El calor en la sala aumentaba con cada beso y jadeo de Loraine, mientras Lenox la devoraba. La tenía sobre la mesa, regando besos por su cuello y sus pechos desnudos, tras arrebatarle la blusa que nunca le gustó que llevara.—Lenox...—¿Qué ocurre? —se detuvo instintivamente— ¿Estás nerviosa?.—Un p
Se ubicó en su cavidad, haciéndola gemir por el simple roce de ambas partes íntimas. Entró lentamente, escuchando el quejido de dolor que Loraine soltó al sentir solo la punta; aún así, Lenox siguió, sintiendo cómo desgarraba la delgada tela de esa barrera virginal que nunca antes había sido atraves
***A la mañana siguiente, Loraine abrió lentamente los ojos, deslumbrada por la luz que entraba por la ventana. Se incorporó y vio a Lenox ya levantado, bañado y arreglándose frente al espejo. Al mirar el reloj en la mesita de noche, se dio cuenta de lo temprano que era.—Buenos días —dijo él, sonr
—Sí, gracias, Lenox —agradeció el hombre, inclinando la cabeza en señal de agradecimiento mientras se alejaba, tomando asiento en una de las sillas de espera.Tenía mucho que hacer en la fábrica, pero si el día anterior no pudo concentrarse debido a su preocupación por Holly, hoy mucho menos cuando
Aunque al principio su relación fue imperfecta, con el tiempo fueron moldeándose el uno al otro. Desde aquel día en que ella se entregó a él y ambos se marcaron con tatuajes de constelaciones, sabían que estaban destinados a estar juntos. Aunque hubo momentos de separación, el lazo que los unió fue
***Una sonrisa se dibujó en el rostro de Atenea al leer de reojo el mensaje de Lenox. Había salido de la mansión después de una conversación con Valentino, quien casi no la dejaba partir. Ahora se encontraba en su auto, o más bien el de Valentino, dirigiéndose hacia la cafetería para encontrarse co
—¿Principessa...? —susurró apenas, reconociéndola de inmediato por el tatuaje detrás de su oreja, apenas visible entre su cabello negro ensangrentado que le cubría el rostro.—¡Rápido, una camilla! —exclamó el equipo de enfermería, saliendo velozmente con una camilla para trasladar el cuerpo magulla
[...]—Quiero verlo de nuevo —insistió Atenea.Layla, ante la manifestación de su amiga, puso los ojos en blanco y soltó un suspiro de resignación ante su estado enamorado.—Olvídate de él —le dijo, dándole una palmada en la parte trasera de la cabeza para hacerla reaccionar —. Solo lo viste una vez