La Comandante se paseaba con paso ligero sin hacer el menor sonido mirando el rostro de los nuevos reclutas a su mando, que dormitaban profundamente en sus camas. Ni siquiera habían detectado su olor, aunque era normal, ya que ella se encargaba que este fuera lo más leve posible si no estaría en graves problemas.
La nave donde dormían era una construcción larga de cemento con ventanas de madera que dejaba pasar la brisa refrescando el lugar. A cada lado se extendían 7 y 8 literas respectivamente separadas por taquillas de metal con tamaño suficiente para guardar lo básico. Algunos tenía sus pertenencias regadas al lado de sus camas, otros eran lo suficientemente consientes para no hacerlo.
Estudió el rostro de los lobos con más detenimiento después de haber pasado la noche estudiándose los expedientes de cada uno de ellos y memorizándolos. Las edades oscilaban desde los 23 hasta los 45 años. Y las compleciones físicas eran parecidas, aunque estaba claro que les faltaba algunos kilos de masa muscular lo cual no sería un problema con los dos meses de entrenamiento que les esperaba y la estimulación de su metabolismo a partir de una dieta de proteínas bien analizada.
Se detuvo delante de la litera de Lawson el cual dormía en la plaza de abajo sin inmutarse de lo que ocurría a su alrededor. Ella entrecerró los ojos.
Había notado que había cambiado mucho. Se había dejado crecer más el pelo en comparación como lo llevaba años atrás. Su rostro se había endurecido mostrando unos rasgos descaradamente atractivos y lo que más le sorprendió fue el cambio de su cuerpo.
A pesar de llevarle unos pocos años, en aquel tiempo, el lobo solo era un poco más alto que ella mientras era delgado, y todavía su musculatura comenzaba a desarrollarse. Pero en la actualidad, a pesar de no engordar había ganado varios kilos en músculos y hasta había crecido hasta pasar el metro ochenta con facilidad.
Los años no pasaban por gusto, podían cambiar algunas cosas, pero otras no. Y una cosa que no se podían modificar fácilmente eran los recuerdos. Y de esos ella tenía muchos en su corazón congelado.
Con rostro mortalmente serio se agachó y dejó un pequeño paquete negro debajo de la cama como había hecho con otras dentro de aquella nave.
Caminó hacia la entrada donde dos lobos de bajo rango la esperaban. Raven se giró buscando algo dentro del bolsillo y miró el pequeño aparato con solo un botón rojo en el medio y sonrió de lado conociendo las consecuencias de sus actos. Se iba a divertir.
Los soldados tras ella se taparon los oídos cuando un estruendo tras otro se hizo eco dentro de la gran nave causando un inmenso alboroto. Los que dormían en la litera de arriba terminaron en el piso y otros tapándose la cabeza pensando que era un atentado contra ellos.
Raven al ver estado de los cadetes y la poca profesionalidad ante el suceso cogió su pistola en el cinturón y disparó al techo causando un silencio perturbador. Dado el desarrollado oído de los lobos gimieron ante el perturbador sonido que sobrepasó al anterior.
Los lobos no comprendían lo que ocurría. Primero, disparos de balas por todas partes y luego un sonido alto que los había petrificado. Habían sacado sus colmillos y garras en alerta, pero era demasiado tarde.
Lawson se incorporó del suelo donde había terminado recuperándose del susto y de salir de golpe de su sueño profundo, algo con que sabía que tenía que trabajar. Estudio su alrededor confundido, como los demás y se quedó frunciendo el ceño al darse cuenta quien era la promotora de todo aquel jaleo.
-Fórmense- ordenó Raven con voz grave y autoritaria y todos por inercia respondieron sin chistar.
Lawson apretó los puños hasta doler al obedecer sin rechistar. Había algo en su voz que intimidaba y hacía que estuvieran a sus pies, si solo supiera que era. Era como si cada uno de sus nervios temblara ante las palabras que salían de aquella boca.
Raven puso sus manos detrás de la espalda y tanteó el pie molesto en el suelo.
-¿Y ustedes se consideran candidatos adecuados para la posición de guardaespaldas cuando estuve más de media hora dando vueltas en el pabellón y ninguno se despertó? Ni siquiera me olieron o me oyeron-
Apenas un murmullo se oía.
-A partir de mañana vendré a darles los buenos días a las 5 en punto. Aquel que no me reciba en su posición y listo para la jornada correrá 15 km, como lo harán todos en este momento. Tienen diez minutos para empezar. Que tengan buena mañana, futuros lobos de la guardia de la manada- había ironía en su voz.
La joven dio media vuelta y salió dejándolos con rostros de incredulidad. Todavía les costaba pensar que una loba pudiera hablarles de esa forma y ellos sin rechistar.
Lawson respiró conteniéndose. Una mala noche y una mañana sin desayuno, eso ponía de lo peor hasta el santo más grande de la tierra.
***
Debían ser las 10 de la mañana para cuando el pelotón se aproximaba a su meta. Raven restregó las dos piedras de tamaño minúsculo en su palma sintiendo su textura irregular. Jugaba con ellas de un lado a otro mientras su rostro se mantenía sereno. Más su mente no tanto.
Vio en la lejanía como se acercaban los reclutas corriendo exhaustos, aunque constante. Ella había marcado un ritmo. Si osaban ir más lento o más rápido la única vía, era que volvieran a hacer el entrenamiento. Así de rigurosa era la jornada. Este pelotón no era de tan mala espina, con buen entrenamiento serían agentes de alta categoría, pero por el momento ella se encargaría de su más importante misión. Y que no era precisamente enfocada en la mayoría sino en una sola persona.
Se puso a un lado de la pista esperando a que estuvieran cerca. Cuando comenzaban a llegar pudo divisar a Lawson entre los 8 primeros, de alguna forma se lo esperaba, el lobo tenía buena forma física y al parecer no tenía intenciones de quedarse atrás.
Lástima por él.
Raven apretó una de las piedrecitas con la punta de los dedos y bajando la mano disimuladamente, la lanzó con tal precisión que golpeó el medio de la rodilla del mayor haciendo que se tambaleara cayera de golpe en el suelo. Una nube de polvo se levantó y dos de los reclutas que estaban detrás de él tuvieron que saltar por encima de él para no seguir el mismo camino.
Raven no pudo explicar la sensación gratificante que sintió al ver que su simple plan había funcionado aun cuando era infantil. No le importaba, lo que fuera con tal de que ese lobo no estuviera a su lado. De solo pensar que podía pasearse por los mismos pasillos de la mansión de su alfa se estremecía. No, tenía que detenerlo a toda costa.
-Recluta. Incorpórese- ordenó recibiendo una mirada asesina por parte de Lawson que apenas si le hizo cosquillas -Viendo que está muy dignado a tomarse un descanso le propongo cinco kilómetros más para quitar esas ganas-
Lawson agarró la tierra bajo sus dedos y la apretó pero no protestó. Se incorporó y siguió corriendo. Definitivamente, se vengaría de todas.
Lawson se detuvo delante de la puerta de madera y respiró buscando paciencia de muy dentro. Realmente ya no aguantaba más. Desde un inicio pensó que solo debía aguantar e ignorarla, pero ya era demasiado. Era un lobo macho. Tenía un límite y aquella loba se estaba pasando. Esperó apretando sus puños duros al punto que sintió que sus uñas se enterraban en sus palmas y espeto hasta que el soldado que custodiaba la oficina de la comandante la dejara pasar. -Nunca me imaginé que de todas las personas fueras tú el que viniera a verme- y ahí estaba esa odiosa voz. Calmada, inquebrantable, paciente, sin un ápice de intranquilidad y tan fría que helaba. Incluso un lobo en celo podría enfriarse si estuviera al lado de ella. El recluta caminó hasta ponerse cerca del buró donde la comandante revisaba otros papeles detrás de una montaña de documentos. Ella ni siquiera alzó la mirada para mirarlo. Era como si lo ignorara completamente a pesar de que le había hablado. -Cre
Lawson dejó su espalda recostada sobre la fría y dispareja pared de la estrecha celda de confinamiento. Nada diferente a cuatro paredes en un área de 2x3, con una tabla dura elevada a modo de cama más incómoda que el suelo donde su cuerpo grande no cabía y un retrete, al menos no tendría que hacer sus necesidades en una esquina, dado su fino olfato no podría dormir si lo hacía. Arriba de su cabeza una pequeña ventana tenía la función de respiradero y dejaba entrar algo de luz indicándole que hacía ya 6 horas que estaba allí dentro encerrado. Suspiró revolviéndose el cabello. Aquello se estaba tornando difícil, él no se caracterizaba por tener mucha paciencia o de estar en lugares tan cerrados. Tenía que respirar profundo para que la ansiedad de estar en un lugar tan pequeño no lo atormentara. Además, sabiendo las intenciones de Raven de expulsarlo del campamento, las posibilidades de lograr sus objetivos, ahora que estaba ahí se estaban estrechando. Tenía que emplearse a fon
Raven se sacudió intentando quitarse a Lawson de encima, a esa altura los colmillos de ella eran visibles y amenazadores. El calor era sofocante en aquella celda, las densas feromonas que el lobo soltaba y que como quiera que fuera buscaba estimular la parte que le correspondía dentro de ella, el toque del lobo sobre su cuerpo, algo que la estremeció y no de la mejor forma, odiaba el contacto físico. Y además, si se le sumaba su grueso uniforme que cubría todo su cuerpo, incluyendo los guantes y botas altas, y el cuerpo que sudaba sobre ella y estaba caliente, como que la situación era un poco abrumadora. Su vista se nubló un poco ante todos los estímulos de golpe, sobre todo porque su cuerpo quería rendirse a él, su mate, pero restregó la cabeza para despejarla revolviendo el cabello sobre su frente. No lo haría. Se había jurado que abandonaría todo instinto relacionado con lo sexual y reproductivo y a enterrar vivo a aquella persona que era su media naranja. Su vida ahora
Lawson oyó los latidos de su corazón en los oídos. El cañón de la pistola de Raven apuntaba al medio de su frente sin el seguro y estaba consiente que la mujer sosteniendo el arma sería capaz de jalar el gatillo sin el menor arrepentimiento, aun si eso le destrozara el alma. Los ojos de ella ya ni siquiera eran algo de este mudo, la parte que normalmente debía ser blanca había tomado una coloración negra y el dorado de sus iris era tan potente que la pupila apenas era perceptible. Dios, esos ojos daban miedo, eran los ojos de una bestia dispuesta a destrozar a su presa. Y esa presa resultaba ser él. La había subestimado. El lobo se mantuvo quieto sobre la cama sin mover un músculo, no se atrevía o terminaría con un hueco entre ceja y ceja. Sudaba completamente de arriba abajo y estaba seguro de que su tez se había vuelto totalmente blanca. Porque una cosa era enfrentarse cuerpo a cuerpo contra alguien y otra completamente diferente era luchar contra un arma que se di
-Agilidad, velocidad, destreza. Son los puntos claves para un buen ataque- Raven caminaba de un lado a otro con las manos en su espalda dentro del círculo conformado por los reclutas dentro del cuartel de entrenamiento. Su voz era firme, pero baja probando las habilidades auditivas de todos, notando que no estaban tan mal, después de todo. Ellos prestaban la debida atención. A pesar de no llevar su elaborado y caloroso uniforme esta vez, dado que había mandado a lavarlo y todavía estaba secándose por lo grueso de la tela, eso sin quitar que el día estaba más caloroso que el anterior, este había sido sustituido por uno más sencillo. Conformado por un pantalón oscuro que se ajustaba a sus caderas redondeadas y firmes por sus años de ejercicios, y una camisa negra de mangas largas. Con detalles en rojo, y sus característicos guantes. Era más fresco, pero aun así alguna gota de sudor se escapaba de vez en vez. Y también podía moverse mucho más fácil ahora que el entrenam
Raven solía esconder su cuerpo de todos. Lo odiaba, sobre todo porque cada vez que veía las marcas sobre su piel le hacía recordar su pasado, ese que detestaba tanto y que todavía la perseguía, aun cuando ella solo quería escapar de él. Su mente estaba centrada pensando en cómo seguir con el entrenamiento aprovechado que a esa hora no se usaban las duchas para hacerlo ella. Aunque sus planes de estar precisamente sola se fueron a la basura cuando escucho unos pasos entrar en el recinto y un olor familiar llegar a sus fosas nasales. No lo podía creer y un estremecimiento la recorrió. Lentamente, giró la cabeza por encima del hombro encontrándose con el lobo que menos quería que descubriera su más sagrado secreto. Se quedó atómica y tragó en seco. Intentó que su semblante fuera lo más neutral del mundo, pero sabía que el color había abandonado sus mejillas. De todas las personas en la aquel campamento, la que menos quería que supiera su condición estaba parada mirándol
Aquella noche en el pasado Kenny había estado más distante de ella, más frío, más grosero que de costumbre. No había sonreído en todo el día y le gruñía de vez en cuando, incluso el beso que le había robado había sido rudo y hasta cierto punto violento. No era como que a Raven le importara mucho. Su cuerpo cada vez respondía menos a él, solo estaba obligada a ser su pareja porque él conocía un pequeño detalle de ella que la tenía atada de manos y pies. Si no fuera por eso correría a los brazos de su pareja sin pensárselo dos veces. Él no le hacía mucho caso recientemente y Raven hasta llegó a penar que el olor de Lawson se había incrustado en ella, aunque no lo sentía así. Su novia tenía sus episodios bipolares y era mejor ignorarlos. A veces se preguntaba que le había gustado de él en un inicio, aunque tenía que reconocer que ya no era su rostro lo que veía en sus sueños. Algo que guardaría hasta el día que estuviera en su tumba. Así como si secreto, nadie deb
Raven analizaba los pro y los contra de la estrategia que había pensado con el objetivo de salvar al maldito de su mate sin que este muriera. Con su habilidad no debía tener problemas con ello, siempre y cuando el lobo cooperara y no la desconcentrara. Pero una voz interrumpió sus pensamientos. -Sé que está ahí, Comandante Raven, por favor salga, estaba esperando por usted- Sid soltó una carcajada triunfadora mirando en su dirección. La loba fruncía el ceño preguntándose como la había detectado. No debía haber sido fácil, ella sabía esconder muy bien su presencia, a menos que... Lawson miró hacia donde escuchó el sonido de las plantas moverse para ver a Raven salir caminando tranquilamente habiendo retornado a su forma completamente humana. Solo los que estaban destinados a morir podían ver su figura híbrida. En su rostro no había ni pizca de preocupación, todo lo contrario, sus ojos estaban tan claros que incluso estremecía verlos directamente. Aun así en su