, ella hablaba con su padre a escondidas y que nadie la escuchara. Alessa, se sentía agusto en la casa de Orlando, todos la trataban con cariño y respeto. Pero también podrían hacerlo, porque el dueño les haya advertido. En estos dos días, a Alessa salió de casa para buscar algún veneno para matarlo y ya lo tenía, ahora solo tocaba, que las chicas la dejarán usar la cocina. Pero sabiendo como era Orlando, posiblemente fuera complicado. El italiano, se iba por las mañanas y volvía por la noche, no se veían pero al menos si follaban. Cada vez que lo hacían y sus cuerpos conectaban la chica se sentía más atraída por el mafioso y eso era un grave error. En el sexo estaban ambos muy satisfechos y no se quejaban , pero en el momento que terminaban, ella salía de la habi
Orlando, se negaba a tener algo con alguien, ya no. El miedo lo tenía presente, un trauma en su vida.La noche había llegado y a Alessandra estaba en su habitación preparándose. Hoy había escogido un corsé color verde oscuro, apretado, tan apretado, que no se desimulaba su escote. Unas medias negras largas hasta los muslos, un tanga de hilo verde, unos zapatos de aguja negras. Se miró en el espejo de cuerpo entero, su cabello rojo hondulado caía por sus hombros, su maquillaje bien marcado. Cogió su bolso y metió sus cosas, cogió una chaqueta larga de cuero negra y salió de la habitación. Bajó las escaleras y se encontró con Orlando.Él llevaba puesto un traje oscuro y camisa negra, sus ojos azules, resaltaban con tanto color negro. Orlando la escuchó bajar y la miró de arriba abajo. No había puesto el abrigo y dejaba ver su cuerpo a la vista del italiano.—¿Ya te vas? — ella asintió colocándose la chaqueta. —Yo no iré hoy, estás al mando.—Perfecto. — respondió seca. —Me tengo que ir.
Alessa, se encontraba en el médico. Últimamente tenía muchos mareos y no sabía el motivo, era una chica que se cuidaba mucho. No era de tener vicios y de comer comida basura. Tampoco le dijo nada a Orlando, pero más la daría, seguramente se enteraría por algunos de sus escoltas. Cuando Orlando la buscaba para follar, ella se dejaba e incluso le daba placer a él, pero seguían distanciados.Llevaba cuarenta minutos esperando a ser llamada, no la gustaba mucho estar en hospitales. Había gente antes que ella, llevaba unos días con dolores de cabeza, mareos. Pero no solo eso, tenía como sueños o recuerdos que la venían. En esas imágenes, veía a dos chicos mayores que ella, donde jugaban y reían como si fueran familia. Uno de los chicos, era moreno, con ojos grises e intensos y el otro era castaño con ojos marrones. La cuidaban y la mimaban y ella no entendía que sueño seria ese y que significados tenían. También veía a una mujer rubia con ojos verdes, esa mujer de 45 o 50 años y no era su
Cuando llegaron a la mansión, ella sin decir nada se fue a encerrarse a su habitación, se dejó caer al suelo deslizándose por la puerta. Dejando caer las lágrimas, todo era nuevo para ella. Era una mujer fuerte que ella misma había entrenado, Ahora era débil, estaba destrozada. El dolor que tenía era más fuerte que todo esos dolores de cabeza. Todos la mintieron, la ocultaron cosas, hasta Orlando lo sabía y se lo ocultó. Ella ya no era una niña para que no la dijeran nada, ya era adulta para saber todo.No sabe cuánto tiempo estuvo en el suelo llorando, pero para ella era una eternidad. El alma era un dolor punzante, una agonía que la impedía respirar.Se levantó del suelo y fue al baño, necesitaba relajarse y olvidar un poco todo esa mierda que había explotado en su cara. Encendió la llave de la ducha y se desnudó, entró en ella. El agua empezó a relajarla, el calor calmaba cada músculo de su cuerpo, las lágrimas se mezclaban con el agua de la ducha.De pronto sintió unas manos en su