—Vete, Adrick, por favor —dijo Katsumi alejándose de él
Adrick la veía con ojos suplicantes, no se movió de donde estaba
—Si aun me amas, no tienes por qué casarte con otro hombre
—Adrick, vete ya
—No me iré, acabas de decirme que me amas. No amas a Bratt, déjalo, escapemos juntos —Adrick susurraba
—Tuviste tu oportunidad, Adrick y fuiste un patán, no me diste el lugar que debiste darme, te comportaste como un psicópata controlador...no quiero vivir eso
—He cambiado, te lo juro —sus ojos centellaban con la posibilidad de demostrarle a Katsumi que era un hombre nuevo.
—Ya es tarde, Adrick —él asintió con la cabeza y se marchó.
Katsumi fue con los niños y contuvo el llanto mientras que estuvo con ellos, fingió
—¡No! —respondió tajante —no le haré esto a Bratt, no se merece algo así —Y tú no te mereces atarte a alguien a quien no amas. —No lo amo, es cierto, pero sé que él que se esforzará por hacerme feliz cada día de mi vida —Katsumi salió del cuarto de lavandería, Adrick caminó tras ella —¿terminaron? —le preguntó a los niños cuando entró a la cocina, ellos negaron con la cabeza —díganle adiós a su amigo Adrick —acababa de reaccionar, no podía hacerle daño a Bratt. —Adiós Adrick —dijo Noah —Jacob repitió las palabras de su hermano. —Adiós niños, nos vemos pronto —dijo Adrick con un rostro que desbordaba tristeza. —¿Quién está listo para ir a ponerse un traje de pingüino? —preguntó fingiendo más ánimo del que en realidad tenía. —¿Trajes de pingüino? —preguntó Jacob —Si, necesitan un traje de pingüino para el domingo, mamá se casará ¿lo olvidan? —¿Te casarás con Bratt? —preguntó Noah. —Claro que me casaré con Bratt ¿c
Abrió la puerta, la ansiedad lo consumía, anhelaba ese encuentro como a nada en el mundo y al mismo tiempo se sentía aliviado de saber que sería el último. Tenía que ser el último, por el bien de su matrimonio, aquello tenía que acabar esa noche. Al entrar a la habitación percibió un perfume familiar, aspiró profundo y una media sonrisa se dibujó en sus labios. Las lucess estaban apagadas, no podía ver absolutamente nada, pero sabía que ella estaba ahí, la olía, la sentía, los vellos de su cuerpo se erizaban solo de pensarla. —¿Con quién hablabas? —una voz femenina se escuchó en la oscuridad de la habitación en cuanto Bratt entró. —Solo es la chica de al lado, es muy parlanchina —explicó Bratt soltándose el nudo de la corbata, había ido a su cita vestido de traje, así tendría una excusa en caso de que llegara a casa y se encontrara con Katsumi, le diría que estaba en una reunión de trabajo. —Solo es la chica de al lado, es muy parlachina... —la mujer
Katsumi y Chole terminaron de cenar en el lujoso restaurante y se fueron al bar del hotel que queda atravesando el lobby. El bar tenía un ambiente mucho más informal que el restaurante, aunque había mucha gente con trajes elegantes que seguro habían hecho el mismo recorrido que ella; cenar e ir por un trago. El chico que servía los tragos era muy guapo, le recordaba un poco a Adrick, un Adrick mucho más joven. Era evidente que a Chloe también le había parecido atractivo, pues no dudó en coquetear con él —¿Qué quieren? —preguntó el chico —sexo —respondió Chloe con una sonrisa pícara, Katsumi y el chico de los tragos abrieron los ojos como platos, el él se sonrojó —en la playa —agregó Chloe y el chico tomó una bocanada de aire, al parecer, en algún momento había dejado de respirar y estaba aliviado de que la petición de su clienta no fuera algo indecente si no un simple trago —¡Por Dios! Chloe —le susurró Katsumi y le dio una palmada recr
Deseaba poder decirle que no, después de cinco años sin verlo se había atrevido a pensar que iba a poder resistirse a él, pero no podía, aunque lo intentara, era imposible para ella resistirse a Adrick Mykolaiv, y para colmo, el destino estaba empeñado en hacer que se encontraran una y otra vez. —Ponte cómoda —dijo Adrick mientras ponía a funcionar la cafetera —¡¿Se ha perforado la nariz?! —exclamó Katsumi después de soltar un suspiro de asombro. —Sí, y no me ha pedido permiso —le explicó Adrick mientras sostenía el teléfono, deslizó su dedo sobre la pantalla y apareció otra foto de Anya, esta vez con Katherina —esta fue en un campamento del colegio. —Katherina se parece cada vez más a Anya —dijo Katsumi sorprendida de que las pequeñas niñas que ella solía llevar al colegio ya fueran todas unas señoritas —A mí se me parece más a Jasper —refutó Adrick, ambos guardaron silencio mientras veían las fotos en el teléfono de Adrick. —Adrick —
Seguía amando a Adrick, el sexo no lo era todo en una relación, pero lo que sentía cuando él estaba dentro de ella era único y especial. Cuando el cuerpo sudoroso de Adrick se frotaba contra el de ella, una chispa se le encendía dentro, algo le estallaba justo en su núcleo, produciendo una onda expansiva que la recorría entera, no le ocurría nada parecido con ningún otro hombre. Estaba recostada en su pecho, sintiendo cómo los latidos de su corazón volvían a la normalidad y no había otro lugar en el mundo en el que quisiera estar, más que ahí, con Adrick, en ese cuarto de hotel, oliendo el café recién hecho. El olor del café le hizo acordarse de Chloe, se levantó y buscó su ropa entre las sábanas. —No te vayas, por favor —le suplicó Adrick tumbado en la cama, viéndola con ojos de perrito huérfano. —Tengo que llevarle el café a Chloe, recuerda que a eso hemos venido a tu habitación. —¿Te casarás? —preguntó él mientras se sentaba —
Bratt llevaba una hora atado; completamente inmovilizado y con una media fruncida en la boca y eso no hacía más que excitarlo, no podía dejar de pensar en Linda y en lo que ella le estaría haciendo si estuviera ahí con su traje de cuero y látigo en mano, azotes, aruños, mordiscos, imaginarlo le produjo una gran erección que fue adormeciéndose cuando empezó a preguntarse cómo haría para salir de ahí. —¿Bratt? —una voz femenina llegó desde el pasillo y puso escuchar pasos sigilosos —¿estás bien? Soy Anya, tu vecina —soltó una risita tímida —es decir, del cuarto de al lado, nos conocimos hace un par de horas no sé si me recuerdas pero... —Anya hizo una pausa y Bratt guardó silencio —vi la puerta abierta y pensé que... —dejó salir un suspiro —pensé que tal vez podía estar pasando algo, quise pasar a ver si estabas bien —Lo siento, volveré a mi habitación —dijo ante el silencio. Bratt tuvo que sopesar sus opciones, se moría de la verguenza solo de pensar que una mujer a l
Katsumi despertó muy temprano a pesar de que solo había dormido un par de horas. Antes de hacer nada, estremeció a Bratt, lo había estado pensando toda la noche, seguía amando a Adrcik, y no iba a dejar que eso pusiera en peligro la vida que había soñado al lado de Bratt, esa vida debía comenzar al día siguiente y no iba a permitir que sus sentimientos por Adrick la sabotearan; no volvería a verlo nunca más. —Necesito que redactes un documento legal —le dijo a Bratt, él estaba acurrucado de espaldas. —Sí cariño, lo haré en cuanto sea de día —balbuceó —Tiene que ser ahora, es urgente —Bratt se dio media vuelta ante la extraña petición de Katsumi. —¡¿Qué es lo que pasa?! —apenas abría un poco los ojos —¡Bratt! ¿qué te ha pasado en la cara? —preguntó Katsumi con horror, mirando la línea roja que sobresalía en la mejilla de Bratt, él se tocó y sus ojos se llenaron de asombro, pánico, desconcierto. —No...no lo sé, cariño —dijo mientra
Katsumi se miraba en el espejo después de que el equipo de maquillistas y peluqueros profesionales salieron de la alcoba. Miró el reloj colgado en la pared, este marcaba las nueve en punto, había quedado lista; peinada y maquillada estaba envuelta en una bata blanca de seda, solo faltaba ponerse el vestido, dio un suspiro. Su nueva vida estaba a punto de empezar. Bratt había comprado una casa en los suburbios, una hermosísima casa de lujo. Se mudarían después de la luna de miel. Ella odiaba vivir en los suburbios. Tenía una hora para estar lista, así que decidió bajar al salón y asegurarse de que todo fuera viento en popa, llamaron a la puerta justo cuando iba de salida. —¡Es el día! —exclamó Chloe cuando Katumi abrió la puerta, aquellas palabras le hicieron temblar el estómago. Chloe la abrazó —tengo que advertirte algo —le susurró. —¿Qué pasa? —Katsumi rompió el abrazo y la miró con el ceño fruncido.