***Lenox llegó a su apartamento más temprano de lo habitual ese día y al entrar, se topó con Loraine en la cocina, la misma joven que había estado perturbando su sueño desde que la vio por accidente desnuda en su habitación.—Oh, Lex —dijo ella al notar su presencia, con una amplia sonrisa que siem
—¿Lenox? —Loraine lo interrumpió bruscamente, obligándolo a levantar la cabeza de golpe—. Te he estado llamando. ¿Con quién te escribes tanto?.—Lo siento, es una amiga —se despidió de Atenea por mensaje antes de volver su atención hacia la chica frente a él—. ¿Has terminado?.—Sí, e incluso llevé l
—Loraine...—Quiero estar contigo de otra manera —su mirada era de súplica—. ¿Por qué no podemos? ¿No te gusto aunque sea un poco? Tú me gustas mucho, Lex.La mente de Lenox retrocedió en el tiempo, llevándolo al día del funeral de la madre de Loraine. Se presentó exclusivamente para acompañar a su
***—No, Loraine —Lenox se apartó después de recordar lo ocurrido en el pasado, y retiró su mano—. Esto no puede ser —dijo con pesar mientras se alejaba hacia el pasillo—. Tomaré una ducha e iré a dormir temprano. Gracias por la cena.Lenox le dio la espalda y se perdió en su habitación, dejando a L
—¿Tu chica? —Lenox casi rompe su mandíbula —. Repite eso y te parto la cara. —¡Lenox! —Loraine tomó su bolso y lo jaló del brazo, luego miró a su acompañante —. Lo siento, debo irme.Sacó a Lenox casi a la fuerza del bar hasta que hiciera un escándalo. Estaba en shock, pero debía calmar la situació
—¿Segura contigo? —rió irónicamente—. Nada está bien contigo, no después de rechazarme. Sabes que me gustas y eres lo único que me queda en el mundo, pero aún así tú...Apretó los labios formando una fina línea y dejó la frase a medio decir. Se encogió en su asiento, observando por la ventanilla mie
El calor en la sala aumentaba con cada beso y jadeo de Loraine, mientras Lenox la devoraba. La tenía sobre la mesa, regando besos por su cuello y sus pechos desnudos, tras arrebatarle la blusa que nunca le gustó que llevara.—Lenox...—¿Qué ocurre? —se detuvo instintivamente— ¿Estás nerviosa?.—Un p
Se ubicó en su cavidad, haciéndola gemir por el simple roce de ambas partes íntimas. Entró lentamente, escuchando el quejido de dolor que Loraine soltó al sentir solo la punta; aún así, Lenox siguió, sintiendo cómo desgarraba la delgada tela de esa barrera virginal que nunca antes había sido atraves