Años antes
Lawson estaba sentado de mala forma sobre la silla sin importarle mucho el tema que hablaba su hermano menor, un lobezno que cambiaba de novia como de ropa interior, alguien que realmente no hacía honor a su raza. Aquella historia de lobo fiel a su compañera y monógamo no se aplicaba a él en ningún sentido. Quizás por eso las novias de paso como solía llamarlas él solo le duraban contados meses las que más le duraban.
Apenas había escuchado que dentro de poco llegaría su actual novia y eso era Wow. Kenny nunca traía mujeres a la casa, esa sería la primera vez. Eso debía ser un cambio significativo no ¿no? Acaso había encontrado realmente a su pareja destinada. Era lo más probable. Tal vez así dejara la vida loca y sexual que tenía y echara raíces. Aunque él no era el mejor para decir eso. No tenía pareja ni interés en encontrar una.
Aunque tenía que reconocer que Kenny no traía a sus parejas a la casa por una simple razón.
Lawson era un lobo mucho más atractivo que su hermano menor en todos los sentidos. No se podía hacer nada, su padre tenía muy buena genética lobuna y esas cualidades se las había heredado a él. Tenía altura, era más alto que el promedio al menos por su zona, su cuerpo era fibroso y con tendencia rápida al desarrollo de músculos, su piel ligeramente tostada por las largas salidas bajo el sol aunque la coloración nunca duraba mucho, que contrastaba con su cabello rubio que crecía demasiado rápido para su gusto. Lo tenía que llevar muchas veces atado en su nuca en una pequeña coleta y algunos mechones detrás de sus orejas. De su rostro tampoco se quejaba, con mandíbula angulosa, labios ni gruesos ni finos, y gruesas pestañas que recubrían sus pares de orbes azules. Podía decirse que no tenía críticas para su aspecto.
En cambio, Kenny se pareciera mucho más a su madre y pocos podían decir que era su hermano. Había heredado el cabello castaño claro de la loba, así como su altura. De su padre solo había heredado sus ojos azules, pero nada más. Solía pasar mucho tiempo haciendo ejercicio y quejándose del trabajo que pasaba para desarrollar músculos. Aun este había tenido la facilidad de desarrollar sus feromonas, por lo que atraer hembras era mucho más fácil para él y que se embelesaran con su olor.
Cosa que no ocurría con él. A Lawson siempre se le había considerado un lobo con feromonas densas que aunque atrajera con su físico a las hembras estas al final le tenían miedo ante lo fuerte y dominante que era su olor, al igual que su padre. Algo que a Lawson no le importaba. Cuando quisiera realmente tener a una loba para aparearse o una pareja para tener cachorro ya la buscaría y estaba seguro de que aparecería.
Al igual que su madre, que había caído en la vida de su padre de casualidad.
Estaba muy bien solo por el momento. Las lobas solían ser muy exigentes cuando estaban en el inicio de sus veinte y él no tenía paciencia para soportar sus chillidos. Si quería sexo se reunía en uno de los bares del pequeño pueblo y la que primero se le acercaba la llevaba a una habitación y tomando algo para reprimir sus feromonas podía olvidarse de lo demás. La vida sin compromisos era más fácil. Algo que no solía hacer con frecuencia, únicamente para evitar problemas.
Su madre, a su lado lo reprendió hasta que él adoptó una mejor postura cuando el timbre de la puerta sonó y Kenny salió corriendo como una flecha. Por lo visto la lobita nueva le gustaba o no habría reaccionado tan fácilmente de esa forma. Nunca antes lo había visto tan emocionado. Eso llamó su atención. Se preguntó quién había sido la afortunada que había captado tanto interés de su hermano.
Y lo comprendió poco después cuando la recién llegada entró a la sala con una leve y tímida sonrisa. Y Lawson pudo admitir por primera vez que acababa de ver a la loba más hermosa del mundo. O más bien, la loba que mejor olía sobre la faz de la tierra. No, no, no, eso no podía ser. Habían sido imaginaciones de él. Las lobas olían rico, nada más, aunque ella tenía un olor que le hizo temblar y el calor recorrerlo de una manera extraña, como si algo lo llamara hacia ella.
¿Pareja destinada? ¿Mate?
Las palabras saltaron a su mente, pero se mordió el labio para evitar decirlas. Solo lo estaba imaginando. Eso eran simples cuentos de cachorros, aun si sus padres siempre habían hablado del tema cuando él era muy joven.
No pudo evitar recorrerla de arriba abajo y estuvo tentado a lamerse los colmillos que no se había dado cuenta de que habían crecido considerablemente dentro de su boca pinchando su labio inferior. Lo lindo siempre era agradable admirarlo. Y ella era linda, al menos a sus ojos marrones. Era pequeña, de ese tipo de lobas que podías abrazarla y estrecharla fácilmente entre los fuetes brazos de los machos, su cintura estrecha y caderas agradablemente anchas, su piel clara y casi perfecta. Su cabello bailaba detrás de su espalda, sumamente oscuro y liso, hermoso y brilloso y que se notaba suave al tacto. Su rostro delicado con labios hermosos y rosados, nariz aguileña, pómulos elevados y unas cejas perfectas.
Sacudió su cabeza para quitarse la idea de su cabeza y difuminar la nebulosa. Era la novia de su hermano por dios.
Ese razonamiento le hizo perder el interés al momento. Si era tan tonta como para caer en las redes de su hermano eso significaba que era una loba fácil. No lo decía por mal, pero, era bien sabida la vida amorosa de su hermano. Así que si estaba dispuesta a ser un número más en su interminable lista, pues problema de ella. Si lo miraba así ella no era tan linda como la había visto.
Rápidamente, el brillo con que ella lo había vislumbrado se esfumó, y Lawson siguió en lo suyo escuchando vagamente a su hermano narrar como se habían conocido y lo mucho que la apreciaba. Mitad de ellas parecían mentiras. Quien no lo conociera. Aun así tenía que reconocer que la miraba por el rabillo del ojo de vez en vez y demonios. Olía tan rico. Acaso nadie se había dado cuenta. Su olor era suave aunque menos de lo que olería una loba normal. Aun así sabía que si lo seguía inhalando se excitaría.
La madre golpeaba su costado para que dejara de ser tan descortés y él solo la volvía a apartar. Tenía muchas cosas en la cabeza ahora y todas involucraban a esa chica nueva ¿De qué valía interactuar con una loba si lo que la conocería serían?... ¿Semanas?, demasiado tiempo. Le puso un margen de un mes, seguro que después de eso su hermano menor daba la baja y se buscaba otra novia. Y él ya no la volvería a oler.
-¿Y qué te gusta?- su madre siempre muy educada. Cortesía que ninguno de sus dos hijos había heredado. Muchas veces ella decía que los había parido su padre. Un lobo que había sido de pocas palabras.
-Me gusta leer y dibujar- su voz era tranquila, suave y delicada, así como la forma en que movía sus labios. Lawson se debatía en que entretenerse él mismo hasta que oyó algo que le interesó y le hizo alzar la cabeza- También paso mucho tiempo en los videojuegos. Mi padre me pelea, pero al final me deja porque tengo buenas notas-
Sonreía otra vez resaltando dos hileras de dientes blancos y pulidos. Aunque su sonrisa se notaba falsa. O eso fue lo que pudo notar Lawson por el rabillo del ojo. Era un lobo muy perceptivo así que muchas veces veía más allá de las narices de los demás.
-¿Hijo, dónde conseguiste a este tesoro?-su madre dijo con una enorme sonrisa- Las lobas jóvenes de ahora solo están pensando en buscar a un lobo fuerte para garantizar su descendencia, no en querer estudiar y hacerse independientes.
-¿Si, dónde lo conseguiste?- por primera vez Lawson se interesaba por una de las compañías de su hermano.
A cada minuto que la miraba, en la forma en que ella se comportaba detectaba que había algo inusual. Quizás no era tan normal como para ser precisamente un número más en la lista de su hermano. Y dios, su olor, se hacía cada vez más adictivo. Lo estaba volviendo loco a pesar de que mantenía un porte tranquilo.
-Mamá, hermano, me dan vergüenza- Kenny se carcajeó con una falsa timidez y le besó la mejilla a su novia- Es un secreto, y es todo mío-
Bueno, fue de él hasta que Lawson monopolizó a la joven un día que lo esperaba en la sala y no pudieron comunicar con él, llevándola a su cuarto y enseñándole la colección de videojuegos como excusa para mantenerla cerca. Lawson se imaginó la razón de su tardanza dado que no era la primera vez que hacía eso y lo sentía llegar con el olor de otra loba encima muy tarde en la noche, y por lo visto ella tal vez porque no parecía muy preocupada pues no mostró nada de resistencia. Más bien, las pocas visitas anteriores que había hecho a la casa la había encontrado mirándolo de una forma que cualquier lobo diría que le estaba coqueteando.
Pero ella era la novia de su hermano.
Y antes que Lawson se dieran cuenta, se convirtió en una rutina. Cada vez que ella iba a visitarlo o su hermano la traía a su casa para pasar la tarde en familia supuestamente, ella terminaba de alguna manera jugando con Lawson videojuegos mientras Kenny hablaba largo rato por el celular.
Lawson se aseguraba de tener un juego nuevo todas las ocasiones y eran largas las horas que pasaban juntos. Incluso tenían más química ellos dos que la misma pareja y en más de una ocasión Lawson tuvo que afirmar que no tenía sentimientos por ella. Más bien. Era como si esos sentimientos fueran naturales y la atracción hacia ella era instituido. Cada vez que se convencía más que ella era su mate, su pareja, la compañera que le había sido preparada, aun si su olor no era tan fuerte como para hacerlo entrar en celo. Pero si para ponerlo duro y tener que dejarla junto al televisor y él correr hacia el baño teniendo que desahogarse solo con su mano peor con la imagen de ella en su mente.
Lo mejor de todo era que eran bastante compatibles tanto en gustos como para pasar largas jornadas juntos pues, rara vez encontraba alguien que podía tener la misma resistencia a maratones de videojuegos y tolerar su vocabulario cuando perdía.
-Pareces más novia de él que mía, acaso te gusta mi hermano- y Kenny le reclamaba a Raven cada vez que bajaban a cenar, molesto.
Ella no le respondía ni le reprochaba que él tampoco le prestaba atención cuando estaba enfrascado en su celular, y él termina exigiéndole un beso o quizás algo más. Aunque Lawson nunca pudo afirmar si ellos habían tenido relaciones en algún momento porque nunca sintió el olor de él realmente viniendo de ella.
En resumen su relación era extraña y por alguna razón rezó que se terminara porque fue la primera vez que le interesó que una de las novias de su hermano lo dejara y estuviera con él. Porque a diferencia de este, él si sabía que no le sería infiel.
-Oye ¿mi hermano, en serio, te gusta?- un día Lawson la enfrentó y Raven bajo las manos poniéndole pause al juego ante la pregunta. Sabía que solo era cuestión de tiempo -¿Por qué me preguntas algo así?- su tono sonó neutral. Era una loba de pocas palabras. Su lenguaje corporal y su ligero aroma decía más de ella que sus propios labios. -Bueno, cada vez que vienes no protestas cuando te arrastro, ni cuando pasamos más de cuatro horas aquí en mi cuarto los dos, y la verdad nunca los he visto hacer, cosas... cosas de pareja precisamente- su brazo se acomodó en la cama por detrás de los hombros de ella recostada contra esta. -Nuestra relación es…- se detuvo a pensar en las palabras- ¿Diferente?- -No te gusta- afirmó Lawson -Sino que no me dirías eso. Además, tú sabes que algo no está bien- -No tienes que decirlo en ese tono. Él es alguien agradable, cuando quiere- intentó justifica aunque no lo miraba, evitaba la intensa mirada del lobo y e
En la actualidad -Reclutas, fórmense- La orden dada por el general al mando de aquel lugar se oyó alta y clara dentro del campamento de entrenamiento intenso en medio de la nada. Los más de 30 lobos dispersados en todo el perímetro corrieron y se formaron en 4 columnas. Uno detrás de otro, en posición de firme, tensos, rostros rectos y las manos agarradas en su espalda. Disciplina, era la primera y más importante ley para ser el mejor. Y Lawson Conor, nuevo recluta, lobo de alta categoría y aspirante a guardaespaldas de las filas del alfa de la enorme manada que dirigía el país entero, sería el mejor. No había duda de eso. -Ustedes fueron los escogidos en la prueba de iniciación- el general habló con voz grave, pero medida, no necesitaba gritar, se suponía que los lobos allí presentes tenían sus instintos bien desarrollados, y un oído fino- De ustedes solo 5 lobos formaran parte de la guardia personal del Alfa Demon y tendrán una vida llena de l
Lawson aún recordaba el fatídico día cuando un extraño había traído a su hermano llorando. El olor a mariguana, sangre y sexo le había invadido las fosas nasales cuando el lobo sollozante se abalanzó contra él en un mar de temblores. Su ropa estaba sucia y rasgada y había un moretón en su mejilla izquierda. La sangre se secaba en el borde del labio partido. -¿Kenny qué significa esto? ¿Qué ocurrió? ¿Quién es él?- el lobo abrazó a su hermano sollozante, la preocupación carcomiéndolo. -Hermano, ayúdame, Raven, es culpa de Raven causó todo esto. ¿Por qué me lo hizo? ¿Por qué?- su cuerpo más pequeño temblaba y se estremecía tanto que dolía. Lawson lo tomó de los hombros de Kenny y lo separó. -Sé más claro- eso no podía estar ocurriendo. Miles de ideas pasaron por su cabeza, pero ninguna que Raven fuera la causante, ella no era así, a menos que hubiera estado tan ciego de que ella era su mate y no hubiera visto la verdad de ella. Raven me drogó, su
Lawson se sobó la espalda baja mientras dejaba que el agua fría poco agradable se desplazara por su cuerpo llevándose la gruesa capa de polvo y sudor acumulada durante todo el largo día de entrenamiento sin descanso. Le dolía como los mil demonios y el maratón de 10 km que tuvo que correr después no lo había ayudado, al contrario, había hecho que el dolor se agravara. Maldición. Estaba realmente molesto, indignado completamente y a la vez frustrado por no poder explotar o salir a correr en su forma lobuna para intentar quitar el estrés de su interior. Había intentado calmar un poco su sed de venganza incrustando su puño en el rostro arrogante de aquella traidora, pero había terminado haciendo el total ridículo en frente de todos. Y eso había golpeado directo a su orgullo. Sus colmillos dolían queriendo enterrarse en algo. -Te patearon el trasero dulcemente- uno de los reclutas que debía rondar los 40, moreno y de complexión ancha abrió la ducha al lado de la
La Comandante se paseaba con paso ligero sin hacer el menor sonido mirando el rostro de los nuevos reclutas a su mando, que dormitaban profundamente en sus camas. Ni siquiera habían detectado su olor, aunque era normal, ya que ella se encargaba que este fuera lo más leve posible si no estaría en graves problemas. La nave donde dormían era una construcción larga de cemento con ventanas de madera que dejaba pasar la brisa refrescando el lugar. A cada lado se extendían 7 y 8 literas respectivamente separadas por taquillas de metal con tamaño suficiente para guardar lo básico. Algunos tenía sus pertenencias regadas al lado de sus camas, otros eran lo suficientemente consientes para no hacerlo.
Lawson se detuvo delante de la puerta de madera y respiró buscando paciencia de muy dentro. Realmente ya no aguantaba más. Desde un inicio pensó que solo debía aguantar e ignorarla, pero ya era demasiado. Era un lobo macho. Tenía un límite y aquella loba se estaba pasando. Esperó apretando sus puños duros al punto que sintió que sus uñas se enterraban en sus palmas y espeto hasta que el soldado que custodiaba la oficina de la comandante la dejara pasar. -Nunca me imaginé que de todas las personas fueras tú el que viniera a verme- y ahí estaba esa odiosa voz. Calmada, inquebrantable, paciente, sin un ápice de intranquilidad y tan fría que helaba. Incluso un lobo en celo podría enfriarse si estuviera al lado de ella. El recluta caminó hasta ponerse cerca del buró donde la comandante revisaba otros papeles detrás de una montaña de documentos. Ella ni siquiera alzó la mirada para mirarlo. Era como si lo ignorara completamente a pesar de que le había hablado. -Cre
Lawson dejó su espalda recostada sobre la fría y dispareja pared de la estrecha celda de confinamiento. Nada diferente a cuatro paredes en un área de 2x3, con una tabla dura elevada a modo de cama más incómoda que el suelo donde su cuerpo grande no cabía y un retrete, al menos no tendría que hacer sus necesidades en una esquina, dado su fino olfato no podría dormir si lo hacía. Arriba de su cabeza una pequeña ventana tenía la función de respiradero y dejaba entrar algo de luz indicándole que hacía ya 6 horas que estaba allí dentro encerrado. Suspiró revolviéndose el cabello. Aquello se estaba tornando difícil, él no se caracterizaba por tener mucha paciencia o de estar en lugares tan cerrados. Tenía que respirar profundo para que la ansiedad de estar en un lugar tan pequeño no lo atormentara. Además, sabiendo las intenciones de Raven de expulsarlo del campamento, las posibilidades de lograr sus objetivos, ahora que estaba ahí se estaban estrechando. Tenía que emplearse a fon
Raven se sacudió intentando quitarse a Lawson de encima, a esa altura los colmillos de ella eran visibles y amenazadores. El calor era sofocante en aquella celda, las densas feromonas que el lobo soltaba y que como quiera que fuera buscaba estimular la parte que le correspondía dentro de ella, el toque del lobo sobre su cuerpo, algo que la estremeció y no de la mejor forma, odiaba el contacto físico. Y además, si se le sumaba su grueso uniforme que cubría todo su cuerpo, incluyendo los guantes y botas altas, y el cuerpo que sudaba sobre ella y estaba caliente, como que la situación era un poco abrumadora. Su vista se nubló un poco ante todos los estímulos de golpe, sobre todo porque su cuerpo quería rendirse a él, su mate, pero restregó la cabeza para despejarla revolviendo el cabello sobre su frente. No lo haría. Se había jurado que abandonaría todo instinto relacionado con lo sexual y reproductivo y a enterrar vivo a aquella persona que era su media naranja. Su vida ahora