Narrado por AidenLa luna que había brillado tan intensamente hace un momento ahora parecía débil, como si la luz misma hubiera sido drenada del cielo. El silencio que siguió fue ensordecedor, una quietud tan profunda que parecía imposible que, hasta hace unos instantes, el aire hubiera estado lleno de energía y desesperación. Anya se había ido. El círculo de luz que la había rodeado se había desvanecido, y todo lo que quedaba era la fría tierra bajo mis pies. Me quedé inmóvil, mirando el lugar donde ella había estado, esperando en vano que fuera una ilusión, que en cualquier momento regresara, que su sacrificio no hubiera sido real. Pero la realidad era ineludible. La fuerza mágica que había sentido en el aire había desaparecido, llevándose con ella la vida de la mujer que amaba más que a nada en este m
Narrado por AidenLa rabia quemaba en mi interior como un fuego inextinguible. Cada fibra de mi ser vibraba con la furia contenida, una furia que había estado acumulándose desde que Anya tomó esa fatídica decisión de sacrificarse por la manada. Mi mente se negaba a aceptar lo que había hecho, a aceptar que había decidido luchar sola, sin mí, que había elegido enfrentarse al destino sin darme la oportunidad de protegerla. Esa elección la sentía como una traición, no solo a mí, sino a todo lo que habíamos compartido.Mientras caminaba por el campamento, la atmósfera era pesada, cargada de la tensión que precede a una tormenta. Los guerreros de la manada estaban en alerta, sus rostros reflejaban el peso de la batalla que se avecinaba. Todos sabían que el enfrentamiento con Ethan era inevitable, y yo estaba decidido a terminarlo de una vez por todas.Ethan había sido una espina clavada en mi costado durante demasiado tiempo. Era un Alfa tan despiadado como astuto, alguien que no dudaría e
El amanecer trajo consigo un frío amargo que se sintió como una bofetada en el rostro. El calor de la batalla aún palpitaba en mi cuerpo, pero con cada paso que daba hacia el campamento, la realidad comenzaba a asentarse. Había ganado, pero la victoria no tenía el sabor dulce que esperaba. Al contrario, cada respiración se sentía pesada, como si un peso invisible me aplastara el pecho.Los guerreros de mi manada se movían alrededor, atendiendo a los heridos, asegurando el territorio, pero la atmósfera estaba cargada de silencio, un silencio que reflejaba el costo de la batalla. Los cuerpos de los caídos, tanto amigos como enemigos, yacían en el suelo, y cada uno de ellos era una vida que había jurado proteger.Cuando finalmente llegué al borde del campamento, mi mirada se cruzó con la de Marcus. Su rostro estaba marcado por la batalla, pero lo que más destacaba era la profunda preocupación en sus ojos. Sabía que había algo que no me estaba diciendo, algo que estaba a punto de hacer qu
Narrado por AnyaEl mundo a mi alrededor se desvanecía lentamente. El frío se filtraba en mis huesos, pero no sabía si era por la herida o por el vacío que sentía en mi pecho. El sacrificio había sido necesario, lo sabía, pero eso no hacía que doliera menos. Intenté moverme, pero cada esfuerzo enviaba una ola de dolor a través de mi cuerpo.—¿Anya? —Una voz familiar me sacó del abismo de la inconsciencia. Aiden.Sentí sus manos cálidas rozando mi piel, y por un breve momento, el dolor se desvaneció, reemplazado por algo más profundo, una mezcla de desesperación y alivio. Intenté abrir los ojos, pero mis párpados pesaban como si fueran de plomo.—No me hagas esto —murmuró Aiden, su voz cargada de angustia—. No me dejes...Su tono era un susurro lleno de miedo, algo que nunca había escuchado en él. Aiden, el Alfa, siempre tan seguro, tan fuerte, ahora parecía un hombre al borde de la desesperación. Sentí una punzada de culpa, pero también una extraña satisfacción al saber que me necesita
Narrado por AidenEl amanecer rompía el cielo con un gris melancólico, como si el mundo compartiera la carga que llevaba en mi pecho. Afuera, Silver Creek permanecía en un silencio tenso, marcado por las cicatrices de la última batalla. La aldea, que siempre había sido un refugio, ahora se sentía como un recordatorio constante de lo que había perdido y lo que aún podía perder.Me apoyé en el marco de la ventana, observando cómo las primeras luces del día iluminaban el bosque. A lo lejos, el ulular de los lobos resonaba débilmente, como un eco de todo lo que habíamos pasado. Pero mi mente no estaba en ellos, ni siquiera en la amenaza que aún pendía sobre nosotros como una guillotina. Estaba en ella. En Anya.Habían pasado tres días desde que despertó, y aunque su cuerpo mostraba señales de recuperación, su espíritu aún parecía atrapado en una niebla impenetrable. La decisión que había tomado para salvarnos a todos había dejado algo más profundo que heridas físicas. Había dejado un vacío
Narrado por AidenEl amanecer comenzó a teñir el cielo de tonos dorados y escarlata cuando dejé la habitación de Anya. Por primera vez en semanas, sentí una pequeña chispa de alivio en mi pecho, una tregua entre las sombras que nos envolvían. Ella había aceptado intentarlo, aunque la duda aún colgaba entre nosotros como una espada. Pero la promesa estaba ahí, frágil y real.No podía perder tiempo. La manada me necesitaba. Marcus ya había preparado la reunión que había solicitado, y al entrar en el salón principal de la cabaña comunal, me encontré con todos los guerreros reunidos. Hombres y mujeres de Silver Creek, heridos y exhaustos, pero con la mirada firme y lista para pelear. Ethan había empujado a nuestra manada al borde del abismo, pero no nos había quebrado.Marcus fue el primero en hablar cuando me acerqué a la mesa central, donde un mapa de nuestros territorios estaba desplegado.—Los exploradores confirmaron la presencia de Ethan y sus fuerzas al sur del río. Están acampando
Narrado por AidenLa noche me envuelve como un manto frío y opresivo. El viento silba entre los árboles de Silver Creek, y cada paso que doy sobre el suelo húmedo parece más pesado que el anterior. Mis pensamientos no me dan tregua; cada recuerdo de aquella maldita discusión con Anya sigue repitiéndose en mi mente, una y otra vez, como un eco maldito. La oscuridad del bosque refleja el abismo en el que he caído desde que se fue.«¿Cómo permití que ocurriera?»La pregunta se agarra a mí como una garra. Me destroza el alma. Todo comenzó como un desacuerdo trivial, algo que podría haber manejado mejor. Pero mis palabras, tan cargadas de rabia y frustración, la hicieron huir. Ella, mi Luna. La mujer que debería haber protegido por encima de todo, la herí tan profundamente que ya no pude alcanzarla cuando salió por esa puerta.Recuerdo cada palabra que le grité.— ¡No puedes entender lo que significa estar al frente de la manada! ¡Todo recae sobre mí!Las palabras se sintieron justas en es
El aire aquí es diferente, más puro, más ligero. Casi como si con cada respiración pudiera purgar el peso que he estado cargando desde que me fui. Pero no es tan simple. No lo es, porque a pesar de lo idílico que es este lugar, a pesar de la serenidad que parece envolverlo todo, las sombras de mi pasado siguen persiguiéndome, siguen enredadas en mi piel como una segunda capa imposible de arrancar.Estoy en una pequeña aldea, alejada de todo lo que alguna vez conocí. Es un refugio, un intento desesperado de encontrar la paz que tanto anhelo. Un intento de escapar de él... de Aiden.Los aldeanos aquí no saben nada de lo que soy. Para ellos, solo soy una extraña que apareció una mañana fría y silenciosa, buscando asilo. Les dije que me llamaba Anya, pero omití el título que me define más de lo que quiero admitir: Luna. Ellos no entenderían. En este lugar, no hay manadas, ni Alfas, ni Lunas. Solo hay gente común, que vive una vida simple, sin las complejidades y las guerras que dominan el