Naolia fingió quedarse dormida. Conocía la rutina de su padre de memoria y sabía exactamente lo que iba a pasar los próximos minutos antes de salir. Gibaros entró en la habitación y se acercó lentamente al lecho donde yacía su hija. La tocó suavemente por el hombro y al no obtener respuesta suspiró aliviado. Salió un rato y regresó con una manta; la extendió al lado de Naolia y la hizo rodar, envolviéndola en ella para que no se resfriara. Con un movimiento repetido miles de veces la cargó en brazos y se dirigió al vehículo blindado que le esperaba en las afueras del complejo. Al llegar a la parte posterior del auto ya la puerta trasera estaba abierta. La colocó suavemente en el interior y le dio un beso tibio e imperceptible en la frente. Ella casi abre los ojos y se lanza al cuello de su padre para suplicarle por la vida del ángel. Ardía en de
Para quien nunca había visto un ángel, la figura de los cinco jóvenes avanzando por el descampado próximo al refugio Corpus Cristi, les hubiese parecido una escena común y corriente. Quizás pensarían que eran un poco raros, con su andar liviano y posturas erguidas, sus miradas claras y la piel tan blanca y limpia que parecía brillar; pero a Nicolás Reed, la mayor autoridad en el campo de refugiados, le bastó solo una ojeada para percibir que sus oraciones habían sido escuchadas. El corazón le palpitó mucho más fuerte que cuando dio su primer beso, hacía ya sesenta años, tanto que tuvo que tomarse el pecho con una mano por el dolor que le causó.Llegaron ante él tres muchachas y dos varones, todos bellos y frescos, sonrieron al saberse reconocidos por el anciano y sus ojos brillaron como estrellas.—Venimos a ayudar —dijo Reilar, uno
Robert Des enseguida comprendió que se trataba de algo muy importante; nunca el anciano le había negado ninguna información y esos jóvenes evidentemente no eran de por allí; ni siquiera parecían humanos. Estaban demasiado limpios, demasiado saludables y sus rostros no denotaban ninguna preocupación, como si los problemas no existieran y ellos fuesen inmunes a cualquier calamidad. Sus ropas blancas y sus aires de superioridad le intrigaron al momento. Después de la negativa del joven de hablar en su presencia, se despidió con una reverencia y salió de la carpa principal, dio la vuelta y penetró por una abertura que él mismo abrió un tiempo atrás para enterarse de los movimientos del anciano que no contaba a nadie, llevándose una decepción, pues no tenía secretos para sus colaboradores más próximos. No obstante l
Habían transcurrido casi doscientos años desde que Dios le quitara toda protección a su creación preferida, después de aquella ridícula estupidez llamada primera guerra mundial. Luego vino una segunda y una tercera. Desde entonces la humanidad, que ya de por sí venía cuesta abajo, se desplomó por completo. Se desataron horribles tragedias en casi todo el mundo, dejando inservibles la mitad de las tierras fértiles y desatando una hambruna mortal que se llevó millones de vidas. Luego vino el clima, que descompensado inundó todo de lluvias ácidas y ciclones gigantes. Dos tercios de la población desapareció, pero por el poco espacio disponible, la superpoblación aumentó en las ciudades que quedaron y allí se juntó lo peor y lo mejor de todo, ganando por supuesto lo peor.Nuevas tierras se descontaminaban poco a poco, apoderándose de ellas los
Cuando Galadiel llegó ya Gabriel lo esperaba con la puerta de la bóveda abierta, al entrar se percató que el oro acumulado había desaparecido.—Ya lo mandé en una caravana a un lugar seguro a las afueras de Los Ángeles —dijo Satán adivinando el pensamiento de Galadiel.—En las afueras no hay ningún lugar seguro.—Lo sé; pero igualmente ya estaremos allí cuando ellos lleguen, si es que cumpliste bien con tu misión.—Cumplí bien con mi trabajo; siempre lo hago. Sólo son cinco y son jóvenes, muy jóvenes. Están imponiendo las manos y curando a la gente con disimulo, sin descubrir lo que son. También forman poco a poco una especie de iglesia sin un líder obvio, algo bastante informal y podremos salir de inmediato dando un rodeo hacia el norte hasta llegar a la ciudad por el oeste; así no podrá
Paco Gibaros permanecía parado frente a la puerta de acero abierta de par en par, observando con detenimiento los cadáveres de sus hombres esparcidos en raras posiciones en medio de sendos charcos de sangre con las armas todavía en sus manos.— ¿Y dices que no se escuchó ni un disparo? —le preguntó a otro que permanecía a su lado con el horror dibujado en el rostro.—Ni uno solo, señor. Parece cosa de hechicería.—La hechicería no existe. En cambio los hombres incapaces sobran —lo miró por encima del hombro y vio cómo bajaba la mirada—. Parece que subestimé el valor del prisionero; algo así no se hace por un cualquiera; debieron mandar un comando de élite bien entrenado.—Señor, hay un sobreviviente del ataque y dice que fue un solo hombre.— ¿Por qué no empezaste por eso? Vamo
En el campamento todo marchaba según lo habían planeado el grupo de los cinco ángeles jóvenes que llegaron materializados en adolescentes humanos, que después de un corto tiempo ya estaban recogiendo la cosecha de personas agradecidas y temerosas de Dios que venían sembrando pacientemente. Todos hablaban de estos niños que los trataban con una especial dulzura y que les hablaban de los caminos olvidados que el creador les señalaba desde su palabra escrita. El llanto de sus ojos al perder a alguien o al ver la alegría de una madre cuando sanaban a sus hijos moribundos, estremecía al alma más endurecida por la guerra y la muerte. Muchos volvieron a rezar diariamente y a tomarse de las manos antes de alimentarse; muchos acudían un día a la semana para escuchar a uno de estos jóvenes, disfrazados para no levantar sospechas, pronunciar bellos y esperanzadores discursos. Cuando pod&iacu
Casi todo el ejército de Gibaros se encontraba en la instalación esperando la llegada de los demonios, aunque les dieron órdenes de permanecer ocultos a la gran mayoría. El jefe no quería demostrar que temía un ataque repentino de ellos, aunque la entrevista previa le convenció de que realmente se trataba de un pacto y no de una jugarreta para eliminarlo debido a la competencia.Justo despuntaba el sol en una turbia cortina de polvo atmosférico que se acrecentó debido a una pequeña tormenta cercana al este de donde estaban. Enseguida llegó la noticia de que dos sujetos se acercaban al lugar cargando una bolsa. Al llegar se dejaron revisar sin problemas por los hombres de la entrada y se introdujeron en el escondite como si toda la vida hubiesen vivido allí. Caminaron hasta llegar frente al mafioso que los esperaba de pie detrás del buró.—Bienvenidos. Tomen asiento,
— ¿Qué te pareció el humano? —le preguntó Gabriel a Galadiel mientras se alejaban del lugar escogido para la reunión de negocios.—Interesante sin duda alguna; parece que no se impresionó mucho, ni siquiera preguntó qué éramos, como suelen hacer todos cuando ven nuestras alas.—Quizás sea un poco más inteligente que la mayoría o tal vez ya sabría de nuestra existencia. Lo cierto es que tiene algo que no me gusta...una determinación en su mirada o un deseo muy arraigado en su alma; algo carcome a ese hombre y le hace peligroso. Lo raro es que no supe lo que era; de todos modos tengamos cuidado con él.—Eso quiere decir que cuando deje de ser útil debemos de desecharlo, ¿no?—Exactamente mi querido Galadiel; hemos llegado hasta aquí por la sencilla ra