Sentía que cada parte mi piel se estremecía, sentía que mi cuerpo temblaba bajo su imponente figura, y no, no tenía la fuerza de empujarlo, de salir huyendo o simplemente de decirle que no quería estar con él, porque la realidad era que me moría por estar con él, con sentir sus centímetros en mi interior, por sentir su mirada azules es mis ojos mientras me penetra.Es que Andrea era como un dulce, que llena y embriaga el cuerpo de quién lo come. Un dulce venenoso que si lo tomas hace daño, pero que no puedes dejar de tomarlo.Y entonces ahí, con la frente sudada y el corazón agitado, tomando fuerte el agarre de mi toalla para que no cayera al piso, me di cuenta de que estaba totalmente jodida, que mi jefe, o mi ex jefe, cómo quisiera llamarlo, era el dueño de mi cuerpo y de mi ser.Intenté dar unos pasos atrás, estaba nerviosa como el primer día que estuve con él, o más nerviosa, porque esta vez sabía que él podía llenar mi cuerpo de estragos, porque sabía que él era excelente en la c
Sabía que era muy pronto, que debía ganarme el perdón de Amber, pero estaba deseoso de hacerla mía, estaba deseoso de sentir su cuerpo estrujarse con el mío. La amaba y me arrepentía mucho de las cosas que había pasado por mi culpa.—Eres un hombre de palabra —dijo temblando, echándose hacia atrás.Se veía hermosa, nerviosa, con sus cabellos sueltos a los costados. Su semblante pálido sin maquillaje, y sus labios rojos que me invitaban a besarla.—Aquí no hay palabras que valgan, mujer —pegó de la pared, y yo aproveché para pegarme de ella.Tenía puesta una bata corta de dormir que me invitaba a quitársela, es que, ¿en qué cabeza cabe que estés tan sexi y que el hombre que te desee no te quite la ropa y te haga el amor como loco? Lamí mis labios con deseo y llevé mis manos a sus senos. Se veían tan jugosos que no pude evitar que mi erección creciera, ¿Cómo evitarlo? —Tienes unos senos deliciosos, son redondos, precisos, y se ven hinchados con tu embarazo —susurré apretando de ellos.
Andrea se quedó mirando a Amber dormir, su boca pequeña y rosada estaba semiabierta del cansancio, y no la culpaba, habían tenido horas de sexo sin descanso, y para el cuerpo maternal de su mujer era normal sentirse agotada.—Te amo Amber, amo todo de ti, amo cuando te enojas, y los huequitos que se forman cuando sonríes, amo tus cabellos rojos, amo tu cuerpo tan perfecto, amo tus ojos de gatos que me miran con ternura, mujer, eres perfecta —le decía todo aquello mientras acariciaba su rostro.Andrea no era un hombre bueno con las palabras; sin embargo, buscaba la manera menos vulnerable para él de sacar a flote sus sentimientos, y esa manera en esos momentos era mientras la veía dormir.Se acostó con la mirada al techo. No podía dormir, la preocupación de que Alek estuviera suelto por ahí, lo embargaba, además estaba el embarazo de Astrid que lo tenía pensativo.«¿Y si es mi hijo?» «¿Amber entenderá que no fue mi intención acostarme con ella?»Todas esas preguntas rodaban por su ment
Andrea se había contactado con sus abogados para que Astrid firmara los papeles del divorcio, pero ella se las había ingeniado para que su matrimonio se alargará un poco más por el hecho de que estaba embarazada, y que para la justicia era importante el bienestar del bebé, en este caso del bebé que se había formado en dicho matrimonio.—¿Y mi hija? ¿Mi hija sí nacerá fuera de un matrimonio? —dijo Amber con los ojos brillosos.—Lo sé, lo sé amor, por eso he solicitado que Astrid se haga un eco para saber si está realmente embarazada —respondió Andrea acariciando el rostro de Amber que suspiraba resignada.—Está bien, no quiero que tengamos disgustos por eso, no quiero que nuestra relación se vuelva a enfriar por culpa de Astrid.Andrea sonrió, agradecido. El hecho de que Amber estuviera comprometida a luchar con él lo aliviaba mucho.—Te tengo una sorpresa —dijo él llevando un mechón travieso detrás de la oreja de Amber.—¡Una sorpresa! ¿Qué sorpresa? —preguntó ella con emoción.—Si te
Diez horas duró el vuelo a Italia, y luego una camioneta con otros choferes y guardaespaldas los esperaban en el aeropuerto privado de Roma. Amber estaba nerviosa, no solo porque en la fiesta iba a estar mucha gente, sino que también conocer el resto de la familia Laureti le daba nervios.«¿Y si no me quieren? ¿Y si me desprecian por ser pobre?», pensó suspirando.No tardaron mucho tiempo en llegar a la mansión Laureti. Amber se quedó maravillada al verla, era parecida a la de florida, solo que esta tenía una arquitectura más moderna, además de que el jardín estaba colorido por las diferentes rosas y flores.—¿Te gusta?—preguntó Fernando al lado de Amber.Ya habían llegado a la mansión, y Amber estaba en el jardín mirando a la nada, mientras acariciaba su pancita.—Si, a mi madre le gustaban mucho las flores, decía que era una vida misteriosa entre los jardines —respondió con nostalgia.Fernando tragó grueso, él sabía perfectamente de la muerte de la mamá de Amber, así que no supo cóm
—¿Ustedes ya se conocían? —preguntó Andrea mirando a ambos con curiosidad.—Eh, sí —dijeron ambos al unísono.—Bueno, no es que lo conozca, ni siquiera sé su nombre, solo lo vi en el cementerio, en la tumba de mamá, pero, no sabía que usted era dueño de una casa de modas —Amber lo miró, extrañada.Tomó la mano de Andrea con fuerza, porque se sentía extraña, no solo era porque el hombre conocía a su mamá, había algo más, algo extraño, pero ¿Qué?—Sí. Lo siento, mi nombre es Aidan Byrne, sí, sé que es muy irlandés, pero mi padre era irlandés, mi madre estadounidense, y yo —sonrío —. Un poco de ambos.Amber sonrió en su dirección.—Oh, yo siempre he pensado que Amber es de Irlandas, por cierto mi amor, ¿tu padre o madre no serán de ahí?, ¿o algún pariente? Lo digo por tus cabellos rojos y tus rasgos, ya vez que Aidan los tiene y…—No —respondió secamente. Por alguna razón la saliva se había atorado en su garganta—. Mis padres son estadounidenses, ambos, puede ser que tenga algún pariente
Amber volteó su cuerpo para no ver a su hermana, Angélica. Pero no pudo evitar sentir como sus ojos se llenaban de agua. Ella de verdad estaba intentando olvidar todo ese mal tiempo, ella de verdad estaba intentando olvidar que ellos la habían robado, que ellos habían hecho con ella lo que querían.—¿Qué haces aquí? —preguntó sin mirarla.—Oh, Amber, ¿estás embarazada? ¿Acaso tu esposo es dueño de esta mansión? —preguntó mirando a todos lados, maravillada.—Por favor Angélica, no tengo tiempo, dime que viniste hacer aquí, y que quieres —se giró para mirarla.El corazón de Amber simplemente dolía. Ver a su hermana, su sangre, de nuevo, era algo que le causaba estragos.—Papa quiere verte, está en sus últimos días, y quiere hablar contigo antes de morir —dijo Angélica bajando la mirada.Amber tragó grueso. Un nudo se posó en su garganta y una lágrima rodó por su mejilla. Aunque él no había sido el mejor padre, era su padre, y saber que estaba a punto de morir le dolía a Amber, y le dolí
Amber cayó arrodillada a la fría tierra del parque donde estaban. Andrea no sabía por qué estaba tan quebrada, pero la mujer que tanto amaba lloraba de una manera tan desconsolada que a Andrea le dolía verla así.—Cálmate mi amor, esto le hace daño a la bebé, por favor, trata de respirar —la abrazó por la espalda tratando de brindarle seguridad.Los ojos de Amber estaban rojos, su respiración entrecortada. Estaba rota, muy rota, porque había vivido los últimos diez años llena de dolor, llena de maltratos verbales, llena de angustias por unas personas que ni siquiera eran su sangre.—Escúchame —Andrea la hizo mirarlo—. Sea lo que sea que diga la carta, lo resolveremos juntos, ¿me oyes? —El contacto visual que planteó Andrea hizo que Amber se calmara.Hipo varias veces antes de sentarse, y le tendió la carta a Andrea para que la leyera.—Hazlo en voz alta, prometo calmarme, es solo que así, siento que es su dulce voz la que me habla —dijo ella cerrando los ojos.Andrea dudó por unos seg