Capitulo 3

Dedicatoria.

"Dicen que somos el conjunto de nuestros pecados"

La noche respondió: “Entonces ven y prueba el mío"

Los minutos se hicieron eternos, aun si todo parecía normal, no lo era. Había una extraña tensión en el aire. Respiraciones aceleradas, emociones a flor de piel. Esa noche era perfecta para entregarse a la perversión y la depravación humana. Es en ese momento que los tacones altos y joyas caras se escucharon entrando en finos autos blindados.

El olor a perfume y alcohol estimuló tanto a los prisioneros como a los guardias.

Ivanoc explicó de qué se trataba el evento, el secreto sucio del bajo mundo ruso.

— Aun en la cárcel el dinero nunca para de moverse. Así funciona el mundo,

Peleas.

Apuestas.

Dinero y sangre derramada.

Al parecer ella tenía razón, las imágenes en su cabeza no eran falsas.

Justo llegó la medianoche, toda la prisión parpadeó y las cámaras se apagaron; el color de las luces cambió a un rojo brillante. Esa noche, y lo que pasara, ¡Nadie nunca lo sabría! Tamara se mojó los labios maltrechos con nervios.

"La curiosidad mató al gato." Es gracioso porque se le vino a la mente tal frase, pero esa noche al menos tenía sentido.

Ella no escuchó nada de las pequeñas conversaciones banales de Ivanoc y los demás guardias. Su atención estaba fija en la puerta que daba directamente al rincón más oscuro de la prisión.

No sabía dónde exactamente sucedía, pues su trabajo es vigilar, pero sabía que el lugar donde se estaban realizando las peleas entre presos era bajo tierra. Lo intuía por cómo los tacones de mujeres sonaban de repente altos y rápidamente bajos hasta desaparecer, lo que significaba escaleras.

Los minutos se convirtieron en unas pocas horas y la suerte estaba echada. Si alguien sobrevivió o murió, Tamara lo ignoraba.

Las risas de fondo desaparecieron en un abrir y cerrar de ojos y autos invisibles en las cámaras salieron como entraron. Las luces, sin embargo, permanecieron de color rojo.

Ivanoc recibió una orden por audífono y, sin medir palabra, se dirigió a justamente el ala norte. Al parecer había problemas. Este pareció olvidarse de ella porque no detuvo ni un segundo sus pasos.

En cuanto la seguridad abrió las puertas al territorio enjaulado de los presos, ella quiso darse la vuelta y marcharse.

— Así se hace, niñas — El preso con el nombre 777 levantó la voz grasosa, haciéndose escuchar ante todos los demás como si fuera un Dios.

La sangre y sudor escurrían en sus pomposos músculos, como un trofeo, ya que tal sangre no le pertenecía.

Las voces de los presos no se hicieron esperar — ¡Le dije que habría un espectáculo! Todas las apuestas estaban en ese perro rabioso, y no decepcionó.

Otro tipo gruñó — Debes ser un idiota. ¿Quién podría con ese veterano? Ha estado aquí más de diez años. Las peleas que ha ganado ese tipo... Todo un desastre sangriento.

Tamara entendió que se referían al luchador pomposo que gritaba de alegría.

— ¡Ni que lo digas! ¿Y qué si ganamos dinero? Ni siquiera es suficiente para ver la lucha en la arena en vivo, y me está matando — El gruñón de su vecino espetó con ira.

Risa grotesca y sucia de su compañero — Te quejas como una perra. ¿Crees que nos venda su camiseta llena de sangre? El olor a sangre me está volviendo loco.

— No lo creo, idiota — Soltó una risotada lésbica y sucia — Aunque es delicioso, me importa más mi dinero y que esté seguro me alivia. Si todo va bien, en un tiempo tal vez nos dejen ver parte del espectáculo.

Eso resultó ser una broma porque las risas sórdidas no se hicieron esperar. Los guardias estaban alertas y sin expresión en su rostro, como si estuvieran suficientemente acostumbrados.

Tamara centró su atención en el animal que alardeaba ser el campeón. El tipo no solo es grande, es una bestia furiosa con los ojos rallados y el labio medio levantado. Ella tembló porque, para terminar, era un tipo altísimo. Cuando pasó por su lado, tuvo que hacer un esfuerzo para no retroceder de miedo, pues su sola sombra pareciera devorarla para sumergirla en la oscuridad.

— Ja, miren, ¡qué pequeño animalito tenemos aquí! — Gruñó 777 mirando a Tamara, con burla y algo de lo que ella no quiso nombrar, pero le puso la piel de gallina — Te me haces conocido.

Ivanoc no aguantó la m****a del gran campeón y, aunque no lo atacó, lo hizo moverse.

— No tenemos toda la noche, y algunos queremos dormir, perro — Regañó el guardia.

Tamara pudo ver otra cara del hombre que acababa de conocer.

777 lo ignoró, pues tenía otros asuntos importantes. Además, después de que puso el ojo en alguna presa, no lo dejaría ir tan fácil, es solo que aún había algo que hacer y tiempo es lo que tiene. Le dedicó una sonrisa perturbadora a Tamara y giró sobre sus talones.

Los pensamientos de Tamara vagaron hasta que ocurrió. Una tensión se apoderó de su sistema nervioso, era como un extraño presentimiento.

Y ocurrió.

Se abrieron las puertas delante de ella, bueno, en realidad delante de todos los demás que gritaron fuerte ante tal espectáculo. Es una imagen que Tamara nunca podría olvidar.

Delante de ella, un muchacho de su edad que estaba siendo arrastrado medio inconsciente frente a un público que solo buscaba satisfacerse de la desgracia de otros.

Las luces rojas no hicieron más que aumentar la escena horrible. Sangre roja y espesa saliendo de sus labios y sin contar las demás heridas que debían estar abiertas, por cómo de llena de sangre tenía la camisa de preso; las gotas caían una a una al suelo inmaculado. Pero no fue todo, los moretones eran trofeos para los demás y eso es acaso ¿mordeduras humanas?

¡Dios!

Su rostro fue lo que la terminó de impactar. Es simplemente una locura. Su rostro es angelical y atractivo, masacrado por golpes y cortadas recientes. Una piel tan clara como el papel, lo único que se veía con real color eran sus labios rojos y la sangre que brotaba de ellos.

A Tamara, por alguna razón, le dolió el corazón, y tal vez fue compasión.

El chico no podía tener más de veinticuatro años, pero estaba siendo arrestado de forma humillante por guardias que tenían que protegerlo.

¿Qué mal pudo haber cometido?

Un extraño silencio se apoderó del corredor, y lo único que se escuchaba era el sonido de los perros aullando. Los guardias están apenas sosteniéndolos a los animales que pueden oler sangre.

— Merecía lo que obtuvo. Incluso mejor si muere — Dijo Ivanoc junto a ella.

¿Morir?

¿Merecía morir?

En ese momento tuvo un fuerte dolor de cabeza, incluso para esforzarse para que su rostro se mantuviera firme.

En su mente se vio a sí misma vestida de guardia, recostada sobre una fría pared. Su respiración superficial, como si hubiera luchado una batalla interminable, batalla que había perdido. Al final, en su cuello había un cuchillo presionando por un hombre, y no, no había dolor, solo contemplación silenciosa dentro de ella.

Ambos se miraron fijamente. No sabía por qué, pero parecía sentirse una extraña conexión entre su atacante y ella, como si estuvieran embarcados dentro de un mundo en el cual nadie podía entrar. Fue un solo segundo, pero pudo ser una eternidad.

Tamara parpadeó para sacarse los pensamientos de encima y volver al presente, por alguna razón, ni siquiera podía recordar el rostro de su atacante.

Fue extraño ¿Una imaginación o un recuerdo?

Ella se mordió los labios en un intento por recordar, pero frustrada tuvo que contenerse, porque solo le dio una nueva jaqueca

— Puede que el espectáculo no haya acabado. Después de todo — Hubo una pausa absurda — Los ganadores tienen necesidades, ¿verdad?

Abucheos.

Tamara no era estúpida, podía saber los pensamientos desagradables de esos presos. Pensamientos que tenían nombre y apellido. Ella no quería saber nada de esto y prefería quedarse en su habitación, pero ahora, sabiendo lo que pasaría, ¿podría ser ella indiferente como los demás?

Ella vio a los guardias con ira a pesar de su confusión recién descubierta. ¿En serio podían cerrar los ojos ante tal degradación? ¿No era ir demasiado lejos? Se supone que aquí rige la ley.

Se escuchó de nuevo al preso que hablaba de manera desagradable. No le importó ni siquiera decir tales palabras frente a los guardias — ¿Se necesitaría pagar por ver? Un viejo como yo...

La indignación corroía a Tamara. Pero, al contrario de lo que ella sintiera, los demás guardias ni siquiera pestañean o hacen algo diferente a quedarse en sus puestos. La vida en prisión es dura, lo que pasará entre rejas, se queda entre ellas. Ni más ni menos.

Ivanoc, para consternación de Tamara, su compañero tampoco parpadeó ante el espectáculo.

— Joder, es bastante tarde, y la enfermería está cerrada — Dijo uno de los guardias, como si estuviera protagonizando una obra ensayada.

Parecía una obra tan natural, como si hubiera sido retratada muchas veces. — Moris, ¡calla la boca! Solo tíralo en su cama — Dijo otro guardia.

— Si muere, nos responsabilizarán, idiota — Respondió Moris con indiferencia.

Justo lo que estaba esperando 777. Se sabía que el compañero de su presa salió de prisión esa mañana como tipo libre, y a este peleador no le habían asignado otro compañero de celda, por lo que estaba solo. Y eso solo significaba una cosa, nadie lo cuidaría o lo protegería de lo que pasara. Así es su hermoso país, y le encanta.

"Esa noche no solo jugaría con el chico de carita linda, sino que sería divertido, y puede que hasta a su presa le quede gustando y se convierta en su perra recurrente," pensó Igor, menor conocido como 777, con mirada sucia. "Incluso me esforcé para no lastimar su cara."

Los pensamientos de 777 estaban sobre todo en el preso inconsciente, después de todo, ganar dinero golpeando en la arena solo te hace ansioso por otra partida, y sí, en especial en la cama. Todos los presentes pudieron ver eso, pero lejos de importarle, solo estaban emocionados. ¡Quizá podrían escuchar un poco!

La lengua del luchador se deslizó por su boca pervertida, cosa que no pasó desapercibida para el guardia. Estaba listo para dejarlo en su cama, no obstante, algo ocurrió.

— Estoy libre de responsabilidad esta noche, puedo ayudar con las heridas — Una voz pequeña, pero decidida, causó conmoción en la prisión, como una torre de naipes cayéndose en fila.

¿Quién era? Nadie más que Tamara.

O mejor dicho, el guardia nuevo y el que fue agredido hace una noche: ¡Luka Bolka!

Sigue leyendo en Buenovela
Escanea el código para descargar la APP

Capítulos relacionados

Último capítulo

Escanea el código para leer en la APP