La luz entró en la habitación cuando ANYA abrió las cortinas de golpe.
—Tienes que dejar de compadecerte de ti mismo, tienes que levantar tu trasero ahora.
Adrick abrió los con dificultad, trató de enfocar a ANYA, pero su visión era borrosa. Un ardor le recorría desde la garganta hasta el estómago.
No había salido de su habitación en casi tres meses, salvo escasas ocasiones para hacerse de algunas botellas de whisky de su despacho.
Tenía el cabello largo y una barba sucia y desaliñada le cubría la mitad inferior del rostro.
—¡Déjame en paz, ANYA! —se tapó hasta la cabeza con las sábanas. ANYA se acercó y tiró de las sábanas con fuerza
—¿Y si la buscas? —preguntó ANYA sentándose en el borde de la cama
—Ella no quiere que la bus
—Deberías irte a casa —Chloe miraba a Katsumi con preocupación. Katsumi puso los ojos en blanco —Ya te he dicho que no me iré. Tengo asuntos que atender y tú deberías estar ayudándome —respondió Katsumi soltando sobre el escritorio los papeles que sostenía, giró un poco su silla hacia su lado derecho ara poder mirar a Chloe. Chloe levantó ambas manos a la altura de su cabeza e hizo una mueca de inconformidad. Katsumi sabía que tenía que descansar un poco, sus pies parecían globos a punto de reventar, igual que su barriga. No aguantaba el dolor en las caderas, sentía que sus tobillos se quebrarían al no poder resistir su peso. Había aumentado unos cuantos kilos y si la expectativa de llevar un bebé dentro de su vientre siempre le había parecido espantosa, ojalá se hubiera tratado de uno. Los dos seres en su vientre parecían estar en constante batalla, revoloteaban dentro de ella como si se dieran de puñetazos el uno al otro. Sup
Katsumi hizo a un lado su trabajo y se dedicó a ser mamá de tiempo completo. Chloe era su mano derecha. Le ayudaba tanto con el negocio, como con los gemelos. Habían pasado seis meses y ya deseaba volver a su vida normal. La semana siguiente se llevaría a cabo un evento de recolección de fondos para la inauguración de una fundación para niños de la calle. Ella y Chloe eran fundadoras y activistas por la causa, pero había decidido no asistir, no quería regresar a New York, necesitaba estar a miles de kilómetros de distancia de Adrick para evitar la tentación de buscarlo. ******* Era viernes y saldría, pero no precisamente a divertirse ni nada por el estilo. Tenía una cita con un agente de bienes raíces, le urgía mudarse a un lugar más adecuado para la crianza de sus bebés, su pequeño
—Creí que sería algo más…—Katsumi hizo una pausa —¿íntimo? —Chloe completó su idea acercándose a su oído y tratando de levantar la voz por encima de la música El lugar era inmenso, un enorme salón de paredes, piso y techo blancos, con enormes lámparas que emulaban viejos candelabros cobrizos. El estilo antiguo contrastaba con las luces de neón provenientes del escenario en el que un dj manipulaba una pequeña consola. Una chica enfundada en camisa blanca, minifalda negra y chaleco a juego, les ofreció champange acercando la charola plateada delante de ellas —Lamento que no puedas —dijo Chloe cogiendo una de las copas y haciendo un puchero de tristeza —¿cómo que no? —Katsumi también cogió una copa— No amamantaré por un buen rato, para cuando vuelva a Washington el alcohol habrá salido de mi organismo—argumentó y le dio un sorbo al contenido espumoso, soltó un suave gemido al saborear el burbujeante líquido. —Por lo menos mantente sobria
—Pensé que la mesa era para dos —dijo un poco borde y Chloe abrió los ojos como platos ante la altanería de Katsumi —lo siento, no es nada personal, es solo que… —Oh no, no te preocupes, entiendo, pero es que nos han asignado esta mesa, también habíamos pedido mesa para dos, pero creo que ha sido un error. Iré a recepción y veré si pueden solucionarlo —No, disculpa, no te preocupes, yo… no quise ser grosera —se sentó y tragó saliva como si tragara clavos pensando en que, en algún momento, Adrick llegaría y se sentaría al lado de su prometida, justo enfrente de ella. —Lo siento Katsumi, esto es mi culpa. No creí que esto pasaría —le susurró Chloe al oído —Vamos, vayamos a casa —No. No iré a ninguna parte, tengo un discurso que dar. Además, Kolenka es una de nuestras mayores patrocinadoras —trató de esbozar una sonrisa en sus labios. —Ah…¿tú eres la organizadora del evento? —preguntó Kolenka entusiasmada —Sí, soy Katsumi Ishikawa —Katsum
El aliento a alcohol y menta de Adrick le calentó las mejillas. No pudo decir una palabra »eso creí —dijo Adrick ante el silencio de Katsumi y la besó en os labios. Las manos de Adrick se deslizaron lentamente debajo de la bata de baño, Katsumi no se resistió y eso lo hizo sentir confundido, pero no se detuvo a pensarlo, siguió tocando su cuerpo, la textura de su piel tenía un efecto embriagante al tacto. Hasta ese momento habían estado parados en el umbral, debajo del dintel de la puerta, se movieron despacio, entraron en la habitación y Adrick cerró la puerta tras de sí sin alejar sus labios de los de Katsumi. Desató el nudo de las dos tiras de tela que rodeaban la cintura de Katsumi, no fue difícil. Sus pechos quedaron expuestos, tan hermosos y abundantes com
Chloe le echó una mirada de reproche a Katsumi —Lo sé, lo sé…dije que jamás volvería a verlo. Es inestable, es posesivo, es agresivo, es… es el padre de mis hijos y muero por decírselo —Katsumi se sentó en la cama y las lágrimas se precipitaron abundantes de sus ojos, Chloe se sentó a su lado —puedo hacer que cambie, sé que puedo, puedo ayudarlo a… — ¿y quién te ayudará a ti, Katsumi? No puedes cambiar a la gente si no quieren cambiar. No necesitas un maldito proyecto al que tengas que mejorar. —No es su culpa ser así —replicó Katsumi —Lo sé, no es su culpa, pero tampoco es tu culpa ni es culpa de Noah y Jacob, ustedes no tienen que estar con alguien así solo porque no es su culpa ser así ¡joder! Katsumi, lo hemos hablado un millón de veces, creí que ya lo habías superado. Te puso un maldito chip de rastreo en el puto teléfono. ¿Qué hará luego? ¿Encerrarte en un sótano? Katsumi suspiró y enjuagó sus lágrimas. —Quiero ir a casa —dijo co
—Buenos días dormilón —le susurró Kolenka con una sonrisa en los labios mientras le acariciaba el pecho Él no contestó, se apartó la mano con un movimiento brusco y se levantó de la cama con pasos tambaleantes. Estaba completamente desnudo. Miró a todas partes buscando su ropa, cada prenda se encontraba salpicada en el suelo, desde la americana hasta la ropa interior. Se vistió, rebuscó en los cajones, entre las sábanas, debajo de la cama; no hallaba su celular. Salió de la habitación sin decirle una sola palabra a Kolenka quien lo seguía con la mirada. Buscó su teléfono en todo el departamento, no o encontró. —¿Qué pasa Adrick? —Kolenka apareció en la cocina mientras Adrick rebuscaba en los cajones, llevaba puesta una piyama de seda con encajes que parecía más un disfraz de stripper que una piyama —¡Déjame en paz, Kolenka! —espetó con los ojos encendidos de furia. Se había acostado con Kolenka y eso lo llenaba de ira ¿cómo podía ser tan estúp
MIENTRAS TANTO… Cuando el coche se detuvo ante el portón de rejas doradas, Katsumi bajó, llevaba el abrigo colgado del antebrazo, los guantes y el gorro dentro de su bolso. No pensó en resguardarse de la nevada, solo quería entrar a la mansión lo antes posible. La idea de ver a Adrick le aceleraba el pulso. La brisa fría del exterior chocó contra su cara. Había pasado una hora en el interior cálido del auto y cuando los copos de nieve tocaron su cabeza un escalofrío la recorrió. Se enfundó el abrigo amarillo que le cubrió el cuerpo dejando ver solo sus botas negras que llegaban hasta las rodillas. Rebuscó en su bolso, era un bolso inmenso, podía llevar un microondas en él. Sacó un gorro a juego con el abrigo y se cubrió la cabeza, cogió los guantes, pero no se los puso. El auto se había marchado y ella permanecía de pie, inmóvil frente al portón. Resopló y el aliento salió de su boca como si fuera humo de cigarrillo. Se acercó y