La salvación del Cuervo
La salvación del Cuervo
Por: MAR02autora
Capitulo 1

¿Dónde..?" Los pensamientos de una mujer se hicieron presentes al no reconocer el entorno donde se encuentra . El sudor se acumuló en su frente por los nervios. Nada a su alrededor tiene sentido, ella podría compararse a una hoja en blanco lanzada a la oscuridad. No sabía nada; ni como terminó allí o quién es.

Sí, sabía que estaba en una especie de enfermería, pero como se encontraba allí es un misterio. Lo único conocido es el terrible dolor de cabeza.

Nadie estaba a su alrededor y en sus manos solo había una nota arrugada.

"Asesinar a Alexei Volkov"

Fue en ese momento que se abrió bruscamente la puerta de la enfermería . Pronto entraron varios hombres, un señor con bata y una enfermera. Tamara tomo el papel y se lo trago de un solo golpe.

— Guardia Bolka ¿Cómo se encuentra?— La pregunta provino de un hombre que parecía el más dominante de todos, como si fuera el que estaba a cargo.

¿Guardia? ¿Se refiere a ella como si fuera hombre? Puede que no recordaba, pero sabía algo ¡Era una mujer!

¿Su nombre? Ella... Tamara … Ese es su nombre.

La idea llegó como agua fresca que duró unos segundos, y que pronto fueron acompañados con un intenso dolor que la llevó de nuevo a la oscuridad y la desesperación. Quiso preguntar qué estaba pasando, pero pronto fue disuadida al ver los hombres armados y peligrosos observándola fijamente. Si tuviera que adivinar Tamara pensaría en ellos como policías Rusos, aunque la vestimenta era diferente entre ellos.

Dos eran policías y los demás tenían trajes más oscuros y doblemente equipados. Ella buscó en su traje de quién le hablo y encontró una insignia con el nombre del lugar "Cárcel Rusa Butyka" y el nombre del propio "Director Frederik Gusev".

Ella entendió algo. La situación es peligrosa y más al ver armas enfundadas en las guanteras de cada uno de los hombres. Tamara quería hablar porque se supone que son los buenos, pero su instinto se resistía a ello. Como si no debiera...

No, no debe confiar sin saber primero la situación, además ella aparentemente está vestida de hombre con una falsa identidad y con un papel en la mano con instrucciones de matar.

Quien fuera ella también es un asunto delicado.

— ¿Recuerda quien lo golpeó?— preguntó Frederik.

Ella negó con la cabeza.

— Está pálido ¿No necesita revisión psicológica? Parece que no está en buenas condiciones— Preguntó el Director al hombre con bata.

Tamara leyó su nombre en la bata "Doctor Dimitri Turbin"

El Dr Dimitri revisa los resultados realizados en ella y niega con la cabeza—No hay coágulos u otras complicaciones importantes, por lo cual debería estar bien—Dijo el Doctor observando los documentos en su mano— Señor Bolka, es normal que siente un dolor fuerte en la cabeza, sin embargo ¿Hay algo más que decir?

Ella hizo lo que mejor pudo por una sonrisa profesional y asintió—No me siento diferente aparte del dolor de cabeza.

El doctor siguió hablando— No hay problemas físicos, por lo que si se recupera puede volver al trabajo al día siguiente. Es una simple contusión.

Frederik por otro lado se dispuso a observar a su pequeño guardia recién integrado. Fue transferido hace una semana por recomendación de personas muy bien conectadas, por lo cual no hizo demasiadas preguntas. El chico no tiene ni veinticinco años, de pocas palabras y extrañamente tranquilo para un joven de su edad. Nunca llamó la atención sobre sí mismo o buscaba hacer relación con sus compañeros.

"Para nada normal" Pensó Frederik.

Lo habría despedido sin dudar para ahorrarse problemas, sino fuera porque su posición en la Prisión se encuentra ante el ojo de la presión social. No estaba solo siendo observado por el Gobernador, sino por más enemigos que buscaban su posición y cobrar favores eran lo que lo diferencia de estar adentro o fuera.

Justo en ese momento, su segundo al mando entró en la enfermería.

—Señor— Lucio Rigov, se inclina a su jefe y le susurra unas palabras.

Tamara se sorprende, pues tiene ojos rayados y misteriosos, dibujados como si hubieran sido deliberadamente pintados con un delineador.

Fue un zorro, un zorro en versión humana.

Lucio Rigov se sintió extraño, pero aún le dedicó una sonrisa al joven que lo observaba fijamente ¿Qué le sucedía al chico esa mañana? Su temperamento es agresivo e introvertido, incluso habla solo lo necesario, pero ahora parecía diferente.

Lucio, entonces, le dedicó una pequeña mirada a los demás presentes. No pasaron ni unos segundos cuando los demás presentes respondieron y se marcharon por donde entraron.

Incluso los policías que estaban observando.

—Descansa, mañana vuelves a tus funciones—Dijo Lucio. La advertencia no pasó desapercibida para los presentes. En especial para Tamara, ya que, sus palabras eran dirigidas exactamente a ella.

Pronto la dejaron sola.

Ella inmediatamente buscó deshacerse de la nota que tenía en la mano. Estaba mojada por el sudor y probablemente era basura.

Quiso reírse, pero temía que en vez de una risa, llorara.

Pasaron unos minutos .. Unos muy largos.

Risas... Se oyeron sonidos afuera de la enfermería. Tamara se dio cuenta de que la puerta a la salida estaba entreabierta, por lo cual Tamara se levantó y caminó hacia esta. Fue extrañamente fácil, su cuerpo era ligero y flexible. Ella ni siquiera escuchó ninguno de sus pasos hasta llegar a la puerta.

— ¿Qué va a ocurrir esta noche? — Argumento un Guardia que pasó por la enfermería.

Tamara se acerca curiosa.

Otro respondió— No estoy seguro, pero las expectativas por ese alguien son bastantes altas...

Risa.

— El jefe organizó al perro rabioso de 776 para que se presente esta noche—Gruño mientras soltaba una bocanada de humo opaco de su boca— Habrá un buen espectáculo.

¿Espectáculo?

Imágenes de hombres peleando en una jaula ... Sangre ... Tanta sangre. Tamara empezó a temblar y el sudor que recorrió su cuerpo era asqueroso. Ella misma se tuvo que detener o podría perder el conocimiento por el esfuerzo.

Los hombres por fin se fueron.

Aun nerviosa y con el pulso a mil decide que necesita distraerse o esas imágenes volverían a atormentarla. Tamara temía no poder soportar otro golpe de recuerdos que no entiende.

Sin perder más tiempo se acercó a los documentos que dejó el doctor y aprendió unos datos nuevos. Ella era un guardia recién ingresado a la cárcel como guardia de menor rango, tenía veinte años, era un huérfano y no tenía enfermedades preexistentes.

Por último, su nombre es Luka Bolka.

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