—¿Tu chica? —Lenox casi rompe su mandíbula —. Repite eso y te parto la cara. —¡Lenox! —Loraine tomó su bolso y lo jaló del brazo, luego miró a su acompañante —. Lo siento, debo irme.Sacó a Lenox casi a la fuerza del bar hasta que hiciera un escándalo. Estaba en shock, pero debía calmar la situació
—¿Segura contigo? —rió irónicamente—. Nada está bien contigo, no después de rechazarme. Sabes que me gustas y eres lo único que me queda en el mundo, pero aún así tú...Apretó los labios formando una fina línea y dejó la frase a medio decir. Se encogió en su asiento, observando por la ventanilla mie
El calor en la sala aumentaba con cada beso y jadeo de Loraine, mientras Lenox la devoraba. La tenía sobre la mesa, regando besos por su cuello y sus pechos desnudos, tras arrebatarle la blusa que nunca le gustó que llevara.—Lenox...—¿Qué ocurre? —se detuvo instintivamente— ¿Estás nerviosa?.—Un p
Se ubicó en su cavidad, haciéndola gemir por el simple roce de ambas partes íntimas. Entró lentamente, escuchando el quejido de dolor que Loraine soltó al sentir solo la punta; aún así, Lenox siguió, sintiendo cómo desgarraba la delgada tela de esa barrera virginal que nunca antes había sido atraves
***A la mañana siguiente, Loraine abrió lentamente los ojos, deslumbrada por la luz que entraba por la ventana. Se incorporó y vio a Lenox ya levantado, bañado y arreglándose frente al espejo. Al mirar el reloj en la mesita de noche, se dio cuenta de lo temprano que era.—Buenos días —dijo él, sonr
—Sí, gracias, Lenox —agradeció el hombre, inclinando la cabeza en señal de agradecimiento mientras se alejaba, tomando asiento en una de las sillas de espera.Tenía mucho que hacer en la fábrica, pero si el día anterior no pudo concentrarse debido a su preocupación por Holly, hoy mucho menos cuando
Aunque al principio su relación fue imperfecta, con el tiempo fueron moldeándose el uno al otro. Desde aquel día en que ella se entregó a él y ambos se marcaron con tatuajes de constelaciones, sabían que estaban destinados a estar juntos. Aunque hubo momentos de separación, el lazo que los unió fue
***Una sonrisa se dibujó en el rostro de Atenea al leer de reojo el mensaje de Lenox. Había salido de la mansión después de una conversación con Valentino, quien casi no la dejaba partir. Ahora se encontraba en su auto, o más bien el de Valentino, dirigiéndose hacia la cafetería para encontrarse co