Narrado por AnyaEl silencio que siguió a la partida de Morgana se sintió más pesado que cualquier batalla. Aiden no me soltaba, su agarre firme en mi brazo como si temiera que, si me dejaba ir, desaparecería. Pero lo que él no sabía era que ya me sentía perdida. Algo dentro de mí había cambiado. Algo se había despertado.—Anya —su voz fue apenas un susurro, pero cargada de urgencia.No respondí. No sabía qué decir. Mis pensamientos estaban atrapados en un torbellino de dudas y miedo. Había sentido la magia de Morgana llamándome, había sentido algo dentro de mí responder, y eso me aterraba más que cualquier otra cosa.Aiden movió una mano hasta mi rostro, obligándome a mirarlo. Su mirada era intensa, ardiente, llena de algo más que preocupación. Era una súplica.—No dejes que te consuma —pidió con voz ronca—. Lucha contra eso. Lucha contra ella. Eres más fuerte que cualquier sombra.Cerré los ojos por un instante, queriendo creerle. Queriendo creer que podía resistirlo. Pero la voz de
Narrado por AnyaEl amanecer trajo consigo un aire pesado, cargado de silencios y promesas que no sabía si podría cumplir. El fuego en la chimenea se había extinguido, dejando solo brasas incandescentes que parpadeaban débilmente en la penumbra de la cabaña. A mi lado, Aiden dormía con una expresión tranquila, su brazo rodeando mi cintura como si incluso en su sueño temiera que desapareciera.Deslicé mis dedos por su rostro, delineando la línea de su mandíbula, la curva de sus labios, la tensión sutil de su ceño. Él había sido mi refugio, mi ancla cuando la tormenta amenazaba con arrastrarme. Pero ahora, con la llegada del nuevo día, la realidad volvía a instalarse en mi pecho con el peso de una verdad ineludible: Morgana seguía ahí. Y lo que había despertado en mí, también.Respiré hondo y cerré los ojos por un instante. Podía sentirla. No solo en mi mente, sino en mi sangre, en la energía latente que vibraba en mi interior como un eco de su voz. Me había llamado. Y lo peor de todo e
Narrado por AidenEl amanecer trajo consigo una calma engañosa. El fuego en la chimenea se había reducido a brasas ardientes, y la cabaña estaba sumida en una penumbra cálida. Podía sentir el cuerpo de Anya contra el mío, su respiración acompasada, su piel tibia rozando la mía. Por un instante, quise creer que todo estaba bien, que las sombras no nos acechaban, que el peligro había quedado fuera de esta burbuja de calor y deseo.Pero no era así. Sabía que la paz era efímera, una ilusión que se desvanecería con la luz del día. Aun así, me permití un momento de quietud, grabando en mi memoria la sensación de Anya en mis brazos.Ella se movió ligeramente, sus párpados aún pesados por el sueño. Cuando sus ojos se abrieron, encontré en ellos una tormenta contenida, un conflicto que no desaparecía, incluso después de la entrega de la noche anterior. Me pregunté si se arrepentía, si el miedo a lo que había dentro de ella volvía a envolverla. No la dejaría hundirse en esa oscuridad otra vez.
Narrado por AidenLa noche era un santuario de sombras, rota solo por el tenue resplandor de la luna que se filtraba por las rendijas de la cabaña. Anya dormía a mi lado, su respiración acompasada, su cuerpo envuelto en el calor de nuestra intimidad reciente. Su fragancia seguía aferrada a mi piel, un recordatorio de que por un breve instante, habíamos sido solo dos almas encontrándose en medio del caos.Pero la paz era un lujo que no podíamos darnos. Y pronto, lo descubriría de la peor manera.Un crujido en la nieve afuera hizo que todos mis instintos se activaran. Mi lobo rugió dentro de mí, una advertencia feroz. No era el viento. No era un animal. Había algo acechando en la oscuridad.Mi primer reflejo fue protegerla. Me giré hacia Anya, sacudiéndola suavemente.—Anya, despierta.Ella frunció el ceño, aún atrapada en el letargo del sueño. Pero antes de que pudiera reaccionar, la puerta de la cabaña estalló en mil astillas.Un rugido profundo llenó el aire, seguido de un viento hel
Narrado por AidenEl rugido de la tormenta se mezclaba con el estruendo de mi propio corazón mientras corría a través del bosque. Las ramas se rompían a mi paso, pero nada podía detenerme. Nada podía ser más aterrador que la imagen de Anya siendo arrebatada de mis brazos.Todo había sucedido en cuestión de segundos.Una sombra oscura irrumpió en la cabaña, rompiendo la tranquilidad que habíamos construido en nuestra breve burbuja de paz. No tuve tiempo de reaccionar antes de que una fuerza invisible me lanzara contra la pared con una violencia inhumana. Sentí el crujido de mis costillas al chocar contra la madera, el sabor metálico de la sangre llenó mi boca. Intenté ponerme de pie, pero algo más fuerte que yo me mantuvo inmóvil.Anya gritó mi nombre, pero su voz se ahogó en el fragor del combate. Logré ver su figura forcejeando con dos encapuchados. Uno la sujetaba por la cintura, el otro murmuraba palabras en un idioma antiguo. Un brillo purpúra envolvió a Anya y la vi arquear la es
Narrado por AnyaEl frío me despertó antes que el dolor. Una brisa helada recorrió mi piel desnuda, haciéndome estremecer mientras abría los ojos con lentitud. La oscuridad me rodeaba, pero no era solo la ausencia de luz. Era un vacío, un abismo de energía oscura que se cernía sobre mí, pesando en mi pecho como una piedra. Intenté moverme, pero mis extremidades estaban atadas con cadenas de un material gélido que vibraba con una magia oscura.—Despierta, niña —una voz sedosa y cruel retumbó en la penumbra.Reconocí ese tono de inmediato. Morgana.Mi pulso se aceleró, la rabia y el miedo batiéndose en mi interior mientras forzaba mi vista a ajustarse a la penumbra. La bruja caminaba en círculos a mi alrededor, su silueta apenas iluminada por el resplandor tenue de las runas grabadas en el suelo. Cada símbolo emitía un brillo enfermizo, pulsando como si latiera con vida propia.—Sabía que eras especial, pero no imaginé que te rendirías tan fácilmente —continuó con una sonrisa burlona—.
Narrado por AnyaEl eco de mis propios gritos rebotaba en las paredes de piedra. Mis muñecas ardían por las cadenas de hierro encantadas que las sujetaban sobre mi cabeza, suspendida en el aire como un sacrificio esperando su sentencia. Cada vez que intentaba convocar mi magia, un dolor desgarrador me atravesaba el cuerpo, como si la misma oscuridad que me rodeaba se alimentara de mi poder.Morgana me observaba desde su trono improvisado, con una sonrisa burlona curvando sus labios. Sus ojos, dos pozos de maldad y conocimiento prohibido, brillaban con una satisfacción oscura.—No lucharías tanto si entendieras lo que realmente eres —susurró, inclinándose hacia adelante.Le devolví una mirada llena de odio, a pesar del temblor de mi cuerpo.—No eres nada más que una bruja podrida que juega con sombras. No me doblegaré ante ti.Morgana soltó una risa grave, resonante. Se puso de pie con una gracia pavorosa, caminando en círculos a mi alrededor como un depredador estudiando a su presa.—
Narrado por AnyaDesperté con un dolor punzante en la cabeza y una sensación de frío que calaba hasta los huesos. Mis muñecas estaban atadas por grilletes de hierro, y una cadena pesada me mantenía anclada a la pared de piedra húmeda. La oscuridad era casi total, interrumpida solo por el tenue resplandor de antorchas lejanas que proyectaban sombras danzantes en las paredes mohosas.Intenté recordar cómo había llegado aquí. Fragmentos de memoria se arremolinaban en mi mente: la cabaña, Aiden, la irrupción violenta de los encapuchados, el dolor lacerante al ser arrancada de su lado. Un escalofrío recorrió mi columna al recordar la voz de Morgana susurrando mi nombre.—Despierta, querida —la voz suave y venenosa resonó en la penumbra.Giré la cabeza y la vi. Morgana emergió de las sombras, su figura esbelta envuelta en una túnica negra que parecía absorber la poca luz que había. Sus ojos, dos pozos de oscuridad insondable, me observaban con una mezcla de curiosidad y triunfo.—¿Dónde est