– Andrew – se acercó Elena al hombre de manera insinuosa, meneando sus caderas y sonriéndole de manera seductora. Sabía muy bien lo que tenía que hacer.
– Elena, no nos pueden ver juntos en este momento – le contestó el hombre sintiendo un latigazo de excitación en su cuerpo por la energía de sensualidad que despedía esa mujer con tan solo pronunciar su nombre, había conocido mujeres más bonitas, catalogadas como reinas de belleza, pero esa mujer tenía un brillo que no podía entender qué. Y no era el único que le pasaba lo mismo.La charla de la noche anterior en su gran parte fue la nueva mujer que había ingresado en su grupo social, esa misma mujer que había tenido el valor de decirle a Reina que no. Y que había rechazado, a más de uno la noche anterior de una manera elegante, pero que no le había cerra– Entonces tenemos una relación – le habla desde atrás, acariciándole los hombros hasta llegar al cuello. – Lo siento, yo… no…– ¡Sh! – pasó su mano por todo el cuello hasta hacerle levantar el mentón, y la besa con toda la pasión que puede sentir en ese momento, olvidándose de todo lo que acaban de pasar, del mundo alrededor, apretó sus labios y de apoco fue hundiendo su lengua en la boca de ella. La conexión entre ellos era tan fuerte que era capaz de borrar cada herida, cada recuerdo amargo, cada mal paso de la vida con el simple roce de su piel, estaban tan acostumbrados el uno al otro que parecía que se conocían de mil vidas atrás. Sus labios se separaron y volvieron a respirar, abrieron los ojos despacio se fundieron en sus miradas una oscura como la noche otra tan verde como la primavera, en
– ¿Cuándo conoció al señor Caruso? – Hace 7 años, me contrataron para ser su secretaría. Era una buena oportunidad en una prestigiosa empresa.– ¿Puede relatar lo que sucedió con el señor Caruso? La mirada de la mujer se encontró con la fría mirada de Warren, de inmediato agacho la cabeza y miró sus dedos nerviosa. – Sí – murmuró – Como le dije era una buena oportunidad, el salario era muy bueno y yo lo necesitaba, aún estaba pagando mi universidad. Los primeros días fueron sencillos, Warren… – miró a Elena buscando algún tipo de aprobación, pero ella se veía distante, tenía los ojos y la nariz roja, como si hubiese llorado, no obstante, no le quitaba la mirada de encima – El señor Caruso desde el primer día se mostró
– Tienes que ver esto – sorprendió Reina a Ryan por detrás. Estando sentado ahí detrás en las bancas de madera escuchando todo el juicio. – ¿Qué demonios es eso? – le preguntó asqueado, sabía todas las cosas terribles de Reina, pero no se sintió más traicionado cuando la vio del lado del hombre que le había causado tanto daño a Elena, ahora Reina se había convertido en su propio enemigo. Le perdonaba todo lo que había pasado por ella, pero eso no. No perdonaría verla con Warren planeando quién sabe qué cosas en contra de Elena. Lo presentía y esta era la razón de que estuviera allí en ese momento, abordándolo. – Anda, tienes que verlo – insistió estirando más su mano, ofreciéndole un sobre grande amarillo – Por favor, solo quiero ayudarte con lo que me
– ¡Culpable! – fue la palabra que resonó en todo el Londres al parecer, todos parecían contener su respiración, si nos pusiéramos a ver los sentimientos de cada uno dentro del juzgado nos tardaríamos mil años en hacerlo. Ese sobre que habían entregado al jurado de manera anónima segundos antes de que decidieran había resuelto muchas dudas de lo que tenían contemplado, y aunque ellos debían dar una respuesta en ese mismo momento, solicitaron 15 minutos más.Elena sintió como si todo fuese un sueño, no creía lo que acababan de decir. No entendía quién había podido hacer eso y lo único que atinó hacer fue buscar la mirada de Ryan. Ryan solo podía observar su reacción, su gesto, su bello rostro y sentir que al mismo tiempo su mundo se derrumbada, sentía que moría, moría y moría por esa mujer y eso no era lo que lo mataba. Lo mataba el hecho de que no la volvería a tener en sus brazos. En cuanto a Warren no entendía nada, ahora el jurado tenía pruebas irrefutables
Se levantó suave, con temor a despertarla, tomo papel y pluma. Era hora de escribir su despedida. Iba a salir de su vida como un cobarde, sin decirle a la cara, solo con una nota de un amor eterno que jamás podría volver a profesarle. Con deseos, esperanzas y sueños rotos de un futuro con ella. Es hora de decir adiós… Pero qué decirle para que acepte su adiós, qué decirle para que lo deje ir sin que lo busque, sin que le vaya a pedir que vuelve con ella. Ya estaba hecho, se iría dejándola ahí dormida, tranquila, sin saber que ocurre en ese momento, un dolor atravesó su pecho y subió hasta su garganta, hasta convertirse en una pequeña lágrima que salió por su ojo. Tomó su maleta y salió de la habitación sintiendo que moría a cada paso que se alejaba de ella, hubiese preferido que Elena lo rechazara, que ella decidie
Quiero que entiendas que esto ha sido lo más difícil que he hecho en mi vida, pero no podía seguir ocultándolo, no después de escuchar a esas mujeres en la corte y ver cómo vivieron en una irrealidad con Warren, no puedo seguir haciéndote eso, no puedo darte una realidad que no existe, al menos no existe para mí, solo puedo dejar que construyas tu propio camino al lado de tu pequeño hijo Santiago y lo veas crecer, te enamores de nuevo, y que seas feliz. Soy tan culpable como él, he hecho cosas terribles, Elena, de las que sí, me arrepiento y sobre todo por eso he decidido irme de tu lado. Sin embargo, las hice en su momento, estuve consiente de cada paso que he dado en mi camino y por eso soy tan culpable como cualquier otro. Todo empezó cuando ingresé a la universidad, era todavía un adolescente y no lo digo como excusa, te lo digo porque quiero que entiendas qu
– ¡Mamí! – esa única simple, sencilla pero poderosa palabra removió cada fibra, cada célula del cuerpo de Elena. A ella volvía su mundo, su alma su ser, solo una madre que recupera su hijo podrá entenderlo.Había soñado con ese momento una y otra vez, y aún así no se había podido preparar para sentirse embriagada de tanto sentimiento, sabía que su pequeño estaba bien en las manos de la señora Caitlen, ella procuraba enviarle fotos de su hijo a escondidas de Warren, pero cuando lo vio correr a lo lejos sintió que había pasado una eternidad lejos de él, había crecido en su ausencia, se había perdido de grandes momentos a su lado, jamás los iba a recuperar, pero las cosas de ahora en adelante mejorarían para ambos. O eso creía. Lo vio soltarse de la mano de la señora Caitlen y correr hac
– ¿¡Qué!? ¿Estás loco? ¿De verdad crees que después de todo lo que me hiciste puedes pedirme tal cosa? – empezó Elena a alterarse a caminar de un lado al otro olvidando donde se encontraban y que la gente la empezaba a observar. – Déjame terminar de enseñarte este mundo, déjame culminar tu aprendizaje – le suplicó Joseph, esta era tal vez su última oportunidad de salvar a Elena de ese mundo, sí él la guiaba y le enseñaba lo terrible que podía ser, ella se iría para siempre y si en el camino lograba conquistarla sería una ganancia extra, aunque eso implicara quebrarle un poco su inocencia de este mundo. Esa inocencia que Ryan había logrado mantenerle. Joseph ese día en que la salvó de las garras de Warren en ese evento social quedó flechado, por la inocencia, dulzura y timidez de