La mañana se asentó en el rostro de la mujer inconsciente y maltrecha. La mujer con ropas masculinas tenía los ojos fuertemente cerrados mientras descansaba sobre la camilla de una enfermería desordenada. La brisa fresca tocaba ligeramente su rostro lechoso, haciendo que sus cejas se arrugaran con molestia. Justo en ese momento, unos ojos color turquesa se abrieron, mientras que sus párpados, como abanicos, se abrían y se cerraban con confusión.
Lo primero que ella sintió fue un ligero dolor de cabeza, seguido de la sensación de vacío. Todo estaba en silencio, era como una hoja en blanco lanzada al abismo, no quedaba nada. Ni sonidos, ni emoción y mucho menos conocimiento.
¿Quién era ella?
Fue en ese momento que sintió algo que no era cómodo y que parecía estarla lastimando, entonces abrió su puño cerrado y vio un papel con una simple orden.
"Asesina a Alexei Volkov, te quedan dos días"
¿Ase...si...nar? ¿Dos días?
Por más que lo intentara, no entendía por completo la frase, ni siquiera tenía sentido. Su cuerpo se sentía caliente y pegajoso, además de doloroso. ¿Por qué dolía? ¿Dónde estaba ella?
Fue en ese momento que se abrió bruscamente la puerta de la enfermería. Pronto entraron varios hombres: un señor con bata y una enfermera. Ella tomó el papel y lo escondió en su ropa con rapidez.
— Guardia Bolka, ¿cómo se encuentra? — La pregunta provino de un hombre que parecía ser el de más rango, tan solo por su tono de voz.
¿Por qué pregunta eso? ¿Acaso ella está enferma?
Ese nombre no solo no le es conocido.
¿Su nombre? Ella... Tamara... Ese es su nombre.
Quiso hablar, pero se encontró con su voz pegada— Tos.
Entonces sucedió.
Dolor.
Dentro de su cabeza, algo estaba intentando salir. Todo era demasiado borroso, como intentar ver con las gafas de un hombre de ochenta años, solo eran sombras.
No importó, porque el peligro la impulsó a sonreír y asentir. Quizá fueron las armas de los hombres, o el desagrado en su mirada al observarla fijamente. Quiso preguntar, pero ella sabía en el fondo que confiar podría ser su camino al infierno.
Son policías rusos... Erróneo, guardias.
Algunos.
Dos eran policías y los demás tenían trajes más oscuros y doblemente equipados. Ella buscó en su traje de quién le habló y encontró una insignia con el nombre del lugar "Cárcel Rusa Butyka" y el nombre del propio "director Frederik Gusev."
—¿Sabe quién lo golpeó? — preguntó Frederik.
¿Golpear? ¿Era la razón de por qué sentía punzadas en la parte baja de la cabeza?
Tamara no era tonta, no había que ser demasiado inteligente para saber que había sufrido una pérdida de memoria debido a un golpe. No era médico, pero el conocimiento común estaba allí. Esto debe ser temporal, o eso esperaba.
Ella negó con la cabeza.
Frederik ojeó al chico delgado y pequeño; su figura era la de un joven que no se alimentaba; demasiado femenino para su gusto. Cabello castaño corto y unos ojos claros y vacilantes. Era un chico lindo que podría evocar en otros el deseo de protección.
— Está pálido, ¿no necesita revisión más profunda? Parece que no está en buenas condiciones — Cuestionó el director al hombre con bata.
Tamara leyó su nombre en la bata: "Doctor Dimitri Turbin."
El Dr. Dimitri revisa los resultados realizados en ella y niega con la cabeza — No hay coágulos u otras complicaciones importantes, debería estar bien — dijo el Doctor, observando los documentos en su mano — Señor Bolka, es normal que sienta un dolor fuerte en la cabeza; sin embargo, ¿hay algo más que decir?
Ella hizo lo que mejor pudo por una sonrisa profesional y asintió — No me siento diferente, aparte del dolor de cabeza.
¿Su voz, era esa?
Sonaba grave y masculina.
Ella, por un segundo, se sintió sucia, como si ni siquiera su cuerpo le perteneciera. Había incontables hormigas subiéndole por su cuerpo, generándole ansiedad. Quería salir, por lo que observó su alrededor por un segundo. Se sintió triste al ver barrotes. ¿Estaba ella en la cárcel?
No, no era posible. Ella fue llamada "Guardia."
¿Era ella una guardia de esa prisión rusa?
Su pregunta no demoró en ser respondida.
El doctor siguió hablando — No hay problemas físicos, por lo que si se recupera, puede volver al trabajo al día siguiente. Es una simple contusión.
Frederik, por otro lado, se dispuso a observar a su pequeño guardia recién integrado. Fue transferido hace una semana por recomendación de personas muy bien conectadas, por lo cual no hizo demasiadas preguntas. El chico no tiene ni veinticinco años, de pocas palabras y extrañamente tranquilo para un joven de su edad. Nunca llamó la atención sobre sí mismo o buscó hacer relación con sus compañeros.
Tan delgado, pero tan escurridizo que era molesto.
Lo habría despedido para ahorrarse problemas, si no fuera porque su posición en la prisión se encuentra ante el ojo de la presión social. No estaba siendo observado solamente por el Gobernador, sino por enemigos que buscaban su posición. Aceptar ciertos favores era lo que lo diferenciaba de estar dentro o fuera.
Justo en ese momento, su segundo al mando entró en la enfermería.
—¿Me llamó? — La voz gruesa de un hombre grande llamó la atención de los presentes.
Alto como un tronco, con apariencia de un hombre de más de treinta años, con una presencia abrumadora, se inclinó a su jefe y le susurró unas palabras. Tamara se sorprendió, pues el recién llegado tiene ojos rayados y misteriosos, dibujados como si hubieran sido deliberadamente pintados con un delineador.
Fue un zorro, un zorro en versión humana.
La tensión en la habitación se sentía fría desde que Lucio entró a la habitación, parecía más el jefe que el señor Frederik, lo que de alguna manera era incorrecto.
Lucio Rigov se sintió extraño ante la observación casi obsesiva del joven, pero aún le dedicó un asentimiento. ¿Qué le sucedía al chico esa mañana? Su temperamento es agresivo e introvertido. Lucio, entonces, les dedicó una pequeña mirada a los demás presentes. No pasaron ni unos segundos cuando los demás presentes respondieron y se marcharon por donde entraron. Incluso los policías que estaban observando.
— Descansa, mañana vuelves a tus funciones — dijo Lucio. La advertencia no pasó desapercibida para los presentes, en especial para Tamara, ya que sus palabras eran dirigidas exactamente a ella.
Pronto la dejaron sola.
Ella inmediatamente buscó deshacerse de la nota que tenía en las manos como si fuera algo sucio. Le entraron ganas de reír a carcajadas o temía caer en la locura, pero temía que al hacerlo terminara llorando.
Se tocó el cuello y entonces sintió una especie de dispositivo circular. Por una parte, se sintió aliviada al descubrir que era una mujer, y por otro lado, estaba asustada.
¿Quién era ella? No era algo superficial.
¿Una asesina? ¿Mercenaria? ¿Suicida?
Pasaron unos minutos... unos muy largos.
Hasta que... murmullos risueños... Se oyeron sonidos afuera de la enfermería. Tamara se dio cuenta de que la puerta a la salida estaba entreabierta. Se levantó y caminó hacia esta. Fue extrañamente fácil; su cuerpo era ligero y flexible. Ella no escuchó ninguno de sus propios pasos hasta llegar a la puerta.
— Esta noche es importante. ¿Quién sube? — Preguntó un guardia que pasó por la enfermería.
Tamara se acercó curiosa. Otro respondió— No estoy seguro, pero las expectativas por ese alguien son bastante altas... Risa. — El jefe organizó al perro rabioso de 777 para que se presente esta noche — gruñó mientras soltaba una bocanada de humo opaco de su boca — Habrá un buen espectáculo.
¿Espectáculo?
Imágenes de hombres peleando en una jaula... Sangre... Tanta sangre. Tamara empezó a temblar. Ella misma se tuvo que detener o podría perder el conocimiento por el esfuerzo. Los hombres por fin se fueron.
Aún nerviosa y con el pulso a mil, decidió que necesitaba distraerse o esas imágenes volverían a atormentarla. Tamara temía no poder soportar otro golpe de recuerdos.
Sin perder más tiempo, se acercó a los documentos que dejó el doctor y aprendió unos datos nuevos. Ella era un guardia recién ingresado a la cárcel como guardia de menor rango, tenía veinte años, era un huérfano y no tenía enfermedades preexistentes. Por último, su nombre es Luka Bolka.
El silencio era demasiado intenso. Solo se escuchaba el sonido de una respiración errática; casi se podían escuchar el sonido de los engranajes moviéndose en la cabeza de Tamara. Sus pensamientos por poco materializándose en la soledad de la enfermería.Estaba atrapada.Y como si fuera poco, su pérdida de memoria no lo hacía más fácil.Ella se mordió el labio hasta que pudo sentir el sabor a cobre.—Tienes suerte de que la enfermería no tenga cámaras—La voz de un hombre se deslizó por el cuello de Tamara, como si de una serpiente se tratara— O podríamos atrapar a ratones curiosos, ¿no lo crees?Tamara se dio la vuelta y, para su sorpresa, la viva imagen de su superior se encontraba a tan solo unos pasos de distancia de ella; el cómo llegó a estar tan cerca sin que se diera cuenta la dejó paralizada.Él, sin medir palabra, le arrebata los documentos médicos de sus frías manos, sin siquiera preguntar, y les echa una ojeada enfrente de ella.En los labios del hombre tenía un indicio de un
Dedicatoria."Dicen que somos el conjunto de nuestros pecados"La noche respondió: “Entonces ven y prueba el mío"Los minutos se hicieron eternos, aun si todo parecía normal, no lo era. Había una extraña tensión en el aire. Respiraciones aceleradas, emociones a flor de piel. Esa noche era perfecta para entregarse a la perversión y la depravación humana. Es en ese momento que los tacones altos y joyas caras se escucharon entrando en finos autos blindados.El olor a perfume y alcohol estimuló tanto a los prisioneros como a los guardias.Ivanoc explicó de qué se trataba el evento, el secreto sucio del bajo mundo ruso.— Aun en la cárcel el dinero nunca para de moverse. Así funciona el mundo,Peleas.Apuestas.Dinero y sangre derramada.Al parecer ella tenía razón, las imágenes en su cabeza no eran falsas.Justo llegó la medianoche, toda la prisión parpadeó y las cámaras se apagaron; el color de las luces cambió a un rojo brillante. Esa noche, y lo que pasara, ¡Nadie nunca lo sabría! Tamar
Una risa sardónica lleno el silencio.La locura se veía desencajada en el rostro perturbado de 777, sus pensamientos corriendo sin control el una mente desfigurada por la perversion. ¿Quién es el estúpido que se atrevió arrebatarle su presa? ¿Cómo se atreve...? La ira de 777 apenas fue contenida por dos guardias; después de todo, el preso es un hombre altamente entrenado y difícil de contener.Ivanoc no fue lo suficientemente rápido para detener la estupidez de su compañero. Intentó adelantarse para disculparse, o eso hasta escuchar pisadas fuertes y duras provenir de las escaleras. Todos los guardias presentes voltearon a ver al hombre de más rango, quien resultó ser el segundo al mando del director, Lucio Rigov.Nadie podía determinar qué tenia Lucio en la cabeza, pero no se atrevieron a especular, en especial los Guardias Antiguos que conocían el carácter de tal personaje, solo pudieron mantener la mirada baja, esperando no llegar a ser el centro de atención de Lucio.Lucio tenia l
Igor observó al Guardia que se lleva a su presa hasta perderse en la oscuridad, y es entonces cuando una vez por todas las luces se apagaron. No pudo contener el odio arraigado y la humillación que lo consumieron y lo llevaron a los lugares más oscuros de su mente. Sus instintos estaban palpitando, incluso sus deseos insatisfechos lo hacían sentir una ira hirviente.Era una bomba a punto de estallar.ебать"Joder"El grito de Igor en ruso logró asustar a los pequeños presos que como conejos no se atrevían a sacar la cabeza, uno de ellos era su compañero de celda.Yul Rattof se encontraba escondido en su cama temblando y rogando por todos los medios pasar desapercibido, pues podía sentir la energía oscura y perversa salir del cuerpo del tipo que acaba de luchar sin descanso casi cuatro horas; todo para que al final fuera lanzado desde la gloria hasta la absoluta humillación, pero no contentos aún tuvo que inclinar la cabeza ante un cerdo guardia Ruso.Ahora Yul sabía que el peligro esta
Tamara escuchó la puerta al cerrar y fue en ese momento que la televisión comenzó a sonar.Información de la reportera:"En otras noticias, es encontrado el primer ministro ruso, el señor Pavel Mishustin, muerto en los basureros de su propia mansión en la capital, Moscú —la reportera tenía un ligero temblor en la voz—. Su cadáver presentaba evidentes signos de tortura, y en su frente, con sangre, fue tatuado con la palabra "предатель" (Traidor), reconociendo al primer ministro como un traidor.La periodista estaba en frente del suceso. Su cabello rubio oscuro se veía ligeramente pegado a la frente a pesar del frío clima de Rusia; se vio a la reportera sudando."El opositor del partido político, Nikolay Petrov, y el siguiente en la lista para ser elegido por el presidente, junto a la cámara de diputados, para ocupar el puesto de primer ministro ruso no se ha pronunciado sobre la situación de manera directa; en cambio, dejó un anuncio en sus redes sociales sobre la controversia y los rum
¿No era este el mismo hombre que un día anterior había estado inconsciente? Tan lamentable a los ojos de ella que ni siquiera dudó en querer salvar su vida.Fue engañada.Él no es, ni débil.Ni vulnerable.¿Cómo es que se sería tan diferente?Czar sigue la mirada del muchacho hasta su mano que conectaba con un abdomen demasiado pequeño para ser de hombre. Tsk, es una lástima que le gusten demasiado las mujeres para fijarse en un Guardia, y aun así no pudo evitar querer burlarse.—Lamento decirlo, pero soy heterosexual —se rio el preso, sonando ronco y algo pausado.De inmediato la cara del joven se volvió roja, lo que fue divertido, o eso hasta que el joven comenzó a moverse y logro poner a Czar de inmediato de mal humor.—Si quieres morir.. Puedes ir, te invito a atraer a los cobardes detrás de esta puerta, pero hazlo solo—. Este se lamió los labios en silencio y luego arqueó una ceja, invitándole a desobedecer. Había un aura oscura que exige sumisión absoluta y ni siquiera tuvo que l
Paso una semana y justo a punto de que la luz del sol iluminara a Rusia, se escucharon unos sonidos ahogados de respiración entrecortada, mezclados con gemidos de dolor.— Plaf... Plaf— Golpe tras golpe.El lugar era tan grande y vacío que los sonidos se escuchaban como música. ¿Quién iba a decir que el jefe de la mafia rusa, o lo que quedaba de su reinado, terminara en condiciones tan deplorables, solo y estancado? Incluso los aliados que daban su vida por el rey al final lo dejaron solo y sin protección. Ni siquiera un guardia escoltando a quien aún ostenta la corona.¿Lo que queda? Una bodega en medio de algún lugar en Moscú.Golpe tras golpe.Boca abajo y amarrado, un hombre se encontraba siendo un saco de boxeo mientras era golpeado. Un ser humano degradado a ser la herramienta para liberar la frustración, lo cual era evidente por cómo las venas de su atacante se alzaban hinchadas y furiosas cada vez que su puño conectaba con algún punto vulnerable del tipo inconsciente.En ese mo
Mijai tomó los documentos de la mesa y comenzó a leer con una mirada contemplativa, como si no le sorprendiera tener otro hijo sin nombre regado por Rusia. Es más, parecía satisfecho.Nombre: Nikolay RomanovCarrera: DerechoEdad: 28 añosCargo: Fiscal PrincipalLa carpeta no solo contenía las notas de la prensa por su trabajo, o el gran número de enjuiciamientos en procesos penales de alto perfil, sino un reconocimiento casi fanático por su belleza, lo que significa que es bastante famoso entre las mujeres.Pero lo más interesante fueron los documentos que detallan información clasificada de reuniones clandestinas con miembros de importantes partidos políticos rusos, contactos que eran conocidos para Mijai. Su influencia no solo no era vacía, sino conveniente.Un hombre ambicioso y manipulador; rasgos comunes para un heredero de la familia Volkov."Es sin duda mi hijo", pensó sin remordimiento. "Es incluso más mi hijo que cualquiera que haya criado por su propia mano".El aura mortal