Dos días han pasado, Orlando solo se acercaba a ella para follar. La mayor parte del tiempo, ni se veían. Pero a Alessa, no podía decir nada, él solo la quería para follar y ella se acercó a él para matarlo. De vez en cuando, ella hablaba con su padre a escondidas y que nadie la escuchara. Alessa, se sentía agusto en la casa de Orlando, todos la trataban con cariño y respeto. Pero también podrían hacerlo, porque el dueño les haya advertido. En estos dos días, a Alessa salió de casa para buscar algún veneno para matarlo y ya lo tenía, ahora solo tocaba, que las chicas la dejarán usar la cocina. Pero sabiendo como era Orlando, posiblemente fuera complicado. El italiano, se iba por las mañanas y volvía por la noche, no se veían pero al menos si follaban. Cada vez que lo hacían y sus cuerpos conectaban la chica se sentía más atraída por el mafioso y eso era un grave error. En el sexo estaban ambos muy satisfechos y no se quejaban , pero en el momento que terminaban, ella salía de la habi
Orlando, se negaba a tener algo con alguien, ya no. El miedo lo tenía presente, un trauma en su vida.La noche había llegado y a Alessandra estaba en su habitación preparándose. Hoy había escogido un corsé color verde oscuro, apretado, tan apretado, que no se desimulaba su escote. Unas medias negras largas hasta los muslos, un tanga de hilo verde, unos zapatos de aguja negras. Se miró en el espejo de cuerpo entero, su cabello rojo hondulado caía por sus hombros, su maquillaje bien marcado. Cogió su bolso y metió sus cosas, cogió una chaqueta larga de cuero negra y salió de la habitación. Bajó las escaleras y se encontró con Orlando.Él llevaba puesto un traje oscuro y camisa negra, sus ojos azules, resaltaban con tanto color negro. Orlando la escuchó bajar y la miró de arriba abajo. No había puesto el abrigo y dejaba ver su cuerpo a la vista del italiano.—¿Ya te vas? — ella asintió colocándose la chaqueta. —Yo no iré hoy, estás al mando.—Perfecto. — respondió seca. —Me tengo que ir.
Alessa, se encontraba en el médico. Últimamente tenía muchos mareos y no sabía el motivo, era una chica que se cuidaba mucho. No era de tener vicios y de comer comida basura. Tampoco le dijo nada a Orlando, pero más la daría, seguramente se enteraría por algunos de sus escoltas. Cuando Orlando la buscaba para follar, ella se dejaba e incluso le daba placer a él, pero seguían distanciados.Llevaba cuarenta minutos esperando a ser llamada, no la gustaba mucho estar en hospitales. Había gente antes que ella, llevaba unos días con dolores de cabeza, mareos. Pero no solo eso, tenía como sueños o recuerdos que la venían. En esas imágenes, veía a dos chicos mayores que ella, donde jugaban y reían como si fueran familia. Uno de los chicos, era moreno, con ojos grises e intensos y el otro era castaño con ojos marrones. La cuidaban y la mimaban y ella no entendía que sueño seria ese y que significados tenían. También veía a una mujer rubia con ojos verdes, esa mujer de 45 o 50 años y no era su
Cuando llegaron a la mansión, ella sin decir nada se fue a encerrarse a su habitación, se dejó caer al suelo deslizándose por la puerta. Dejando caer las lágrimas, todo era nuevo para ella. Era una mujer fuerte que ella misma había entrenado, Ahora era débil, estaba destrozada. El dolor que tenía era más fuerte que todo esos dolores de cabeza. Todos la mintieron, la ocultaron cosas, hasta Orlando lo sabía y se lo ocultó. Ella ya no era una niña para que no la dijeran nada, ya era adulta para saber todo.No sabe cuánto tiempo estuvo en el suelo llorando, pero para ella era una eternidad. El alma era un dolor punzante, una agonía que la impedía respirar.Se levantó del suelo y fue al baño, necesitaba relajarse y olvidar un poco todo esa mierda que había explotado en su cara. Encendió la llave de la ducha y se desnudó, entró en ella. El agua empezó a relajarla, el calor calmaba cada músculo de su cuerpo, las lágrimas se mezclaban con el agua de la ducha.De pronto sintió unas manos en su
Los chicos seguían en la mansión de Orlando, les dieron las horas ahí metidos. En el salón sentados frente a la chimenea, tomando copas. Alessa se tenía que ir, ella se estaba arreglando, como todos los días. Hoy había escogido un corsé granate, su pelo hoy estaba en una trenza, cayendo hacia delante. Bajó las escaleras y escuchó unas voces y risas, ella se imaginó que eran los amigos de Orlando.Los chicos escucharon unos tacones retumbando toda la sala, miraron y vieron a la chica. Giovanni apretó sus dientes al verla de esa manera, ver a su hermana vestida como una fulana, no le gustó nada. Ella se sintió incómoda al tener tantos ojos puestas en ella. Se relajó y caminó hasta ellos poniéndose la chaqueta.—Yo me tengo que ir. — dijo avisando al italiano, Orlando la miró de arriba abajo y sus ojos conectaron. —Hoy vendré un poco más tarde, he quedado con los chicos para tomar algo.—Podeis tomar algo en el club después. — respondió. —Intenta no salir del club a esas horas.—Tengo a
Cuando ella llegó a la mansión, vio a Orlando vestido y en el salón con el ordenador. Alessa caminó acercándose a él y se puso a su lado y el italiano le miró.—¿Esta todo bien? — él asintió. —Te noto serio.—Estoy bien. — respondió. —¿Dónde estabas? — ella mordió su labio.—Necesito que me ayudes. — él dejó de prestar atención al ordenador y la miró. —Tengo un mechón de mi padre.—¿Y...?— dijo sin entender.—Quiero llevarlo a un laboratorio y ver si es mi padre. — él asintió.—Dámelo, yo lo llevaré. — ella sonrió y le dio el frasco con el cabello. —Aunque yo ya sé el resultado.Orlando tal vez tendría razón, ¿Qué haría ella si resulta que no es su padre? No tendría familia, estaría sola. Su familia biológica no estaba presente o eso pensaba ella. Su familia biológica, estaba más cerca de lo que ella imaginaba. Orlando la presentaría a sus hermanos, pero ellos deberían ser que la cuente la verdad. Orlando la miraba y veía callada, tal vez ella estaba apunto de conocer a su verdadera
Alessandra estaba confundida, «somos tus hermanos mayores.» Esas palabras se repetían en su cabeza, para ella no podía ser cierto, no podía creerselo. Ella no podía asimilar esas cuatro palabras, cuatro palabras que la dejaron en shock. Su corazón iba a mil por hora, miraba a los Ricci y miró a Orlando, era eso lo que se callaba.—¿Mis hermanos? — repitió en un susurro, con su voz débil. —¿Pero cómo?—Déjanos explicarte. — habló calmado Giovanni.—¡Me abandonasteis! — gritó ya con sus lágrimas presentes—No, escúchanos, porqué jamás te abandonamos. — ella calmó su respiración. —Escúchanos y tú ya decides si creernos o no.—Adelante.—Todo pasó en una noche lluviosa, papá y tú, regresaban a casa, pero tuvisteis un accidente grave. Cuando llegasteis al hospital, a ti te llevaron al quirófano con urgencia, papá no estaba tan grave. El médico salió diciendo que no habías sobrevivido, nos mintió y no sé el porqué. Sufrimos tu muerte, todos. Creyendo que estabas muerta y hace poco descubrim
Orlando seguía confuso, cerró sus ojos con fuerza y los volvió abrir, pero ella seguía ahí parada. No podía creerselo, él mismo la enterró, él vio su cuerpo en la cama y la máquina lo dejó claro. Tal vez el cansancio provocaba todo esa imaginación, pero era tan real. Se levantó de la silla, caminó hasta ella y acarició su mejilla y si, era ella, era real.—Florencia. — susurró su nombre aún sin creerselo. —Estás viva.—Si, mi amor. — él negó. —Tengo mis motivos. — Él se apartó cuando ella quiso acariciar su mejilla. —Per favore.—¡¿Qué?! — gritó. —8 años Florencia, 8 malditos años y resulta que no estás muerta, más te vale tener un motivo. Pero lo que más me importa ahora mismo, es dónde está mi hija.—Te lo explicaré todo. — él se cruzó de brazos. —Cuándo fui a ver a mi madre, recibí un mensaje donde tú estabas en un restaurante y te apuntaban con un arma. Me dijeron que te matarían si yo no hacía lo que ellos decían, después de pensarlo mucho, decidí planear mi muerte. — lloró. —Me