“Rosas, ¿en serio?” pensaba Henry observando el resultado de lo que había encargado, solo había pedido una mesa romántica, no sabía que se lo tomarían tan literal en tan poco tiempo.Vio a la chica acercarse lentamente hacia la mesa y se preguntaba si le gustaba lo que veía. No había dicho nada desde que llegaran allí. Ella tomó en manos el frasco que había en medio de la mesa.―Ositos de gominolas―murmuró ella con una sonrisa en los labios.―¿Te gustan? ―él caminó lentamente hacia ella, Emma se dio la vuelta para verlo.―Tuve la oportunidad de probarlos mientras estudiaba fuera, creo que me encantan. ―miró alrededor―Y…todo esto. Aunque no entiendo por qué…―Por eso estamos aquí, para hablar.Tomó el frasco de las gominolas de sus manos y lo depositó de nuevo sobre la mesa para poder cogerla de la mano y guiarla al borde de la torre, donde la rodeó con sus brazos y se quedaron con la vista hacia la ciudad.Emma estaba inmóvil, envuelta en sus fuertes brazos y sintiéndolo respirar, hab
―¿Seguro que te has enamorado? ―Emma solo asintió con la cabeza―Entonces demuéstramelo.Ella lo miró confusa, ¿a qué se refería con que se lo demostrara? Creyó entenderlo cuando Henry pasó su mano alrededor de su cuello y la besó, la besó con toda su voluntad y succionó con desesperación, ella era suya y quería que eso quedase claro. Parecía desesperado por querer borrar cualquier sentimiento que ella pudiera tener por otro que no fuera él y eso iba a dejarlo claro.La atrajo aún más a él y siguió besándola. Besó sus mejillas y se guio a su cuello, parecía desesperado por dejar su huella por todo su delicado y suave cuerpo, marcarla y que le perteneciera solo a él. Con su mano apartó la manga de su vestido y lo deslizó por su brazo mientras seguía acariciándola con sus besos.Regresó a sus labios y los devoró con tanta intensidad, Emma lo dejaba hacer, sentir todas aquellas sensaciones no parecía mal, no después de que le contara lo que sentía por ella, creía en él, nunca le había dad
Llegaron en la casa y aparcaron el auto en el patio. Afortunadamente todos se habían marchado y solo se habían quedado los asistentes para poner en orden el lugar. Sin embargo, junto a la puerta principal vieron a April, estaba sentada en una de las sillas, parecía esperar algo, o a alguien. Henry resopló.―Deberías hablar con ella. ―le dijo su protegida. ―Necesita una explicación, solo de esa forma podrá dejarte tranquilo. ―le tomó de la mano. ―Todo irá bien.―Supongo que tienes toda la razón. ―besó su mano―Bajemos.Henry tomó su chaqueta, ella su frasco de gomitas y se bajaron del auto dirigiéndose hacia la casa. April se puso en pie mientras se acercaban.―Solo quiero hablar. ―dijo ella. ―Prometo no armar ningún escándalo.―Os dejaré solos.Dijo Emma y entró sola en la casa dejándolos.―¿Nos sentamos? ―Henry tomó otro asiento y se sentó junto a ella.―Primero quiero disculparme por provocar que os fuerais y se estropeara vuestra fiesta.―Me hiciste un favor, no me gustan las fiesta
Después de cenar, Emma se había metido bajo el edredón y se había quedado de vista hacia el escritorio donde estaba sentado Henry trabajando con su computadora. Una de las mejores vistas que había tenido en mucho tiempo. Se había acostado con aquel hombre, el hombre más hermoso que había conocido, y que resultaba ser aparte de atento un romántico, sintió mariposas en el estómago. Parecía todo tan irreal, debía de estar soñando.Le había confesado que estaba enamorada de él, bueno, él se lo había puesto muy fácil después de pedirle que salieran de verdad. Se preguntaba cómo serían sus vidas a partir de entonces, ¿siempre sentiría aquella sensación dentro de ella? Le gustaba realmente, podía confesárselo a sí misma sin más necesidad de negárselo.―¿Es muy importante? ―le preguntó, quería escucharlo. Él apartó la mirada del aparato para mirarla.―Félix solicita mi autorización para contratar un especialista que ayude con el márquetin del nuevo producto que está por salir.―¿Y eso es malo
Henry estaba de pie, en el pasillo, a una distancia del despacho de Emma. La estaba observando, estaba con Mario y estaban conversando, él parecía explicarle algo y ella lo estaba escuchando con atención. Mario y su esposa ¿por qué nunca había pensado que algo podía salir mal? ¿debía buscarla un asistente propio? Preferentemente que fuera una mujer.Emma se volteó y lo vio, ella le sonrió y le saludó con la mano, era tan linda. Él levantó la mano y le devolvió el saludo.Se dio la vuelta, el motivo principal por el que había salido de su despacho no había sido exactamente para espiar a su esposa y su asistente, aunque era bueno saber que ningún Peters la estaba merodeando. Su verdadero propósito era acercarse al bloque de márquetin y logística para ver cómo lo estaban llevando, especialmente qué medidas estaba tomando Félix con el equipo y averiguar en qué podría afectarle. En todo caso, debía asegurarse de que todo iba bien, Pocas veces visitaba aquella sección, Mario se encargaba de
Emma regresó a su oficina donde había dejado a Mario esperándola. Intentó poner buena cara mientras se acercaba a tomar de nuevo el asiento detrás de su escritorio.―¿Por dónde íbamos? ―preguntó mirando los documentos que tenían sobre la mesa.―La estaba mostrando el balance de los…―Mario se detuvo un rato mientras se fijaba en ella―¿se encuentra bien? ―Emma lo miró.―¿Yo? Sí…claro, ¿por qué? ¿Me veo mal?―Oh, no, en absoluto. Es que parece que…―Mario, estoy bien, de veras. sigamos, por favor.―De acuerdo. Lo siento.El chico comenzó a hablarle, pero en seguida a su mente le regresaron las palabras que le había dicho Félix, quería ignorarlas, pero no lo conseguía, la estaban generando dudas y sentía que iba a explotar si no obtenía respuestas.―Mario. ―lo llamó y éste se detuvo para prestarla atención.―¿Sí? ―notó que ella estaba jugueteando con el bolígrafo sobre la mesa como si estuviese nerviosa, ¿le había mentido cuando le dijo que estaba bien? Ella tardó unos segundos antes de
Se habían sentado en una de las mesas de la terraza de uno de los restaurantes que había junto al puerto de Londres, estaba lloviznando y el clima era un poco más frío. Un camero joven les había servido el desayuno; huevos, tostadas, zumo de frutas… Ella comía mientras él la observaba, la verdad es que le encantaba hacerlo, era la mujer más hermosa y sencilla que había conocido, lo cierto era que le gustaba mucho, pero su obsesión por querer saberlo todo le superaba, detestaba ser sorprendido y prefería ir un paso por delante. Quería estar seguro de que sus sentimientos no lo estaban cegando, y que podía confiar ciegamente en la mujer que tenía delante.―¿Por qué me miras así? ―preguntó Emma con una sonrisa en los labios.―¿Es que no puedo apreciar la belleza de mi hermosa esposa? ―le sonrió y ella se ruborizó.―Técnicamente no soy tu esposa ¿recuerdas?Henry se aclaró la garganta, acababa de recordar que no le había contado que estaban atados el uno al otro por el lazo del matrimonio
―¿Lo has visto? No la deja sola en ningún momento.―¿Cuál es el plan entonces? ―preguntó Damián con la mano todavía en el volante.―¿Tú qué crees? En algún momento tendrá que dejarla sola.―Ya lo hizo, la dejó en la casa y no hay manera de que crucemos ese patio, está muy asegurado.―Déjame pensar, se me ocurrirá algo, esa zorra tiene que pagarnos por todo.Damián, y quien fuera el guardaespaldas de Emma, estaban fuera de la casa, habían aparcado el coche a una discreta distancia del lugar. Después de la escapada de la chica, Félix y su padre la tomaron contra ellos, tanto así que los despidieron, perdiendo de esa forma sus trabajos, y hasta entonces no habían conseguido nada mejor, aunque tampoco es que estuvieran por la labor, estaban resentidos y querían que ella pagara por haberlo avergonzado de aquella manera y haberles hecho perder sus trabajos.En la mañana se habían quedado fuera de la compañía para verla llegar, estaban al tanto de que había asumido el puesto de su difunto pa