Somos prohibidos

GABRIELA

—!Maldita sea!— Reniego sin dejar de temblar y eso hace que no pueda hacer algo tan simple como abrochar mi brasier— Diablos, que porquería— me quejo— !Auch!— chillo cuando siento que el me jala sin el más mínimo cuidado haciendo que mi espalda choque con su dorso que aún está desnudo.

—Me retracto— habla haciéndome sentir su calor y abrocha mi sostén pasando sus manos por mi espalda.

— ¿Te retractas?— preguntó incapaz de mirarlo, sin entender, asumiendo que se refiere a toda esa locura de Italia y lo que dijo.

—Si— masajea mis hombros y me voltea para quedar frente a él viendo los muchos centímetros que me saca de estatura, lo corpulento que es, el tatuaje del brazo que me hace escocer el cuerpo y sus ojos, esos jodidos témpanos de hielo haciéndome recordar que el hielo, también quema— te he dicho muchas veces lo odiosa y fastidiosa que puedes ser porque estaba, estoy— me mira los pechos sin una pizca de disimulo— estoy esperando tus arrepentimientos, tu llanto y todo el
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